002

Raven

— No. Lo hice por mi hermana— respondí cerrando los ojos en agonía.

Dije que no, porque no fue una violación de la manera convencional, pero de cierta forma sí me obligó, me orilló a hacerlo, porque, aunque yo sola caminé hacia esa habitación, le había rogado muchas veces que no escogiera a Verena, me postré de rodillas y le supliqué.

Ella ni siquiera había cumplido los 18 años, era hasta menor de edad, mi madre moriría de su enfermedad en el corazón.

Incluso, en un momento de desesperación, me ofrecí para ser el tributo yo misma, aunque eso significaba una vida de esclavitud, peor que morir, sin embargo, él solo me miró con burla y me hizo esa horrible propuesta.

Me dijo que para ser la put4 del Rey Alfa como su tributo, mejor era la suya.

Ese siempre había sido su objetivo, desde el primer momento en que puso sus ojos obsesivos y asquerosos sobre mí.

Solo se aprovechó de mi desesperación.

— ¡Podías haber esperado a que yo regresara, habríamos buscado una solución, le habría pedido al Alfa que no la escogiera! – comenzó a recriminarme.

— ¡Fue más fácil irte por el camino más corto, abrir tus piernas como una cualquiera al Alfa!

— ¡Sabes en la posición que me pone eso a mí! ¡Seré el hazmerreír de la manada!

— ¡El camino más corto! ¿Cómo te atreves a decir que fue fácil para mí? ¡¿Acaso sabes lo que he pasado en estos días?! – le grité fuera de mis cabales, sollozando.

— ¡No sabía que tú regresarías tan pronto, pregunté a todos y nadie pudo decirme dónde encontrarte, se la llevaban mañana, si hubieses estado aquí, nunca hubiese caído en la trampa del Alfa!

— ¿Entonces es mi culpa? ¡¿Que te hayas comportado como una put4 barata, ahora es mi culpa?! – seguía insultándome, dando vueltas como un animal enjaulado.

— ¿Entonces qué debía hacer, dime, dejarla que se la llevaran como esclava de un tirano, lejos de su manada y quizás, muerta en unos meses?

— ¿Que matara a mi madre de un disgusto, que muriera de un infarto en el corazón? ¡Yo soy su hermana mayor! – lo cuestioné limpiándome con rabia la cara.

— Raven, a veces me preguntaba si de verdad eras tan puritana y noble o solo eras imbécil – lo miro sin comprender y él solo me devuelve la mirada, asqueado.

— Solo tú, eres la que te crees que vives dentro de una familia feliz, eso nada más está aquí, en tu mente infantil de huérfana abandonada.

— Estás tan carente de afecto, con tantas ganas de encajar en tu propia “familia”, que no importa cómo te lo diga, nunca te has dado cuenta de que solo eres una marioneta de tu madre.

— Nada más utiliza tu falta de amor, tu disposición enfermiza de quererla complacer en todo, para sentir ese falso cariño que nunca ha sentido por ti.

— Eres una imbécil al defender a una hermana, que únicamente te aborrece y te envidia, eres tan patética, ¿cómo me pude enamorar de alguien como tú? – no podía creer que fuese tan cruel, en sus ojos no había ni pizca de ese cariño, con que me miraba en el pasado.

— No, no, estás equivocado, ellas son mi familia, me recogieron cuando nadie más me quería.

— Sé que estás molesto, sé que me equivoqué, pero te juro que tuve mis razones, el Alfa se había encaprichado conmigo y yo cedí, lo sé, por lo que fuera, caí en su trampa, pero podemos superar esto.

— Hago lo que sea para que me perdones, yo estoy enamorada de ti, no sabes cuánto recé para que pudieses ayudarme, para que estuvieses aquí, cuán desesperada estaba.

Me levanté caminando, suplicante hacia él, sollozando, intentando arreglar todo el desastre que mi decisión provocó.

Pero Marco no dejó ni que lo tocase, dio un paso atrás, evitándome y de la forma en que miró mi cuerpo, solo hizo que me encogiera sobre mí misma, queriendo escapar en el acto, de la vergüenza que sentía.

— Ni pienses que voy a recoger lo que otro ya se folló, me resulta repulsivo siquiera mirarte.

Y un silencio doloroso, se hizo entre los dos.

En mi mente, solo me llegaba el llanto agonizante de mi loba, herida por el rechazo de su mate.

— Está bien, entiendo y no tengo nada que reclamarte. Yo fui la que me equivoqué, yo fui quien te fallé.

— Puedes disolver nuestro lazo, aunque me desgarre el corazón, lo aceptaré. Te dejaré libre para que hagas tu vida con quien quieras.

— Me bañaré con hojas de olores fuertes y mañana, nadie sabrá que llevaba el olor del Alfa, no sabrán que estuve con él.

— Ningún miembro de la manada tiene que saber que soy tu mate, yo me lo llevaré a la tumba, nadie te señalará por mi culpa— susurro en voz baja temblorosa.

Todo mi cuerpo tiritando indefenso.

— Pero lo sabré yo y eso es suficiente. Ahora, cada vez que le vea la cara al Alfa o a ti, recordaré tu traición.

— Todo el amor que te podía tener, se ha convertido en asco y resentimiento, así que nunca más vuelvas a aparecerte frente a mí.

— Si me ves, toma por otro lado y si no, baja la cabeza, porque jamás en mi vida, quiero que tus asquerosos ojos me miren— y escupió a un lado de mis pies descalzos.

No levanté la cabeza para suplicarle, ni pedirle nada, solo lo escuché alejarse y me quedé ahí, parada como imbécil.

