Las palabras de Kail revolotean una y otra vez en mi cabeza, como un eco constante de una ilusoria fantasía que da cabida a la posibilidad de ser real.Estás destinada a conectar con nuestras almas, formar parte de nosotros…Como si la luna nos estuviera ofreciendo una segunda oportunidad de salvar y conservar aquello que nos pertenece…A ti, nuestra Luna.Mi respirar se vuelve ciertamente irregular por los frenéticos latidos de mi corazón, esos que arrematan con brusquedad mi pecho, casi dispuesto a salir de su cautiverio y servirse en bandeja al hombre que mantiene la firmeza intensa de su mirada clavada en mí.La presión de mi mano sobre la suya se afloja, temblorosa ante el estado entre la conmoción por su tan extraña y repentina confesión, donde el miedo se encuentra raspando la esperanza infantil de poder tener mi propio cuento de hadas.Escéptica, guardo egoístamente mis emociones, con el miedo atroz de la capacidad sobrenatural con la que puede leer mis pensamientos, dejando e
Observo desde las alturas la densidad frondosa del bosque que parece envolver la casa en la que me encuentro. Estoy perdida analizando la naturaleza viva de las altas copas de pinares que parecen danzar con el viento otoñal.Ha pasado dos días desde que Kail lanzo cierta luz a mi incesante incertidumbre sobre la rareza que parece gobernar en este lugar.Desde que se dio esa corta conversación, no he visto a ninguno de los hombres de esta casa volver a irrumpir en mi habitación o reclamar mi compañía de una forma sutil y esto comienza a pasarme factura.Mi única compañía hasta ahora es la atenta mujer de belleza sabia que se mantiene pasible en su mullido sillón, dándole forma a ese diminuto jersey de lana verde oscuro.Siento el peso de su mirada cada dos por tres, pero como Kail, ella parece saber cuando no irrumpir esta pequeña burbuja que amenaza con aislarme de todo y todos.Mis uñas se arrastran sobre la piel de mis brazos, esos que mantengo enrollados y presionados bajo mis pech
Tímidamente tanteo el manillar de la puerta, insegura del paso que estoy a punto de dar.A diferencia de lo que creía, Badel no interrumpió la escena y menos aún se unió a ella, como tanto su mirada me indicaba deseaba hacer.En su lugar llamó con la calidez suave de un padre orgulloso de sus hijos, al par que me había hecho darme cuenta de algo que inconscientemente yo ya había aceptado, hasta hacer que ambos se alejaran risueños de mí, para acomodarse a un costado de su padre en el marco de la puerta de mi habitación.Su mirada cargada de un cariño que revoloteaba en mi pecho, expulsó con suavidad la pequeña invitación a por primera vez desde que desperté en esta casa, comer con ellos en el comedor.Como una familia…El pensamiento hizo hormiguear mi piel hasta erizarla, robándome unos segundos esa sonrisita escurridiza que delataba lo mucho que había esperado algo como eso.Me siento tan malditamente sumisa con ellos.Con una inseguridad tan poco habitual en mí que algunas veces me
La gigantesca mano de Kail envuelve la mía mientras me orienta por la planta baja de la gigantesca mansión donde nos encontramos.Podría decirse que es una cabaña acogedoramente cálida, pero sus dimensiones y los espacios tan extensos de las diferentes áreas que hasta ahora he divisado por donde Kail me ha llevado, es algo más que una cabañita de montaña, posiblemente una poderosa mansión en la privacidad frondosa de este inmenso bosque que nos rodea.Ese que ahora puedo ver desde otra posición diferente, cuando nos adentramos al interior de lo que parece el comedor, con gigantescos ventanales que dan concretamente hacia la más extensa parcela del jardín posterior de la casa, ese que conecta directamente con el inicio del bosque de robustos e inmensos pinares.La calidez de la madera está presente en cada centímetro del lugar, pudiendo casi despejar por completo el frío que la breve neblina que se escurre de entre los árboles pueda traer consigo.Alejo mi atención del hermoso paisaje
