—¡Matías, acércate! — Me grita y me toma algunos minutos reaccionar, es que verdaderamente me he perdido mirándola. Camino hacia ella y me paro a su lado. —Abre tu mano. — Me pide y hago lo que me pide. Ella deposita algunas galletas en la palma de mi mano, y sentir el contacto de su piel sobre la mía provoca una corriente en todo mi cuerpo, algo que hace tiempo no sentía.
—¿Que hago ahora? — Le pregunto perdiéndome en su mirada.
—Solo dale la orden de que se siente, pero con tu voz bien firme, ¿sí? — Me explica.
—De acuerdo. — Respondo y tal como ella me ha indicado le doy la orden a Danko y después de tres intentos finalmente me hace caso. —¡Funciona! — Exclamo feliz.
—De a poco, solo es cuestión de que se acostumbre. — Informa sonriente.
—Entiendo... — Es lo único que se me ocurre decir y creo que debo parecer un idiota.
—¡Mami! — Escuchamos al pequeño gritar.
Volteamos hacia el lado donde esta la casa de mis padres y ahí está él corriendo desde aquel jardín hacia Aitana sin dejar de llorar —¿Que sucede cariño? — Le pregunta agachándose y tomándolo entre sus brazos.
De repente, veo a mi madre acercarse a nosotros —Aitana, lo siento; estaba jugando con mis nietas y ya saben cómo son los niños con los juguetes. — Le explica.
—¿Que sucede campeón? — Le pregunto al pequeño.
—No me quisieron prestar el piano. — Dice y sé que se refiere al teclado de juguete que le regale a Kiara.
—Cariño, pero no llores. — Intenta consolarlo. —Matías, lo siento tanto. — Me dice muy apenada.
—No pasa nada, yo sé como calmar a este niño. — Le digo sonriente.
—No tienes porque molestarte. — Comenta con vergüenza.
—No es ninguna molestia, pero vamos. — Le insisto.
—De acuerdo. — Dice y me sigue por el jardín con Daniel en brazos.
Entramos a la casa y me doy cuenta de que Daniel debe realmente pesarle.
—¿Me permites? — Le pido y tomo al niño entre mis brazos mientras que él sigue sollozando. —Ahora verás un piano de verdad, sabes, además de escritor, se me da muy bien el piano, como te dije antes desde que era un niño como tú, me gusta la música además de escribir— Le digo y abro la puerta de mi despacho donde también esta el piano.
—¡Guau! — Exclama cambiando su carita por completo.
—Ahora si querrá venir siempre. — Comenta Aitana entre risas.
—Por mi encantado. — Le confieso y me siento al piano con él sobre mi regazo. —¿Tocamos? — Le pregunto y él sin dudarlo coloca sus pequeños deditos sobre las teclas.
Me sorprende mucho que a pesar de que es muy pequeño tiene claro como tocar cada tecla; me recuerda a mi cuando era pequeño. —No sé como agradecerte esto, lo estás haciendo muy feliz. — La escucho decir.
Volteo para mirarla y noto como sus ojos están conteniendo sus lágrimas. —¿Te encuentras bien? — Le pregunto algo preocupado.
—Si, solo que me imagino que a él le gustaría estar así con su padre, pero ni siquiera se como encontrarlo. — Explica.
—Me imagino... Si hay algo en que te pueda ayudar, solo déjame saber. — Le ofrezco.
—No, ya estás haciendo mucho. Ni siquiera te cobraré por lo de hoy, ¿vale? — Negocia.
—¡No, ni se te ocurra! Si quieres pagarme por esto, yo se que puedes hacer. — Le digo con una amplia sonrisa.
—¿Que? — Cuestiona con una media sonrisa que me hace suspirar.
—Acepta cenar conmigo. — Le pido sin rodeos en un acto de total atrevimiento.
—¿Una cena? — Pregunta sorprendida.
—Si, ¿que dices? — Insisto.
—No sé si es correcto... — Murmura.
—Yo digo que si es correcto. — Señalo con una amplia sonrisa.
