✨ Queridos lectores, Gracias por llegar hasta aquí. De corazón, me emociona saber que siguen acompañando esta historia, página a página, emoción tras emoción. Cada palabra escrita cobra vida gracias a ustedes. Los invitamos a dejarme sus comentarios, que siempre leo con una sonrisa. Me inspiran, me motivan y me recuerdan por qué amo escribir. 💙 ¡Gracias por ser parte de este viaje!
La batalla había comenzado. Frente a los colosales monstruos marinos, Argos, el rey de Marabí, no podía permanecer inmóvil. Ver a su hijo luchar solo removía algo profundo en su pecho. Quizás el verdadero enemigo también estaría fuera... pero su hijo estaba ahí, y eso era razón más que suficiente para tomar las armas y unirse a la cacería.Dante, al ver la firmeza en los ojos de su padre, no dudó en seguirlo. Luchar junto a Archer no era solo un deber, era un honor.—Por favor, tengan cuidado —la voz de Leila resonó como una orden disfrazada de súplica. No permitiría ni una sola pérdida más.Apenas cruzaron el umbral de la barrera protectora, las criaturas se lanzaron sobre ellos con furia. No hubo tiempo para cerrar el paso. En medio del caos, dos aletas rápidas como sombras se deslizaron por la grieta abierta. Para cuando el escudo fue restablecido, ya era demasiado tarde: un par de ojos afilados observaban desde el corazón mismo del reino de Marabí.— ¿Archer…? —la mirada cortante d
Se precipitaron hacia el interior, moviéndose con la agilidad que solo poseían los hijos del océano. Dante fue el primero en cruzar la entrada, tras él, Archer y Ermys se deslizaron como destellos azules, seguidos de cerca por Argos. Tyler y Brandon cerraron la formación, sus cuerpos cortando el agua con fuerza contenida.Apenas el último hubo pasado, Leila cerró la barrera de un golpe seco. Una de las bestias, en su ciego afán por atraparlos, impactó brutalmente contra la superficie invisible, emitiendo un rugido desgarrador, el choque fue brutal que estremeció a todo el pueblo de Marabí.Desde los escondites, los sirénidos de Marabí comenzaron a emerger, sus siluetas etéreas flotando hacia la plaza real. Bajo la luz verdosa que filtraban los corales, los reyes, que horas antes habían descendido con rostros endurecidos y lanzas listas, ahora permanecían en un silencio denso, casi reverente. La marea de hostilidad había cedido; en su lugar, un respeto forzado se impregnaba en cada bur
— Hermano... Debes estar loco. ¿ Te das cuenta de a dónde nos estás llevando? A este paso vamos a perdernos en el bosque — gruñó uno de ellos, mirando con inquietud la espesura que los rodeaba.— Vamos, no seas aguafiestas. Confía es mi, se a dónde vamos — respondió su amigo con seguridad, aunque por dentro una duda helada le recorrió la espalda — o es creo — pensó, lanzándole una sonrisa que no lograba ocultar del todo su inquietud.—¡Oh, rayos! ¿Yo? ¿ Un aguafiestas? Por si no lo sabes, acabamos de dejar una fiesta en la cuidad, con música, licor y ... Amanda. Sí, Amanda. Es este preciso instante podría estar con ella celebrando el cambio de luna. Pero no, a mí brillante amigo se le ocurrió que un paseo nocturno por el bosque era una mejor idea, genial—El otro no respondió de inmediato. Sus ojos se clavaron en la silueta de la colina a los lejos, como si algo en ella lo llamara. Cuando habló, su voz sonó extrañamente seria:— Algo está pasando Dante. No sé que es, pero necesito segu
Un escalofrío le recorrió la espalda, no era solo el viento, ni la sugestión. Algo latía detrás de la roca. Algo agonizaba. Una energía antigua y sofocante se filtraba a través de la piedra, como un susurro desesperado, mientras tanto la tarde estaba desapareciendo, en su lugar un anochecer bañado por la luz de la luna llena se hacía presente.—Dante… —musitó Archer, con la voz repentinamente grave—. Hay algo detrás de la roca.Dante dejó de sonreír. Su expresión se endureció, como si su instinto de aventura se tornara en una certeza inquebrantable.—Entonces vamos.Ambos rodearon la piedra y la escena ante ellos desafiaba toda lógica.Allí, sobre la arena, yacía una figura inmóvil. Una mujer... No. Una sirena, aquellos seres mitológicos que solo eran reconocidas en obras y literatura de la antigua Grecia…No podían ser real, pero ahí estaba, era real.Su piel pálida brillaba bajo la tenue luz, su cabello rosa con tonos violeta caía en desorden sobre su rostro. Pero algo no estaba bien.
