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4. Nuestra Primera Cena (Parte 1)

[AITANA]

《¿Cómo se supone que debo vestirme para una cena con el famoso escritor Matías Mendoza?》 He estado intentando actuar como una persona normal desde que llego a mi veterinaria aquel día, pero es prácticamente imposible seguir disimulando; ahora entiendo la obsesión de Carla con él, es realmente guapo. Finalmente me decido por una falda corta color negra y acentos de flores en los costados, ajustada al cuerpo, blusa sin mangas del mismo color y zapatos haciendo juego; ni muy exagerada, ni muy sencilla. Termino de alistar la mochila de Daniel y salimos de casa. Mientras conduzco a su casa no puedo dejar de pensar en lo feliz que sería mi hermana si hubiese tenido esta oportunidad, para ella él era su amor platónico, se perdía entre sus libros y suspiraba ante las fotos de sus entrevistas.

Después de unos cuantos minutos finalmente llego a destino. Estaciono frente a su casa y al llegar a la puerta toco el timbre. —Mami, ¿Crees que me dejen jugar con el piano? — Me pregunta Daniel mientras esperamos.

—Lo dudo cariño, Matías no estará y sabes que ese es su piano, además te quedaras en la casa de al lado con la señora Paula. — Le explico y su carita ha cambiado drásticamente. Al abrirse la puerta allí esta Matías y vaya que luce guapísimo, ese pantalón negro y camisa blanca con sus primeros dos botones desabrochados le queda increíble. Esa mirada profunda que él tiene se fija en la mía y no puedo más que sonreírle. —Hola nuevamente. — Digo nerviosa.

—Buenas noches, pero que guapa que te ves. — Me dice y creo que me he sonrojado.

—Eh... gracias. — Murmuro.

—Hola campeón, ¿listo para divertirte? — Le pregunta mientras se agacha.

—¡Sí! — Dice entusiasmado.

—¡Daniel ven! — Grita la sobrina mayor de Matías desde adentro de la casa.

—Mi madre y mi hermana se quedarán aquí, es que mi padre tiene visitas— Me explica.

—Esta bien, por mi no hay problema—

—Chau mami. — Escucho que me dice Daniel, y sin siquiera saludarme va adentro, cosa que me sorprende mucho.

—Al parecer y sacando el escándalo por el juguete, se llevan de maravilla. — Le digo entre risas.

—Eso parece. — Me responde sin quitar su mirada de mí. —¿Vamos Doctora Di Luna? — Propone.

—Aitana, y si... vamos. — Respondo y lo sigo hasta su auto.

—Permíteme. — Dice abriendo la puerta del lado del pasajero de su auto.

—Gracias. — El interior del auto me encanta, es de cuero color negro y al ser de noche las luces azules iluminan todo de una manera muy impactante. —Bonito auto. — Comento cuando él sube.

—Gracias, solo espero que te guste el sitio donde te llevare. — Me dice algo nervioso.

—Seguramente me gustara. Además, tú invitaste, tú eliges. Así funciona. — Explico.

—La próxima eliges tú, aunque yo te invite. — Propone.

—¿Apenas estamos empezando esta primera cena y ya piensas en la siguiente? Primero deberíamos ver si después de que me conozcas me soportes... — Le digo riéndome.

—No tengo duda alguna que lo hare. — Rebate.

Noto la seguridad en su voz y me da un poco de temor que tenga tanta seguridad en lo que quiere. No sé muy bien si esto es una cita o no, pero es imposible que no tenga nervios. No tengo mucha experiencia con los hombres, he estado tan ocupada haciéndome cargo de Daniel y con mi veterinaria, que lo último en lo que he pensado es en el amor. Realmente creo que estoy pensando demasiado, es imposible que un hombre como Matías se fije en alguien como yo para algo serio. 《¡Basta Aitana! Apenas lo conoces.》Me grita mi subconsciente.

—¿Te encuentras bien? — Pregunta interrumpiendo el caos que hay en mi mente.

—Si... Solo pensaba. — Le confieso.

—¿En qué? — Presiona.

—No, nada... simplemente que estoy en el auto de un escritor famoso yendo a cenar con él, pero, tranquilo esto me pasa todos los días. — Le digo en broma.

Su risa invade el interior de este auto y solo puedo reírme con él —Creo que me empiezas a caer muchísimo mejor de lo que ya lo hacías. Una mujer con sentido del humor; eso vale mil. — Comenta y otra vez esa mirada intensa se clava en mí.

—Debo hacer una broma al respecto porque de otro modo estaría sin poder hablar. — Confieso.

—Soy una persona normal. — Me dice y solo puedo rodar mis ojos, ni él se lo cree.

—Aha... — Es lo único que puedo responderle.

—Bueno, te lo demostrare ¿Puedo comenzar mi interrogatorio? — Me pregunta sorprendiéndome.

—¿Acaso tienes un interrogatorio para mí? — Averiguo.

—Sí, es que quiero saber muchas cosas sobre ti. — Explica apartando su vista de la carretera por un instante.

—De acuerdo, me preparare psicológicamente para esto. —

—Tienes tiempo hasta que lleguemos al restaurante. — Me advierte.

—¿Falta mucho? — Indago.

—No, es allí. — Dice señalando un restaurante que está en una esquina.

—Genial... — Digo sarcásticamente.

—No te preocupes, solo te preguntare de ti. Nada de tus novios... por ahora. — Me indica.

—No me preocupo, por más que me preguntes por eso; no hay mucho que contar. — Le respondo y creo que abrí mi boca de más porque su mirada es de sorpresa.

