Capitulo 4
Amelia está helada, su mirada está perdida en aquel libro de letras doradas y caligrafía cursiva, su rostro blanco y sus manos temblorosas. —¿Estás bien? —pregunta Mathew, preocupado por la reacción de la loba. Amelia apenas puede responder en medio de titubeos —Solo debo tomar un poco de aire —escapa hacia el jardín. Apenas puede recuperar el aliento, se prometió ser fuerte, no volver a llorar por la traición, por lo que le arrebataron, Pero el recuerdo de su madre agonizando en sus brazos, le quema el alma como el hierro con el que querían marcar su piel. Aprieta los puños, lastimando la palma de sus manos con sus uñas, Necesita justicia o cumplir su promesa de venganza. El galopeo de unos caballos, avisa de la llegada de un visitante, un carruaje la saca de sus pensamientos, seca sus lágrimas las que considera un símbolo de debilidad. Cuando Sergio, el Alfa de la manada Bluemoon, viejo amigo de Matthew desciende, Amelia avanza para atenderle y presentarse. Matthew que lo saluda con gran alegría, dándole varias palmadas en la espalda, presenta a la loba: —Amelia te presento, el Alfa de manana Bluemoon. Sergio toma la mano de Amelia para darle un beso, la loba entra en pánico al sentir el tacto, su cuerpo tiembla como gelatina, su piel se eriza, su respiración se vuelve rápida ante el. —¿Está bien? —pregunta Sergio al notar la reacción de la loba, con extrañeza. Amelia se aparta sin responder, negando con su cabeza, sin poder pronunciar palabra. Sergio decide ignorarla, es solo una sirvienta enferma a sus ojos, Pero Matthew sabe que algo le sucede, nunca la había visto tan alterada. —Necesito que me acompañes de inmediato a la manada Sky —dice Sergio rompiendo la presion del momento—. Quieren hacer un trato y quiero que me asesores. Mathew asiente —Sabes que cuentas conmigo, aunque no confío mucho en el Alfa de Sky —Eres mi amigo, debes hacer cosas incómodas por mi, incluído visitar a tu nemesis. Matthew sonrie, sube a su habitación, para prepararse y partir. Amelia camina de lado a lado en el largo pasillo de las habitaciones, Con el corazón en la garganta, se acerca a Catalina intentando intervenir. —Mi señora, por favor, impida el viaje del Alfa. Deténgalo, usted necesita cuidados especiales. Catalina la mira con desconcierto —Sergio es el mejor amigo del Alfa, No puedo interferir, además tu me cuidas mejor que nadie, estaré bien sin Matthew. Desesperada al no encontrar el apoyo en Catalina, Amelia toma una decisión impulsiva, ella lo detendrá. Baja las escaleras, suspira, sonríe para dar una seguridad fingida, y se acerca a Sérgio. —Mi Señor —sonrie falsamente — el Alfa Mathew me pidió infórmale que no podrá acompañarlo. —¡¿Que?! Pensé que estaba preparandose ¿Está segura señorita? —Mi ama, Catalina, acaba de enfermar, y el no desea separarse de ella. Sergio suspira molesto pero asiente con resignación. —Dile al Alfa que no le perdonaré está ofensa —sonrir haciéndole ver qué solo es una broma. —Mi señor, quizás usted... No deba viajar sin el Alfa Matthew. Sergio la observa con dureza. —¡Insolente! Una sirvienta no debe opinar sobre asuntos de Alfas, hablaré con Matthew, debe ponerte en tu lugar —gruñe Sergio que se va cerrando la puerta con fuerza. Amelia éxhala con alivio, logro una victoria, pero su tranquilidad dura muy poco. Minutos después, Matthew baja las escaleras con su maleta en la mano, busca a su amigo. —¿Dónde está Sergio? —le pregunta a Amelia con Ian furia palpable en su voz. Amelia mantiene la calma —Mi señor... Tenía que irse, me pidió pedir disculpas. —¡Mentira! —Cecilia emerge en las sombras con una sonrisa cruel—Le dijiste a Sergio que el Alfa no podía ir, el está muy molesto. Matthew gruñe abriendo los