— Hermano, tenemos que… — Dante comenzó a hablar, pero sus palabras murieron en su garganta.Algo estaba mal.El aire se tornó denso, sofocante. La playa, que momentos antes estaba viva con el sonido del viento y las olas, se sumió en un silencio sepulcral. Demasiado silencioso. El viento ya no mecía las palmeras. El mar… estaba inquietantemente quieto. Como si estuviera conteniendo la respiración, como si estuviera observando.Dante sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Y entonces, como si la naturaleza misma respondiera a un llamado invisible, el mar despertó con una violencia aterradora, revelando enormes olas llenas de furia.—¡Archer! —gritó Dante, su voz teñida de urgencia—. ¡Tenemos que irnos ahora o la corriente nos arrastrará!No hubo tiempo para dudas. Las olas se alzaron de golpe, chocando contra las rocas con una furia inhumana. El agua salpicó a su alrededor, helada como la muerte.Archer se puso de pie, sujetando con fuerza el cuerpo de la sirena, dispuesto a correr
—¿Realeza…? — sus palabras salieron entrecortadas, llenas de incredulidad — ¿De qué hablas, quien carajos eres?, ¿Por qué estás aquí? —lo interrogó, pero no obtuvo respuesta, su mente era un torbellino. ¿Cómo podía este hombre conocer su nombre?El guerrero suspiró, como si no tuviera paciencia para explicaciones.—No hay tiempo para esto. Me la llevaré… y tú podrás regresar a tu "mundo" — respondió el guerrero.Archer apenas tuvo un segundo para reaccionar.En un abrir y cerrar de ojos, el guerrero extendió una mano y un destello de magia envolvió a la nereida. Desapareció de su lado en un instante.El guerrero miró el rostro de aquella joven y luego sus ojos recorrieron cada parte se su cuerpo, los ojos de aquel hombre mostraron tristeza y furia al mismo tiempo, pero… no había tiempo para más, él tenía que regresar.Entonces comenzó a caminar hacia el agua, sumergiéndose lentamente con la nereida en sus brazos. Archer intentó correr tras él, pero Dante lo detuvo de un fuerte tirón fi
—¿Qué…?, oye, sé que lo que vimos anoche está fuera de nuestra realidad, pero… — Archer se quedó a mitad de su oración cuando Dante lo interrumpió.—Tú y yo… ambos pertenecemos al océano — dijo Dante muy seguro de sí.El aire se tornó pesado. Las palabras de Dante flotaban en el espacio entre ellos como una verdad imposible, una revelación que Archer no estaba listo para aceptar.—Lo que viste ayer… — Dante continuó, con una gravedad que Archer jamás había escuchado en su voz — es solo un fragmento de lo que somos capaces de hacer—*Silencio*Archer sintió que el suelo bajo sus pies se volvía inestable, como si la marea estuviera a punto de arrastrarlo lejos de todo lo que alguna vez creyó real.El mundo que conocía acababa de desmoronarse.—¡Hace cuánto lo sabes?! ¡Dímelo! — Archer estaba furioso, creyendo que él sabía de las sirenas y no hizo nada por evitar que se la llevaran. Su voz retumbó entre ellos como un trueno ahogado por el viento. Se adelantó, con el corazón latiendo con
El mundo dejó de ser sombras y se convirtió en luz. El océano ya no era oscuro ni desconocido. Lo veía todo, cada detalle del océano se reveló ante sus ojos.La danza de los peces, las estrellas de mar aferradas a las rocas, el ir y venir de las algas, incluso la fosforescencia del plancton flotando como polvo de estrellas. Era hermoso, al igual que el, su gran aleta fue descubierta, un color negro turquesa nacarado, brillante y reluciente, digno de un miembro de la familia real.Dante se impulsó hacia adelante y su nuevo cuerpo respondió con una agilidad sobrehumana. No necesitaba aprender a nadar de nuevo. No, él ahora era rápido, libre, fuerte, sus movimientos eran naturales, instintivos. Como si siempre hubieran estado ahíPasaron los minutos y una ráfaga de recuerdos lo atravesaron.Chispazos de memorias olvidadas irrumpieron en su mente. Imágenes desordenadas. Voces ahogadas en el tiempo.—Estás de vuelta — susurró la voz cálida por última vez, desapareciendo entre las aguas.Fi