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Capítulo 4: La luna de miel.

El día siguiente.

Miami Florida.

—¡Oh por Dios qué rico sol! —grita Leah repentinamente y Derek la mira con rareza.

—Controla tus emociones Leah.

—¿Ahora que hice? —pregunta Leah haciendo pucheros.

—Ven mejor siéntate a mi lado. Ya cuando regresemos, recibirás tus primeras clases.

—¿Tan mal me comporto?

—Muchísimo—señala Derek frunciendo el ceño.

—¡Ah Caray! —exclama Leah, haciendo un extraño gesto con sus labios.

—Pero tranquila, confío en tu inteligencia y en tus aptitudes. Creo—se muestra grácilmente confuso Derek.

—¿Que musitaste al final Derek? —pregunta Leah con suspicacia.

—Que si vas a poder con todo y mucho más querida.

—Por lo visto, tienes más confianza en mí que yo.

—Ya Leah, dejemos las complicaciones para otro momento, ahora acerquémonos hasta la orilla.

—¿Quieres nadar?

—En este inmenso mar no me atrevo, me da un poco de vergüenza.

—Eso lo podemos solucionar.

—¿Qué tienes en mente? —pregunta velozmente Derek, ya que Leah es muy disparatada.

—Ya verás. Espérame aquí.

—Leah, ven aquí ¿Qué se le habrá ocurrido a esta chiquilla ahora? —queda Derek pensativo esperando, mientras Leah va hacer su voluntad.

Llega hasta donde se encuentra, el cuidador de Derek quién lo ayuda con su movilidad y le plantea, que la ayude adentrar a Derek, en el mar para que disfrute de la playa, él hombre la mira maravillado, ya que la idea le resulta descabella, sin embargo, obedece a Leah velozmente.

—Aquí llegamos—expresa Leah agitada, venia corriendo con el sujeto.

—¿Qué hace Mark aquí? —pregunta Derek atónito.

—Nos Ayudará para adentrarnos al mar.

—Es una locura señor—advierte su cuidador.

—Ni tanto Mark—sonríe Derek rápidamente y su espíritu aventurero se despierta de la nada. Vaya qué Leah se las trae, se miran fijamente y juntos bosquejan una gran sonrisa.

Ya dentro del mar, Derek se halla con la ayuda de un chaleco salvavidas, se sumerge entre las olas tomando a Leah entre sus brazos y sonriendo desmesuradamente, se le había olvidado lo lindo, que estar en contacto con el oleaje y se remonta, con mucha nostalgia en su época de surfista, Leah lo mira detenidamente, ya que Derek pierde su mirada en el tiempo.

—Derek—lo llama Leah con sutileza.

—Si.

—Te fuiste lejos, como tus pensamientos.

—Recordé de repente cuando surfeaba y me sumergía, en unas olas inmensas, me gustaba sentir la adrenalina de los deportes extremos—expone Derek y se aflige velozmente.

—No te pongas triste, que Dios nos tiene que dar una solución, para la movilidad de tus piernas.

—Mejor no hablemos de eso Leah, me duele mucho recordar y más, que jamás volveré a caminar—se sujeta Leah de inmediato, en su cuello brindándole consuelo al buen Derek.

*****

Tiempo más tarde...

Ya más cómodos, disfrutan juntos de un delicioso almuerzo marino, la risa y la felicidad se manifiestan para ambos, disfrutan como dos buenos amigos, Leah y Derek tienen muy clara hasta ahora, su relación que solo está establecida en un contrato. Ahora siente la necesidad de protegerla y garantizarle un futuro sin fricciones. Sin saber, puede que sus vidas tomen giros inesperados.

—¿Derek ahora qué sigue? ¿Nos casaremos por la iglesia? —pregunta Leah de pronto.

—Es muy pronto, para hablar de eso Leah. Lo que, si te prometo es cuidarte y respetarte.

—Eres tan bueno, que siento pena por ti—suelta un comentario algo precipitado, pero sin malicia.

