Dos meses después…
A la mañana siguiente, se dirige muy emocionada la bella Sheila a cubrir su guardia en la empresa, ya su madre se hallaba laborando. Inesperadamente al momento de cruzar la estrecha calle, que conduce hasta la puerta principal, un auto intempestivamente impacta contra el cuerpo de la pobre Sheila, dejándola caer al suelo lánguidamente algo ensangrentada y yéndose el vehículo vilmente a la fuga, el vigilante de la empresa se asoma al percibir el impacto y se da cuenta, que es Sheila quien yace en el pavimento. Llama enseguida a una ambulancia y corre para avisarle a su madre.
Al cabo de unos minutos, Sheila es llevada en una ambulancia hasta el hospital central, su madre la acompaña, en medio de su dolor, toma la mano de su hija diciendo:
—Resiste hija, no me dejes—las lágrimas de zozobra, corren velozmente por todo el rostro de Amelia, la madre de Sheila.
*****
Mansión Manzur.
Baja velozmente las escaleras Mustafá para ir a la calle y es interceptado, por unos hombres quienes lo obligan a subir en una camioneta blindada, el joven lucha con mucha vehemencia contra los sujetos para evitar que se lo lleven, pero todos sus esfuerzos fueron en vano. Es adormecido por uno de ellos, dicha orden la había dado su padre, para evitar a toda costa que se siga viendo con Sheila. Al rato Abdul el padre de Mustafá, sube en el asiento del copiloto musitando:
—Bien hecho Reis—alaba la labor de su hombre de confianza.
Se dirigen al aeropuerto, allá lo espera su avión privado, con destino a Estambul en Turquía.
En el camino Abdul, susurra para sí mismo lo consecuente:
«Tú lo quisiste así Mustafá, me obligaste a utilizar la fuerza para doblegar tu voluntad, ya no verás jamás a esa occidental, ni mucho menos pisarás nuevamente suelo americano, Maktub. Te juro por Alá, que yo mismo escribiré tu destino hijo»
*****
Hospital Central, Las Vegas. Nevada.
—¿Dígame doctor mi hija se va a salvar?
—El impacto en su cabeza fue fuerte. Solo debemos esperar.
—Doctor sálvela es mi única hija.
—Créame que haré todo lo posible señora, es mi deber como médico con permiso.
Rápidamente llega su amiga y jefa en la fábrica Melissa, para brindarle un poco de consuelo:
—¿Cómo está Sheila?
—Creo que está mal, la llevaron a cuidados intensivos. Está en UCI Melissa, se me muere mi hija—llora Amelia desconsoladamente.
—Cálmate Amelia, oremos por ella, no todo está perdido. Dios es nuestra única esperanza, aferrémonos a ella—la reconforta su amiga.
En UCI, ingresa el doctor Holmes, se queda impactando con la gran belleza exótica de Sheila, es hermosa, una morena de cabello oscuro, de piel clara y con buen aspecto físico.
«Eres tan hermosa, te juro que haré todo lo que, éste a mi alcance para salvar tu vida, no permitiré que una mujer tan hermosa como tú, parta de este mundo sin dejar rastro con su belleza». Mira el joven doctor a Sheila con ternura, por lo visto se ha maravillado con tan preciosa muchacha.
*****
Horas más tarde.
Estambul, Turquía.
Ya han aterrizado en la cuidad, Mustafá se despierta de a poco, hace unos minutos había caído en cuenta que sobrevolaba a un destino desconocido. El rencor y la rabia, que habita en su interior en este momento hace, que no le dirija la palabra a su padre, se siente humillado por la manera como su padre condujo las cosas.
—Llegamos hijo, tus hermanos te esperan en casa—asienta su padre como si nada. Mustafá lo ignora y se mete en el auto.
En el camino, el silencio se apodera de ellos. Mustafá se muestra muy retraído rumbo a casa, solo tiene en la mente a Sheila, por lo que busca la manera en su cabeza, cómo comunicarse con ella de inmediato, por otro lado, se contenta grácilmente ya que verá a sus hermanos, a los cuales lleva más de un año sin ver. Mustafá es un joven muy familiar, solo que su padre con su actitud ortodoxa, hace que se aleje de sus raíces. Lo que más anhela es vivir en calma, lejos del yugo en medio de tantas reglas, que solo lo oprimen y no le dejan vivir en libertad.
