003

Raven

Bajando la cabeza, aguantando y aguantando, solo por un gesto de buena voluntad, solo por la esperanza de agradarle a la mujer que llamaba madre.

Siempre me quedaba a cargo de Verena, en realidad es menor que yo por solo unos meses, tampoco es que sea tan pequeña, sin embargo, se dañaba una hebra de sus cabellos y los castigos llovían sobre mí.

Yo era la hermana mayor y debía cuidarla y no dejar que le sucediera nada.

Para eso sí era una hermana, pero cuando llegaban los juguetes, los dulces, los cosméticos, los vestidos y ropas, todo lo mejor siempre era para ella.

Yo tomaba incluso los juguetes y las ropas que desechaba o no le servían.

Nunca me pareció injusto, en mi corazón, siempre supe que era la adoptada, la falsa y ella, era la verdadera hija y estaba agradecida, con lo poco que me pudiesen dar.

Haciendo hasta lo imposible para que no me rechazaran, para encajar en su familia, en esta manada, que en el fondo, nunca me ha aceptado en realidad, sin embargo, no tengo a donde más correr.

Soy como una rata atrapada en esta madriguera.

*****

Al otro día, casi hui de la casa.

Me levanté muy temprano porque no quería encontrarme de nuevo con la cara de decepción de mi madre y los ojos llorosos de mi hermana, poniendo remordimientos en mi cabeza y la responsabilidad de salvarla.

Vagué un poco por el bosque y después de mucho pensarlo, decidí hablar por última vez con el Alfa, volverle a suplicar y rogarle, pero no me volvería a entregar a él.

No lo haría, ni aunque muriese mil veces.

Si se la llevaban, ya no podía hacer nada, no sé qué acciones tomaría madre en mi contra, pero nada sería peor que volver a pasar por lo que pasé ayer en ese cuarto y en esa cama.

Pero al llegar a las inmediaciones de la casa del Alfa, una algarabía de la manada reunida, llamó mi atención ¿qué estaba sucediendo?

Entonces los vi. Verena abrazando al Alfa Sirus, delante de todos y llamándolo mate y compañero.

Los demás a su alrededor la llamaban Luna y felicitaban al Alfa por su buena suerte al encontrar a su pareja destinada. Él, amoroso, abrazaba el pequeño cuerpo de Verena.

Juro, que algo se rompió en mi interior y caminé como en automático hasta donde estaban ellos.

La gente alrededor me miraba raro, pero se apartaba mientras yo, solo tenía esa imagen de hipócrita felicidad en mis ojos.

— Verena ¿qué está sucediendo?, ¿por qué…por qué abrazas al Alfa? – le pregunté, aunque ya tenía la respuesta en mi corazón.

— ¿Acaso no es obvio? Somos compañeros destinados. Mi loba salió antes de tiempo y nos reconocimos

— ¿No te alegras por mí, hermana? – me preguntó sonriente y parecía tan pura a los ojos de todos, pero yo podía verlo, podía ver toda la burla en el fondo de sus ojos chocolates.

— Ni siquiera tienes 18 años, ¿cómo puedes estar segura?

— Es algo poco frecuente, pero estaba muy estresada y mi loba se adelantó por unas semanas y salió justo cuando me encontré aquí al Alfa en la mañana, ¿qué sucede Raven, tal parece que no te alegras por mi felicidad?

— ¿Te molesta que haya encontrado a mi pareja destinada antes que tú? – me pregunta inocente y dolida y ya escucho los murmullos a mi alrededor.

— Madre, ¿cómo vas a permitir esto? Hace a penas ayer estábamos rogándole al Alfa para que no se llevara a Verena y ahora, resulta que son parejas y lo va a aceptar, ¿así como así?

— Sin una disculpa, ni nada – miré a mi madre a un lado, con incredulidad.

Ella sabía todo lo que yo había hecho, todo lo entregué, y fue ¿para nada?

Claro que quería que no se llevaran a Verena, lo había hecho todo por ella, pero pensar en que todos pasaban por encima de mi sufrimiento, de mi sacrificio, sin compasión, como si nada, hacía que mi alma terminara de partirse.

Yo perdí mi virginidad y a mi pareja por salvarla a ella, ¿a alguien le importaban mis sentimientos?