—Te prohíbo, que me sientas lástima por mí, soy una persona como cualquier otra, estamos—la reprende Derek. 

—Lo siento—musita Leah y se encoje de hombros.

—Perdóname Leah, es que a veces no saber decir las cosas y no es tu culpa.

—Lo sé, soy muy atolondrada es inevitable—se excusa la hermosa joven.

—Mejor que, te parece si vamos pasear en yate y luego, te tengo una sorpresa para esta noche.

—¿Que sorpresa?

—Si te digo no tiene chiste.

—¿Es un chiste o una sorpresa? —se confunde Leah con gracia

—Olvídalo—se carcajea Derek enseguida.

*****

En Oregón.

Tina se le acerca al tío Brandon, para preguntar por los muchachos:

—¿Brandon has tenido noticias de Leah y Derek?

—Si está mañana Derek, me dijo que iban a la playa.

—Brandon no crees, que fuiste muy lejos propiciando este casamiento.

—Ya no te vayas a poner como Matt por favor.

—Brandon entiende, que esos muchachos no se aman y Derek, sigue interesando en la pesada de Savannah.

—Ves que ni siquiera tú la soportas, casarse con Leah fue lo mejor, para Derek y por lo de su falta de educación, ya ese asunto está resuelto.

—Eso es lo de menos, sin embargo, sus mundos son opuestos ¿Se adaptará esa muchacha?

—Leah es muy avispada claro que lo hará.

—Sabes sigo sin comprender, ese empeñó tuyo con la muchacha.

—Tina, mi sobrino necesita quién lo cuide, ya yo estoy viejo y de un momento a otro, partiré de este mundo.

—Ese cuento de qué estás moribundo, que te lo crean los chicos, te conozco bien Brandon, sé que lo inventaste para persuadirlos.

—Bueno, todo estará bien no tiene por qué preocuparte.

—De igual forma, Derek siempre me tendrá a mí.

—Martina.

—Brandon por Dios...

—Mejor no digas nada Tina y prepárame un té.

—Enseguida.

*****

Miami, Florida.

Retornando a la playa, el atardecer se muestra esplendoroso para ambos, Leah mira muy conmovida la puesta de sol y Derek la sujeta de la mano. Rápidamente ella lo mira bosquejando una cálida sonrisa.

—Qué lindo es el ocaso.

—Si se ve muy maravilloso, vamos a tomarle una foto.

—¿Derek tú crees que pueda estudiar y tener una carrera?

—Claro que si Leah, todo lo que te haga feliz lo harás.

—¿Qué es la felicidad?

—Hay pequeña, la felicidad a veces es tan simple. Que muchos se empeñan en cómprala.

—¿No te entiendo?

—Bueno la felicidad, es un sentimiento querida y también es un estado de ánimo. Es decir, es cuando llegas a un momento, en donde estas conforme con lo que tienes, con lo que eres y has conseguido ciertos objetivos deseables en la vida.

—¿El casarte conmigo te hace feliz?

—Preguntas mucho Leah. Mejor vamos a divertirnos—busca Derek de evadir sus preguntas.

—No conozco muchas cosas de la vida, mi abuela murió no enseñándome todo. A veces tengo más miedo que alegría. Creo porque estoy sola en el mundo—se aflige la inocente Leah de inmediato.

—Ven aquí, serénate. Que yo te ayudaré, a encontrar ese equilibrio físico y mental en tu vida. Y sentirás felicidad, tu estado emocional se elevará por las nubes y tocaras en el cielo con las manos, te lo prometo. Pondré a tu disposición, solo emociones positivas, que involucren la alegría, el bienestar y la plenitud, te lo juro Leah.

—Yo también te prometo, darte ese sentimiento que indicas y haré que disfrutes de la vida, a pesar de tu condición y te ayudaré a desarrollarte plenamente. Como dices la felicidad, no se compra se crea.

—¡Oh Leah me conmueves! —la abraza y hunde su nariz en su pelo. De inmediato Derek, se torna susceptible ante lo que Leah expone.

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