ojos con enojo, que se oscurecen por la rabia. —¡¿Es verdad lo que dice Cecilia?! —agarra a Amelia del brazo con una fuerza brusca. Ella lo mira a los ojos, no piensa bajar la mirada y decide ser sincera —Si, se lo dije, era necesario. —Debes castigarla, Catalina le ha dado libertades y ahora cree que puede opinar en tu casa —Cecilia intriga, quiere ver qué Amelia sea lastimada para sacarse la espina y celos que siente por ella. —¿Por qué lo hiciste? ¡Defiendete! —Matthew quiere escuchar su versión. Ella abre la boca, parece que desea decirle algo pero se contiene —No lo diré, Pero es lo mejor para usted. Cecilia cruza los brazos triunfante, insiste en que ella debe recibir un castigo —¡No puedes permitir que una esclava pase por encima de tu autoridad! Matthew cierra los ojos tomando un aire hondo que infla su pecho, gruñe, su voz firme decide dar la orden: —¡Encierrala en la celda de castigo! Chasquea los dedos y le pide a uno de sus guardias llevarla a ese lugar. —Yo me encargaré de supervisar —sonrie maliciosa Cecilia. Amelia acepta su castigo, mientras es arrastrada a ese tétrico lugar, observa a los ojos a Matthew desafíante. —eres un idiota —gruñe antes de desaparecer de la habitación. Pasan dos días... Catalina está molesta por el castigo Pero se deja influenciar por Cecilia que le dice —Es mejor mantener a los esclavos bajo control, si le permites desafiar a Matthew una vez no hará siempre. Matthew no puede quitarse a Amelia de la cabeza, bebé una copa de whisky en su biblioteca, pensando una y otra vez en la mirada desafíante de la esclava. ¿Por que hizo esto? ¿Que trataba ganar? Cree que lo hizo por desafiarlo, siente que es una manera de demostrarle que ella no lo respeta. Un fuerte golpe en la puerta, interrumpe sus pensamientos Un caballero llega con noticias, se le nota alterado —Mi señor, el Alfa Sergio fue asesinado. Matthew deja caer la copa de cristal de su mano, que se rompe al estrellarse en el suelo. —¿Que dijiste? —Fue emboscado, Nunca hubo una invitación de la manada Sky, era una trampa, querían matarlos a ustedes dos. Por un momento se queda paralizado en la gran silla de su estudio, Matthew se paraliza, se aferra a la mesa con sus manos, un fuerte frío atraviesa su pecho. Un recuerdo atraviesa su cabeza como un corrientazo eléctrico. < > Matthew se levanta de un solo brinco y sale de la biblioteca. —Llevame con Amelia. Al llegar a la celda de castigo, encuentra a la loba acostada en la fría cama de piedra, su cuerpo está temblando, sus labios están morados y agrietados. El lobo intenta despertarla sacudiendo su cuerpo, pero ella no reacciona —¡¿Que le sucede?! —Exclama horrorizado por lo que ve. El guardia de turno baja la mirada, apenas logra encontrar el valor de dirigirle la palabra al Alfa —Mi señor, la señorita Cecilia ordenó que no se le diera comida ni agua. Matthew siente un escalofrío recorrer toda su espina dorsal. Amelia abre los ojos, aún débil, Pero con esa firmeza desafíante como el fuego que la invade. —¡Traiganle agua ahora! El Alfa acaricia la mejilla de la loba con delicadeza, su enojo se transforma en ese sentimiento indescriptible de protección hacia ella. —¿Sabías lo que iba a pasar? ¿Me querías proteger? Amelia intenta abrir la boca, Pero la debilidad no le permite pronunciar palabra y se desmaya en los brazos de Matthew. El lobo se percata que el pecho de Amelia se mueve rápido, que abre la boca buscando aire, ella respira con dificultad.Capitulo 5Después de la triste noticia de la muerte de Sergio, la manada celebra la protección que la diosa Luna le ha dado a su Alfa, se consideran bendecidos por su mano.Pero Matthew no lo siente así, algo le dice que no fue casualidad, que Amelia fue la encargada de su protección divina.Las preguntas lo envuelven en un acertijo que no sabe descifrar, camina de lado a lado en la pequeña habitación de Amelia mientras la observa dormir, paso todo el día cuidandola, atormentado por la culpa.Cuando la débil loba abre los ojos, ve al Alfa sentado a los pies de su cama, con una mirada que parece penetrar su alma.