Capítulo 1
En el mercado de esclavas Omegas, en medio del calor y el sudor, las jaulas con las lobas más diversas, se preparan para ser elegidas por un nuevo dueño. Entre el sonido chillante de las cadenas, los rostros sin esperanza, con paso firme, un lobo de cabello castaño, una mirada tan fría como el hielo y un par de cejas pobladas, se acerca con la fuerza que emana un huracán. El Alfa Mathew Russo, camina en medio del tétrico paisaje, ojeando a un grupo de lobas encerradas en jaulas puestas a la disposición de los compradores. Ante su presencia, que impone fuerza los demás compradores se apartan agachando la cabeza, incapaces de retar al poderoso lobo. Con su mirada fría y calculadora, observa las jaulas, buscando a su próxima propiedad. Se detiene frente a una de ellas al escuchar un gruñido, gira y se encuentra con la mirada firme de una loba que parece desafiarlo con un par de ojos verdes como esmeraldas. La loba de cabello negro como el azabache, enmarañado y sucio, lo mira a los ojos con altivez. —Ella, la compro—Matthew la señala con el dedo que mueve de arriba a abajo con desdén, tiene lo que busca. —Hace una gran compra, pero debo advertirle que es rebelde—el vendedor agacha la mirada —. Pero si la domina, puede darle cría. —Es fuerte—susurra Mathew. —Es lo que necesito. El Alfa se acerca a la jaula, extiende su mano para inspeccionar su compra, agarra el mentón de la loba, revisa su cara para asegurarse que no tiene marcas. —¡Yo no le pertenezco a nadie! —La loba lo escupe directamente en el ojo. Matthew retrocede incrédulo ante la audacia de la loba, sus ojos se convierten en dos chispas de fuego por la ira y la expresión de su rostro se vuelve sombría. —¡¿Sabes quién soy yo?! —Su voz resuena como un trueno en el lugar. —Soy el líder de Luna Roja. Puedo ordenar tu ejecución ahora mismo. —Lo único que sé de Luna Roja es que su Alfa es incapaz de dar cría. ¡Ejecúteme! —responde con desprecio, hiriendo el ego de Matthew El Alfa empezo escucha los murmullos y las risas burlonas, su hombría de lobo ha estado en boca de todos por no tener un heredero. —¿Cómo se llama esta esclava? —Amelia. El Alfa la compra, sube a Amelia a su caballo en un movimiento brusco, Amelia, atada de manos y sentada en el regazo del lobo, contiene sus lágrimas. —Debes aprender a respetar a tus superiores. Eres solo una Omega esclava —Mathew le gruñe, aún ofendido por lo sucedido. Amelia no responde, observa el camino buscando una oportunidad de escape. La loba en un agil movimiento, se lanza del caballo, rueda por el suelo sintiendo el ardor en su espalda que la hace gritar, pero su determinación es más fuerte, se levanta y corre al bosque. —¡Atrapala! —Matthew grita ordenando a su sirviente. Amelia corre con todas sus fuerzas, pero a pesar de tener un espíritu impetuoso, sus energías por la falta de comida y el maltrato de su delgado cuerpo la hacen desfallecer. —¡Obedece! —el sirviente la atrapa tirándola al suelo, levanta la mano para golpearla. —¡¿Qué crees que estás haciendo?! —El Alfa empuja al sirviente —Nunca debes golpear a una Loba. A pesar de su carácter fuerte y frio, el Alfa protege a los suyos, aún cuando retan su autoridad. Matthew intenta ayudarla a levantarse del suelo, pero Amelia rechaza su ayuda con enojo. —¡No voy a ser tu esclava! Prefiero que me mates antes de someterme — responde con la voz entrecortada. Mathew la miró a los ojos, sorprendido por su carácter, algo que nunca vio en otra loba. Sus labios estaban tan cerca que podía sentir el calor de su aliento. Amelia sintió cómo su corazón latía con fuerza. —Escaparé… —titubea remojando sus labios con la lengua —Puedes intentar escapar mil veces, y siempre te atraparé —responde él con firmeza —De nada sirve huir, yo tengo tu llave. El lobo le enseña la llave que cuelga de su cuello, la única capaz de abrir el cerrojo del grillete que cubría la delgada pantorrilla de Amelia. El símbolo