—Está bien, acepto ir a cenar contigo. — Me responde mientras el pequeño sigue creando melodías algo desordenadas.
—¿Está noche? —
—No tengo niñera. — Explica.
—Déjalo aquí. — Ofrezco.
—¿En serio? —
—Si, mi madre no se negara a cuidarlo— Comento.
Ella se acerca al niño y se agacha enfrente de él. —¿Quieres seguir jugando con Kiara y Sara esta noche? — Le pregunta al pequeño.
—Si mami. — Le responde inmediatamente mientras sigue tocando el piano.
—Bueno ahí está tu respuesta. — Me dice entre risas.
—Gracias Daniel. — Digo sonriente y le doy un beso en la frente.
—Ahora resulta que son mejores amigos. — Bromea Aitana.
—Ya verás lo bien que nos lleváremos. — Digo divertido.
—No lo dudo... — Responde ella y no puedo creer que este cometiendo todas estas locuras.
[AITANA]《¿Cómo se supone que debo vestirme para una cena con el famoso escritor Matías Mendoza?》 He estado intentando actuar como una persona normal desde que llego a mi veterinaria aquel día, pero es prácticamente imposible seguir disimulando; ahora entiendo la obsesión de Carla con él, es realmente guapo. Finalmente me decido por una falda corta color negra y acentos de flores en los costados, ajustada al cuerpo, blusa sin mangas del mismo color y zapatos haciendo juego; ni muy exagerada, ni muy sencilla. Termino de alistar la mochila de Daniel y salimos de casa. Mientras conduzco a su casa no puedo dejar de pensar en lo feliz que sería mi hermana si hubiese tenido esta oportunidad, para ella él era su amor platónico, se perdía entre sus libros y suspiraba ante las fotos de sus entrevistas.Después de unos cuantos minutos finalmente llego a destino. Estaciono frente a su casa y al ll
[MATÍAS]El camarero llega con nuestros los platos que hemos pedido y tan solo por ese motivo me quedo en silencio un instante. Luego de que él se retira miro la comida y por alguna razón se me ha ido el apetito, quizás es su simple presencia la que causa esto, estoy nervioso. —Ahora si puedo seguir con mi interrogatorio. — Le digo y observo cómo se queda inmóvil con los cubiertos en el aire y me mira.—Pensé que ya habías tenido las respuestas suficientes. — Dice y luego finalmente lleva el tenedor a su boca.—Para nada, esto recién comienza. Quiero conocerte lo mejor que pueda. — Le advierto.—Te escucho. — Expone cuando termina de tragar el primer bocado.—¿Edad? — Decido preguntar para volver a hacer que se relaje.—26, y yo ni pregunto porque ya lo sé. — Explica con una sonrisa con una sonr
[MATÍAS]En lo que creo que ha sido el mayor esfuerzo de autocontrol, me despido de ella sin besarla en esos labios que me han invitado a probarlos toda la noche. —Por hoy me despediré de ti de esta manera. — Le confieso al oído y luego beso su mejilla sintiendo todo el calor que fluye de ellas a causa de su sangre. —Solo por hoy. — Vuelvo a repetirle al oído y alejo mi cuerpo del de ella antes de que arruine todo.La observo mordiendo su labio inferior, acomodando un mechón de cabello detrás de su oreja y solo puedo respirar para evitar comerle la boca a besos. —Eh... mejor me marcho. — Murmura nerviosa y está vez es ella quien se acerca a mí y me da un beso en la mejilla. —Buenas noches, Matías. — Me dice después de haber quemado mi piel con sus labios y se sube a su auto.Antes que se marche le pido que baje el cristal y ella
[MATÍAS]Sé que la mayoría de los mortales esperamos ansiosos por el día viernes por diversos motivos, pero el principal es que es el comienzo del fin de semana. Sin embargo, en mi caso es completamente diferente, mi cuerpo sabe que es viernes y no porque me vaya a ir de fiesta; sino porque volveré a verla y está vez no me cohibiré de besarla, por lo contrario, buscare la oportunidad de hacerlo. Desde que la deje partir de mi casa el sábado pasado que me reclamos a cada instante el no haber probado el sabor de su boca e intentar deducir que es todo esto que me está sucediendo.Al parecer a ella también le está sucediendo algo conmigo y al pensar en eso mi corazón salta de alegría, al menos no soy al único al que ese encuentro en lo que debería haber sido una visita normal a la veterinaria lo ha cambiado. La muestra es en media hora y la dirección del conserva
