Al fin llegaron a este mundo, para ser lo más importante para Aria. ¡Muchas gracias por leer la historia! Si te está gustando no te olvides de comentar, votar y dejar tu reseña.
Alec Llevo tan solo un mes casado con Natasha y es una tortura. Evadirla en la cama es difícil, pero no porque yo la desee, sino porque ella me busca a todas horas, intentando que seamos un matrimonio real. Mi madre no para de llamarme exigiendo explicaciones, así que opté por bloquearle las llamadas, los mensajes e impedir su entrada a mi casa y a mi oficina. No puedo impedirle la entrada a la empresa, dado que ella es accionista, pero sí a mi espacio, al cual nadie ingresa, salvo el vicepresidente, al que prácticamente convertí en mi asistente porque no quiero contratar a nadie más. Aria tiene ese puesto reservado para cuando regrese, cuando vuelva a ser mía. Cada día que pasa, mi odio crece más y más, puesto que no le interesó en lo más mínimo que me casara. Casi me le fui a los golpes a mi madre por haber publicado en la prensa que la boda fue el día veintiséis y no el veinticuatro, como realmente ocurrió, pero al final me di cuenta de que no vale la pena, que Aria se merece que
Ethan 1 mes antes Estar lleno de dolor no me ha impedido cuidar de mi odiosa hermana menor, por el contrario, Aria y mis sobrinos son mi razón de vivir ahora, lo único que me da fuerzas para continuar existiendo, para sentir que vale la pena quedarme. Jackson también es otro motivo, he de admitir. Aunque solemos discutir por deportes o cualquier tontería que se nos atraviese, él me acepta, me quiere como los hermanos que somos. Entre sus miles de maneras de llamarme, aunque esté enojado, la palabra bastardo no está entre ellas. Por todas estas razones es que ahora me dirijo hacia la mansión de la abuela para llevarle los regalos que le tengo a Aria. No solo he comprado una infinidad de cosas para mis sobrinos y la mejor computadora para ella, sino que también tengo un collar hermoso. Es un relicario con una foto mía y otra de Jackson. Me muero de ganas de ver su cara de desconcierto y también el enojo de Jackson cuando vea que mi foto es más favorecedora que la suya. —Te jodes, Jac
Aria Estar inconsciente y consciente a la vez es la peor de las pesadillas. Tengo en mente que necesito ver a mis hijos, que necesito saber si están vivos, pero simplemente mi cuerpo no colabora y no puedo despertar. Por momentos me rindo y me dejo llevar por las aguas más profundas de este estado, pero ni siquiera de esa forma logro encontrar un poco de paz.Tampoco quiero la paz. Necesito aferrarme a mi angustia, a mi dolor; eso me mantiene fuerte para combatir en este hondo pozo en el que he caído. No tengo noción del tiempo o espacio en el que me encuentro, pero sí que tengo que seguir luchando por recuperarme. Las personas que vienen a verme me lo dicen, me instan a salir de este túnel que no parece tener salida.No estoy sola, eso es lo más importante. Mis hijos están con vida, esperando por mí, a mi calor. Quiero darles todo de mí, entregarles mi vida si es necesario, pero tengo el egoísta deseo de verlos siquiera una vez, de dejar todo completamente preparado para que ellos pu
Aria La noticia sobre mi despertar no tarda en correrse como la pólvora, aunque el doctor tiene que decirle a mi ansiosa familia que antes de que pueda ver a alguien o yo ir ver a mis bebés necesitaba ser revisada y verificar que todo en mi cuerpo funcionara de una manera correcta. Yo estaba desesperada porque moría de ganas de conocerlos, de sentirlos junto a mí, pero también entendía que no podía apurar el proceso, que tenía el doctor que asegurarse de que estaba apta para poderme mover. —Pasaste por mucho —me explica cuando termina una de sus revisiones—. Estuviste en coma durante dos semanas. Sin embargo, creo que has evolucionado bien y que el peligro está pasando. —¿Qué fue lo que me sucedió? —indago—. ¿El parto fue por alterarme?—En parte sí, pero también porque, sin darte cuenta, tenías la presión alta. Aquello causó que dos de las placentas se desprendieran y, por ende, tuvieras una hemorragia que casi te cuesta la vida a ti y a los pequeños. —No puede ser —susurro con a