Al llegar a su casa, se bajan del auto y su padre comenta:
—Llegamos a casa—lo mira Mustafá con ira y sigue sin dirigirle la palabra.
—Hijo de mi vida—se le abalanza su madre encima con gran angustia.
—¿Mamá tu sabia, lo que pretendía hacer éste señor?
—Éste señor es tu padre—responde Abdul.
—Hola Mustafá—lo saluda velozmente, uno de sus hermanos evitando un enfrentamiento entre ellos.
—Hermano bienvenido, traes luz a esta casa—lo abraza su hermano Mohamed.
—Así es, es bueno verte Mustafá—señala su hermano del medio Kadhir.
—Necesito hablar contigo Mohamed—murmura Mustafá al oído de su hermano.
—Más tarde, no tientes a papá—advierte su hermano mayor, haciendo un llamado a la cordura.
—Está bien—musita Mustafá.
Ingresan Deniz y Rania, las esposas de sus hermanos a saludarlo:
—Bienvenido cuñado.
—Es bueno verte Mustafá, bienvenido a casa, ya les preparamos una rica cena.
—Coman ustedes yo no tengo hambre, estoy muy cansado, me iré a dar una ducha—indica Mustafá.
—Ve hijo, ve y descansa—sugiere su madre y Mustafá la mira de reojos.
Entra a su habitación y va de prisa al baño, se despoja de su indumentaria y abre la ducha, ciertas anécdotas retumban en su mente, se siente frustrado y hasta responsable, por estar lejos de la mujer amada, dejando el agua caer en su cabeza, sus pensamientos se muestran para él huidizos. Conociendo a su padre y sabiendo, hasta donde es capaz de llegar, se convence ahora que la tristeza que lo acompaña en este momento, no lo abandonará jamás. Esa pequeña rúbrica, en medio de la melancolía, domina todas las líneas de su rostro.
Sale de la ducha, toma una toalla, la sujeta a su dorso y va a su closet en busca de un pijama, no pretende salir de su habitación, aprovechará lo que queda de la noche, para reposar y poner en orden sus ideas. Nunca imagino que su padre, llegaría tan lejos y que exploraría, todas estas situaciones de conflictos tan de repente.
Ingresa su hermano Mohamed para conversar con él, no solo como su hermano mayor, sino como su confidente:
—Mohamed esta vez papá llegó muy lejos, si pierdo a Sheila nunca se lo perdonaré.
—Ay hermano, créeme que tu tristeza también es la mía. Nuestro padre, es tan terco que ni a mí me hace caso.
—Yo siento que lo odio.
—No digas eso, por el profeta. Sacas esas ideas de odio de tu cabeza Mustafá.
—Discúlpame hermano.
—Tranquilo hermanito, sé que el rencor, es quien habla por ti y no tu noble corazón.
—Estoy harto, que quiera manejar mi vida a su antojo. Mohamed, préstame tu teléfono, nuestro padre me despojo del mío.
—Claro que sí, toma.
—Gracias hermano.
Llama rápidamente a Sheila y se desvía su llamada:
—¿Qué raro Sheila no responde?
—Seguro estará ocupada. Intenta de nuevo.
Hace lo que su hermano sugiere y nada. Su llamada se vuelve a desviar.
—Me estoy asustando, es raro que Sheila no conteste.
—Ya tranquilízate, que puede venir nuestro padre, capaz y me prohíba verte a solas.
—Tienes razón, gracias Mohamed. Eres a quien, le tengo más confianza en esta casa.
—Kadhir es bueno, solo que le teme a papá y siempre hace su voluntad.
—Kadhir es un cobarde. Recuerdo cuando me vendió, delante de mi padre y le mostró mis pinturas. Desde ese momento, no me dejó pintar en casa.
—¿Pero tenías un estudio en las vegas?
—Si lo tenía, pero dejé de pagarlo y lo tuve que entregar. Papá hasta mis finanzas controla.
—Siento pena por ti Mustafá. Hasta creo que mi madre, tomó una mala decisión, al llevarte a vivir con ellos a las vegas. Te criaste, fuera de nuestras costumbres y estás pagando las consecuencias—lo mira conmocionado Mustafá y siente un verdadero martirio en ese instante.