Acaricio con las palmas de mis manos la alta hierba que me rodea, despeinando alguna que otra espiga que se mese en mi dirección, como si mi presencia la llamara tanto como a mi el lago en la distancia.Mis pies se mueven solos, pisando desnudos la tierra y os hierbajos aún en crecimiento.El sol es cálido, como una caricia acogedora que me recuerda la paz que en estos momentos soy capaz de sentir incluso aquí, en mis sueños.Estoy de vuelta en el mismo punto en el que la vi la última vez.Al otro lado del frondoso y aterrador bosque, ese al que nunca conseguía llegar en mis pesadillas.Cierro los ojos echando la cabeza hacia atrás, dejando que mi cabello suelto revolotee libre a mis espaldas, mientras disfruto de los rayos de sol que peinan esta gran explanada de hierba.Escucho el cantar bajo de las cigarras, a conjunto con la melodía natural de la alta hierba meciéndose en esta delicada danza junto al chapotear, ya no tan distante, del lago a unos metros de mí.Y entonces lo siento
Me despierto aún encerrada entre los fuertes y calientes brazos de Badel, concretamente sobre su pecho, como si este fuera el lugar correcto donde debo estar.Prisionera de su posesividad.No hay disgusto en mí por ese hecho, no cuando una parte mucho más hambrienta y activa en mí quiere todo esto de él, de ellos.Reclamar.Reclamarlos.Ser reclamada.Se repite en el eco de mi pulso, cada vez más tosco, cada vez más frenético, como si me hubieran dado un chute de adrenalina y mi mundo se viera completamente nuevo.Cierro los ojos, deslizando mi mano sobre el pectoral desnudo de Badel, aún con mi cabeza recostada sobre su hombro.Me siento tan pequeña, tan ridículamente frágil y suave sobre él.Aspiro extasiada su fragancia, marcándose cada elemento que hace delirar mi mente.Canela, menta y madera.Mi mano asiente libre e intrépida hacia su hombro, para finalmente perderse en su nuca donde mis dedos jalan suavemente de su revuelto cabello sacando de su garganta un ronco y bajo gruñido
—¿Quieres que te enseñe la casa? — Cuestiona Badel interrumpiendo el agradable silencio que se había acomodado en nuestro desayuno.A diferencia de Kail, Badel me deleitó en una actitud despreocupada preparando nuestro desayuno en la inmensa cocina en la que aún nos encontrábamos.Ambos acomodados en la inmensa isla de oscuro mármol, sobre los altos taburetes que la acompañaban, disfrutando de unas ricas tortitas que solo han aumentado mi interés en el atractivo hombre que no deja de sorprenderme.Una sonrisita aparece en sus labios, quizás por perderme más de lo necesario en deleitarme con su atractivo rostro, aún en esa calma hogareña de recién levantado.—Me encantaría —Ensancha su sonrisa, extendiendo su mano para ayudarme a bajar del taburete. Se lo permito, no puedo evitar disfrutar de este tipo de gestos, siempre tan acostumbrada a valerme por mi misma. — Aunque siento que me perderé igualmente…Insta a nuestros dedos entrelazarse nada más toco el suelo.Él es tan grande.Él es
Cedo mi control al capricho risueño y entusiasta de Leonel y Lanto, quienes tiran de mi por el resto de la casa, mostrándome cada rincón que ellos creen de importancia.Con una sonrisa en mis labios me distraigo de vez en cuando en la interacción de Leonel y Lanto, observando la forma tan tierna en la que Lanto lo ayuda cuando algo se le dificulta o incluso lo carga en brazos para subirse sobre alguna superficie para ambos enseñarme alguna de las fotos colgadas en el extenso pasillo.Lanto es suave y dulce, como un diente de León.Y algo en su comportamiento, en el brillo de su mirada e incluso en su encantadora sonrisa, me instan a cuidarlo, a querer protegerlo como he hecho con Leonel, por eso quizás estoy acortando nuestra distancia, previendo cualquier posibilidad de que ambos niños se caigan de la baja repisa a la que se han subido para señalarme con mayor facilidad las fotos que desean mostrarme.—Este de aquí es Kol, es nuestro hermano mayor — Explica Lanto mientras señala una