Aria Las puertas de la UCIN finalmente se abren y puedo entrar. El corazón me late más rápido que nunca y siento que me explotará dentro del pecho. No estoy nada lista para lo que me voy a encontrar, siento mucho miedo y por un segundo quiero irme por temor a hacerles daño, a mover algo que no deba. No obstante, no pido al enfermero que detenga mi silla de ruedas. Puedo ser una cobarde, sentir que soy la peor persona del mundo, pero voy a conocer a mis hijos. Ya es suficiente tiempo el que hemos estado separados. Ellos me necesitan y yo los necesito más. —Señorita, aquí están —me dice él cuando llegamos frente a tres incubadoras. No son los únicos bebés que están en esta zona, pero sí los únicos que están juntos. El cuerpo comienza a temblarme más e intento levantarme. El enfermero se apresura a sujetarme, pero no me regresa a la silla, sino que me ayuda a no caerme. Todavía mis piernas se sienten débiles por la falta de movimiento, pero logro estar de pie con esa ayuda. Aque
AriaDos años antes Hoy es el día, pero la noticia me llega de golpe y sin previo aviso, causándome miedos e incertidumbre. Llevo tres meses cuidando de mis pequeños, recibiendo toda la ayuda posible, acostumbrada a una rutina que ya tengo aprendida de memoria, al igual que Julia y Ethan, quienes son los cuidadores principales además de mí. Jackson viene también, desde luego, pero él ya es padre y, cuando viene, se encarga más de mí y de lo que necesito, pues dice que yo soy su primera bebé y que yo lo necesito más, que ya habrá tiempo para convertirse en el tío favorito de nuestros tesoros, como los llamamos. Todos somos un equipo maravilloso, y sin ellos yo no podría hacer nada. Sin ellos no tendría el tiempo de poder dedicarme a mis pequeños, que cada día mejoran más y más y ya no parecen bebés prematuros. No pude dar una lactancia exclusiva, pero puedo amamantarlos y eso es algo increíble. Ellos comenzaron a avanzar deprisa en su recuperación cuando pude alimentarlos y tenerlos p
Alec —¿Nunca vas a dejar de pensar en mí? —me pregunta ella cuando nos hemos calmado. Esta vez me ha permitido hacerle el amor y, aunque sé que solo es un delirio, me alegro. Esta vez ella es más nítida y puedo sentir su piel, olerla. A pesar de que han pasado dos años, todavía la recuerdo a la perfección. —No, no lo haré —contesto—. No vuelvas a preguntar estupideces. —No son estupideces, ¿estás enojado? —No, ¿cómo podría estarlo? Estás aquí, muy cerca. —¿No te importa que el vicepresidente se fuera? —No, para nada. Por mí se puede ir al infierno. —Pero te robó dinero e información confidencial. —Tú me robaste la voluntad —le recrimino—. Deberías estar presa, pero conmigo. Aria sonríe y me dedica una mirada llena de picardía. —¿Qué me harías si me encuentras? —Sabes bien lo que haría —susurro—. Te amo, pero te castigaría. —¿Iré presa? —A ti no puedo mentirte, sí. De cierta manera, sí. Aria, vuelve ya, por favor. Aria, en lugar de responderme, se evapora, causán
AriaDespedirme de mis trillizos adictos a mamá no es tarea fácil. Si bien Jack y Juliett comprenden a pesar de su tristeza, el que llora para que no me vaya es Alec. No grita ni hace escándalos, pero derrama lágrimas mientras me abraza, lo cual me provoca llorar también. El vínculo que sentimos es inmenso y, aunque no lo amo más o menos que a sus hermanos, sé que él me necesita más.—Voy a volver muy pronto, corazón —le aseguro a mi bebé—. Mami volverá pronto.—No, no —solloza, aferrado a mí.Desesperada por encontrar alguna solución, miro a Ethan, quien asiente antes de hablar.—Alec, mamá volverá pronto —le dice—. ¿Qué te parece si cuidamos a Juliett y a Jack para que no hagan travesuras? Si haces eso, mamá estará contenga cuando vuelva.Mi pequeño sigue negando con la cabeza. No entiende de razones cuando se trata de dejarme ir.—Pronto volveré —le prometo—. Mamá te traerá cosas nuevas para dibujar.—No quiero.Mi niño se abraza más a mí y pasa más de una hora para lograr convencer