— No entiendo tu pregunta. Es obvio que si son mates, deben permanecer juntos. Tu hermana se convertirá en la Luna de la manada.

— Deberías estar muy feliz por ella y ya ven aquí a mi lado, deja de ser siempre el centro— la última frase me la dijo entre dientes, bajando la voz, pero yo no procesaba nada.

— Entonces, ¿serás la pareja de un hombre, que sin importarle las súplicas tuyas y de tu familia, te iba a vender como una esclava?

— Ayer, llorábamos rogándole de rodillas y él no tenía nada de compasión y hoy, ¿lo abrazas y le llamas amor? – volví a mirar a mi hermana y entonces, lo miré a él, a sus ojos negros.

A esa cara que me perseguiría en mis peores pesadillas.

Tenía una risa burlona en su boca y parecía, que todo lo podía leer en su rostro.

“Esta es la familia por la que tanto me suplicabas. Fuiste mi mujerzuela y para nada”

Eso es lo decía su rostro chantajista y eso era lo que yo era, en lo que me había convertido por esta mujer, que ahora lo abrazaba y lo llamaba cariño.

— ¿Ya está feliz, Alfa? ¿Ya tuvo todo lo que deseaba? – le dije con furia, sin poderme callar más, con la rabia recorriendo por todo mi cuerpo.

— ¡Raven, deja de hacer una escena y ven a mi lado! – la voz fuerte de mi madre, fue quien respondió por él.

Apreté mis puños, encajándome las uñas y como siempre, bajé mi cabeza.

Todos a mi alrededor pensaban que solo estaba celosa de Verena, de su buena suerte.

Nadie se compadecería de la huérfana, así que decidí dejar de hacer un espectáculo, ya de por sí, yo misma me sentía una payasa, una estúpida y tonta.

Exponerme, solo me traería más rechazo y dolor, no quería que nadie se enterara de mi vergüenza, pero mi querida hermana, no iba a dejar pasar la oportunidad tan fácil.

— Raven, hermana, no tienes que ponerte así, yo sé…sé que te gustaba el Alfa, pero no siempre ser tan fácil con los hombres funciona… — me dijo con timidez, cuando pase cerca de ella, como si lo hiciera en voz baja, pero todos lo escucharon.

Los murmullos y las especulaciones se hicieron más evidentes.

Era más que obvio que estaba diciendo que yo me acosté con el Alfa para beneficio mío, sacando mi peor secreto a relucir, frente a casi toda la manada.

— Tú, ¿cómo te atreves a decir eso, de entre todas las personas? – me detuve y la miré, a penas, manteniendo la poca calma que había conseguido reunir.

Mis manos temblaban de la rabia y la impotencia.

— Raven, no quería decirlo delante de todos para no avergonzarte, pero la verdad, el hecho de que te hayas metido en la cama del Alfa solo para quedarte en la manada, para que no te escogieran en la selección, ahora que sé que él es mi pareja, me duele demasiado…

— Yo pensé que al menos te sentirías mal, con cargo de conciencia por ese acto tan descarado, pero en vez de eso, ¿vienes y me atacas? Pensé…pensé que serías más agradecida con mi familia…

Ofensas como “descarada” “mujerzuela” “no debimos dejarla entrar en la manada” “es una vergüenza” “put4” “una malagradecida” comenzaron a sonar con fuerza en la multitud, nadie se tomaba el trabajo de disimular sus insultos en mi cara.

Todo sacaron, lo que habían guardado en realidad en sus corazones, estos años.

— Te perdono tu desliz, porque yo sí te consideraba como una hermana, pero por favor, te pido que no te acerques más a seducir a mi pareja— su rostro falso mostraba preocupación.

— Madre te ha criado bien todos estos años, pero bueno, parece que hay cosas que vienen de la sangre.

— ¡Verena, eres una desgraciada, la única malagradecida aquí eres tú!

— ¡Este hombre, que ahora es tu querido mate, no es más que un asqueroso violador, que me acosó, aprovechándose de mi desesperación por ti, porque yo sí te consideraba de verdad una hermana y terminé en el lodo solo para salvarte! ¡Tú lo sabías, al igual que madre, y, aun así, me enviaban a suplicarle todos los días!