—Ahora me harás preguntarte de eso también. — Me dice mientras estaciona.

《Estupendo Aitana, tú y tu gran bocota... Ahora sí que este hombre creerá que eres una tonta. Bueno, que se dé cuenta cómo eres rápidamente así no pierde el tiempo contigo... quizás sea lo mejor. 》Me digo a mi misma.

[MATÍAS]

Caballerosamente, le abro la Puerta del restaurante y después de que el hostess nos pidiera que lo siguiéramos, comenzamos a caminar por el lugar hasta llegar a nuestra mesa. Camino detrás de ella apreciando la vista de su figura moviéndose al compás de sus pasos; es increíble lo diferente que luce esta noche, esa falda le hace justicia a las largas y bien trabajadas piernas que posee, la blusa que ha elegido es de una tela algo trasluciente que permite apreciar las curvas de su figura y de no ser por su larga cabellera castaña seguramente podría ver el ancho de su espalda. 《Matías, cálmate》 me grita mi subconsciente. No es posible que este es el segundo día que vez a esta mujer y ya estas así; no me atrevo a decir que es amor a primera vista ni mucho menos, pero ¿Qué es esto?

—Esta es su mesa. — Dice el hostess. —Paolo vendrá en un instante a tomar su orden. — Nos avisa y se retira.

La observo mientras que su mirada recorre el lugar y se ve algo sorprendida —¿Te gusta el sitio? — Le pregunto y su mirada vuelve a encontrarse con la mía.

—Sí, es muy bonito y muy elegante. Como te imaginaras es complicado venir a sitios como este con un niño. — Explica sonriente.

—Claro, ellos prefieren otra comida, pero ¿ninguno de tus novios te ha llevado a sitios así? — Le pregunto y automáticamente sus mejillas se tornan del color de un tomate. 

Las palabras que me ha dicho en el auto retumban en mi cabeza. 《¿Cómo puede ser que una mujer así no tenga mucho que contar acerca de novios?》 La observo y solo puedo imaginar la cantidad de hombres que deben caer rendidos a sus pies y puede ser que yo esté siendo uno.  —No. — Me responde acomodando un mechón de cabello detrás de su oreja; claramente está nerviosa, pero ¿Por qué? 

—Pues, déjame decirte que un hombre que tenga a una mujer como tu como novia, debería llevarla a los mejores sitios que existan. — Digo sin pasar ninguno de mis pensamientos por ningún tipo de filtro.

—Digamos que mi vida amorosa no ha sido muy interesante. — Me confiesa.

—No entiendo. — Expreso intentando sonsacar algo más de información, pero el camarero nos interrumpe. Hace las introducciones necesarias y pedimos una botella de vino tinto con la cual los dos estamos de acuerdo y él se retira. —¿Me explicas? — Digo inclinando mi cuerpo sobre la mesa. 

—Matías, soy una chica normal y con un niño ¿Sabes lo complicado que es que un hombre te acepte con un hijo? — Me pregunta y no puedo creer que ese sea su mayor problema. 

—Claramente son unos idiotas. — Refuto con la mayor honestidad. 

—No, además mírame... soy la mujer más normal del mundo. —  Explica y con sus manos se señala así misma. 

—Te estoy mirando y por eso no entiendo. — Comento con mi barbilla apoyada sobre mi mano. 

Su mirada se aparta de la mía y allí está nuevamente avergonzada, algo que me encanta. —Además, entre Daniel y la veterinaria no he tenido mucho tiempo para mí. — Adhiere. 

—¿Hace cuánto tienes tu propia veterinaria? — Le pregunto con mucha intriga.

—Tan solo dos años. — Dice, pero el orgullo en su voz es notable. 

—Que lastima que no te he encontrado antes. — Señalo con una media sonrisa.

—Tengo entendido que tenías otro perro, ¿no? — Me pregunta.

—Así es, al parecer me conoces algo. — Le digo sonriente.

—Digamos que mi hermana era muy fan tuya y algo me ha hablado de ti. Además, siempre hay noticias tuyas en internet, sobre todo cuando sacas un nuevo libro. — Confiesa, pero algo me dice que hay algo más porque muerde su labio inferior; algo que me gustaría mucho hacer.

—Creo que me ocultas algo.... — Presiono para que me cuente.

—Vale, te sigo en Instagram y Twitter. — Me dice entre risas.

—Ahora si... eso si tiene sentido. — Digo riéndome. 

—Igual es culpa de Carla. — Se defiende de la misma manera y con algo de melancolía.

—¿Carla es tu hermana? —

—Si. — Responde algo triste.

— ¿Y se puede saber de qué falleció tu hermana? — Le pregunto y no sé si hice bien en hacerlo.

—Ella tenía una enfermedad en el corazón; se suponía que no debía tener hijos, pero quedó embarazada y no quiso abortar. — Me explica y me quedo helado ante sus palabras. 

—¿Es decir que ella sabía que moriría al tener a su hijo? — Indago sorprendido.

—Si, por eso arreglo todos los temas legales de Daniel antes de que naciera para que yo pudiera hacerme cargo. — Me explica y noto como una lagrima se derrama por su mejilla. 

—Ha sido muy valiente. — Admito y tomo su mano por encima de la mesa.

La sensación de rozar su piel me genera escalofríos por todo mi ser y ahora entiendo que necesito tener en claro que me sucede con ella. Aitana claramente no la ha pasado bien en la vida y yo no tengo porque venir a empeorarla con mi confusión. Debo tomarme el tiempo de conocerla y aclarar mi mente para saber que es realmente lo que me ocurre con ella; si es simplemente una simple atracción o hay algo más detrás de todo esto. 

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