Hola, queridos lectores, esta historia ha llegado a su final, espero que les haya gustado. Falta solo el epílogo o extras, sobre Helen. Muchas gracias por leer mi libro y les agradecería demasiado si me dejan una recomendación afuera en la portada, para que otros lectores se animen a leerlo. Me ayuda mucho y no cuesta nada. Abrazo grande y ojalá nos veamos en otra novela. Luna Nova.
— Pues lo lamento, pero dígale a su jefecita que la logística no se maneja así y que si no sabe hacer bien su trabajo, se puede dedicar a cocinar y planchar en la casa, de donde no deben salir ninguna de ustedes Un hombre de unos 50 años, en traje ejecutivo negro, le hablaba en muy malas formas a una secretaria frente a él. — Sr. Hill, creo que ese comentario machista está de más y claramente mi jefa le avisó de este evento hace como 15 días, dijo que todo estaba bien, ¿cómo sale a última hora con que no tenemos las reservaciones? — ¿Dónde metemos a las invitadas extranjeras? – la chica pelinegra bajita, estaba que echaba chispas. Este hombre era un imbécil que solo estaba saboteando el trabajo de la jefa por pura envidia. Mientras esta discusión iba tomando vuelo, casualmente, la dueña de la compañía caminaba por el pasillo y ante una frase se quedó escuchando al lado de la puerta semiabierta de la oficina. — ¿Ahora me va a amenazar? ¿Quién no sabe aquí que su jefecita, la ta
La música de la sinfonía tocaba la melodía nupcial, la inmensa iglesia, de amplios ventanales coloridos y techos altos abovedados, estaba decorada con flores blancas por doquier, perfumando el ambiente.Michael solo había estado tan nervioso una vez en su vida.La noche en que le hizo el amor a Helen por primera vez y temía que ella lo rechazara.Hoy, al fin, esta hermosa mujer venía caminando hacia el altar, del brazo de Henry Edwards en sustitución de su padre, y sería suya para siempre.Los Carter, por supuesto que no estaban. Su madre moriría recluida en su habitación, sin salir, y su padre, desde que fue destituido de su puesto, cada día lo veía menos.A veces llegaba a las y tanto de la madrugada tomado, a Michael no le importaba lo que hiciera con su vida, siempre estaría al pendiente de su madre, pero lo había decidido, Helen y él vivirían en su propia casita, comprada solo para ellos dos.Los elegantes invitados se levantaron de sus bancas de madera a ver la entrada de la gl
1952— ¡Atrápalas, no las dejes escapar! – se escuchó una exclamación que rompió la quietud del bosque, seguido de varios gritos y ladridos de perros.A través de los árboles en penumbras, dos adolescentes corrían sujetas de las manos, sus ropas viejas y raídas se rompían aún más, al enredarse con los arbustos de espinos y las ramas puntiagudas, tropezaban con las raíces dispersas, pero se sujetaban una a otra, para no dejarse caer completamente.No podían permitirse el ser atrapadas de nuevo y ser llevadas de vuelta al infierno.— ¡No pueden estar muy lejos, suelta a los perros!— la orden de otro hombre se escuchó por encima de la algarabía y los gritos.Por mucho que corrieron y que los pulmones fueron forzados a trabajar hasta el límite posible, sus cortas piernas no podían escapar de las personas que las perseguían detrás de ellas.Eran como animales, cazadas salvajemente en la naturaleza.Eva lo sabía, habían sido descubiertas demasiado pronto y todo el plan de escape estaba frus
Eva medio cargaba y medio arrastraba un cubo pesado de agua, después de casi 3 años, a pesar de su cojera en la pierna derecha, había sobrevivido milagrosamente.Claro que vivir no era la palabra adecuada para lo que había pasado durante este tiempo.Como si el cielo quisiera mantenerla con vida para pasar a otro nivel de tortura, sus huesos se volvieron a fusionar, pero como no contó con el tratamiento adecuado, todo ese doloroso proceso ocasionó, que cojearía toda la vida, tenía dificultades para caminar y no hablar de correr bien.Por supuesto, que la directora del orfanato, la Sra. Romina, cumpliría su palabra de mantenerla con vida para torturarla lentamente.Se detuvo un poco para tomarse un mínimo respiro, porque el dolor en la pierna era constante, nunca jamás dejaba de doler, ni siquiera para dormir.Sudaba profusamente en un día tan caluroso, pero tenía que hacer su trabajo si quería comer, porque las letrinas no se iban a limpiar solas.— No sé qué hiciste ahora, pero la di
