Con nostalgia les anuncio que este es el fin del libro completo de La Alfa Raven de Esclava a Reina. Agradecida con todos los lectores que hayan llegado hasta aquí. Por favor, no olviden dejarme su recomendación fuera del libro, en la portada, con las cinco estrellitas. Me ayuda mucho para que otros lectores se animen a leer esta aventura. Nos vemos en el libro del Alfa Ajax, abrazo grande.
Raven Caminé por los pasillos de esta enorme mansión. Mis manos temblorosas y sudadas del nerviosismo. Mi cuerpo, aún cubierto de heridas, sobre todo las del abdomen, que casi se habían llevado mi vida. Iba camino a ver a mi salvador, al hombre que le debo el estar aquí hoy, pero sobre todo, el único hombre que me puede dar mi venganza y redención. Me hacen pasar a una enorme sala y al final, casi como si estuviese en un trono, lo veo sentado, revisando unos papeles sobre un enorme escritorio. Solo en su presencia me siento intimidada, él es un Alfa puro, pero yo, no soy cualquier cosa tampoco, ya no más, así que saco seguridad de mi interior y camino hacia el Alfa Walker. — Me dijeron que pedías una audiencia conmigo, que era muy importante— me dice con su profunda voz sin levantar la vista de lo que revisa. — Yo, tengo una propuesta que hacerle— suelto después de tragar y mi loba me está dando ánimos, a pesar de que la presión del Alfa, la mantiene en sumisión. — ¿Qué propu
Raven1 MES ANTES…Las lágrimas caían de mis ojos sin poderlo evitar, los nudillos blancos de tanto apretar el borde la sábana, tapando mi maltrecho cuerpo, mientras la vergüenza y el asco a mí misma, me invadían.— No sigas llorando como si te hubiese violado a la fuerza, que tú viniste por tus propios pies a meterte en mi cama. — Ya deja esa actitud de mártir, que me tienes un poco harto – lo escucho con su cínica voz, mientras se está poniendo la ropa al pie de la cama y me mira con esos ojos tan odiosos y despreciables. — Entonces… mi hermana… prometiste dejarla libre…— le digo suplicante limpiándome las lágrimas, que siguen cayendo y el nudo en mi garganta casi no me deja hablar.— Ya veremos después eso – me responde como si nada, cuando ya me había prometido que no la entregaría como ofrenda, si yo cedía finalmente a su acoso.— Después no, Alfa, me prometió que la sacaría de la selección, si yo…si yo, me entregaba a usted… ¿cómo puede faltar ahora a su palabra? – comienzo a
Raven — No. Lo hice por mi hermana— respondí cerrando los ojos en agonía. Dije que no, porque no fue una violación de la manera convencional, pero de cierta forma sí me obligó, me orilló a hacerlo, porque, aunque yo sola caminé hacia esa habitación, le había rogado muchas veces que no escogiera a Verena, me postré de rodillas y le supliqué. Ella ni siquiera había cumplido los 18 años, era hasta menor de edad, mi madre moriría de su enfermedad en el corazón. Incluso, en un momento de desesperación, me ofrecí para ser el tributo yo misma, aunque eso significaba una vida de esclavitud, peor que morir, sin embargo, él solo me miró con burla y me hizo esa horrible propuesta. Me dijo que para ser la put4 del Rey Alfa como su tributo, mejor era la suya. Ese siempre había sido su objetivo, desde el primer momento en que puso sus ojos obsesivos y asquerosos sobre mí. Solo se aprovechó de mi desesperación. — ¡Podías haber esperado a que yo regresara, habríamos buscado una solución, le h
Raven Bajando la cabeza, aguantando y aguantando, solo por un gesto de buena voluntad, solo por la esperanza de agradarle a la mujer que llamaba madre. Siempre me quedaba a cargo de Verena, en realidad es menor que yo por solo unos meses, tampoco es que sea tan pequeña, sin embargo, se dañaba una hebra de sus cabellos y los castigos llovían sobre mí. Yo era la hermana mayor y debía cuidarla y no dejar que le sucediera nada. Para eso sí era una hermana, pero cuando llegaban los juguetes, los dulces, los cosméticos, los vestidos y ropas, todo lo mejor siempre era para ella. Yo tomaba incluso los juguetes y las ropas que desechaba o no le servían. Nunca me pareció injusto, en mi corazón, siempre supe que era la adoptada, la falsa y ella, era la verdadera hija y estaba agradecida, con lo poco que me pudiesen dar. Haciendo hasta lo imposible para que no me rechazaran, para encajar en su familia, en esta manada, que en el fondo, nunca me ha aceptado en realidad, sin embargo, no tengo
