Capítulo 29
—Lucía, este hombre está bien bueno. Deberías darle una oportunidad. ¡Ánimo, llévatelo a la cama! —dijo Mariana antes de subir al taxi.

Lucía se volteó cuando el taxi se alejó. Pedro la esperaba apoyado con firmeza en el auto. Una jovense le acercó atrevidamente.

—Hola, ¿puedo tener tu número? —preguntó la chica sonrojada. —Por favor, hice una apuesta con mis amigas. Si no consigo tu número, perderé.

—¿En qué me afecta que pierdas tu apuesta? —respondió Pedro con frialdad.

La muchachita era la belleza de su escuela, siempre perseguida por otros. No esperaba ser rechazada de esa manera en su primer intento.

—Apártate, estorbas—dijo Pedro molesto.

—Solo quiero tu número, no te molestaré después.

—Lárgate—gritó Pedro, perdiendo la paciencia.

Ya lo estaba molestando. La muchacha se quedó desconcertada. Pedro, viendo que Lucía observaba la escena, se acercó con delicadeza y la rodeó con el brazo.

—¿Ya viste suficiente? Vamos, hay que cambiarte el vendaje. — Su herida en el pecho aún no sana
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