Al día siguiente entra su padre a su habitación, y le dice:—Hijo arréglate vamos a visitar a un amigo.—No tengo deseos de salir y menos contigo.—Ya has visto de lo que soy capaz, así que no me retes Mustafá, que no te estoy preguntando si quieres ir o no, te estoy diciendo que vamos a ver a mi amigo y punto. En unos minutos viene Reis por ti.—Se me olvidaba que tú no avisas, solo ordenas—lo observa su padre con recelo y sale de su habitación.Mustafá pone un poco de música mientras se arregla para salir, le resulta placentero y muy relajante, ya que son muy escasas sus posibilidades, de tener un poco de tranquilidad al lado de su padre. Llega su madre y se interna es su habitación, con la intención de brindarle un poco de consuelo:—Buen día hijo.—Hola mamá.—¿Sigues molesto conmigo? —musita su madre.—Lo siento mamá, tú en el fondo eres tan víctima, como nosotros del yugo de Abdul Manzur—recapacita el buen Mustafá.—No sé qué decirte cariño—lo mira su madre con ambigüedad.—No d
Deja la bella Seda, caer la tela con que danzaba y le revela su lindo rostro a Mustafá, quien la mira con una gran sonrisa. A partir de los gritos, llegan al piso de arriba Demir y Abdul, a cerciorarse que pasaba.—¿Alá por qué tanto escándalo? Por el profeta Abdul, que hace tu hijo merodeando la habitación de mi hija, vete de aquí muchacho.—Sal de aquí Mustafá. Demir perdona.—Entra Seda y cúbrete por favor—ordena su padre—vamos abajo Abdul, vamos.Al llegar a la sala, Mustafá parece no estar asombrado con tanto alboroto, sonríe tan solo al recordar, la sensual forma cómo bailaba Seda y, a su vez concibe que tanto su padre como Demir, exageraron todo.—Lo siento Demir—se excusa Abdul.—Lo que hizo tu hijo Abdul, va contra las leyes del profeta, vio a mi hija con poca ropa ¿Dónde quedaron los modales de este jovencito?—Nosotros nos vamos Demir, ve Mustafá y espérame en el auto—sale Mustafá de la casa y hace lo que demanda su padre.—Espera Abdul, mi hija Seda ya está en edad de casa
En horas la noche se reúnen en la sala Feriyek, con sus hijos Kadhir y Mustafá. De pronto suena el timbre, va la muchacha del servicio abrir y es la hermana menor de Abdul, Halide quien los visita a esas horas.Entra rápidamente, bañada del ímpetu que la caracteriza y llega hasta la sala comentando:—Por Alá Mustafá, vine tan pronto me dijeron que estabas en Estambul, mis ojos se iluminan al verte hijo, mi Mustafá—la da un cálido y profundo abrazo a su sobrino favorito, mientras Feriyek y Kadhir se ríen de su temperamento.—Estás hermosa tía—la elogia Mustafá.—Verdad que sí, tu siempre tan galante—de la nada hace contacto visual con Deniz, la esposa de Kadhir quien es no santo de su devoción. Y le susurra a Mustafá: —Esta nada que se embaraza, seguramente la mala intención la tiene seca.—Tía no empiece—la reprende muy sutilmente Mustafá.—Ven aquí Kadhir también me alegra verte, ustedes son como mis hijos. Ya que no pude casarme por culpa de tu padre—abraza a Kadhir, con la misma fu
—Qué alegría, es bueno verlos por esta casa Demir, hola muchacha—los saluda Abdul muy emocionado, a Seda y a su padre.—Está muy linda tu casa Abdul. Se nota que Feriyek, tiene muy buenos gustos.—Gracias amigo, pronto también será tu casa Seda—indica Abdul a la muchacha y ella se sonroja.—Permiso, ¿puedo recorrer la casa? —pregunta Seda con timidez. —Claro que puedes, ve y córrela. Familiarízate con cada rincón de esta casa—señala Abdul sonriendo.—Ya vuelvo.—Ven Demir, tenemos que hablar de negocios, primeramente.—Así es amigo—se van juntos a platicar a solas.Comienza Seda a recorrer, los enormes espacios de la mansión y sube motivada por el fisgoneo hasta el segundo piso, la encantadora joven lleva su hermosa cabellera, esta vez cubierta con un velo y su vestimenta es muy recata. No obstante, lleva consigo esa sensual mirada rozagante y un hermoso brillo en su rostro, que ilumina más que los rayos del sol.Sin reserva, llega hasta la habitación de Mustafá sin saberlo. De la na
