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AriaDespedirme de mis trillizos adictos a mamá no es tarea fácil. Si bien Jack y Juliett comprenden a pesar de su tristeza, el que llora para que no me vaya es Alec. No grita ni hace escándalos, pero derrama lágrimas mientras me abraza, lo cual me provoca llorar también. El vínculo que sentimos es inmenso y, aunque no lo amo más o menos que a sus hermanos, sé que él me necesita más.—Voy a volver muy pronto, corazón —le aseguro a mi bebé—. Mami volverá pronto.—No, no —solloza, aferrado a mí.Desesperada por encontrar alguna solución, miro a Ethan, quien asiente antes de hablar.—Alec, mamá volverá pronto —le dice—. ¿Qué te parece si cuidamos a Juliett y a Jack para que no hagan travesuras? Si haces eso, mamá estará contenga cuando vuelva.Mi pequeño sigue negando con la cabeza. No entiende de razones cuando se trata de dejarme ir.—Pronto volveré —le prometo—. Mamá te traerá cosas nuevas para dibujar.—No quiero.Mi niño se abraza más a mí y pasa más de una hora para lograr convencer
Aria Me es imposible dormir en toda la noche pensando en lo que me dijo mi hermano, pero sobre todo me cuesta porque no tengo a mis hijos a mi lado. Muchas veces la gente me ha aconsejado que debería dejarlos dormir en sus propias habitaciones, pero me niego rotundamente a hacerlo. Si algo disfruto con mi vida es sentir su calor a mi lado, su aroma a bebé y saber que están protegidos en mis brazos. Claro, casi siempre amanecemos hechos un espagueti humano y muchas veces tengo dolores de espalda o calambres, pero me da igual. Yo pienso dormir con mis trillizos hasta que sean universitarios si es posible. Mientras observo la lluvia por la ventana de mi habitación, pienso en Jack, que le teme al ruido de las tormentas. Sé que estará bien protegido con Julia, pero me angustia no estar para él y no puedo evitar echarme a llorar. Si bien ahora soy una persona más fuerte emocionalmente, mi debilidad son ellos.Cuando nos separamos me siento perdida y sin propósitos. Entiendo que eso debe c
Aria Mi padre me alcanza y me rodea con sus brazos antes de que yo pueda acercarme o alejarme. Por unos segundos me quedo paralizada, sin poder respirar o hacer algo al respecto, pero entonces la realidad me golpea y reacciono, llorando a lágrima viva y abrazándolo con tanta fuerza que creo que se me van a fracturar los brazos. —Papi —sollozo—. Papá, papá. —Sí, mi niña, estoy aquí. Estoy aquí contigo. —¿Cómo es posible? —pregunto mientras tomo su rostro entre mis manos.Se le ve más envejecido y su cabello negro ahora es canoso. Han pasado siete años, así que puede ser normal, pero se le ve cansado, como si algo muy malo le hubiera ocurrido.—Es una larga historia, pero estoy dispuesto a explicártelo todo. —¿Dónde está mamá? ¿Ella sí murió? —pregunto con el corazón latiéndome de manera dolorosa—. ¿Es por eso que ella no está aquí? —Antes de llegar a eso, tenemos que hablar. Aquella frase no me gusta mucho, pero me vuelvo a abrazar a él, sintiendo tantas emociones encontradas que
Alec Me echo a reír ante sus afirmaciones y me giro para darles la espalda. Cuando me vuelvo hacia ellos, me he dejado de reír y los miro con un odio que duele y que va a matarme si no suelto lo que tengo que decirles. —Son tal para cual, malditos cerdos traidores —grito. —Tal y como tú lo eres con tu mujer. —¿Y ya le dijiste a Aria que te acostaste con ella el día de nuestra boda? —le suelto. En el fondo estoy esperanzado de que ella lo odie con esta afirmación y que en este momento termine la relación. Se iría de allí y yo la atraparía para que me diga que no es cierto que los dos están casados. No lo puedo concebir, no cuando sigo sintiéndola tan mía. Pero Aria no se inmuta.—Sí, señor Elwood, lo sabía —dice ella—. Eso ocurrió antes de nuestro matrimonio. El cuerpo me tiembla más e intento acercarme a Ethan para matarlo, pero Aria se interpone. —Ni siquiera lo intente —me amenaza con fiereza—. Ethan, vámonos. —Tú no te vas de aquí. Antes de que pueda tomarla por un brazo,
Aria—¿Estás bien? —me pregunta Ethan cuando arranca la camioneta.—Por supuesto que no —le digo, rompiendo en llanto otra vez.¿Cómo le digo que me siento tan culpable? No solo me causa culpa el no poder hacer nada por salvar la vida de nuestra madre, sino el haber dejado de pensar por un instante en todo al sentirlo tan cerca. Me siento como una fracasada al confirmar que no he podido arrancar de mi corazón a Alec Elwood, que cada fibra de mi ser reaccionó a su cercanía, a su aroma. Tuve ganas de dejarme llevar por este amor enfermizo que le tengo, buscar refugio en sus brazos y pedirle que me hiciera olvidar esta pesadilla.Es demasiado triste comprobar que, pese a que tengo tanto amor a mi alrededor, los brazos de Alec son los únicos que me pueden cobijar por completo ahora.—Perdóname, no quería causarte tanto dolor —se disculpa Ethan—. Mejor no hubiera…—¡Tenías que decírmelo! —le grito—. No quiero que me ocultes nada, por más doloroso que sea.—Es doloroso verte en este estado.