de su esclavitud. Mathew se levanta y le extiende la mano, intentando hacer las paces. —¿Qué me espera en tu manada? —pregunta desconfiada —No te daré cría. Mathew suelta una carcajada cínica y bromista. —Soy un Alfa; jamás mezclaría mi semilla con el vientre de una Omega. Amelia suspira aliviada. No le importa el comentario despectivo del Alfa, pero le hace sentirse más segura saber que no será ultrajada. La loba accede a seguir el viaje con él, escapar es inútil; él la encontraría y sin la libertad del grillete con la marca del Alfa, la regresaran a su lado. La manada Luna Roja es una de las más ricas. El lujo se puede ver en las calles de aquella pequeña manada, por lo que la presencia de una desarreglada y arrapienta Amelia, no encaja con el panorama. Al llegar a la mansión, una pálida loba de aspecto enfermizo, se acerca a Mathew y le da un beso en los labios. Él sonríe con discreción, regresando el beso en la frente tiernamente. —Amelia —chasquea los dedos para que la loba se acerque—. Ella será tu dueña, mi esposa y la Luna de la manada, Catalina. Catalina, con una sonrisa, se acerca a Amelia y le da un abrazo. La loba hace mucho no recibía un gesto cariñoso o fraternal, en aquella jaula solo era vista como una propiedad. —Mi señora ... —murmura agachando la mirada. La Luna de la manada, le ordena a Susana, la nana del Alfa, una vieja loba que se encargue vestir apropiadamente a su nueva esclava. Catalina empalidece, coloca su mano en su pecho sintiendo un escalofrío que recorre su piel erizando sus vellos. Siente un leve mareo, se desmaya en los brazos de Matthew que con delicadeza, sostiene el cuerpo débil de su esposa como un trozo de seda suave en sus dedos. El Alfa la acuesta en la gran cama King que comparten en la mansión familiar, suspira y gira para ver a Amelia parada en el pórtico de la puerta de la habitación, algo curiosa por lo sucedido. —¿Ella se encuentra bien? —pregunta Amelia notando la preocupación en el ambiente. —La Luna está enferma. Tu deber es cuidar de ella. Vivirás por y para Catalina. Amelia asiente con la cabeza. A pesar de la arrogancia de Mathew, este gesto le hace bajar la guardia. —La cuidaré... Susana interrumpe la conversación. Lleva a Amelia a la cocina, aquella loba empieza a devorar todo lo que ve en la mesa, agarrado con una mano una gran pieza de pollo y con la otra un pedazo de pan. —¡Comportate! Esa comida es de los señores —Susana levanta la voz asustada por la manera de comer de la delgada joven. —Dejala comer, Amelia ahora es parte de nosotros —Matthew agarra una manzana de la mesa a la que le da un bocado con sus largos dientes. Amelia se sonroja déjando la comida en la mesa y limpiándose la boca llena de grasa con sus brazos. —Ire a darme una ducha, si Catalina necesita algo avísame —Matthew sonríe agarrando una servilleta que le entrega a la esclava antes de irse. —Los señores son buenos. Solo obedece y estarás bien, no te faltará nada —Susana suspira con una sonrisa tranquila —Me falta mi libertad. Al terminar de comer, Susana le entrega un vestido, una toalla e implementos de aseo para que la loba tome una ducha. —Sube por las escaleras, al final del pasillo giras a la derecha y la primera puerta a la izquierda. Amelia obedece, camina por el largo pasillo inmersa en sus pensamientos, donde su destino parece incierto. Abre la puerta, se quita la toalla sin darse cuenta que se equivocó en las indicaciones. El vapor del agua caliente hace su visión borrosa, al dar un par de pasos, se encuentra con el Alfa desnudo ante ella. —¿Vienes a pasarme el jabón o solo a mirar? Mientras tanto… Susana le lleva un té a la Luna de la manada. Catalina Tose y se percata que su pañuelo blanco de lino fino está manchado de sangre. —Susana mi tiempo se agota, tiene que ser ella... —¿De qué habla, mi señora? —Amelia es quien le dará un heredero al Alfa Mathew.Capítulo 2Amelia abrió los ojos, sintió el aire espeso a su alrededor, su pecho subía y bajaba con respiraciones entrecortadas, su cuerpo temblaba nervioso ante la mirada imponente y curiosa del Alfa.