Las vegas, Nevada.Llega a la mansión Manzur en los Estados Unidos, Amelia la madre de Sheila en busca de Mustafá, la reciben un sujeto en la puerta, quien es uno de los hombres de la seguridad, que dirige Reis, mano derecha de Abdul Manzur.—Buen día joven, ¿ésta es la casa Mustafá Manzur?—Así es.—¿Estará el muchacho en casa?—¿Quién es usted?—Mi nombre es Amelia Antúnez. Dígale, que es la madre de su novia Sheila.—Deme unos minutos y en enseguida le doy información.Va el hombre al área de seguridad y llama de inmediato a Reis, para que este le indique que hacer con la señora.—Aló jefe, está de visita la señora Amelia, dice que es la madre de la novia del joven Mustafá.—No vayas a colgar Alí, aquí estoy con el jefe. Señor está en la mansión la madre de la muchacha, que tiene un amorío con su hijo Mustafá.—Amorío que palabra tan vulgar. Las mujeres occidentales, son así Reis vulgares—señala con jactancia.—¿Qué hacemos señor?—Díganle la verdad, que Mustafá se vino a Turquía,
Estambul, Turquía.Un fuerte dolor fustiga la cabeza de Mustafá, su amigo Emir le reveló lo que decía el mensaje, enviado a sus redes sociales supuestamente por Sheila, se pregunta porque le ha tocado vivir de este modo tan intenso siendo tan joven. Meses atrás era un chico tan feliz con planes a futuro, y ahora toda a esta fortaleza se derriba frente a su rostro. Sopesa que, en este punto, ya ni quiera gozará de armonía, todo su entorno lo percibe como un verdadero calvario.Ingresa al despacho de su padre, ignorando todo lo que este planeo a sus espaldas. Le dice:—Necesito hablar contigo papá.—¿Qué ocurre hijo? —se muestra Abdul apacible.—¿Para cuándo es la boda?—¿Cuál boda? —disimula lo evidente.—No me dijiste, que pactaste con Demir mi boda con Seda.—Vaya que cambio tan repentino hijo, me alegra que hayas recapacitado, ¿se pude saber a qué obedece tal cambio?—No hagas preguntas papá y solo responde lo que te pregunte.—En un mes exactamente. Ya le diré a Demir para organiza
Un mes después…Bajo una boda típica musulmana, unen sus vidas en sagrado matrimonio Seda Narçali y Mustafá Manzur. En medio de rituales, según emana su religión y su riqueza cultural.Seda luce esplendida, con un hermoso vestido blanco, sus manos y pies van cubiertos de diversos símbolos, que según la tradición es para atraer la felicidad y desechar el mal de ojos.Todos se encuentran felices menos Mustafá, concibe toda aquella alquimia como un castigo del destino y no como el momento más feliz de su vida.Abdul y Demir como cabezas de familia, llevan a cabo el contrato formalmente donde Abdul le cede una buena cantidad de dinero, aparte de las acciones que ya le había entregado previamente. Los ojos de Demir, se anchan ante tan fuerte suma.—Eres muy generoso Abdul. Yo por mi parte, les compré un lujoso apartamento, para que vivan felices los recién casados.—No era necesario Demir, esta mansión es lo suficientemente grande para todos.—El casado casa quiere Abdul, es mejor así. Qui
Los padres de los recién, en vista que son unos musulmanes ortodoxos y conservadores, tal como lo establece su cultura, se posicionan a un costado de la habitación, que habían preparado para Seda y Mustafá, para su primer encuentro.Los chicos entran a la habitación, la vibrante mirada de Mustafá, se le clavaba como dardos en los ojos de Seda, quien estaba aún más nerviosa que él. Rápidamente Seda comenta:—Estoy muy asustada.—Si quieres, hablo con todos. Esto es vergonzoso—murmura Mustafá.—Eres muy raro Mustafá. Es lo que demanda la ley.—¿Cuál ley? ¿La que mi padre y Demir indican?, Por Alá Seda, el mundo ahora es distinto.—Mustafá, yo quiero ser tuya—susurra Seda al acercársele.—Mejor esperemos un poco, yo aún no estoy listo.Toma un vaso y lo rompe, corta velozmente su mano y enseguida empieza a sangrar. Seda lo mira muy asombrada, no contaba con tal proeza. Mustafá toma el pañuelo blanco y lo mancha con su sangre, con la intención de desmostarles a los presentes la castidad d