Eva tragó audiblemente y pasó una mano temblorosa por delante de los ojos de Henry para ver si este seguía el movimiento, porque quizás estaba tan ansiosa por verlo recuperado que ya imaginaba cosas.“¡Henry siguió el movimiento de sus dedos! Muy lentamente, pero lo hizo, no estaba imaginando las cosas, él estaba consciente” pensó Eva con alegría que se transmitió en su rostro.— ¿Henry puedes escucharme? - le preguntó, mirándolo con expectativas, con emoción evidente en sus ojos avellanas.El joven no le habló, solo la miraba fijamente, sin embargo, a los segundos, Eva pudo sentir un pequeño apretón en su mano, casi imperceptible, ¡pero ahí estaba!Bajó la vista para ver cómo los dedos del joven intentaban muy suavemente cerrarse en su mano, sin fuerza, pero tenazmente.— Henry tú… — quería decirle que era un milagro, que estaba mejorando, que no se rindiera, que podía lograrlo.Deseaba darle ánimos con todo, sin embargo, un sonido en la puerta sonó de repente y Eva no pudo continuar
— Ni se te ocurra gritar o te corto la lengua – le dijo Robert a Eva viciosamente, mientras le amordazaba la boca con su mano apretada, para evitar que la chica gritara alarmando a los demás.Eva se dio cuenta con horror que este hombre había entrado a su habitación, estaba sentado a horcajadas sobre ella y destilaba olor a alcohol rancio por todo su cuerpo.— Me pregunto que se sentiría follarse a una virgen coja— susurró sonriendo con cinismo— ¿Qué crees, querido primo?— Pienso que le estaría haciendo un favor a tu querida esposa, ya que es obvio que tú, ni para eso sirves, cumpliré con tu papel de hombre como si fuera su noche de bodas.Miró hacia la posición donde Henry descansaba y Eva giró un poco los ojos, para darse cuenta con horror de que el hombre acostado en la cama, a su lado, ya estaba despierto y aunque miraba con ojos nublados y perdidos, ¡estaba presenciando todo este acto humillante y cruel!Además, había caído en el significado de las palabras de ese borracho que
Helen había venido hoy de visita a la mansión de los Edwards.No porque le encantara la idea de ver a su aborrecible prometido, sino porque su padre la había estado presionando con que debía relacionarse más con su futura suegra, la Sra. Grace, y comenzar a sentirse parte de la familia de los Edwards.Al llegar con los regalos que traía por su visita, el ama de llaves le informó que la Sra. Grace aún no se había levantado y que si quería verla, tendría que esperar un tiempo.Con fastidio se puso a vagar por los jardines de esta odiosa mansión y recordó a la chica que la había escondido de su padre.Se sentía un poco rara al lado de esa chica, un sentimiento de familiaridad y confianza se extendían por su pecho.No entendía muy bien, era una persona algo desconfiada por naturaleza.Inexplicablemente, sintió ganas de volverla a ver, quizás le agradecía de nuevo por su ayuda.Habían quedado en que serían amigas, así que consideraba una descortesía no saludarla en su visita.Con esta idea
Toda la herencia, según el testamento de los padres de Henry, al no haber herederos de la línea directa, pasaría a la beneficencia y otra pequeña parte a su esposa viuda, en el caso de tenerla y ¡sí que la tenía!Se armó un revuelo total y cuando el médico llegó lo pasaron directo al cuarto de Henry que tenía muy mala pinta.Grace estaba sudando frío, si algo le pasaba a su sobrino político, su marido los despellejaría vivos.De hecho, rezaba porque Albert no se hubiese despertado por tanto revuelo, ya que para desgracia suya, estaba medio resfriado y había decidido quedarse hoy descansando más horas en la cama, para luego ir a la oficina.Eva estaba en un puro temblor, primero la violación y ahora parecía… parecía que se quedaría viuda tan pronto.Si Henry moría, ¿qué iba a ser de ella?Eva fue sacada de la habitación por Helen, que la mantuvo a resguardo todo el tiempo con ella, cubriéndola de las miradas chismosas de las demás doncellas, aunque en realidad, no sabía a qué parte de
