Toda la herencia, según el testamento de los padres de Henry, al no haber herederos de la línea directa, pasaría a la beneficencia y otra pequeña parte a su esposa viuda, en el caso de tenerla y ¡sí que la tenía!Se armó un revuelo total y cuando el médico llegó lo pasaron directo al cuarto de Henry que tenía muy mala pinta.Grace estaba sudando frío, si algo le pasaba a su sobrino político, su marido los despellejaría vivos.De hecho, rezaba porque Albert no se hubiese despertado por tanto revuelo, ya que para desgracia suya, estaba medio resfriado y había decidido quedarse hoy descansando más horas en la cama, para luego ir a la oficina.Eva estaba en un puro temblor, primero la violación y ahora parecía… parecía que se quedaría viuda tan pronto.Si Henry moría, ¿qué iba a ser de ella?Eva fue sacada de la habitación por Helen, que la mantuvo a resguardo todo el tiempo con ella, cubriéndola de las miradas chismosas de las demás doncellas, aunque en realidad, no sabía a qué parte de
Tenía la espalda empapada en un sudor frío y esperaba que esta escaramuza le saliera bien.No le iba a dar tiempo esconderse y sería pillada por ese violento hombre.Obviamente, no la iba a tratar como a su esposa, pero ya Helen se había involucrado demasiado en los asuntos de los Edwards y conocer demasiados secretos nunca era bueno.Como la escalera al tercer piso le quedaba cerca, se acercó apresuradamente y en vez de bajar completamente, descendió algunos escalones y se giró, como si casualmente estuviese subiendo las escaleras.— Sr. Edwards, qué grata sorpresa verlo, me habían dicho que estaba resfriado, espero que se encuentre usted mejor.Disimuló como pudo, terminando de subir los pocos escalones que faltaban, enfrentando al hombre mayor en el tercer piso y dándole su mejor sonrisa falsa.— Helen, querida, estoy bien y de verdad que lamento profundamente los sucesos de hoy— respondió igual con falsa vergüenza— Mi hijo tomó algunas copas de más con unos amigos y se confundió
La Sra. Brooke le había dado a escondidas una botella de pastillas iguales a las que tomaba Henry, pero según la cocinera, era las verdaderas vitaminas que Henry debería haber tomado desde el inicio.Hoy era el día del cumpleaños de la Sra. Grace y habría un gran banquete en la mansión, como a menudo organizaban.Solo tenía que aprovechar la oportunidad de que todos estarían ocupados en sus quehaceres y en la fiesta, para colarse en la habitación de la madame y reemplazar los medicamentos.Se decía fácil, pero era un plan con bastantes riesgos y variables improbables.Lo primero era que Eva no tenía permitido estar en el primer piso de la mansión, así, que si alguien la veía, sería bastante sospechoso.Y lo otro, era rezar porque si lograba cambiar los medicamentos y este plan disparatado funcionaba, la Sra. Grace no se diera cuenta del intercambio de la medicina.Era imposible que la Sra. Brooke lo hiciera, no podía salir del área de la cocina, así que era una tarea que solo Eva podí
Un chal estaba tirado como quiera sobre el mueble rosa del cuarto.A la señora no le gustaba el desorden, así que quizás se quitó esta prenda y con el apuro la dejó tirada.La Sra. Drulog recogió el chal y se dirigió a la enorme habitación anexa que hacía de vestidor de la Sra. Grace.De hecho, esta habitación completa era solo de la madame que no compartía una habitación matrimonial con su esposo.Los esposos Edwards dormían en habitaciones separadas y aunque eso era muy normal en las parejas de alta alcurnia, entre el servicio corrían rumores de que la aparente pareja feliz, era solo una mentira.La Sra. Drulog rebuscó entre las ropas y colocó el chal en su sitio.Se sabía la ubicación de cada prenda de vestir, así que no se tomó el trabajo ni de prender la luz, salió del vestidor y cerró la puerta sin darse cuenta de que detrás de esa misma puerta, una Eva al punto del desmayo, se escondía con todo el cuerpo temblando de miedo.Casi era sorprendida y por una de las personas más cru