—¿Que sucede? —pregunta con la voz áspera.El no responde nada, le sirve un vaso de agua que le acerca sosteniendo su cabeza para ayudarle a beber, una manera peculiar de pedir disculpas.—Estoy bien, no debería preocuparse por mi, su castigo fue cumplido —murmura Amelia apartando la mirada.Matthew aprieta el mentón —¿Por qué sabías del ataque? —Sus ojos se clavan en La lo
Capítulo 1En el mercado de esclavas Omegas, en medio del calor y el sudor, las jaulas con las lobas más diversas, se preparan para ser elegidas por un nuevo dueño.Entre el sonido chillante de las cadenas, los rostros sin esperanza, con paso firme, un lobo de cabello castaño, una mirada tan fría como el hielo y un par de cejas pobladas, se acerca con la fuerza que emana un huracán.El Alfa Mathew Russo, camina en medio del tétrico paisaje, ojeando a un grupo de lobas encerradas en jaulas puestas a la disposición de los compradores.Ante su presencia, que impone fuerza los demás compradores se apartan agachando la cabeza, incapaces de retar al poderoso lobo.Con su mirada fría y calculadora, observa las jaulas, buscando a su próxima propiedad.Se detiene frente a una de ellas al escuchar un gruñido, gira y se encuentra con la mirada firme de una loba que parece desafiarlo con un par de ojos verdes como esmeraldas.La loba de cabello negro como el azabache, enmarañado y sucio, lo mir
Capítulo 2Amelia abrió los ojos, sintió el aire espeso a su alrededor, su pecho subía y bajaba con respiraciones entrecortadas, su cuerpo temblaba nervioso ante la mirada imponente y curiosa del Alfa.—Yo... —su voz no podía continuar con la oración.Matthew sonrie, a pesar de la suciedad, y el evidente cansancio, la belleza de la loba era innegable, era una diosa salvaje, una belleza indomable que resaltaba en las curvas de su cuerpo.El lobo se agacha, Amelia retrocede un par de pasos y el le da la toalla.Ella se cubre de inmediato, mientras suspira nerviosa intentando cubrirse rápidamente mientras sus mejillas se sonrojan por la vergüenza.—¿Es así como piensas ganar tu libertad? —Matthew arquea la ceja, con un tono de desdén en su garganta —La respuesta es No preciosa.Amelia abre los ojos y le da una fuerte cachetada en la mejilla al lobo, este gruñe enojado.—Usted me lo dijo, jamás mezclaria su semilla conmigo, yo lo confirmo, nunca me acostaria con un lobo como usted por mi
Capítulo 3Amelia observa el cielo de la manada, sus tonos dorados y cálidos, le recordaban su propio pasado, Phillippe la arrastraba sin piedad por el suelo, su mano gruesa aferrada a su cabello como si fuera un trozo de cuerda.—Eres una rebelde —gruñoLa arroja contra un árbol, el golpe hace que los pulmones de Amelia se queden sin aire, y la corteza del roble, rasguñe su piel, Antes de poder reaccionar, amarrar un par de duras y gruesas cuerdas en sus muñecas con brutalidad.—Puedes arrepentirte ahora —susurra Phillippe, inclinándose, su aliento cargado de whisky golpea en el rostro de la loba.Amelia levanta su cabeza, su mirada es un fuego desafiante, que con un preciso cálculo le escupe en la cara.—Prefiero que el hierro toque mi piel antes que sus asquerosas manos.El mentón de Phillippe se tensa, su mirada llena de furia, destilando el odio del rechazo, se limpia el rostro.—¡Calienta el hierro!El metal se sumerge en las llamas, Amelia cierra los ojos para no ver el reflejo