Capítulo 29El médico salió de la habitación un poco preocupado por la situación de Cecilia.Matthew aguardaba con los brazos cruzados sintiendose culpable del incidente.Sabía que la noticia no sería buena.—El embarazo de Cecilia está en estado delicado —informó el doctor—. Puede perder al bebé. Un golpe los primeros meses de embarazo pone en riesgo cualquier gestación.El Alfa sintió que un terrible sentimiento de culpa, no midio las fuerzas de su enojo—¿Qué debo hacer? —suspiro resignado a acatar órdenes.—Evitar cualquier alteración. Debe descansar durante los primeros meses de embarazo, no debe alterarse.Matthew asintió, odiaba a Cecilia, pero ese bebé…Ese bebé era suyo y no permitiría que nada le pasara.Entró en la habitación.La loba estaba en la cama que un día fue de Catalina, con los ojos llenos de lágrimas y fingiendo estar alterada.El cruzo los brazos, manteniendose alejado, con la mirada abajo por el remordimiento.—¿Cómo te sientes? —pregunto esperando una respuesta
Capítulo 30Amelia se preparo para la fiesta, estaba muy nerviosa. Larios le había obsequiado un hermoso vestido color esmeralda, y aunque se miraba en el espejo intentando convencerse de que todo estaria, la ansiedad no la abandonaba.Fingía que su nerviosismo era por la velada, después de todo, alfas de todas las manadas estarían presentes, y las probabilidades de que alguien la reconociera eran altas. Pero en el fondo, sabía que su angustia y preocupación tenía otro origen.El sueño. Ese maldito sueño erótico que la perseguía desde hacía días. Lobos. Un hombre sombra. El deseo inquebrantable que aún sentía en la piel. Cada vez que lo recordaba, la calidez peligrosa de aquella sombra, su cuerpo hervía por el deseo. Tal vez estaba enloqueciendo, pero la conexión que había experimentado era tan real, tan intensa, que le resultaba imposible seguír creyendo que solo era un sueño.Larios entró en la habitación, sacándola de sus pensamientos al escuchar la puerta. El Alfa de Nocturna, so
Capítulo 31Amelia intentó regresar a la fiesta, pero cada paso que daba la hacía sentir más débil. Su cuerpo temblaba sin control con una energía que la rodeaba, como si la visión de la loba blanca la llamaran desde el pasado. Su respiración se agitaba y su visión se nublaba por momentos. Algo dentro de ella se despertaba, una sensación primitiva que la hacía sudar.Una anciana loba de ojos grandes y piel arrugada por los años, se acerco al ver la piel palida de la joven. Sin dudarlo, la ayudó a sentarse para que tomara aire en las sillas del jardín —¿Que le sucede, señorita? —pregunto angustiada al ver el rostro de Amelia.Amelia estaba palida, su rostro empalidecido, y sus labios aun más palidos.—No me siento bien… ¿Podría llevarme a mi habitación? —susurró Amelia, sintiendo cómo sus extremidades hormigueaban y se le hacía difícil caminar.Las lágrimas empezaron a escapar de sus ojos. Jamás había experimentado algo así. Era una sensación que le atravesaba hasta los huesos, y ten
Capítulo 32Larios la acostó con cuidado, consciente de que Amelia estaba atravesando el cambio. La noche del eclipse despertaba la magia de las lobas blancas, obligándola a salir a la superficie, dejándolas vulnerables, débiles.—¿Quién es el padre del cachorro? —preguntó la anciana mientras ayudaba al Alfa a quitarle los zapatos.—No lo sabe… perdió la memoria.La anciana frunció el ceño, sus expresion era una mezcla de asombro y esperanza.—Debe averiguarlo, ¿No se da cuenta? Si la sangre de ese cachorro viene de linaje puro—su voz se quebro por un momento mientras su mente ataba los cabos—. Podría ser un Lycan, un Rey, desde hace mucho están extintos.Los hijos de las lobas blancas, cuando compartían el linaje de un Alfa puro, tenían una posibilidad única: convertirse en una especie lobuna superior. Un ser con poder, inteligencia y fuerza inigualables.El último Rey Lycan había sido el bisabuelo de Larios, y desde entonces, no se tenía conocimiento de otro.Larios tensó la mandíbu
Capítulo 33 El cuerpo de Matthew temblaba, frágil y agotado. Intentó levantarse de la cama, pero sus fuerzas lo traicionaron, y cayó nuevamente sobre el colchón que apenas lograba sostener su peso.—Alfa, debe descansar —le suplicó el enfermero, acercándose con cautela.—¡Amelia está aquí! —gruñó entre dientes, jadeando con dificultad, como si su pecho ardiera al ritmo de un fuego invisible.—Mi señor... aquí no hay ninguna Amelia. Está confundido.Pero Matthew ya no escuchaba. Cerró los ojos, rendido ante una fatiga que no era solo suya, sino compartida. Como el destinado de la loba blanca, su cuerpo sentía cada emoción, cada debilidad, cada sombra que la envolvía. Eran uno, incluso en la distancia.Mike salió de la habitación, con el rostro marcado por la duda. Algo no encajaba. ¿Y si Vicente no era realmente el alma gemela de Amelia?El peso de su conciencia lo atormentaba. A pesar de la rivalidad eterna con la loba blanca, no quería ir en contra de las enseñanzas del Alfa Larios.
