El día siguiente.
Miami Florida.
—¡Oh por Dios qué rico sol! —grita Leah repentinamente y Derek la mira con rareza.
—Controla tus emociones Leah.
—¿Ahora que hice? —pregunta Leah haciendo pucheros.
—Ven mejor siéntate a mi lado. Ya cuando regresemos, recibirás tus primeras clases.
—¿Tan mal me comporto?
—Muchísimo—señala Derek frunciendo el ceño.
—¡Ah Caray! —exclama Leah, haciendo un extraño gesto con sus labios.
—Pero tranquila, confío en tu inteligencia y en tus aptitudes. Creo—se muestra grácilmente confuso Derek.
—¿Que musitaste al final Derek? —pregunta Leah con suspicacia.
—Que si vas a poder con todo y mucho más querida.
—Por lo visto, tienes más confianza en mí que yo.
—Ya Leah, dejemos las complicaciones para otro momento, ahora acerquémonos hasta la orilla.
—¿Quieres nadar?
—En este inmenso mar no me atrevo, me da un poco de vergüenza.
—Eso lo podemos solucionar.
—¿Qué tienes en mente? —pregunta velozmente Derek, ya que Leah es muy disparatada.
—Ya verás. Espérame aquí.
—Leah, ven aquí ¿Qué se le habrá ocurrido a esta chiquilla ahora? —queda Derek pensativo esperando, mientras Leah va hacer su voluntad.
Llega hasta donde se encuentra, el cuidador de Derek quién lo ayuda con su movilidad y le plantea, que la ayude adentrar a Derek, en el mar para que disfrute de la playa, él hombre la mira maravillado, ya que la idea le resulta descabella, sin embargo, obedece a Leah velozmente.
—Aquí llegamos—expresa Leah agitada, venia corriendo con el sujeto.
—¿Qué hace Mark aquí? —pregunta Derek atónito.
—Nos Ayudará para adentrarnos al mar.
—Es una locura señor—advierte su cuidador.
—Ni tanto Mark—sonríe Derek rápidamente y su espíritu aventurero se despierta de la nada. Vaya qué Leah se las trae, se miran fijamente y juntos bosquejan una gran sonrisa.
Ya dentro del mar, Derek se halla con la ayuda de un chaleco salvavidas, se sumerge entre las olas tomando a Leah entre sus brazos y sonriendo desmesuradamente, se le había olvidado lo lindo, que estar en contacto con el oleaje y se remonta, con mucha nostalgia en su época de surfista, Leah lo mira detenidamente, ya que Derek pierde su mirada en el tiempo.
—Derek—lo llama Leah con sutileza.
—Si.
—Te fuiste lejos, como tus pensamientos.
—Recordé de repente cuando surfeaba y me sumergía, en unas olas inmensas, me gustaba sentir la adrenalina de los deportes extremos—expone Derek y se aflige velozmente.
—No te pongas triste, que Dios nos tiene que dar una solución, para la movilidad de tus piernas.
—Mejor no hablemos de eso Leah, me duele mucho recordar y más, que jamás volveré a caminar—se sujeta Leah de inmediato, en su cuello brindándole consuelo al buen Derek.
*****
Tiempo más tarde...
Ya más cómodos, disfrutan juntos de un delicioso almuerzo marino, la risa y la felicidad se manifiestan para ambos, disfrutan como dos buenos amigos, Leah y Derek tienen muy clara hasta ahora, su relación que solo está establecida en un contrato. Ahora siente la necesidad de protegerla y garantizarle un futuro sin fricciones. Sin saber, puede que sus vidas tomen giros inesperados.
—¿Derek ahora qué sigue? ¿Nos casaremos por la iglesia? —pregunta Leah de pronto.
—Es muy pronto, para hablar de eso Leah. Lo que, si te prometo es cuidarte y respetarte.
—Eres tan bueno, que siento pena por ti—suelta un comentario algo precipitado, pero sin malicia.
—Te prohíbo, que me sientas lástima por mí, soy una persona como cualquier otra, estamos—la reprende Derek.
—Lo siento—musita Leah y se encoje de hombros.
—Perdóname Leah, es que a veces no saber decir las cosas y no es tu culpa.
—Lo sé, soy muy atolondrada es inevitable—se excusa la hermosa joven.