— ¡Suéltenme, por favor, déjenme ir, tengan piedad, suéltenme, por favor…! - gritaba Eva desesperada mientras era arrastrada por dos hombres vestidos como el resto del servicio.A pesar de sus gritos y sus súplicas, siguió siendo llevada a la fuerza hasta su nueva habitación, según las indicaciones de la Sra. Grace Edwards, la tía del susodicho futuro novio, Henry Edwards.No les importó ni siquiera las escaleras y la arrastraron sin piedad hasta el tercer piso de la mansión y la lanzaron al último cuarto del pasillo, que estaba más oscuro que la boca de un lobo.Al verse arrojada brutalmente al suelo, Eva intentó levantarse, pero su pierna herida no estaba cooperando para nada, así que se arrastró hasta la puerta cerrada y comenzó a darle golpes.— ¡¡Abran, por favor, por favor, señora, haré todas las tareas que me mande, limpiaré su casa, los baños, todo lo que nadie quiere hacer lo haré!— ¡Seré su esclava, pero por favor déjeme salir, no quiero casarme con nadie!, ¡¡¡no quiero cas
Según la explicación bastante escueta, que la Srta. Grace le había dado, ella, más que la esposa de este señor encerrado en el cuarto, sería su criada.Porque se tendría que hacer cargo de todo lo referente a “Henry”, menos de bañarlo y cambiarle los aditamentos médicos que utilizaba para los desechos de su cuerpo.De manipular eso, se encargaba un enfermero que venía los días programados y lo bañaba, le cambiaba la bolsa de la sonda y demás.Luego de que la Sra. Grace terminó de decir lo que quería, simplemente cerró la puerta y se fue, no si antes dejarle una amenaza de que no hiciera ninguna locura o estuviese dispuesta a asumir las consecuencias.Eva se giró y observó todo su entorno y a su nuevo prometido que seguía igual en la misma posición mirando al vacío.Suspiró pensando que en realidad este arreglo, si lo miraba desde otra óptica, no era tan terrible.Tenía un techo, algo de comida y solo por ser la cuidadora de un hombre enfermo.En su mente, la palabra “esposo”, se susti
— ¿Te aseguraste que la chica no tuviese ningún familiar que luego se aparezca a buscarla? - Albert le preguntó frunciendo el ceño.En realidad, no le importaba mucho los juegos macabros de su mujer con su sobrino, si quería divertirse un poco humillándolo, él no iba a ser quien lo impidiera, pero tampoco quería problemas innecesarios.Era un hombre que se caracterizaba por la cautela y la desconfianza.Esperar pacientemente a que llegara su hora.Esa actitud fue la que le había asegurado el lugar donde está ahora, como Director General de la compañía E&A: Edwards & Associates.Aunque en los papeles legales el accionista mayor era su sobrino y el legítimo heredero de todo, era obvio que mientras fuera considerado como un tonto y loco para la sociedad, él, como fiel familiar y tutor, se encargaría de ser multimillonario a su nombre.— Claro, mi vida, no te preocupes, es una pobre infeliz coja, huérfana, ni los perros llorarían por ella si desaparece, así que lo tengo bajo control.Le r
La vida de Eva comenzó en la mansión de los Edwards como otra doncella más. Haciendo las tareas que le mandaban, soportando las burlas y maldades de las demás, pero nada a que no estuviese acostumbrada. Intentaba cuidar de Henry lo mejor que podía y un día llegaron los enfermeros que lo atendían a bañarlo y cambiarle sus aditamentos médicos. Esperaba que al menos le lavaran un poco la cabeza porque ciertamente se notaba que lo lavaban muy por arribita. Efectivamente, como sospechó, nada de cabeza, un baño como quiera y punto. Eva les pasó un conjunto de ropa limpia que había lavado ayer y ellos lo cambiaron y lo sacaron del baño sentado de nuevo en su silla de ruedas. — No olvides el medicamento— le recordó un cuidador al otro, que asintió y sacó un bote de pastillas azules. Le dio dos a Henry con ayuda de un poco de agua recogida en el grifo y salieron como mismo habían llegado, solo dejándole a Eva un ungüento para aplicarles a las heridas del rostro. Sin preguntar siquier