Capítulo 34Matthew despertó agitado, con el corazón latiendo rápido. Las visiones en su mente eran confusas, pero le dejaron una sensación de intranquilidad . Recordaba a su amada, su aroma, su voz… y aquello lo desestabilizaba. Se levanto de la cama aún con más piernas de gelatina, su rostro mojado por el sudor y suspiro recuperando el aliento.La luz del día entraba por la ventana, el recuerdo de su pesadilla estaba fijo en su mente. Nada tenía sentido. Su cuerpo se sentía frío y agotado, se sentía mareado.Salio de la habitación, bajo las escaleras, se encontró con Larios, quien lo recibió con una sonrisa amable y una actitud serena aunque el lobo no estaba tranquilo por la partida de Amelia.—Alfa Matthew, me alegra verlo de pie. Mi beta me comentó que anoche se le pasaron las copas.Matthew frunció el ceño, confundido. Algo no encajaba.—No bebí una sola copa —respondió con seriedad—. No sé qué me sucedió. Sentí una debilidad extraña… y mi cabeza me traicionó.Ya no podía per
Capítulo 35Los ojos de Iris estaban cargados de una ira asesina. Su enojo iba más allá de la trampa que Vicente había utilizado para alejarla… lo que sentía era celos, celos profundos que le carcomían el alma.No tenía a nadie. Iris era huérfana, hija de dos lobos adinerados que murieron en un trágico accidente. Fue el padre de Amelia quien, por cariño a sus viejos amigos, decidió hacerse cargo de ella.Desde niña había escuchado que el destino de Amelia era la gloria: convertirse en la esposa del Alfa, ser la Luna de la manada. Y aunque intentaba ocultarlo, la envidia le quemaba el pecho. ¿Por qué Amelia y no ella? Siempre sintió que era más fuerte, más digna, más capaz. Que merecía ese lugar.Y ahora, cuando por fin sentía que se acercaba a lo que siempre soñó, su amiga volvía a arrebatarle la oportunidad. Era el golpe más duro de su vida.—¡Cálmate, por favor! —suplicó Amelia, levantando las manos en señal de paz, sin comprender quién era esa loba descontrolada que le gritaba con
Capítulo 1En el mercado de esclavas Omegas, en medio del calor y el sudor, las jaulas con las lobas más diversas, se preparan para ser elegidas por un nuevo dueño.Entre el sonido chillante de las cadenas, los rostros sin esperanza, con paso firme, un lobo de cabello castaño, una mirada tan fría como el hielo y un par de cejas pobladas, se acerca con la fuerza que emana un huracán.El Alfa Mathew Russo, camina en medio del tétrico paisaje, ojeando a un grupo de lobas encerradas en jaulas puestas a la disposición de los compradores.Ante su presencia, que impone fuerza los demás compradores se apartan agachando la cabeza, incapaces de retar al poderoso lobo.Con su mirada fría y calculadora, observa las jaulas, buscando a su próxima propiedad.Se detiene frente a una de ellas al escuchar un gruñido, gira y se encuentra con la mirada firme de una loba que parece desafiarlo con un par de ojos verdes como esmeraldas.La loba de cabello negro como el azabache, enmarañado y sucio, lo mir