La Esposa Indigna Del CEO Discapacitado
La Esposa Indigna Del CEO Discapacitado
Por: Melanie Fraser
Prefacio: Traicionada

Isla Avery corrió al interior del piso en cuanto el ascensor abrió, ella miró a su alrededor, rogando que no fuera cierto nada. Su corazón palpita desbocado en su pecho, su estómago está contraído y las ganas de vomitar un poco más y la dominan.

Ella miró las escaleras, esas que dan al área de habitaciones, puso un pie en el primer escalón y lo que sintió no pudo explicarlo, es como si todo eso por lo que luchó se había acabado aun sin ver nada. Ella impulsada por el sentimiento de negación, corrió escaleras arriba.

Se negó, ella no aceptó nada de lo que presiente, pero mientras más se acerca a la habitación con puerta entreabierta las cosas son más innegables. Estaba siendo patético de su parte negar lo evidente, los ruidos repugnantes que de ahí salen, esos gemidos y gruñidos descarados acabaron con ella y su dolorido corazón.

Quiso darse media vuelta y marcharse para no seguir, pero tiene que verlo, ella debe ver esa escena que posiblemente la desgarrará de mera irreparable y lo hizo. Abrió la puerta, pero lo que vio fue incluso más duro de lo que pesó.

―¡Isla! ―Xavier Chapman, el prometido de Isla saltó de la cama cubriéndose con una almohada.

Isla miró a la mujer en la cama, esa que no se preocupa en cubrir su desnudez, su corazón dejó de latir y se sintió como que todo en ella había muerto. Su prima, esa que había sido criada junto a ella después de que sus padres la adoptaran está ahí, sonriéndole con una mirada triunfadora.

―Me dan asco. ―Los miró con repugnancia. ―Ambos son los seres más despreciables que he podido conocer en la vida. ―Sus ojos ardieron por las lágrimas. ―Espero que se pudran en el infierno y me saquen de su asquerosa vida, ¡Me daría asco ser relacionada con seres tan bajos como ustedes!

―Puedo explicarlo, yo…

―No, Xavier. ―Denise se puso en pie mostrando su perfecto cuerpo. ―No vale la pena que sigas con esto. ―Se abrazó a él. ―¿Quién en su sano juicio podría amarla? Solo mírala. ―Se burló. ―Xavier está con una verdadera mujer, no con una niñita mojigata y mosquita muerta. ―Isla apretó los puños, la ira que siente es tan grande que está segura puede explotar.

―¡Ahora mismo todos se enterarán de los asquerosos que son! ―Se dio media vuelta. ―Lamentarán esto. ―Ella corrió fuera de la habitación directo al ascensor.

Sus manos temblorosas marcaron el código y sus ojos ya no pudieron contener más las lágrimas. Su novio de toda la vida, con ese con quien se casaría en menos de un mes, él, quien le hizo creer que era perfecta y la persona más maravillosa del mundo estaba con su primera, esa mujer egoísta y cruel.

Siempre había vivido bajo la sombra de Denise, mujer alta, de cabello rojo, ojos verdes y cuerpo despampanante. Popular entre los hombres por su actitud coqueta y abierta, siempre supo que no le caía bien a su prima, pero hasta para ella fue impactante ver hasta donde es capaz de llegar solo para opacarla.

―Oye, ¿Estás bien? ―Isla distorsionó el gesto y en cuanto su mejor amiga la abrazó se derrumbó por completo. Ella no pudo contener más el dolor y lo soltó todo, se sintió morir.

―Ellos me traicionaron. ―Gritó en agonía. ―El amor de mi vida y mi prima. ―Se aferró más a su amiga. ―¿Por qué? ¿Por qué me hicieron esto? ―Adriana la consoló cuanto pudo, pero nada parecía funcionar.

―Tú eres más que esto. ―La miró a los ojos. ―Debes calmarte, ¿Sí?

―Iré con mis padres. ―Sollozó separándose totalmente. ―Ellos deben saberlo.

―No. ―Adriana la detuvo antes de que subiera al auto. ―Es mejor que te relajes antes, estás despechada. ―La miró a los ojos compasivamente. ―Sé exactamente lo que te ayudará con esa pena. ―Guiándola al puesto del copiloto, montó tras el volante y condujo por las calles de Londres.

Isla no dejó de llorar, su corazón no para de dolerle, ella no ve luz en ese instante, solo puede recordar la imagen de lo que vio, escuchar los asquerosos ruidos y lamentarse por ser tan tonta. Al llegar, Adriana le sonrió, sabe que a su amiga no le gustan los antros ni la fiesta, pero no le importó.

―Quiero ir a casa, Adriana, no tengo ánimos para estas cosas. ―Adriana le limpió las lágrimas.

