04 - Una mentira más.

Para el hombre de las sombras, estar frente a una chiquilla consentida, y ser estudiado minuciosamente, era aterrador, solo porque se traba de ella. La adolescente que siempre observaba de lejos, la misma estudiante de medicina que le encantaba ver en las conferencias. Sus ojos azules, eran diferentes a los de sus padres, pero únicos al mismo tiempo. En ella lucían preciosos, y la hacían ver tan encantadora.

— ¿Me estás siguiendo? — pregunta la joven médica, una vez que pudo salir de su encantamiento. Nunca antes, un hombre le había parecido tan atractivo, como lo era ese hombre frente a ella —. Si tienes miedo que rompa el trato, puedes estar tranquilo.

Ezekiel frunció el ceño. Realmente esperaba eso, pero escucharla decir aquello, le hizo sentir un poco…, diferente.

— No te sigo — miente —. Es mi lugar favorito para pensar.

Holly ni siquiera lo estaba escuchando. En su mente solo se reproducía las palabras duras de su hermano y la imagen de Fernando, con su mejor amiga, en ese patético departamento que ella misma había adquirido.

¿Tan desdichada era su vida, que no merecía un poco de respeto?

El hombre, tomo asiento a su lado, al darse cuenta de que ni siquiera lo estaba escuchando, y, aunque no era bueno consolando a las personas, por ella aprendería. Entendía que ella estaba mal por su ruptura, sin embargo, no comprendía, porque armaba tanto drama por ese inservible hombre, especialmente cuando la engañó.

— ¿Qué haces? — pregunta Holly, cuando se percata que el hombre se encuentra sentado a su lado. Ezekiel, coloca sus manos sobre la cabeza de la mujer, y comienza a acariciarla, mientras que, Holly se muestra un poco sorprendida, de que un hombre tan grande e intimidante como él, esté rascándole la cabeza.

— Consolándote — responde, sintiéndose completamente ridículo.

— Eso no significa que no te haré la vida imposible como esposa — El corazón del hombre comenzó a latir de una forma tan rápida cuando escuchó aquellas palabras —. Me has puesto entre la espada y la pared. Te has aprovechado de mi vulnerabilidad, y te has aprovechado de mi hermano. No quiero este matrimonio, pero me he metido en el ring sin quererlo.

Si lo decía de esa forma, Ezekiel quedaba como el villano, y debía admitir, que se sentía horrible ser conceptuado de esa forma. Sin embargo, ella aceptó ser su esposa; pero no quería una esposa infeliz.

— He prometido convertirte en una mujer poderosa, envidiada a cambio de este trato. Quizás no lo he hecho de la mejor manera, pero lo necesito, y, quien mejor que tú, que conoces éste mundo.

— ¿Qué pasa si no cumplo con mi palabra? — Ezekiel simplemente sonrió ante esa pregunta.

— Nada. Si quieres irte, puedes hacerlo. No te voy a detener, ni cargar con nada. Es notorio que tu vida es desdichada en estos momentos, para cargarte con un matrimonio que no quieres.

Holly estaba sorprendida, y debía aprovechar. Se puso de pie de inmediato, y tendió su mano, para agradecerle el gesto. El hombre no era tan malo, como creía, y ahora se sentía extremadamente fatal, porque perdería su fortuna. Ciertamente no lo perdería, porque ella pensaba al mismo tiempo, que podía conseguir cualquier mujer; lo que no sabía es que Ezekiel, solo tenía ojos para ella, y al parecer, seguiría de ese modo.

— Gracias, de verdad.

Y con esas palabras ella se alejó, y él se resignó a que debería de pelear por todo desde cero. Porque simplemente, si no conseguía una esposa, su abuelo lo donaba todo, y eso lo enfurecía y frustraba al mismo tiempo.

Soltó un suspiro y se puso en marcha para ir a ver a su abuelo. El hombre necesitaba hablar con él y convencerlo de que su testamento estaba mal. Que era una idea horrible, porque pese a que podía casarse con cualquier mujer, no deseaba hacerlo. El matrimonio era algo que respetaba bastante, y no quería faltar a sus principios.

— Hola abuelo — saludó, ingresando a la habitación donde se encontraba acostado, leyendo un periódico —. ¿Cómo has estado?

— Sobreviviendo — responde el anciano —. Sabes que no me queda mucho tiempo de vida.

— Entonces tu último deseo, es verme casado, aunque implique ser infeliz — repone Ezekiel, observando como su viejo abuelo fruncía el ceño.

Fue la única persona, que lo salvó de aquel desastroso orfanato, y el anciano adoraba a su nieto, pero estaba cansado de que desperdiciara su vida, dentro de esas cuatro paredes, sin nada más, y temía que viviera solo, como lo hizo él. Podrían no llevar la misma sangre, pero era su abuelo adoptivo y lo que quería como un nieto de verdad.

— Sé que encontrarás a la indicada, niño.

— Sé que no lo haré. No aparecerá una por arte de magia, y no planeo casarme solo por tu dinero. — El anciano sonrió con la respuesta que le había dado su nieto, y pese a que sabía que había alguien, no le iba a obligar a que vaya detrás de aquella jovencita, por lo que se mordió la lengua.

