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Lo sostuvo con cuidado y amor en un brazo y extendió el otro para ayudar a la elegante mujer, que salió también del interior del Bentley con un ramo de flores en las manos.

La familia de tres, caminó entonces unida y en armonía, hacia el interior del mausoleo de piedras blancas, donde dos inscripciones se podían leer en las paredes:

«En memoria de Diana Edwards y Román Edwards»

— Papá, mamá, ha sido un tiempo sin vernos – Henry Edwards se paró delante de la tumba de sus padres y comenzó a hablarles en voz baja, mientras Eva colocaba las flores frescas en los recipientes de vidrio.

Todo estaba impecable, porque una persona se encargaba de limpiar este sitio de reposo de la familia Edwards.

— Lamento, no haber venido… todo este tiempo – la voz de Henry se quebró un poco al estar delante de sus padres.

Desde que estuvo presente en su silla de ruedas, en ese deprimente entierro, rodeado de víboras que conspiraban en su contra, en todos estos años, nunca más había vuelto.

Primero,
Luna Nova

Hola, queridos lectores, esta historia ha llegado a su final, espero que les haya gustado. Falta solo el epílogo o extras, sobre Helen. Muchas gracias por leer mi libro y les agradecería demasiado si me dejan una recomendación afuera en la portada, para que otros lectores se animen a leerlo. Me ayuda mucho y no cuesta nada. Abrazo grande y ojalá nos veamos en otra novela. Luna Nova.

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