[MATÍAS]La observo detenidamente desde abajo del arco que divide la cocina de la sala. Está llenando la mesa de la sala con comida de esos que le encantan a los niños; pizza, hamburguesas, patatas fritas y demás. En lo único que yo puedo centrarme es de lo increíble que luce y en los recuerdos del beso que le he dado hace tan solo unos cuantos minutos. Los niños comienzan a correr alrededor de la mesa mientras buscan su comida y regresan al jardín, donde hay un área de juegos preparada, cada sonrisa que le da a cada uno de esos niños es otro flechazo directo al corazón. Creo que Cupido ha hecho de las suyas... tengo la sensación de que me enamorado y en tiempo record. No sé porque me sorprendo; es tan perfecta. Es prácticamente imposible no enamorarse de una mujer así y si bien tengo miedo de muchas cosas, no me perderé la oportunidad de tener una historia con ella
[MATÍAS]Llego a mi casa con mi cabeza y corazón hechos un lio, son miles los pensamientos y sentimientos que me invaden. Tengo la sensación de que me he parado en medio de un campo de batalla y me estuvieran atacando por todos los rangos posibles. Por un lado, el amor me ha atacado disparándome justo al corazón hasta hacerme sentir que no puedo respirar cuando la veo, y por el otro la posibilidad de ser padre de un niño increíble me ataca sin piedad hiriéndome en todos mis puntos débiles. El solo hecho de pensar que podría estar enamorado de la tía de mi hijo, me provoca ansiedad; es como si en estos momentos me estuviera dando un ataque de pánico.—Matías, ¿Qué te sucede? — Me pregunta mi hermana, quien acaba de entrar a la casa y se sienta en el sofá frente a mi.—Cintia, necesito hablar contigo por favor... creo que me dará
[MATÍAS]Está vez ella ha venido a la casa correcta y soy yo quien abre la puerta para recibirla y tal como me sucede desde que la vi por primera vez, me quedo mudo ante su belleza. Me decepciona un poco que no haya venido con Daniel, realmente quería verlo. —Buenos días. — Me acerco para saludarla y aquí es donde está el dilema, 《¿Cómo la saludo?》—Buenos días. — Me responde y con una de sus manos acomoda un mechón de pelo detrás de su oreja y esa es mi señal.—Discúlpame, pero debo hacerlo. — Le digo y la tomo por la cintura atrayendo su cuerpo al mío. Con mi mirada clavada en la suya acaricio su mejilla y acerco mis labios a los suyos hasta rozarlos. Sus labios saben a caramelo y me encantan. Tengo miedo de que después de que esta noche hable con ella todo se eche a perder, pero al menos debo intentar dejarle saber que r
[MATÍAS]Aquí estoy parado frente a su puerta con ansias y muchos nervios de lo que pueda suceder esta noche. Esta mañana solo pude perderme mirándola a la distancia y pensando en las diferentes posibilidades de lo que podría ocurrir en esta velada. Unos cuantos minutos después de que tocara el timbre, ella abre la puerta y me quedo hipnotizado con su belleza. Se ha colocado un vestido color champagne corto, pegado a su silueta y con un escote que seguramente me distraerá toda la noche —Buenas noches. — Dice sonriente al ver que me he quedado hecho un idiota enfrente de ella.—Buenas noches... no sé muy bien que decir, te ves deslumbrante. — Consigo decir con nervios.—Muchas gracias, tú también te ves muy pero muy bien. — Dice.—¿Lista? — Pregunto y le ofrezco mi brazo para que se sostenga de él.—Sí