— ¡¿Cómo cambias todo a tu conveniencia de esta manera?! ¡Lo hice porque a ti era la que te iban a dar como esclava! ¡Tu querido mate te iba a entregar a otro hombre, para que te abusaran y solo te quería salvar!

— ¿Ahora resulta que es mi culpa que fueras una cualquiera? De verdad Raven, qué vergüenza, mi padre estará revolviéndose en la tumba del arrepentimiento por salvarte - me dio el golpe final, sabiendo lo mucho que me dolería haberle fallado a mi padre adoptivo.

— ¡¿Cómo te atreves a decirme eso a mí?! ¡¡¿cómo te atreves?!! – le grité como loca, ida de mis casillas, sin poder aguantar una injusticia más y le salté encima.

Le salté encima a destrozarla.

Dicen que cuando una persona noble y buena, se vuelve rebelde, es peor que uno que siempre está peleando.

“Líbrame de las aguas mansas, que de las bravas me libro yo”

Llegué a un punto en el que no me importaba nada, mi corazón no aguantaba una humillación más.

La agarré del cabello y la golpeé con todo el resentimiento de mi alma, la arrastré por el suelo sin contemplación, me senté encima de ella y comencé a abofetearla.

Por todas las veces que me pegaron por su culpa, que me acusó injustamente, todo lo que me quitó solo porque sí, con maldad y yo, siempre dándole lo mejor de mí, dando todo por esta familia, en la que solo he sido un estorbo desde el inicio.

Mis garras salieron y destrozaron su cara.

Solo veía rojo en mis ojos y a pesar de los gritos en mis oídos, no me detuve, hasta que fuertes manos me apartaron y aprisionaron, varios hombres de la manada me sujetaron y me hicieron arrodillarme, inmovilizándome.

Aun así, luchaba por soltarme, como poseída por la venganza y la furia.

Una fuerte bofetada cayó en mi cara, tan fuerte que me partió el labio y casi me desmayo por el mareo.

— ¿Cómo te atreves a difamar contra tu Alfa y a golpear a tu Luna? – la voz del Alfa resonó cruel y dura, haciéndonos estremecer a todos de miedo, porque eso somos, solo simples animales que sucumben al poder y la jerarquía.

— Te acogimos en esta manada, evitando que fueras una pícara, una exiliada, ¿y así nos pagas? – levanté mi cara para mirarlo y ya un ojo se estaba inflamando con rapidez.

— No eres mejor que el Rey Alfa, ¡eres solo un tirano!

— ¡Escuchen todos, esta vez fui yo, una huérfana sin importancia, pero mañana, cuando su querido Alfa se encapriche, en una de sus hijas, ya verán cuantos métodos tiene para obligar a una inocente mujer!

Grité a la multitud, pero como siempre, no sé para qué esperaba otra reacción.

— ¡No compares a nuestras hijas contigo, prostituta, mujer fácil! – gritó una de las mujeres presentes y eso desató el caos.

— ¡Fuera de nuestra manada, malagradecida que muerdes la mano que te dio de comer!

— ¡Fuiste tú quien sedujo a nuestro Alfa! ¡Malvada sin corazón, arrojando a su propia hermana a la selección!

Mis oídos casi no podían creer lo que escuchaban, como todos tergiversaban los hechos, como defendían ahora a su Luna, cuando ayer estaban felices de que fuera ella y no sus hijas, las que fueran de tributo.

Algo me golpeó de repente en la cabeza y al mirar al suelo, vi una zanahoria.

Una de las señoras la había sacado de su cesta, solo para atacarme.

Eso le dio la idea a los demás y comenzaron a llover todo tipo de verduras, huevos, y cuanta cosa tuviesen a mano.

Yo de rodillas, sometida y humillada, escuchando además sus insultos y soportando los golpes.

Cuando se acabaron las verduras, comenzaron a llover las piedras.

Los guardias a mi lado ni se inmutaron y solo dejaron que me apedrearan como una verdadera prostituta.

Una de las piedras me dio en la sien, y la sangre caliente rodó más por mi rostro ya hinchado y deformado.

Fue lo último que supe, antes de caer en la inconsciencia.

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