Alec Se aman. Se aman. ¿Se aman? La poca gente que hay en la calle me mira asustada y se aparta cuando paso entre esta. Seguro que advierten la rabia infinita que llevo en el cuerpo y no desean ser mis víctimas.Ellos advierten que ahora mismo podría matar a alguien y sin ninguna clase de remordimiento. Al meterme al auto cierro de un portazo y comienzo a gritar y a golpear el volante con fuerza. No tengo ni la menor idea de si estoy llorando, pero es algo más que eso, porque el cuerpo me arde, me tiembla y no tengo el total control de él. ¿Por qué no seguí investigando a Ethan?—Soy un imbécil, un imbécil, un completo imbécil. Enciendo el auto y arranco a toda velocidad. Tengo que localizar el auto de Ethan y alcanzarlos; no puedo dejar que él se vaya con Aria, así sea su esposa. Ella me ama a mí, aunque afirme amarlo a él. Si lo amara, no habría temblado como lo hizo, no me habría mirado de aquella manera. Luego de bastante rato de buscar entre las calles, no doy con ellos, a
NatashaEl ruido que hace mi celular cuando lo lanzo es de cristales rompiéndose, pero no presto atención a eso. Estoy llena de dolor y estoy volviéndome loca. Ethan no me contesta las llamadas desde la última vez que estuvimos juntos, que fue hace cinco meses. Muy dentro de mí sospecho que esa noche tuvo consecuencias, pero tengo un temor profundo de acudir al hospital a corroborarlo. No tengo el valor para abortar, tampoco para decirle al mundo que espero un hijo que no sea de mi respetable marido. —No, no pudiste haberte casado —sollozo—. No, Ethan, no. Me dirijo corriendo hacia el minibar. Alec no toma desde hace un tiempo, así que posiblemente se esté dando cuenta de mi consumo exagerado de alcohol, el cual ha hecho que me marchite lentamente. El alcohol no me gusta, pero el ardor que siento en la garganta cuando baja por ella me hace sentir mejor. Ethan odia que me ponga en riesgo, así que hago esto por si algún día él se arrepiente de lo que está haciendo conmigo. Sé que no l
AriaMis pequeños se muestran mucho más felices que cuando me los encontré en las escaleras, sobre todo Alec, que ha podido dormir plenamente en mis brazos. Julia tuvo que informarme que él no pasó una buena noche, así que después de almorzar todos nos vamos a dormir de corrido hasta casi la hora de cenar.Yo me despierto antes que mis tres tesoros, los cuales duermen alrededor de mí. Jack está a mis pies, con las piernas subidas en las mías; Juliett está sobre mi barriga, y sus pies apuntan hacia el extremo de la cama. Alec duerme acurrucado contra mí, como si fuese un bebé pequeño. Verlos así me llena de ternura y me hace olvidar por un instante todo lo que ha sucedido.—Mis tesoros —susurro—. Lo son todo para mí.Alec abre los ojos en ese instante. No dice nada, pero me mira fijamente, derritiéndome de amor, pero también poniéndome nerviosa. Cada vez que hace eso me recuerda a su padre, y ahora más que nunca me afecta. Aun así, le dedico una sonrisa amorosa y acaricio su cabeza.Él