—NATALIA—

El desayuno fue una experiencia extrañamente acogedora, como si estuviera por fin viviendo una de esas escenas idílicas de películas donde existía una gran familia unida.

A pesar del silencio de Kail y de dos de los niños mayores, Kol y Belt, cada uno con similitudes resaltadas de sus padres, pero con auras frías y distantes como la de Nova, así como la ausencia de Badel y Lex, todo se había sentido cómodo y natural.

Más aún cuando Leonel se salió con la suya, terminando desayunando sobre mi regazo a pesar de la negativa de Nox y Lyam quienes parecían acusarme de consentirlo más de la cuenta.

Bueno, ellos deberían comenzar a acostumbrarse a esto.

Voy ha consentir y mimar a cada uno de estos niños, quieran o no.

Y sí, a pesar de sentir esa ferocidad demandante en Nox que me hacia desear seguir sus exigencias casi sumisamente, cuando se trataba de los niños algo en mi se avivaba, como una madre oso dispuesta a sacar sus garras si hacia falta para defender a sus crías.

A difere