Ni siquiera lloré más, solo en shock por tantas cosas que había perdido hoy, sintiéndome tan culpable.

Todos los quizás, asaltando mi cabeza.

Quizás si hubiese esperado más, quizás si mi familia hubiese aceptado huir como les propuse, quizás si no hubiese cedido a los chantajes del Alfa, quizás si desde el inicio hubiese tenido unos padres amorosos y no hubiese sido solo una huérfana exiliada y quizás, quizás… pero la realidad era esta.

Ahora tenía que hacerles frente, a mis propias decisiones.

*****

¡Paff!

Una fuerte bofetada cayó sobre mi cara ya magullada.

— ¡No sé cómo pude confiarle algo tan importante a una imbécil como tú! - mi madre me habló entre dientes con odio.

Estaba lista para esto, desde que puse los pies en la casa, sabía que estaría rabiosa por no haber logrado nada con el Alfa.

— Madre, hice todo lo que pude— le respondí tocándome la cara roja y con la cabeza abajo.

Siempre con la cabeza abajo, siempre en sumisión, para poder encajar, para poder agradar y gustar.

— ¿Lo que pudiste? ¡No hiciste nada y debí haberlo imaginado, no sé por qué creí que lograrías salvar a tu hermana, si tú siempre le has tenido envidia y celos!

— ¡Ahora que se la llevan, debes estar feliz!, ¿eh?, ¡has logrado lo que deseabas!, ¿verdad? – me empujó y levanté la cabeza para mirarla con incredulidad.

— ¿Cómo puede decirme eso? Usted no se imagina lo que he tenido que hacer para salvar a Verena, no se imagina…— y mi voz se quebró mientras intentaba aguantar el llanto.

“No te imaginas que tuve que vender la mitad de mi alma solo por ella y a cambio de nada”

— Aquí vamos de nuevo, Santa Raven, guárdate esas lágrimas patéticas que solo convencían a mi esposo.

— ¿Qué tanto tuviste que hacer? ¡Solo tenías que servirle bien al Alfa en su cama y al parecer, ni para eso sirves, estúpida!

— ¿Usted lo sabía…? – doy un paso atrás en mi pequeño cuarto y la miro sin podérmelo creer.

Todo este tiempo he guardado el acoso del Alfa en mi interior, que comenzó desde que mi padre murió en esa misión, solo para no preocuparla, porque ella está mal del corazón.

Incluso llegué a casa a escondidas, corriendo para bañarme bien con hojas de olores fuertes y que ella no se diera cuenta.

Pero resulta que si lo sabía, sin embargo, seguía enviándome a suplicarle a ese hombre, me seguía arrojando hacia él para salvar a Verena.

— Claro que lo sabía, ¿qué te crees?, que soy una tonta puritana como tú.

— ¡Ay, no por favor!, no me mires con esa cara de hacerte la decepcionada - me habla con sarcasmo y miro a los ojos verdes, de la persona que he llamado madre toda la vida y he querido como tal.

— Sacrificio, es que tu marido traiga a una huérfana abandonada a tu casa y te diga que la críes como si fuera tu propia hija.

— Te he dado ese tamaño que tienes, comida y casa, un lugar en esta manada, así que lo que sea que tengas que hacer por esta familia, lo haces sin chistar, porque es tu obligación, tu pago por nuestra generosidad.

— Sé que lo hiciste mal a propósito, pero lo vas a arreglar, así tengas que acostarte mil veces con el Alfa, procura que mañana no se lleven a mi hija, o haré de tu vida peor que un infierno Raven, ¿entiendes?

Y dio un paso amenazante hacia mí, casi con los caninos de su loba afuera de la rabia.

— Si no logras convencer al Alfa, si se llevan a mi hija, prepárate para las consecuencias, Raven, ¡prepárate! – me miró a los ojos, sin disimular para nada su resentimiento.

— Así que mañana, te pones tu mejor ropa de ramera y vas a seducir al Alfa, logras que dejen a Verena o no regreses nunca más a esta casa, ¿me escuchaste? ¡No regreses nunca más!

Y salió de mi habitación como mismo entró, dando un fuerte portazo.

“Raven, ya no aguanto más tanta humillación, escapémonos de aquí, vámonos de esta manada, nadie te quiere aquí” Sena gemía en mi cabeza.

El hecho de que su mate la rechazara le había dolido tanto, que se había debilitado y a penas me hablaba en un murmullo.

Ella no era culpable, sin embargo, también fue una víctima de mis decisiones, perdiendo a su pareja.

El vínculo aún no se había disuelto, pero ya podíamos sentir el dolor desgarrador de que nuestra pareja destinada no nos quisiera.

“¿A dónde vamos a ir? No tenemos ningún lugar a donde ir” comencé a llorar nuevamente, acostada en mi cama hecha un ovillo.

Mis ojos hinchados de tantas lágrimas que había derramado.

“Seremos unas exiliadas, cualquiera podría tomarnos prisioneras y ser esclavas, Sena el mundo allá afuera es aterrador y solo soy una pequeña loba”

“Entonces, ¿qué harás Raven? ¿Volverás a ceder? ¿Te convertirás en la amante del Alfa, eso harás?”

Me preguntó, pero no tuve respuesta para eso. Cerré los ojos en agonía y la imagen de mi padre vino a mi mente.

Tan heroico y valiente, tan amoroso y buen padre, él era el único que en realidad me había querido en esta familia.

Marco tenía razón. Siempre había sido tan patética.

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