ALEXANDRA PEMBERTON
Después de salir de la ópera, Lucca me compró uno de esos globos llenos de luces y tomamos asiento en una de las bancas de un parque cercano para conversar un poco más antes de que cada uno tomara un rumbo diferente.
Estuve hablando con mi madre… - comenzó a decir con algo de duda – Quería saber exactamente porque mi familia y la tuya se odiaban…
¿No te contaron la historia?
Sí… bueno… sabes que la relación con mi padre no es muy cordial; siempre me repitió que ustedes eran nuestros enemigos y creo que me contó la historia a grandes rasgos cuando era niño, pero necesitaba saber un poco más
¿Y qué te dijo tu madre?
Comencé a relatarle lo que mi madre me había contado y aunque al inicio la historia parecía s
LUCCA ANDREOTTI No podía sacar a Alexa de mis pensamientos, era como una droga para mí y cada vez que su imagen aparecía en mi mente, automáticamente sonreía; pasar todo un día con ella fue lo mejor del mundo y renovó todas mis energías.Pero en cuanto el día llegó, también lo hicieron los problemas; nuevamente había rumores sobre Alexa y yo, nuevamente las personas hablaban del romance secreto entre los herederos de las familias que se odiaban, nuevamente se había desatado el caos.¿Qué las personas no tenían nada mejor que hacer que hablar de nosotros?¿Por qué no podían dejarnos en paz?Desde que las noticias empezaron a mencionar mi nombre, mi padre me quitó el celular y me dejó encerrado en el hotel para según él, evitar que siguiera complicándole
LUCCA ANDREOTTIPasaron un par de días y las cosas no mejoraban; nuestros abogados junto a los de la familia Pemberton habían conseguido acallar los rumores y aunque seguíamos en el ojo público, el escándalo y el caos habían disminuido.Mi padre, pues él seguía furioso, aunque ahora no me lo decía de frente y en lugar de eso solo me ignoraba lo cual se sentía mucho peor, pero al mismo tiempo me preocupaba porque sentía que estaba escondiéndome algo y su silencio no ayudaba; mi madre también estaba distante y pensativa, pero igual que mi padre, no decía nada al respecto y eso me estaba volviendo loco, ¿Qué diablos estaba sucediendo?Durante estos días me mantuve alejado de Alexa, pero mi madre me entregó mi celular poco después de mi discusión con mi padre así que habíamos estado c
LUCCA ANDREOTTILas cosas pueden cambiar mucho en tan solo un segundo, como si la primavera simplemente se hubiera convertido en invierno en una noche; hasta hace unas horas yo era feliz y tenía mis decisiones claras, se suponía que buscaría la manera de permanecer en Londres y estar con Alexandra, eso era lo que deseaba hacer, pero ahora había mucho más en juego y mis deseos pasaban a segundo plano.Mi padre estaba enfermoMi padre corría riesgo de morirMi padre me había pedido ayudaTenía que tomar una decisiónMi amor por Alexandra o mi familia y nuestro imperioNo había más opciones, no había salidas fáciles ni tenía mucho tiempo para pensar, necesitaba tomar una decisión pronto porque mi familia lo necesitaba, pero… ¿Qué podía hacer?Amaba a Alexa con todo mi s
ALEXANDRA PEMBERTON Pasó un día, luego otro y otro, pero el dolor no se desvanecía; cada noche el insomnio me atacaba y las lágrimas volvían a empañar mis ojos, no me sentía mejor y era incapaz de sonreír; Noah se quedó a mi lado todo el tiempo, consolándome e intentando que sonriera, pero nada funcionaba, porque no solo tenía el corazón roto, era como si todo mi cuerpo me doliera.Después de una semana, decidí regresar al trabajo en un intento de mantener mi mente ocupada, pero me sentía vacía y todos podían notarlo; casi no comía y lo que llegaba a comer me producía tanto asco que terminaba vomitándolo; estaba agotada tanto física como emocionalmente y ya no podía resistir más, pero cuando me desmayé frente a Noah, eso lo alarmó tanto que inclusive yo comenc&eacut
ALEXANDRA PEMBERTON La noche anterior había sido un completo caos y no lograba recordar mucho después de del sexto vaso de whisky; pero sin duda alguna había sido una noche espectacular, aunque el dolor de cabeza sí que estaba matándome.La noche anterior se había llevado a cabo la fiesta de máscaras de Londres en el hotel Empire y sin duda había sido una noche increíble; en un inicio no había pensado asistir, pero ahora no me arrepentía de haberlo hecho.Cuando llegué, atraje la mirada de todos en el lugar y no era para menos; el vestido que llevaba era corto de un color dorado brillante que evocaba el oro y mi antifaz lleno de pedrería combinaba a la perfección dándome un aire de diosa y eso era justo lo que yo era, nadie podía atreverse a negarlo.Para el mundo entero, Alexandra Pemberton era inalcanzable, no s
LUCCA ANDREOTTILa luz que traspasaba por las cortinas me obligó a levantarme, aunque no lo hice con muchas ganas y cuando abrí por completo los ojos, caí en cuenta que me encontraba solo, pero al recordar la noche anterior una sonrisa apareció en mi rostro y la imagen de esa chica de ojos verdes volvió a dejarme fascinado.Hace apenas dos días había llegado a Londres y no podía perderme la fiesta del año, eso no era propio de alguien como yo, pero nunca imagine conocer a una chica como la de anoche y eso que yo siempre me adelantaba a todo.Desde el preciso instante en que la vi, quedé embelesado; su cabello rubio sujeto de tal forma que su cuello quedaba completamente a la vista, ese vestido tan corto que se amoldaba perfectamente a su esbelta figura y esos labios que pedían a gritos que la besara.Todo en esa chica había llamado mi atenci&
ALEXANDRA PEMBERTON ¡¿Qué estaba haciendo?!¡Esto no podía estar pasando!No podía besarlo, no a él; pero, aunque mi cerebro me gritaba que me detuviera, mi cuerpo simplemente no parecía reaccionar y por más que sabía que lo que estaba haciendo estaba mal, no podía apartar mis labios de los de él.Mi corazón latía acelerado como si fuera a salirse de mi pecho y no tenía control sobre mis acciones; había cometido un grave error y solo eso me hacía pensar que había perdido la razón; éramos enemigos naturales, lo único que debía existir entre nosotros era odio y desprecio, nada más que eso.Nos apartamos cuando la necesidad de respirar se hizo presente y fue como si la cordura regresara a mí, porque inmediatamente me hice a un lado alejándome lo m&aa
LUCCA ANDREOTTINo tenía idea de porque había hecho eso, pero prefería mantener mi distancia y reconsiderar lo que sabía, así que simplemente la dejé marchar y una vez que se alejó, me apoyé sobre el muro respirando con pesadez.¿Por qué la había besado?Esa pregunta hacía eco en mi cabeza y no le hallaba una respuesta; simplemente lo hice, no existía una razón y eso era sumamente frustrante; estaba cansado de sus insultos, estaba harto de su actitud orgullosa y altanera, así que quise callarla de alguna forma y eso fue lo que hice, aunque ahora lo veía como un grave error.No debí besarla, no debí si quiera acercarme; no podía mantener ese tipo de contacto con ella, no era factible ni correcto y no podía volver a repetirse; pero el detalle era que no entendía ni siquiera porque h