Capítulo 34Matthew despertó agitado, con el corazón latiendo rápido. Las visiones en su mente eran confusas, pero le dejaron una sensación de intranquilidad . Recordaba a su amada, su aroma, su voz… y aquello lo desestabilizaba. Se levanto de la cama aún con más piernas de gelatina, su rostro mojado por el sudor y suspiro recuperando el aliento.La luz del día entraba por la ventana, el recuerdo de su pesadilla estaba fijo en su mente. Nada tenía sentido. Su cuerpo se sentía frío y agotado, se sentía mareado.Salio de la habitación, bajo las escaleras, se encontró con Larios, quien lo recibió con una sonrisa amable y una actitud serena aunque el lobo no estaba tranquilo por la partida de Amelia.—Alfa Matthew, me alegra verlo de pie. Mi beta me comentó que anoche se le pasaron las copas.Matthew frunció el ceño, confundido. Algo no encajaba.—No bebí una sola copa —respondió con seriedad—. No sé qué me sucedió. Sentí una debilidad extraña… y mi cabeza me traicionó.Ya no podía per
Capítulo 35Los ojos de Iris estaban cargados de una ira asesina. Su enojo iba más allá de la trampa que Vicente había utilizado para alejarla… lo que sentía era celos, celos profundos que le carcomían el alma.No tenía a nadie. Iris era huérfana, hija de dos lobos adinerados que murieron en un trágico accidente. Fue el padre de Amelia quien, por cariño a sus viejos amigos, decidió hacerse cargo de ella.Desde niña había escuchado que el destino de Amelia era la gloria: convertirse en la esposa del Alfa, ser la Luna de la manada. Y aunque intentaba ocultarlo, la envidia le quemaba el pecho. ¿Por qué Amelia y no ella? Siempre sintió que era más fuerte, más digna, más capaz. Que merecía ese lugar.Y ahora, cuando por fin sentía que se acercaba a lo que siempre soñó, su amiga volvía a arrebatarle la oportunidad. Era el golpe más duro de su vida.—¡Cálmate, por favor! —suplicó Amelia, levantando las manos en señal de paz, sin comprender quién era esa loba descontrolada que le gritaba con
Capítulo 1En el mercado de esclavas Omegas, en medio del calor y el sudor, las jaulas con las lobas más diversas, se preparan para ser elegidas por un nuevo dueño.Entre el sonido chillante de las cadenas, los rostros sin esperanza, con paso firme, un lobo de cabello castaño, una mirada tan fría como el hielo y un par de cejas pobladas, se acerca con la fuerza que emana un huracán.El Alfa Mathew Russo, camina en medio del tétrico paisaje, ojeando a un grupo de lobas encerradas en jaulas puestas a la disposición de los compradores.Ante su presencia, que impone fuerza los demás compradores se apartan agachando la cabeza, incapaces de retar al poderoso lobo.Con su mirada fría y calculadora, observa las jaulas, buscando a su próxima propiedad.Se detiene frente a una de ellas al escuchar un gruñido, gira y se encuentra con la mirada firme de una loba que parece desafiarlo con un par de ojos verdes como esmeraldas.La loba de cabello negro como el azabache, enmarañado y sucio, lo mir
Capítulo 2Amelia abrió los ojos, sintió el aire espeso a su alrededor, su pecho subía y bajaba con respiraciones entrecortadas, su cuerpo temblaba nervioso ante la mirada imponente y curiosa del Alfa.—Yo... —su voz no podía continuar con la oración.Matthew sonrie, a pesar de la suciedad, y el evidente cansancio, la belleza de la loba era innegable, era una diosa salvaje, una belleza indomable que resaltaba en las curvas de su cuerpo.El lobo se agacha, Amelia retrocede un par de pasos y el le da la toalla.Ella se cubre de inmediato, mientras suspira nerviosa intentando cubrirse rápidamente mientras sus mejillas se sonrojan por la vergüenza.—¿Es así como piensas ganar tu libertad? —Matthew arquea la ceja, con un tono de desdén en su garganta —La respuesta es No preciosa.Amelia abre los ojos y le da una fuerte cachetada en la mejilla al lobo, este gruñe enojado.—Usted me lo dijo, jamás mezclaria su semilla conmigo, yo lo confirmo, nunca me acostaria con un lobo como usted por mi
