La Doctora de mi Mejor Amigo
La Doctora de mi Mejor Amigo
Por: S. Dal Santo
1. La Doctora Di Luna

Mes de julio

Hace tan solo unos pocos días que Danko llego a mi vida y debo admitir que la ha cambiado por completo. Aún sigo extrañando a Zeus, pero al menos este cachorro Golden retriever me ayuda a sobrellevar la ausencia de mi mejor amigo. No tengo duda alguna de que Danko se robara mi corazón en un dos por tres; no llevo ni una semana con él y ya lo está haciendo.

Lo observo mientras corre por todo el jardín detrás de su pelota de futbol que de a poco va destrozando y no puedo evitar reírme. Mis sobrinas Kiara y Sara están completamente felices porque ahora tienen un nuevo amigo con quien jugar y no dudo un segundo en unirme a ellos como si fuera un niño de seis años. Pateo la pelota y él corre detrás de esta hasta que de pronto se detiene y comienza a lamer su todavía pequeña patita. Me acerco a él preocupado mientras que mis sobrinas me preguntan que le ha sucedido, pero no tengo respuesta alguna para ellas.  Observo la almohadilla de su pata derecha y noto que se ha lastimado. Sin dudarlo un segundo lo cargo entre mis brazos y llamo a Sergio; el veterinario que lo ha revisado por primera vez antes que lo trajera a casa. Si hay algo que me angustia es ver sufrir a un animal ya que ellos no pueden decirnos que es exactamente lo que le sucede. 

—Matías, lo lamento Sergio se ha ido de vacaciones. — Me dice su secretaria al otro lado de la línea.

—Vale, gracias, Amaia. — Le respondo y al colgar busco en internet por otra veterinaria que quede cerca de donde vivo y que por supuesto tenga unas buenas referencias. Mientras lo hago sigo escuchando como el cachorro sigue quejándose del dolor y sin dudarlo un segundo escojo una de las veterinarias de la zona. Agarro a Danko entre mis brazos, le explico a mi hermana lo que ocurrió y le pido que sé quede con las niñas. Rápidamente salgo de la casa, subo al cachorro al coche y voy hacia la veterinaria.

[...]

Son pocos los minutos que tardo en llegar a la clínica y al entrar, me doy cuenta de que el lugar no es muy grande, pero si está muy equipado y muy bien decorado. Luego de haberme registrado tomo asiento en la sala de espera con Danko entre mis brazos y espero pacientemente, aunque según me ha dicho la recepcionista, la doctora no tardara mucho en atenderme. Mientras espero intento calmar al cachorro acariciándole el lomo y tratando de evitar que siga lamiendo su patita. 

—Señor Mendoza. — Escucho a una voz femenina llamarme. 

Al levantar mi mirada veo a una mujer de pelo castaño oscuro, ojos verdosos y una figura increíble cubierta por su guardapolvo medico color blando; es realmente muy guapa… Rápidamente me levanto del asiento con Danko en brazos y camino hacia ella. 

—Buenas tardes. — La saludo.

—Buenas tardes, soy la doctora Di Luna. Pase por favor. — Me pide y abre la puerta por completo para que pase con el cachorro.  

[…]

La guapísima doctora está revisando a Danko bajo mi atenta y estoy seguro de que algo incomoda mirada hasta que de repente un niño entra al consultorio. —¡Mami, estoy aburrido! — Le dice el pequeño y luego sus pequeños ojitos café se posan en mi cachorro. —¡Qué bonito perrito! — Comenta muy emocionado e intenta alcanzar la mesa de examinación para tocarlo.

—Daniel, ¿Qué haces aquí? te dije que me esperaras en mi oficina. — Le regaña —Discúlpame Matías. —Me dice y me doy cuenta que se ha dado cuenta de quién soy.

—No te preocupes, tu hijo es precioso. — Le digo observándolo, y es que realmente es lindo, ojos cafés, pelo color castaño muy claro, y mirada picara. — ¿Te ayudo? — Le pregunto y lo alzo entre mis brazos para que pueda tocar a Danko.

—Gracias. — Me dice sonriente y su pequeña manito acaricia el lomo de Danko. 

—Corazón, por favor espérame en mi oficina; a Danko tendré que curarlo. — Le explica y con él aun en mis brazos le da un beso en la frente, algo que me parece sumamente tierno.

—Vale mami... te espero en tu oficina. — Le responde él algo triste una vez que sus pies vuelven a tocar el suelo, se va del consultorio.

—Lo siento; hoy la niñera no pudo ir a cuidarlo y lo tuve que traer. — Me explica.

—No, ni te preocupes. Permíteme decirte que eres una madre muy joven. — Comento sonriente.

La miro y allí se van todo intento de conquista; sería muy extraño que una mujer como ella no estuviera comprometida, casada o algo, pero ¿un hijo? Es realmente joven.

—Bueno en realidad él es mi sobrino. — Me explica mientras sigue examinando a Danko.

—¡Oh! Disculpa, es que como te ha llamado mamá. — Me defiendo y la verdad es que no entiendo nada, pero muero porque me explique.

—Es que él nunca conoció a mi hermana. — Me dice mientras busca lo que pareciera un bisturí, pero no lo es. 

—¿Ella no quiso hacerse cargo? — Pregunto y creo que no debería de haber sido tan curioso.

—No, ella falleció al dar a luz. — Confiesa y está vez sus ojos verdes se clavan en mí y ellos reflejan tristeza.

—Lo siento... ¿Y el padre? — Averiguo y no sé que hago haciendo tantas preguntas.

—No tengo ni idea quien es; mi hermana nunca me lo quiso decir. — 

—¿Es decir que tú te has hecho cargo de él? — Indago.

—Si, para mi es mi hijo, y para él yo soy su madre. — Dice sonriente.

—Perdóname, te he preguntado todo esto y ni siquiera sé cómo te llamas. — Expreso con una media sonrisa.

—Me llamo Aitana. — 

—Un gusto, soy Matías. — Me presento.

—Lo sé... mi hermana era muy fan tuya, todavía están todos tus libros en mi casa. — Indica con melancolía.

—Me hubiese encantado conocerla. — Le digo con mucha sinceridad.

—A ella también…. Bueno Matías, déjame decirte que tu pequeño cachorro se ha clavado una astilla en su pata y hay que quitársela, pero a causa del lugar donde está alojada tendré que hacer una pequeña incisión y para que no le duela ni se mueva lo anestesiare; de otra manera será imposible. — Me explica.

—Mientras que él este bien has lo que debas hacer. — Indico seguro. 

—¿Quieres esperarme afuera? — Me pregunta.

—¿Puedo quedarme? —

—Si quieres... — Ofrece.

—Si, claro. — Respondo de inmediato. 

—Bueno iré a preparar los materiales. — Me informa y sale del consultorio. La observo mientras se aleja y solo puedo pensar en que realmente es muy bella y muy noble al haberse hecho cargo de su sobrino. 

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