La Esposa Huérfana del Millonario Tonto
La Esposa Huérfana del Millonario Tonto
Por: Luna Nova
001

1952

— ¡Atrápalas, no las dejes escapar! – se escuchó una exclamación que rompió la quietud del bosque, seguido de varios gritos y ladridos de perros.

A través de los árboles en penumbras, dos adolescentes corrían sujetas de las manos, sus ropas viejas y raídas se rompían aún más, al enredarse con los arbustos de espinos y las ramas puntiagudas, tropezaban con las raíces dispersas, pero se sujetaban una a otra, para no dejarse caer completamente.

No podían permitirse el ser atrapadas de nuevo y ser llevadas de vuelta al infierno.

— ¡No pueden estar muy lejos, suelta a los perros!— la orden de otro hombre se escuchó por encima de la algarabía y los gritos.

Por mucho que corrieron y que los pulmones fueron forzados a trabajar hasta el límite posible, sus cortas piernas no podían escapar de las personas que las perseguían detrás de ellas.

Eran como animales, cazadas salvajemente en la naturaleza.

Eva lo sabía, habían sido descubiertas demasiado pronto y todo el plan de escape estaba frustrado, no podrían huir, no podían correr más que los perros.

Elsa estaba en su límite, la sentía a su lado respirando por la boca sin control, tropezaba a cada segundo y ya había dejado hasta un zapato viejo atrás, en esta loca carrera.

Si seguían así, las dos serían atrapadas y pasarían una vida, mucho más horrible que la tenían antes.

Además, ellos querían a Elsa, no podía permitir que esa m4ldita mujer vendiera a su hermana.

Así que con la decisión tomada y casi escuchando el ladrido de los perros a su espalda y los captores, que se acercaban, metro a metro a ellas, recordó que cerca de ahí pasaba un río al que a veces se escabullían para ir a jugar.

Apretó la mano de Elsa y cambió la dirección del escape.

Su hermana ni siquiera protestó, la siguió como siempre, sin cuestionar.

Pronto escucharon el sonido del río bravo que fluía cerca de donde estaban, a pesar de las sombras de la noche en el bosque, Eva se pudo orientar más o menos, pero la oscuridad no fue su aliada para nada y sí, llegó al río, pero por la parte menos adecuada para bajar a él.

Delante de ellas un peñasco con el río pasando debajo y detrás los perros, que se acercaban con sus captores.

—¡Hermana, no hay salida! - le gritó Elsa, angustiada, cayendo al suelo con las piernas temblando, porque ya no podía sostener su joven cuerpo de 14 años

— ¡Eva, hay que tomar otra ruta! - agregó llamando la atención de la otra joven, que se había quedado como en un shock.

Trató de levantarse para forzar sus piernas a seguir corriendo y tomar la mano de su hermana, pero esta seguía parada en el mismo sitio, mirando el fondo del peñasco parecido a un abismo sombrío que le sonreía siniestramente.

— No hay tiempo, no podemos tomar otra ruta…— susurró, viendo las luces en el bosque que se acercaban hasta su posición.

Eva miró a su hermana pequeña intentando levantarse y lágrimas cayeron de sus ojos, no sabía si lo que iba a hacer era lo correcto, quizás mataba a Elsa con sus propias manos, pero lo que sí era seguro, era que su hermana no podía regresar.

Preferiría verla muerta una y mil veces, a entregarla para que fuera violada por un viejo asqueroso y pedófilo y al final, igual terminara muriendo bajo una horrible tortura.

Mientras ella estuviese viva, eso nunca sucedería.

— ¡Allí, están en el peñasco, no dejen que escapen! - se escucharon los gritos y ya los perros estaban prácticamente sobre ellas.

Eva levantó con fuerza a Elsa por los hombros, la abrazó llorando y le susurró:

“Vive bien, hermana mía y libérate de este infierno, sé libre como el ángel que eres”

Elsa no entendía qué pasaba, quiso abrir la boca para preguntarle a Eva, pero se vio de repente cayendo al vacío, sin previo aviso.

Agitó sus manos en el aire, mientras su boca gritaba el nombre de su hermana, pero solo veía su silueta parada en el borde del acantilado, mientras sentía como las frías aguas embravecidas del río, se la tragaban completamente.

