LUCCA ANDREOTTI
Las cosas pueden cambiar mucho en tan solo un segundo, como si la primavera simplemente se hubiera convertido en invierno en una noche; hasta hace unas horas yo era feliz y tenía mis decisiones claras, se suponía que buscaría la manera de permanecer en Londres y estar con Alexandra, eso era lo que deseaba hacer, pero ahora había mucho más en juego y mis deseos pasaban a segundo plano.
Mi padre estaba enfermo
Mi padre corría riesgo de morir
Mi padre me había pedido ayuda
Tenía que tomar una decisión
Mi amor por Alexandra o mi familia y nuestro imperio
No había más opciones, no había salidas fáciles ni tenía mucho tiempo para pensar, necesitaba tomar una decisión pronto porque mi familia lo necesitaba, pero… ¿Qué podía hacer?
Amaba a Alexa con todo mi s
ALEXANDRA PEMBERTON Pasó un día, luego otro y otro, pero el dolor no se desvanecía; cada noche el insomnio me atacaba y las lágrimas volvían a empañar mis ojos, no me sentía mejor y era incapaz de sonreír; Noah se quedó a mi lado todo el tiempo, consolándome e intentando que sonriera, pero nada funcionaba, porque no solo tenía el corazón roto, era como si todo mi cuerpo me doliera.Después de una semana, decidí regresar al trabajo en un intento de mantener mi mente ocupada, pero me sentía vacía y todos podían notarlo; casi no comía y lo que llegaba a comer me producía tanto asco que terminaba vomitándolo; estaba agotada tanto física como emocionalmente y ya no podía resistir más, pero cuando me desmayé frente a Noah, eso lo alarmó tanto que inclusive yo comenc&eacut
ALEXANDRA PEMBERTON La noche anterior había sido un completo caos y no lograba recordar mucho después de del sexto vaso de whisky; pero sin duda alguna había sido una noche espectacular, aunque el dolor de cabeza sí que estaba matándome.La noche anterior se había llevado a cabo la fiesta de máscaras de Londres en el hotel Empire y sin duda había sido una noche increíble; en un inicio no había pensado asistir, pero ahora no me arrepentía de haberlo hecho.Cuando llegué, atraje la mirada de todos en el lugar y no era para menos; el vestido que llevaba era corto de un color dorado brillante que evocaba el oro y mi antifaz lleno de pedrería combinaba a la perfección dándome un aire de diosa y eso era justo lo que yo era, nadie podía atreverse a negarlo.Para el mundo entero, Alexandra Pemberton era inalcanzable, no s
LUCCA ANDREOTTILa luz que traspasaba por las cortinas me obligó a levantarme, aunque no lo hice con muchas ganas y cuando abrí por completo los ojos, caí en cuenta que me encontraba solo, pero al recordar la noche anterior una sonrisa apareció en mi rostro y la imagen de esa chica de ojos verdes volvió a dejarme fascinado.Hace apenas dos días había llegado a Londres y no podía perderme la fiesta del año, eso no era propio de alguien como yo, pero nunca imagine conocer a una chica como la de anoche y eso que yo siempre me adelantaba a todo.Desde el preciso instante en que la vi, quedé embelesado; su cabello rubio sujeto de tal forma que su cuello quedaba completamente a la vista, ese vestido tan corto que se amoldaba perfectamente a su esbelta figura y esos labios que pedían a gritos que la besara.Todo en esa chica había llamado mi atenci&
ALEXANDRA PEMBERTON ¡¿Qué estaba haciendo?!¡Esto no podía estar pasando!No podía besarlo, no a él; pero, aunque mi cerebro me gritaba que me detuviera, mi cuerpo simplemente no parecía reaccionar y por más que sabía que lo que estaba haciendo estaba mal, no podía apartar mis labios de los de él.Mi corazón latía acelerado como si fuera a salirse de mi pecho y no tenía control sobre mis acciones; había cometido un grave error y solo eso me hacía pensar que había perdido la razón; éramos enemigos naturales, lo único que debía existir entre nosotros era odio y desprecio, nada más que eso.Nos apartamos cuando la necesidad de respirar se hizo presente y fue como si la cordura regresara a mí, porque inmediatamente me hice a un lado alejándome lo m&aa
LUCCA ANDREOTTINo tenía idea de porque había hecho eso, pero prefería mantener mi distancia y reconsiderar lo que sabía, así que simplemente la dejé marchar y una vez que se alejó, me apoyé sobre el muro respirando con pesadez.¿Por qué la había besado?Esa pregunta hacía eco en mi cabeza y no le hallaba una respuesta; simplemente lo hice, no existía una razón y eso era sumamente frustrante; estaba cansado de sus insultos, estaba harto de su actitud orgullosa y altanera, así que quise callarla de alguna forma y eso fue lo que hice, aunque ahora lo veía como un grave error.No debí besarla, no debí si quiera acercarme; no podía mantener ese tipo de contacto con ella, no era factible ni correcto y no podía volver a repetirse; pero el detalle era que no entendía ni siquiera porque h
ALEXANDRA PEMBERTON Debía de estar loca para aceptar un plan como este; pero pensándolo bien, tal vez podría utilizar su idea a mi favor y así engañarlo para conseguir justo lo que quería; entre nosotros dos, obviamente yo era más lista y si él quería enfrentarme, le demostraría que tan buena era jugando su juego.Bueno Lucca, ¿Cuáles son tus pasatiempos? – pregunté bebiendo un poco de mi tercer coctel de fresa que específicamente había pedido sin alcoholDisfruto de pasar tiempo al aire libre, aunque también me apasionan las carreras de coches y por supuesto las catas de vino – respondió sonriéndome - ¿Y a ti? – cuestionóMe gustan algunos deportes, como el tenis y el golf, aunque también disfruto mucho de los eventos socialesAsí que
LUCCA ANDREOTTIAlexandra se alejó desapareciendo en el interior del edificio, pero me quedé mirándola mientras se iba y una señal de alerta apareció en mi mente.“La deseaba”Regresé al auto con un nudo en el estómago y sin poder creer lo que había cruzado por mi mente; no podía desearla, no podía ceder ante algo tan estúpido, no podía dejar que un impulso lo arruinara todo.Nada había salido según lo planeado; desde el momento en que la vi llegar, todo se fue al diablo y eso no era lo peor, sino el hecho de que tenía que admitir que había disfrutado de su compañía; durante al menos unas horas todo había parecido más sencillo y hablar con ella incluso había resultado agradable, pero era un error y un error mucho más grande era desearla, porque ese deseo era sum
ALEXANDRA PEMBERTON Durante todo el camino a casa, no pude dejar de sonreír y no logré sacar a Lucca de mi mente, sin ninguna duda había disfrutado de este día y me había divertido como hace mucho no lo hacía, lo cual era sorprendente y aterrador, porque toda la alegría que sentía en parte había sido gracias a quien debería ser mi peor enemigo.¿Lucca tendría razón? ¿No teníamos por qué odiarnos? ¿Podíamos solo ser nosotros?Nunca antes había considerado esa opción o tal vez nunca creí que la tenía; cualquier persona en cuanto oía mi apellido, se comportaba diferente conmigo, nadie me trataba solo como Alexandra, para todos yo era una Pemberton y eso era lo que en verdad les importaba; el único que siempre me había visto como era en verdad, era Noah, aunque p