Capítulo 3: Esposa Indigna

Logan cerró los ojos con fuerza al escuchar de su asistente que sus padres estaban ahí en la mansión y que no se irían directamente a la casa de los Avery, ¿Por qué su madre se lo complicaba todo? Resoplando, condujo la silla de ruedas hasta la entrada para recibirlos.

―Por lo menos tuviste la decencia de recibirnos. ―Elina, la madre de Logan, una mujer de pelo negro, ojos azules y gélidos, elegante hasta cuando está enojada, miró a su hijo. ―¡Una boda de ese carácter! ―Rechistó. ―¿Cómo es posible que mi hijo, el heredero del imperio Morrison se esté casando de esa manera y con una mujer a la que ni siquiera conozco?

―Madre…

―Para eso te hubieras casado con Constantine y…

―¡Que sea la primera y última vez que menciones el nombre de esa mujer en mi casa! ―La cortó al instante. ―Reniega todo lo quieras sobre como estoy haciendo las cosas, pero no vuelvas a soltar algo como eso.

―Basta ya. ―Carter, el padre de Logan paró la discusión. ―Deberías ya estar listo, ¿Por qué andas en esas fachas? Solo quedan media hora para irnos. ―Marcos desvió la mirada para que no le preguntaran nada, pero Elina plantó sus ojos azules en el pobre chico.

―Marcos, dime que no corrió a otra de sus cuidadoras. ―Marcos no dijo nada, ¿Para qué? ―Eres insoportable, Logan. ―Gruñó empujando la silla a pesar de que es eléctrica. ―Eras caballeroso, el sueño de toda mujer y ahora no eres más que un ogro.

―Eso, vamos, sigue levantando los ánimos de tu único hijo y el mismo que te cumplirá el capricho de casarse. ―Elina resopló, su hijo había cambiado tantísimo que ya no sabía que más hacer.

―¿Por lo menos me hablarás de esa chica? ―Logan guardó silencio, no tenía nada para decir y era mejor no entrar en detalles con su madre, no quería escucharla.

Isla suspiró, los últimos dos días habían sido todo un infierno para ella, su madre y prima se ocuparon de organizar la sencilla boda y no pararon de repetirle que así era mejor, ella no era pura y una gran celebración no sería lo adecuado.

Nada le dolió como el hecho de que le dijeran que se merecía a ese hombre como esposo, ya que la aceptó sin importarle su pasado. Ella se miró al espejo y las lágrimas amenazaron con brotar, pero las contuvo, su vestido rosa pastel es hermoso.

―Bueno, ha de ser muy triste para ti. ―Denise se acercó a ella. ―Parada aquí, una hora después de que supuestamente debería haber iniciado la ceremonia. ―Suspiró saboreando ese momento. ―Tal parece que te harán lo que le hiciste a Xavier, debiste seguir con tu vida y no tratar de ganarme en algo que ya habías perdido. ―Río. ―Ah, hice lo que debí e investigué a los Morrison, no serás nada para ellos, son superiores a ti. ―Tras darle un beso en la mejilla se alejó.

El silencio se hizo lugar, la humillación que estaba sufriendo Isla en ese instante no se comparaba con el dolor, la estaban obligando a permanecer frente al padre con el ramo de flores en la mano a pesar de sus intentos por irse. ¿Por qué ese hombre le hacía eso?

―No quiero que alargue esto. ―Todos miraron a sus espaldas, el hombre en silla de ruedas a pesar de estar sentado se veía imponente. ―Mi jefe quiere una ceremonia rápida. ―Marcos lo dejó al lado de Isla, ella al mirarlo a los ojos su corazón se saltó una serie de latidos, el perfume que percibió de él le trajo muchos recuerdos.

―¿Qué espera? Inicie. ―Su voz hizo que los recuerdos azotaran su cabeza y se reprodujeran como una película. Todo lo que pasó esa noche vino a su cabeza, ¿Él es el hombre con quien perdió su virginidad? Se le hacía difícil creerlo, pero no había duda, esa voz no se borró de su cabeza y ese perfume es inconfundible.

―Iniciemos. ―Isla miró a sus futuros suegros y la mirada furiosa de Elina la hizo quitar la mirada y bajarla. ¿Por qué sus padres hacían eso? ¿Por qué todos estaban en su contra a pesar de que ella no hizo nada malo y solo le tendieron una trampa? ¿Por qué todo era tan injusto?

Al terminar, Elina obligó a su hijo a compartir un poco, ella necesitaba conocer un poco más a los Avery, pero Isla se mantenía a raya, ella era la menos feliz con lo que estaba pasando. Denise al verla agrandó la sonrisa.

―Mírate, prima. ―Se mantuvo a una distancia prudente, la mirada de Isla le advirtió y aunque sería bonita verla perder los papeles, no tentó a la suerte. ―Eres toda una esposa, la esposa indigna. ―Rio y al ver a Logan rio un poco más. ―Gracias por aceptar a mi prima a pesar de no ser virgen y haber dejado a su prometido poco antes de la boda, de verdad le estamos muy agradecidos.

―Vete. ―Susurró Isla. ―Solo vete, Denise. ―Ella no miró al hombre que la observa casi con asco.

―Nos vamos. ―La gruesa voz la detuvo. ―Despídete de tu familia.

―No es necesario. ―Lo miró. ―Podemos irnos ya. ―Logan miró esos ojos claros y no dijo nada, solo le hizo una seña a Marcos y se retiraron.

Logan convenció a sus padres para que no volvieran con él y se fueran a su casa, Isla solo supo que habían asistido por compromiso y las palabras de Denise se vinieron a su cabeza, ella es solo un objeto de intercambio y nada más. ¿Por qué se iban a tomar todo en serio?

―Aprenderás a cuidar de mí, serás quien se ocupe de ordenar mis cosas personales, despacho, habitación y demás. ―La miró a los ojos una vez entraron a la habitación. ―Te llamo, vienes, te exijo, me lo das, te reprendo, bajas la cabeza y asientes. ―Isla no bajó la mirada, ella se la mantuvo y se mordió la lengua.

―Dígalo con todas sus palabras, señor. ―Endureció el gesto tanto como él. ―Usted lo que quiere es a una sirvienta.

―Y una esclava sexual también. ―Disparó sin remordimiento dejándola plasmada por su falta de tacto. ―No dormirás conmigo, tu habitación es la de al lado y solo entrarás aquí para ducharme, vestirme y hacer mi voluntad. ―Isla se mordió más la lengua. ―Por lo pronto, vete a tu habitación, dúchate y espérame desnuda.

―¿Qué? ―Lo miró con incredulidad.

―Eres mi esposa y quiero follar.

―Pero usted ni siquiera camina.

―Te entregaste a un desconocido, no deberías tener problemas para abrirte de piernas para mí. ―Isla se sintió terrible, ¿Él no la recuerda? ¿De verdad estaba tan borracho? Al recordarlo cayéndose y hablando muy enredado se convenció.

―¡No soy como usted piensa!

―Tu familia te cedió por mi ayuda, ¿Cómo se supone que eres? Estás acostumbrada a coger con hombres que no conoces, no vengas a dártelas de santas.

―Solo fue con uno y ese hombre es…

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