—Mejor que, te parece si vamos pasear en yate y luego, te tengo una sorpresa para esta noche.
—¿Que sorpresa?
—Si te digo no tiene chiste.
—¿Es un chiste o una sorpresa? —se confunde Leah con gracia
—Olvídalo—se carcajea Derek enseguida.
*****
En Oregón.
Tina se le acerca al tío Brandon, para preguntar por los muchachos:
—¿Brandon has tenido noticias de Leah y Derek?
—Si está mañana Derek, me dijo que iban a la playa.
—Brandon no crees, que fuiste muy lejos propiciando este casamiento.
—Ya no te vayas a poner como Matt por favor.
—Brandon entiende, que esos muchachos no se aman y Derek, sigue interesando en la pesada de Savannah.
—Ves que ni siquiera tú la soportas, casarse con Leah fue lo mejor, para Derek y por lo de su falta de educación, ya ese asunto está resuelto.
—Eso es lo de menos, sin embargo, sus mundos son opuestos ¿Se adaptará esa muchacha?
—Leah es muy avispada claro que lo hará.
—Sabes sigo sin comprender, ese empeñó tuyo con la muchacha.
—Tina, mi sobrino necesita quién lo cuide, ya yo estoy viejo y de un momento a otro, partiré de este mundo.
—Ese cuento de qué estás moribundo, que te lo crean los chicos, te conozco bien Brandon, sé que lo inventaste para persuadirlos.
—Bueno, todo estará bien no tiene por qué preocuparte.
—De igual forma, Derek siempre me tendrá a mí.
—Martina.
—Brandon por Dios...
—Mejor no digas nada Tina y prepárame un té.
—Enseguida.
*****
Miami, Florida.
Retornando a la playa, el atardecer se muestra esplendoroso para ambos, Leah mira muy conmovida la puesta de sol y Derek la sujeta de la mano. Rápidamente ella lo mira bosquejando una cálida sonrisa.
—Qué lindo es el ocaso.
—Si se ve muy maravilloso, vamos a tomarle una foto.
—¿Derek tú crees que pueda estudiar y tener una carrera?
—Claro que si Leah, todo lo que te haga feliz lo harás.
—¿Qué es la felicidad?
—Hay pequeña, la felicidad a veces es tan simple. Que muchos se empeñan en cómprala.
—¿No te entiendo?
—Bueno la felicidad, es un sentimiento querida y también es un estado de ánimo. Es decir, es cuando llegas a un momento, en donde estas conforme con lo que tienes, con lo que eres y has conseguido ciertos objetivos deseables en la vida.
—¿El casarte conmigo te hace feliz?
—Preguntas mucho Leah. Mejor vamos a divertirnos—busca Derek de evadir sus preguntas.
—No conozco muchas cosas de la vida, mi abuela murió no enseñándome todo. A veces tengo más miedo que alegría. Creo porque estoy sola en el mundo—se aflige la inocente Leah de inmediato.
—Ven aquí, serénate. Que yo te ayudaré, a encontrar ese equilibrio físico y mental en tu vida. Y sentirás felicidad, tu estado emocional se elevará por las nubes y tocaras en el cielo con las manos, te lo prometo. Pondré a tu disposición, solo emociones positivas, que involucren la alegría, el bienestar y la plenitud, te lo juro Leah.
—Yo también te prometo, darte ese sentimiento que indicas y haré que disfrutes de la vida, a pesar de tu condición y te ayudaré a desarrollarte plenamente. Como dices la felicidad, no se compra se crea.
—¡Oh Leah me conmueves! —la abraza y hunde su nariz en su pelo. De inmediato Derek, se torna susceptible ante lo que Leah expone.