— En ese caso, no hay nada de qué hablar…, a excepción de la inauguración de la nueva cede. Te has mudado aquí, debemos hacer un evento para ello y los inversionistas.

— ¿Crees que sea necesario?

— Lo es. Al fin de cuentas, todo será donado — Ezekiel estaba frustrado por eso, pero intentaba mantener la calma. Negó varias veces y se fue de la habitación —. Las invitaciones ya están hechas. Será este fin de semana.

Lo escuchó, pero no prestó atención. Si esa era la voluntad de su abuelo, él la respetaría, pese a todas las circunstancias por la que lo está haciendo pasar. De igual forma, sigue estando agradecido, además, había trabajado en algo pequeño, por lo que vivirá cómodamente cuando se quede sin nada más.

— Señor Dankworth, esta es la lista de los invitados. Su abuelo me dijo que le entregue, en caso de que se haya saltado invitar a alguien — dice el mayordomo, con un miedo hacia su jefe.

— No importa, Ferit, de igual forma no creo asistir.

— Lo dejaré en caso de que decida mirarlo — avisa, dejando la lista sobre la mesa en el comedor, mientras él, simplemente, tomaba asiento en ese comedor tan grande.

El silencio era lo único que lo abrazaba en esa casa, tanto que la soledad se ha vuelto su mejor amiga. Estaba tan acostumbrado, que comprendía el deseo de su abuelo; sin embargo, no encontraba a alguien capaz de aguantar sus genios y su forma de vivir, a excepción de ella. En la mente de Ezekiel, aún se dibujaba el perfecto rostro cincelado de la pequeña Brusquetti, esa nariz respingada y sus pequeños labios tentadores, que lo incitaban a probarlos, y sus ojos llameantes que lo embrujaban. Siempre le había gustado, pero ahora, que había estado cerca, y pudo sentirla y oler su perfume, sentía que no podría borrarla nunca más.

Era tan decidida y perfecta. Tan arrogante y sincera. Tan tosca y dulce. Eran tan iguales y diferentes al mismo tiempo.

El hombre tomo la hoja con sus manos, y comenzó a leer la lista de invitados, hasta que sus ojos quedaron, en los de la familia de la dulce niña, que le había enamorado desde ya hace tiempo.

— Solo no puedo obligarte a quererme, pero puedo cuidarte desde la distancia — susurró a su nombre, para después, volver a ponerse de pie y salir de la mansión.

Al otro lado de ciudad, se encontraba Holly, acostada en su habitación, cuando su madre irrumpió en ella. Estaba leyendo un libro de medicina, porque tenía un examen teórico. Después de mucho tenía que hacerlo de nuevo, antes de hacer su residencia.

— ¿Molesto? — pregunta su madre, un poco preocupada, pero sabía que la única forma de llegar a su hija, era así.

— Claro que no. Solo estoy leyendo un poco — Holly sabía porque estaba su madre ahí, y entendía su preocupación —. ¿Quieres que te hable de él?

Temía a que le dijera que sí, porque ciertamente, no tenía idea de qué hablar. La verdad era, que ni siquiera sabía su nombre, y decirle a su madre que había roto el compromiso, cuando a la mañana todo estaba bien, era muy vergonzoso. Se estaba ahogando sola.

Si le decía que lo amenazó por su hermano, implicaba el verdadero problema, y luego lo de Fernando y así sucesivamente, hasta quedar sin aire.

— Solo si así lo quieres.

— Nos conocimos en la universidad, creo que es uno de esos inversionistas — Holly comienza a inventar, sin saber que parte de lo que dice, es real —, y simplemente, me gustó.

— ¿Estás enamorada?

— Eso es difícil de responder, solo sé que amo su compañía. Más bien, hablar con él, pero ahora que compartí, diría que es mejor en persona que a través de una pantalla. — Kerianne sonríe al escuchar a su hija hablar así.

— ¿Y Ricky?

— Se puede ir a la m****a — responde sin darse cuenta de que a su madre no le gusta escucharla decir groserías —. Lo siento.

— Es comprensible. Escucha, tu padre y yo, pasamos por mucho para estar juntos, algunas de las situaciones fueron ridículas, pero si en verdad estás segura de lo que haces, solo no te olvides de nosotros. Te apoyaremos sea lo que decidas, y si quieres separarte, también estaremos —. Su madre toma la mano de Holly —. Sea cual sea, no nos excluyas. No nos olvides, porque estaremos para ustedes dos, tanto en las buenas, como en las malas.

Holly sentía el corazón chiquito, y tambien sentía vergüenza por ocultarle esta situación a su madre, y pese, a que ya no habría boda, no tenía forma de lanzarle una información como esa. Se sentía una hija horrible.

Por otra parte, Raúl oía detrás de la puerta sin comprender absolutamente nada. Solo pudo confirmar, que Fernando había engañado a su hermana, y que ella se casaría con otro hombre, más no sabía, que ese hombre, era el dueño de las calles de todo Londres, y que era por él.

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