RavenCuando volví a abrir mis ojos, en apenas una pequeña rendija, que me dejaba la inflamación, percibí, que me habían arrojado a una de las celdas.Húmeda y asfixiante, pequeña, donde apenas algo de heno me separaba del frío suelo de piedra.Estaba perdida, no sabía que iba a ser ahora de mi vida. Pero pronto, las respuestas a mis preguntas llegaron más temprano que tarde.— ¿Ya estás consciente? - la voz que menos quería escuchar en estos momentos, volvía a hablarme por fuera de los barrotes, el Alfa de la manada.Levanté mi rostro y lo miré con odio y rencor.— Si hubieses tenido esa actitud antes, no serías una presa tan fácil, ¿quién se iba a imaginar que la huerfanita, ocultaba ese mal genio? – sonreía con sarcasmo.— Este era el espíritu que deberías haber tenido en mi cama y no el de frígida agonizante que me mostraste.— Eres un cerdo— escupí apretando los dientes.— A mí me hablas bien, estúpida, que solo porque te di un poco de favoritismo, no te confundas, ¡yo soy tu Al
RavenNo me devolvió el acuerdo a romper el vínculo y si una de las partes no quiere, no se puede disolver así tan fácil, no sin más poderes involucrados o que muera uno de los dos.La oscuridad lo envolvió y la distancia se hizo mayor.Me alejé de ahí y nunca entendí, porque no rompió su odioso compromiso conmigo, por qué, si le estaba dando lo que tanto quería, para que se emparejara con otra loba.“No me importa que no lo hayas aceptado, en mi corazón, ya sea que sobreviva o no, tú nunca serás mi mate, no quiero ensuciar tus ojos con mi presencia, nunca más” fue mi último mensaje, antes de alejarme, en camino a las tierras del Rey Alfa.*****Llevábamos días de camino, a penas nos daban de comer o beber.Nos sacaban pocas veces al día, como animales, a hacer nuestras necesidades fuera del camino, si no tenías que hacerlo en la misma jaula.Cualquier protesta o demora y llovían los latigazos.Era una larga fila de carretas con jaulas y a medida que pasábamos por más y más manadas, l
RavenUna luz cegadora hizo que abriera a la fuerza mis párpados. ¿Dónde estaba?¿Este es el llamado más allá que dicen los humanos?No sabía, pero solo parecía un inmenso bosque, extrañamente un poco espeluznante.Me miré hacia abajo, a donde deberían estar mis heridas sangrantes, pero solo había piel sana en mi vientre y la conexión con mi loba tampoco estaba, solo una sensación rara en mi interior.Algo no estaba bien, pero nada podía hacer, salvo buscar una salida y eso hice. Caminé y caminé sin rumbo entre árboles y bosque interminable.— ¿Raven? – de repente una voz femenina salida de la nada detuvo mis pasos.Al girarme, me encontré con el rostro asombrado y horrorizado de una mujer.— ¿Me conoce? ¿Dónde estamos? – me atreví a preguntarle a pesar de mi miedo a lo desconocido.— No, no, no puede ser pequeña, tú… estás muriendo – afirmó de nada más mirarme, con preocupación evidente.No supe que decir a eso, la verdad, todo esto me parecía demasiado irreal.— Raven, yo soy…soy t
Raven«¿Cómo está la esclava herida en el vientre? ¿Podrá salvarse?»«He hecho lo que he podido, ahora solo queda que la Diosa se apiade de ella y pueda sobrevivir y si lo hace, es muy difícil que pueda concebir en el futuro, su matriz quedó destrozada»«Pobre, tan joven y bonita, muy difícil encontrar pareja si no puede tener cachorros»«Creo que eso es lo de menos ahora, si sobrevive…será un milagro…»Las voces iban y venían, el dolor nunca se iba, escuchaba retazos de conversaciones, por lo que fueron días, semanas o meses, no sé.Pero mis ganas de vivir y no morir, fueron más fuertes que todo. Mis ansias de venganza, me mantuvieron en este mundo.“Raven” escuché finalmente un día, la voz preocupada de mi loba. “Sena, tranquila, estoy bien, estamos viva” calmé todo su dolor y desesperación. Si yo moría, ella también lo haría.— Agua… por favor… — los párpados me pesaban toneladas y sentía la garganta como desollada con una lija.— ¿Hay alguien…? - murmuré.— ¿Estás despierta?, ¡Ha