―Ellos no merecen tu estado. ―Le habló con firmeza. ―Te cuidaste para él, para un hombre que te traicionó con tu prima. ―Negó. ―No merecen tu dolor, ¿Lo comprendes? Ahora deja de llorar y vamos, no hay nada mejor que esto para pasar la primera noche de despecho. ―Isla todavía se negaba, pero su amiga siempre sabía como convencerla.

La incomodidad estaba instalada en ella, se negó a beber la primera hora, pero como el dolor era insoportable, cedió a probar por primera vez el alcohol y no se detuvo. Adriana se ocupó de que bebieran cuanto pudiera y verla borracha la hizo sonreír.

―Me engañó porque no me entregué a él. ―Le hizo saber. ―Me dejó por estúpida, yo fallé en no atenderlo y Denise le dio lo que él necesitaba y que yo le negaba a toda costa. ―Río divertida. ―Ahora soy una virgen humillada, soltera y posiblemente la burla de todos los que me conocen. ―Quiso ponerse en pie, pero estaba tan ebria que por poco se cayó.

―Espera, estás muy borracha. ―Adriana la ayudó a caminar. ―Es mejor que vayamos para que descanses. ―Isla miró la puerta, quiso advertirle a su amiga que iban en dirección contraría, pero estaba muy ebria como para coordinar bien sus palabras.

Un par de caídas después y tras subir las escaleras, Adriana abrió una de las puertas y la metió. Isla miró a su alrededor, todo estaba oscuro, era extraño que hubiera habitaciones en un antro, quiso cuestionarse, pero solo podía reír.

―Hay habitaciones. ―Señaló el lugar mientras no dejaba de tambalear. ―Vaya, cuidan muy bien de sus clientes borrachos. ―Adriana volvió a abrir la puerta. ―¿A dónde vas? ―Quiso saber.

―Solo quédate ahí, no tardaré. ―La detuvo. ―Siéntate en la cama, iré a traerte un café. ―Isla miró la cama y como una niña obedeció, ella se sentó en la cama y se quedó ahí con los pensamientos confusos.

―¿Está lista? ―El hombre la miró con seriedad. ―Espero que sea una buena chica, mi jefe no está en su mejor momento. ―Adriana sonrió.

―Está más que lista, un poco ebria, pero mi chica es buena. ―Sonriéndole siguió su camino. ―Denise, está listo, la tonta de tu prima pronto será tomada por un desconocido del que ni siquiera yo sé algo. ―Carcajearon.

El hombre torpe por el alcohol en su sangre entró a la habitación desnudándose, él solo quiere una sola cosa y no le interesa lo demás. Isla que estaba medio dormida se vio despertada por la manera tan brusca en la que la desnudaban.

Ella estaba confundida, torpe por el alcohol, pero se negó, ella intentó decirle algo al hombre, pero este siempre tomaba posesión de su boca y no la dejaba soltar ni una palabra. Entre confusiones, caricias y besos candentes, ambos perdieron el control de sus actos y se entregaron uno al otro.

Isla respiró agitada, ella ni siquiera podía procesar lo que estaba pasando, ¿Por qué se entregó sin más a ese hombre? Al mirar a su lado, pudo apreciar lo grande que es, ella cerró los ojos por unos segundos y después lo miró más detalladamente. Alto, pelo negro, guapo y musculoso, se le hacía conocido, pero estaba muy cansada y alcoholizada como para prestar más atención.

―Carajos. ―Protestó el hombre al tropezarse. ―Porquería. ―Maldijo mirando el mueble que lo hizo golpearse, pero no se detuvo, él quería seguir emborrachándose hasta perder por completo la memoria, quería dejar de sufrir de una buena vez y parecía que nada le funcionaba.

Denise entró a la habitación con una sonrisa en los labios, al ver a su prima desnuda y cubierta solo con unas delgadas sabanas se emocionó más. Las marcas en su cuerpo eran pruebas refutables de lo que ahí había pasado y la mancha de sangre también.

Ella tomó todas las fotos que quiso, incluso le quitó las sabanas a Isla para tener muchas más pruebas. Cuando grabó videos y tuvo todas las pruebas, pateó la cama repetidas veces para que despertara. Isla se quejó, esos gritos amenazan con explotarle la cabeza, ¿Quién puede molestarla?

―¡Despierta! ―Al abrir los ojos se encontró desnuda, con un móvil en su dirección y la risa de su prima. ―Tengo todo grabado, incluso lo de ayer… vaya, vaya, vaya. ―Negó divertida. ―Creí que eras una buena niña, pero veo que no.

―Denise…

―Esto es lo que harás para que yo te guarde el secreto. ―La miró a los ojos. ―Le dirás a los tíos que te has dejado con Xavier porque no lo quieres, si le dices lo que viste ayer. ―Le mostró un video de su cuerpo desnudo. ―Todo lo que tengo desde ayer será mostrado a la familia. ―Enderezándose agrandó la sonrisa. ―Resultaste ser una zorrita fácil.

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