— ¡¡¡¡AAAAHHHHHH!!!!!— gritó Eva, cuando sintió un dolor desgarrador en su pierna, uno de los perros rabiosos la había mordido cruelmente, para evitar que saltara al río.

— ¡No la sueltes Felón! - le gritó la orden, el hombre más cruel que Eva había conocido en su vida, Sebastián Jones.

Casi se desmaya del dolor al sentir cómo el rottweiler apretó más su mordida y los huesos de su pierna se rompieron dolorosamente.

— ¡¿Dónde está la otra?, ¿la hermana pequeña?!— gritó el otro hombre.

En realidad, solo eran dos personas, pero no era necesario que fueran más, dos hombres grandes con tres perros, contra dos adolescentes de 14 y 15 años, no era para nada justo por ningún lado.

— ¡¡Dime, dónde está la otra, donde está Elsa!!— le preguntó de repente Sebastián, con rabia, tomándola cruelmente del cabello y haciéndola levantar la cabeza a un límite extremadamente doloroso.

Eva no podía ver casi lo que tenía delante, solo sombras antes sus ojos, el dolor en la pierna con los dientes incrustados del perro era agonizante, se había mordido la lengua del susto, cuando cayó al suelo, producto del arrastre del rottweiler para impedir que saltara.

El sabor a hierro y a sangre inundaban su boca y sus pulmones, aún no se habían recuperado de la carrera suicid4 que habían hecho.

Pero, aun así, sonrió en la cara de sus captores con una sonrisa siniestra llena de sangre.

— Jamás la tendrán – le dijo escupiendo en la cara, de ese hijo de su put4 madre.

— ¡Maldita perra! - escuchó cómo le gritaban, a la vez que una sonora bofetada caía sobre su cara y la arrojaba a la oscuridad de la inconsciencia que estaba buscando, a ver si al menos por unos minutos, podía escapar de esta vida de mierd4, que el destino le había dado.

*****

“¡Tienes que llevarla a un médico más especializado, porque yo no tengo en mis manos los equipos necesarios para salvarle la pierna!”

“Al parecer tiene el peroné o la tibia fracturada, o quizás ambos”

“¿Cómo es que no tienen bajo supervisión a un perro tan peligroso en un sitio con niños?”

Eva escuchaba en trance la voz del doctor, que siempre venía al orfanato a atender a los niños cuando estaban enfermos, gemía del dolor por todo su cuerpo, pero sobre todo la pierna, sentía como si se la hubiesen aplastado, con un martillo, hueso por hueso.

“La llevaremos, claro doctor, pero usted sabe de la situación precaria del orfanato y no tenemos muchos fondos disponibles, así que por favor si me puede dejar algunos medicamentos para la fiebre y mantenerla estable con la infección a raya, en lo que logramos llevarla a la ciudad”

“Está bien, está bien, pero le advierto, que si esa pierna no se trata correctamente, incluso puede perderla para siempre”

“Madre, no hemos encontrado a la otra chica, al parecer pudo escapar por el río, qué haremos ahora con el pago de ese señor”

“No te preocupes, ya idearemos algo, todo por la chiquilla estúpida esta”

“¿Y la piensas llevar a operarla como dijo el doctor Müller?”

“¡Estás loco, crees que voy a gastar mi dinero en una huérfana!”

“Esta fue una desgracia que se buscó para ella misma, pero no voy a dejarla morir para que se libre tan fácilmente”

“¡Petra! Le das los medicamentos para la infección y la fiebre, las vendas las cambias de vez en cuando”

“¡No tan seguido que no voy a comprar más!”

“Tendrá que arreglarse la pierna con eso y si no, que se la corten, a mí no me interesa”

“Los medicamentos para el dolor solo cuando esté rabiando, ¡ahorra o lo descontaré de tu salario!”

“Sí, señora”

Escuchaba Eva en el medio de su inconsciencia, pero a pesar de que pronto se sumergiría en otro nivel más doloroso de su vida, lo haría con la satisfacción de que había salvado a su hermana, eso era lo que importaba y nada más.

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