—Yo... —su voz no podía continuar con la oración.Matthew sonrie, a pesar de la suciedad, y el evidente cansancio, la belleza de la loba era innegable, era una diosa salvaje, una belleza indomable que resaltaba en las curvas de su cuerpo.El lobo se agacha, Amelia retrocede un par de pasos y el le da la toalla.Ella se cubre de inmediato, mientras suspira nerviosa intentando cubrirse rápidamente mientras sus mejillas se sonrojan por la vergüenza.—¿Es así como piensas ganar tu libertad? —Matthew arquea la ceja, con un tono de desdén en su garganta —La respuesta es No preciosa.Amelia abre los ojos y le da una fuerte cachetada en la mejilla al lobo, este gruñe enojado.—Usted me lo dijo, jamás mezclaria su semilla conmigo, yo lo confirmo, nunca me acostaria con un lobo como usted por mi
Capítulo 3Amelia observa el cielo de la manada, sus tonos dorados y cálidos, le recordaban su propio pasado, Phillippe la arrastraba sin piedad por el suelo, su mano gruesa aferrada a su cabello como si fuera un trozo de cuerda.—Eres una rebelde —gruñoLa arroja contra un árbol, el golpe hace que los pulmones de Amelia se queden sin aire, y la corteza del roble, rasguñe su piel, Antes de poder reaccionar, amarrar un par de duras y gruesas cuerdas en sus muñecas con brutalidad.—Puedes arrepentirte ahora —susurra Phillippe, inclinándose, su aliento cargado de whisky golpea en el rostro de la loba.Amelia levanta su cabeza, su mirada es un fuego desafiante, que con un preciso cálculo le escupe en la cara.—Prefiero que el hierro toque mi piel antes que sus asquerosas manos.El mentón de Phillippe se tensa, su mirada llena de furia, destilando el odio del rechazo, se limpia el rostro.—¡Calienta el hierro!El metal se sumerge en las llamas, Amelia cierra los ojos para no ver el reflejo
Capitulo 4Amelia está helada, su mirada está perdida en aquel libro de letras doradas y caligrafía cursiva, su rostro blanco y sus manos temblorosas.—¿Estás bien? —pregunta Mathew, preocupado por la reacción de la loba.Amelia apenas puede responder en medio de titubeos—Solo debo tomar un poco de aire —escapa hacia el jardín.Apenas puede recuperar el aliento, se prometió ser fuerte, no volver a llorar por la traición, por lo que le arrebataron, Pero el recuerdo de su madre agonizando en sus brazos, le quema el alma como el hierro con el que querían marcar su piel.Aprieta los puños, lastimando la palma de sus manos con sus uñas, Necesita justicia o cumplir su promesa de venganza.El galopeo de unos caballos, avisa de la llegada de un visitante, un carruaje la saca de sus pensamientos, seca sus lágrimas las que considera un símbolo de debilidad.Cuando Sergio, el Alfa de la manada Bluemoon, viejo amigo de Matthew desciende, Amelia avanza para atenderle y presentarse.Matthew que l
Capitulo 5Después de la triste noticia de la muerte de Sergio, la manada celebra la protección que la diosa Luna le ha dado a su Alfa, se consideran bendecidos por su mano.Pero Matthew no lo siente así, algo le dice que no fue casualidad, que Amelia fue la encargada de su protección divina.Las preguntas lo envuelven en un acertijo que no sabe descifrar, camina de lado a lado en la pequeña habitación de Amelia mientras la observa dormir, paso todo el día cuidandola, atormentado por la culpa.Cuando la débil loba abre los ojos, ve al Alfa sentado a los pies de su cama, con una mirada que parece penetrar su alma.—¿Que sucede? —pregunta con la voz áspera.El no responde nada, le sirve un vaso de agua que le acerca sosteniendo su cabeza para ayudarle a beber, una manera peculiar de pedir disculpas.—Estoy bien, no debería preocuparse por mi, su castigo fue cumplido —murmura Amelia apartando la mirada.Matthew aprieta el mentón —¿Por qué sabías del ataque? —Sus ojos se clavan en La lo