Pasaron los días y Eva vigilaba a Henry constantemente, por supuesto la Sra. Grace no dejó de darle los medicamentos, pero con el cambio que había hecho, pensaba que pronto Henry mostraría signos de recuperación.— Henry, cariño, hoy vamos a dar la vuelta por el jardín para que tomes aire fresco— Te colocaré este sombrero, para que el sol no te moleste en los ojos— le explicaba Eva con paciencia, mientras colocaba un amplio sombrero sobre la cabeza de Henry y le amarraba suavemente unas dos correas que traía, bajo la barbilla del hombre.Satisfecha con su labor, lo sacó a pasear al jardín.Solo que Eva, yéndose a su paseo matutino con Henry, llegó una doncella a decirle que hoy no podían salir del cuarto y menos al área de la piscina, porque la Srta. Alejandra tenía una reunión social con algunos amigos.La doncella se impacientó tocando la puerta y llamando, pero nadie le abrió.Por último, irrumpió ella misma, para darse cuenta de que estaba vacía, esa coja había salido con el para
— ¡Henry! - gritó asustada y horrorizada, sin pensarlo ni un segundo, tirándose a la piscina para rescatar a un Henry que no reaccionaría y se ahogaría en pocos minutos.— Creo que es verdad que está completamente enloquecido— dijo uno de los jóvenes, mirando al fondo de la piscina, ahora sí, un poco preocupado, pero muy parado en su sitio.— Más que loco, porque hasta los locos saben nadar— le respondió otro mirando divertido cómo la pobre Eva luchaba en el agua por sacar a Henry a flote.— ¡Están dementes ustedes, cómo van a empujarlo a la piscina! - les gritó Alejandra alterada, llamando a su vez a cualquiera de personal o los guardias que estuviesen cerca, para que la ayudaran a rescatar a Henry, su padre iba a enloquecer.— Nadie lo empujó Alejandra, o acaso tus ojos no vieron que fue la doncella quien tropezó en su caída, deberían contratar a personas sin tantas discapacidades, a quién se le ocurre— le respondió muy tranquila la pelinegra.— Chicos, creo que se les fue un poco l
Su cabeza había quedado cerca de la mano que Henry tenía sobre su pecho, no se lo había imaginado, él había pasado los dedos muy suavemente por su cabello.Porque hacer solo esa acción le llevaba prácticamente toda la fuerza que podía reunir en sus extremidades.— ¡Henry! - exclamó Eva y luego se llevó la mano a la boca y miró hacia la puerta cerrada de la habitación, a pesar de la grata sorpresa, no olvidaba que nadie podía descubrir que Henry estaba reaccionando.— Henry, ¿me puedes entender? – le preguntó en un susurro, tan feliz que no se daba cuenta, de que tenía el rostro casi pegado al de su esposo, que la miraba fijamente.Sus labios susurrantes a solo centímetros, tanto, que el aliento caliente de Eva rozaba la fría piel de Henry.Henry no podía hablar aún y solo comenzó a pestañear.Eva, como una niña, pasó de la angustia a la alegría, comenzó a preguntarle muchas cosas a la vez, si se sentía bien, si había estado asustado, si le dolía algo.La comunicación se hizo un poco e
Henry comenzó a arrastrarse con ayuda de sus entumecidas manos, centímetro a centímetro, acercándose dolorosamente a Eva.Afortunadamente, este pequeño cuarto en donde estaban, no era muy grande que digamos, pero le pareció que había pasado toda una vida cuando estuvo al alcance su pálida esposa que a penas respiraba.Estas personas que fingían ser nobles frente a los demás, no eran más que unos animales sádicos vestidos de personas.Henry juntó su cabeza a la de Eva, intentando de alguna manera despertarla.Arrastró su mano y la pasó temblando por la fría mejilla de ella.Quería llamarla, para que despertara, pero sus cuerdas vocales marchitas no respondían, hacer cualquier intento de articular palabra era desgarrador para él, no obstante a eso, siguió intentando llamarla, no se rindió.Dos desvalidos tirados en el suelo intentando darse consuelo. La escena, rompía corazones.— Eva— escuchó una voz como de ultratumba que la llamaba y ella pensó que, definitivamente, esta vez, era la