Tenía la espalda empapada en un sudor frío y esperaba que esta escaramuza le saliera bien.No le iba a dar tiempo esconderse y sería pillada por ese violento hombre.Obviamente, no la iba a tratar como a su esposa, pero ya Helen se había involucrado demasiado en los asuntos de los Edwards y conocer demasiados secretos nunca era bueno.Como la escalera al tercer piso le quedaba cerca, se acercó apresuradamente y en vez de bajar completamente, descendió algunos escalones y se giró, como si casualmente estuviese subiendo las escaleras.— Sr. Edwards, qué grata sorpresa verlo, me habían dicho que estaba resfriado, espero que se encuentre usted mejor.Disimuló como pudo, terminando de subir los pocos escalones que faltaban, enfrentando al hombre mayor en el tercer piso y dándole su mejor sonrisa falsa.— Helen, querida, estoy bien y de verdad que lamento profundamente los sucesos de hoy— respondió igual con falsa vergüenza— Mi hijo tomó algunas copas de más con unos amigos y se confundió
La Sra. Brooke le había dado a escondidas una botella de pastillas iguales a las que tomaba Henry, pero según la cocinera, era las verdaderas vitaminas que Henry debería haber tomado desde el inicio.Hoy era el día del cumpleaños de la Sra. Grace y habría un gran banquete en la mansión, como a menudo organizaban.Solo tenía que aprovechar la oportunidad de que todos estarían ocupados en sus quehaceres y en la fiesta, para colarse en la habitación de la madame y reemplazar los medicamentos.Se decía fácil, pero era un plan con bastantes riesgos y variables improbables.Lo primero era que Eva no tenía permitido estar en el primer piso de la mansión, así, que si alguien la veía, sería bastante sospechoso.Y lo otro, era rezar porque si lograba cambiar los medicamentos y este plan disparatado funcionaba, la Sra. Grace no se diera cuenta del intercambio de la medicina.Era imposible que la Sra. Brooke lo hiciera, no podía salir del área de la cocina, así que era una tarea que solo Eva podí
Un chal estaba tirado como quiera sobre el mueble rosa del cuarto.A la señora no le gustaba el desorden, así que quizás se quitó esta prenda y con el apuro la dejó tirada.La Sra. Drulog recogió el chal y se dirigió a la enorme habitación anexa que hacía de vestidor de la Sra. Grace.De hecho, esta habitación completa era solo de la madame que no compartía una habitación matrimonial con su esposo.Los esposos Edwards dormían en habitaciones separadas y aunque eso era muy normal en las parejas de alta alcurnia, entre el servicio corrían rumores de que la aparente pareja feliz, era solo una mentira.La Sra. Drulog rebuscó entre las ropas y colocó el chal en su sitio.Se sabía la ubicación de cada prenda de vestir, así que no se tomó el trabajo ni de prender la luz, salió del vestidor y cerró la puerta sin darse cuenta de que detrás de esa misma puerta, una Eva al punto del desmayo, se escondía con todo el cuerpo temblando de miedo.Casi era sorprendida y por una de las personas más cru
Pasaron los días y Eva vigilaba a Henry constantemente, por supuesto la Sra. Grace no dejó de darle los medicamentos, pero con el cambio que había hecho, pensaba que pronto Henry mostraría signos de recuperación.— Henry, cariño, hoy vamos a dar la vuelta por el jardín para que tomes aire fresco— Te colocaré este sombrero, para que el sol no te moleste en los ojos— le explicaba Eva con paciencia, mientras colocaba un amplio sombrero sobre la cabeza de Henry y le amarraba suavemente unas dos correas que traía, bajo la barbilla del hombre.Satisfecha con su labor, lo sacó a pasear al jardín.Solo que Eva, yéndose a su paseo matutino con Henry, llegó una doncella a decirle que hoy no podían salir del cuarto y menos al área de la piscina, porque la Srta. Alejandra tenía una reunión social con algunos amigos.La doncella se impacientó tocando la puerta y llamando, pero nadie le abrió.Por último, irrumpió ella misma, para darse cuenta de que estaba vacía, esa coja había salido con el para