Llegan a un prestigioso lugar nocturno, en South Beach en Miami. El rostro de Leah se mostraba muy extraño, observa todo con fascinación, en su vida había ido a su lugar tan lujoso como ese. —¿Te gusta el ambiente? Sé que todo esto es nuevo para ti—señala Derek sujetando su mano. —Es extraño, pero mira la gente como se divierte—indica Leah sonriendo. —¿Quieres bailar? —pregunta Derek sin miramientos. —¿Me estás tomando el pelo? —se sorprende Leah, debido a que él no puede caminar. —No para nada, vamos a bailar—insiste Derek obviando su invalidez. —Yo no sé bailar Derek y tú... —se queda confunde Leah y queda sin palabras. —Impongamos un nuevo baile—propone el guapísimo Derek, se carcajea Leah enseguida y lo sigue hasta la pista. Se olvidan del resto de las personas y se acomodan para disfrutar del ambiente, el momento es muy grato para ambos. Se miran divertidos y se contagian de la alegría del lugar. Se le acerca Derek a Leah y éste le dice: —Te enseñaré mis mejores pasos de
A la mañana siguiente, en la habitación de Derek...—¡Oh por Dios, Derek! —se despierta precipitadamente Leah y se toca, cayendo en cuenta que durmió en la cama de Derek.—¿Qué ocurre? —musita Derek entre dormido.—Dormimos juntos.—¿Qué cosa? —se levanta precipitadamente Derek.—Seguro fue el cansancio que nos venció, amanecí con la misma ropa puesta—insinúa Leah sin malicia y Derek lo toma a mal.—¿Por quién me tomas Leah, jamás haría nada que te lastimará?—Tranquilo Derek sólo me asusté, fue un extraño despertar, ya pasó. Voy a mi habitación para cambiarme.—Espera Leah, hoy es nuestro último día en Miami. Así que, vamos aprovecharlo al máximo—expone sacando a relucir su espíritu aventurero.—Lo sé, me daré prisa, estaré lista para despedirnos del mar de Miami—sale velozmente del cuarto de Derek y él queda muy sonriente en el suyo, tuvo al lado a una hermosa mujer y no sintió absolutamente nada, dándose cuenta que el recuerdo de Savannah sigue intacto. Enseguida llama a su cuidado
Oregón, Días después....Ya han pasado algunos días, de la luna de miel de estos excepcionales recién casados. Llega a la granja la señora Jessica Goldman, una mujer muy culta y refinada, que se encargará de mejorar a la inocente Leah.—Buen día señores—saluda la dama con mucha cortesía, se halla de la compañía de Leah y de su esposo Derek.—Qué bueno que vino señora Goldman, aquí la dejo con mi esposa, espero nos ayude. Es usted nuestra salvación—señala Derek bosquejando una tenue sonrisa.—Derek, me haces parecer como una salvaje—lo mira Leah con aprensión.—Lo único que, te hace falta es treparte por los árboles. Aunque creo, que ya eso lo haces—se carcajea Derek de inmediato.—Cierra la boca—lo reprende Leah mirándolo de reojos.—Veo que, se la llevan muy bien ustedes—apunta con gracia la señora Goldman.—Las dejo trabajar suerte Leah.—¡Santo cielo! —exclama Leah ante lo novedoso.—Bien señora Dixon, manos a la obra tenemos mucho trabajo—se dirigen juntas, al salón en ese gran es
Al culminar sus clases, Derek se acerca a Leah, para dar un paseo por los alrededores de la Granja.—¿Por qué tan decaída Leah?—Hoy no di el 100%.—Apenas son tus primeras clases, por lo visto también, tienes que aprender a ser paciente.—Es que quiero aprender rápido y quiero que esto acabe—asienta Leah con desesperación.—Tranquila disfruta el proceso, míralo con un gran aprendizaje, que te servirá para el resto de tu vida y no como una obligación. Si no estarás en serios aprietos.—Algo así creo que me dijo, Jessica.—¿Ya la tuteas? —pregunta Derek con rareza.—Ella misma me dijo que lo hiciera.—Bueno está bien Leah. Vamos a la pradera, quiero contemplar el paisaje.—Te gusta mucho estar en la granja ¿O me equivoco?—No te equivocas, me trae muchos recuerdos, vividos con mi abuelo, era muy bueno conmigo.—Yo también extraño mucho a mi abuela, me he quedado sola sin ella.—Tú no estás sola, ahora tienes a una familia, que te respaldará en todo.—Si tengo un esposo bajo contrato, a