Capítulo 3Amelia observa el cielo de la manada, sus tonos dorados y cálidos, le recordaban su propio pasado, Phillippe la arrastraba sin piedad por el suelo, su mano gruesa aferrada a su cabello como si fuera un trozo de cuerda.—Eres una rebelde —gruñoLa arroja contra un árbol, el golpe hace que los pulmones de Amelia se queden sin aire, y la corteza del roble, rasguñe su piel, Antes de poder reaccionar, amarrar un par de duras y gruesas cuerdas en sus muñecas con brutalidad.—Puedes arrepentirte ahora —susurra Phillippe, inclinándose, su aliento cargado de whisky golpea en el rostro de la loba.Amelia levanta su cabeza, su mirada es un fuego desafiante, que con un preciso cálculo le escupe en la cara.—Prefiero que el hierro toque mi piel antes que sus asquerosas manos.El mentón de Phillippe se tensa, su mirada llena de furia, destilando el odio del rechazo, se limpia el rostro.—¡Calienta el hierro!El metal se sumerge en las llamas, Amelia cierra los ojos para no ver el reflejo
Capitulo 4Amelia está helada, su mirada está perdida en aquel libro de letras doradas y caligrafía cursiva, su rostro blanco y sus manos temblorosas.—¿Estás bien? —pregunta Mathew, preocupado por la reacción de la loba.Amelia apenas puede responder en medio de titubeos—Solo debo tomar un poco de aire —escapa hacia el jardín.Apenas puede recuperar el aliento, se prometió ser fuerte, no volver a llorar por la traición, por lo que le arrebataron, Pero el recuerdo de su madre agonizando en sus brazos, le quema el alma como el hierro con el que querían marcar su piel.Aprieta los puños, lastimando la palma de sus manos con sus uñas, Necesita justicia o cumplir su promesa de venganza.El galopeo de unos caballos, avisa de la llegada de un visitante, un carruaje la saca de sus pensamientos, seca sus lágrimas las que considera un símbolo de debilidad.Cuando Sergio, el Alfa de la manada Bluemoon, viejo amigo de Matthew desciende, Amelia avanza para atenderle y presentarse.Matthew que l
Capitulo 5Después de la triste noticia de la muerte de Sergio, la manada celebra la protección que la diosa Luna le ha dado a su Alfa, se consideran bendecidos por su mano.Pero Matthew no lo siente así, algo le dice que no fue casualidad, que Amelia fue la encargada de su protección divina.Las preguntas lo envuelven en un acertijo que no sabe descifrar, camina de lado a lado en la pequeña habitación de Amelia mientras la observa dormir, paso todo el día cuidandola, atormentado por la culpa.Cuando la débil loba abre los ojos, ve al Alfa sentado a los pies de su cama, con una mirada que parece penetrar su alma.—¿Que sucede? —pregunta con la voz áspera.El no responde nada, le sirve un vaso de agua que le acerca sosteniendo su cabeza para ayudarle a beber, una manera peculiar de pedir disculpas.—Estoy bien, no debería preocuparse por mi, su castigo fue cumplido —murmura Amelia apartando la mirada.Matthew aprieta el mentón —¿Por qué sabías del ataque? —Sus ojos se clavan en La lo
Capítulo 6Desde aquel beso, Amelia ha intentado por todos los medios evitar a Matthew. Pero él no se lo ha puesto fácil.El Alfa busca acercarse, necesita explicaciones, justificaciones, algo que calme la culpa que lo carcome, sentir que este sentimiento que llena su pecho no es solo suyo.Pero no hay excusa válida para su comportamiento. Lo sabe, ha roto sus promesas.En la noche, La luz de la luna llena entra por la ventana de su habitación , directamente a su cama, el frío de una noche helada hace que el Alfa despierte de inmediato.Matthew se sienta en la cama, el cuerpo empapado en sudor. Sus músculos están tensos, su pecho sube y baja con respiraciones irregulares.—¿Te sientes bien? —pregunta Catalina con el ceño fruncido, su voz llena inquietud mientras le da un par de caricias en la espalda.Él se pasa una mano por el rostro, observa su mano húmeda por el sudor que cae por su frente y se toma unos segundos antes de responder.¿Cómo le explica que acaba de soñar con Amelia?