Se interna Derek, en la habitación de Leah accionado el remoto de su silla. Ella lo mira de reojos y de inmediato se hace la dormida.—No finjas Leah, hablemos—murmura Derek muy cerca a la cama.—Vete Derek, quiero estar sola—indica Leah con lágrimas en sus ojos, aún sigue muy confundida.—Leah no llores, ven aquí—se levanta sollozando y se sienta en la cama.—Derek no sé qué me pasó. Lo lamento, debes de pensar que soy una atrevida de lo peor.—No para nada, no pienso mal de ti, fue solo un impulso, que me tomó por sorpresa—frunce Derek el ceño con desconcierto.—No volverá a pasar.—Ya Olvidemos ese tímido beso. Hagamos cómo si nunca existió.—¿Me perdonas Derek?—Leah por Dios, no tengo nada que perdonarte—por un impetuoso arrebato, Leah se le abalanza encima, se abraza a él con mucha fuerza y Derek, corresponde a ese abrazo con el mismo ímpetu.En la puerta se hallaba Martina, con una taza de té para la muchacha, al ver la escena tan tierna entre ambos sonríe y retorna nuevamente
Ya Savannah y su madre, han pisado suelo norteamericano, desde ya se encuentran en un lujoso pent-house en la cuidad de Seattle, aparentando un falso estatus de millonarias.—Ya tienes que poner manos a la obra Savannah, no tenemos mucho tiempo. Debes de ir a ver a Derek a la empresa, lo más pronto posible.—Déjame llegar mamá.—Nada de eso hija, que tiempo es lo que no tenemos. Así que te me arreglas, te pones guapa y vas a verlo ahora.—Eres un fastidio—frunce el ceño Savannah en señal de hastío.—Dime lo que quieras, pero obedece Savannah—la mira su madre con aprensión y Savannah se levanta del sofá, enseguida pone los ojos en blanco.Repentinamente tocan a la puerta y es un mensajero, les trae las facturas, con muchas deudas que tienen encima.Las recibe velozmente muy molesta y se dirige, hasta la habitación de Savannah, para seguir hostigándola, no quitará su dedo del renglón:—¿Ves esto Savannah? —le lanza las facturas a la cama.—¡Ahora que mamá! —exclama Savannah fastidiada,
Cuidad de Seattle, un mes después...—¿Qué te parece la cuidad Leah? —pregunta Derek, una vez instalados en su lujosa mansión.—Aún sigo muy mareada por el avión—musita Leah y Derek de inmediato se ríe de ella.—Ja, ja, ja, me reí mucho de tu cara, al subirte en él.—Vi que tienen algunas ramplas adicionales, ¿Lo mandaste a construir especialmente para ti?—Sí querida, ahora soy un sujeto distinto y tengo que, adaptar ciertos espacios para mí movilidad—explica Derek.—Derek no te has puesto a pensar, en esas personas con tu misma condición y que, no tengan ni un centavo, seguramente sus vidas no son tan simples con la tuya—se emociona enseguida la apacible Leah.—¿Por qué crees que hice la fundación?, fue con la intención de ayudarlos, también doy charlas motivacionales, no es nada sencillo estar todo el día sentado. No te creas Leah, esto aún sigue siendo muy difícil para mí, a pesar que tengo a mi alcance las mejores condiciones de vida.—Lo sé Derek, bueno ya no hablemos de cosas t
—Aceptó Derek. Quiero ser la madre de tu hijo—advierte Leah con firmeza.—¿Hablas en serio Leah? —se sorprende Derek, con su enfática respuesta.—Muy en serio.—No quiero, que lo hagas por obligación.—No para nada. Derek, así como me juraste, no dejarme y hacerme feliz de una manera distinta. Yo quiero aceptar aquí, en este hermoso lugar ser la madre sustituta de tu heredero.—Mi heredero suena maravilloso. Nuestro heredero, un pequeño Derek o una pequeña Leah—se emociona Derek de inmediato.—Sí, sería maravilloso.—Leah prométeme una cosa, este será nuestro secreto por ahora.—Está bien así será. Nadie sabrá de nuestros planes.—Prometo no afectar tu castidad, me asegurare por todos los medios, que no manipulen tu pureza.—Entonces seguiré siendo, la Esposa Virgen del Paralítico—apunta Leah con gracia.—¡Leah! —exclama Derek, bosquejando una sutil sonrisa.—No lo digo en tono despectivo, sino de broma—indica Leah.—Lo sé querida. Serás la Esposa Virgen del Paralítico, Derek Dixon—se