ALEXANDRA PEMBERTON
La noche anterior había sido un completo caos y no lograba recordar mucho después de del sexto vaso de whisky; pero sin duda alguna había sido una noche espectacular, aunque el dolor de cabeza sí que estaba matándome.
La noche anterior se había llevado a cabo la fiesta de máscaras de Londres en el hotel Empire y sin duda había sido una noche increíble; en un inicio no había pensado asistir, pero ahora no me arrepentía de haberlo hecho.
Cuando llegué, atraje la mirada de todos en el lugar y no era para menos; el vestido que llevaba era corto de un color dorado brillante que evocaba el oro y mi antifaz lleno de pedrería combinaba a la perfección dándome un aire de diosa y eso era justo lo que yo era, nadie podía atreverse a negarlo.
Para el mundo entero, Alexandra Pemberton era inalcanzable, no solo era multimillonaria, sino que además de poder y riqueza, contaba con una belleza extraordinaria que había heredado de mi madre, así que el título de diosa o reina iba a la perfección conmigo.
Desperté con lentitud y me di cuenta que me encontraba en una habitación del hotel, pero no estaba sola, sobre la cama se encontraba mi último desliz, cuyo nombre no lograba recordar, pero tampoco me importaba mucho; él ya había cumplido con su cometido y me había hecho pasarla realmente bien anoche.
Tomé mi ropa y me vestí lo más rápido que pude sin hacer mucho ruido, recogí mi bolso del suelo y salí de la habitación con dirección al ascensor; una vez ahí, comencé a revisar mi celular y caí en cuenta que era sumamente tarde.
Quedaba una hora antes de la reunión y mi padre me asesinaría si no estaba en la empresa para entonces, así que en verdad tenía que darme prisa; llegué hasta el estacionamiento y busqué las llaves de mi auto en el bolso, una vez que las encontré, subí y me puse en marcha con dirección a mi casa.
Después de casi quince minutos por fin llegué a mi destino, el gran edificio Pemberton en el centro de Londres; salí del auto y le di las llaves al valet; el edificio había sido diseñado por mi familia así que mi padre y yo vivíamos en los últimos tres pisos, sin embargo, era muy extraño que los dos nos encontráramos al mismo tiempo en casa.
Cuando mi madre murió, mi padre volcó su vida en el trabajo y no podía culparlo, haberla perdido fue muy duro para él, pero ese suceso también me cambió la vida; mi padre no tenía suficiente tiempo para mí o tal vez le dolía demasiado por lo mucho que yo me parecía a mi madre, por lo cual terminó inscribiéndome en un internado en Suiza.
Pasaba todo el año encerrada en ese internado y solo regresaba a casa para navidad, pero durante esas épocas, mi padre intentaba concentrarse en mí y me demostraba cuánto me amaba; después fui a la universidad y como era la tradición en mi familia, estudié arquitectura y negocios internacionales graduándome con honores y en mucho menos tiempo que otros estudiantes.
Mi familia era dueña de diversos negocios alrededor del mundo, pero todo había iniciado con la construcción y el diseño; mi tatarabuelo había fundado una pequeña empresa que fue creciendo con el pasar de los años y justo ahora éramos una de las familias más poderosas del mundo.
Mi bisabuelo llevó a la empresa a la expansión internacional y mi abuelo comenzó a comprar otras empresas y negocios al mismo tiempo que continuaba el crecimiento de nuestras constructoras; mi padre hizo lo mismo y yo esperaba continuar con su legado.
Llegué a mi dormitorio, me desnudé y entré a la ducha, lo mejor hubiera sido tomar un baño largo y relajante para que mis músculos adoloridos pudieran recomponerse, pero no había tiempo para eso, así que simplemente lavé mi cabello y procuré quitar de mi cuerpo todo rastro de la noche anterior.
Cuando terminé de bañarme me coloqué un traje color rosa palo y una blusa elegante, además de unos tacones color piel; tomé la secadora y sequé mi cabello alisándolo para después arreglarlo en una cola alta que estilizaba mi rostro; dejé todo en el baño y me senté frente al tocador para comenzar a maquillarme de manera sutil, aunque asegurándome de ocultar muy bien las leves manchas que se habían formado bajo mis ojos a causa de la falta de sueño.
Necesitaba con urgencia un café y algo para desayunar, así que bajé a la cocina en busca de algo que pudiera comer en el camino, además de una aspirina para mi dolor de cabeza; saludé a la cocinera y a la mucama que se encontraba ahí y después de tomar la pastilla y coger una barra de granola, regresé por el bolso donde había colocado mis pertenencias personales y me marché.
Quedaban menos de treinta minutos para la reunión, así que me apresuré para llegar al edificio de la empresa donde mi padre debía estar esperándome, conduje a gran velocidad y diez minutos después, por fin llegué al edificio.
Guardé el auto en el estacionamiento y subí por el ascensor hasta el último piso, prácticamente corrí hacia la oficina de mi padre, pero antes de entrar, acomodé nuevamente mi ropa y respiré un par de veces para tranquilizarme.
Arthur Pemberton era un hombre duro y serio; en los negocios era un ser despiadado que no temía acabar con quien se atravesara en su camino, pero conmigo era muy diferente; mi padre era exigente y deseaba la perfección, pero me amaba más que a cualquiera en el mundo y nunca me había negado nada; algún día yo ocuparía su lugar e iba a demostrarle de lo que era capaz.
En el tiempo que quedaba, mi padre me habló más acerca del negocio de los hoteles Golden; al parecer, obtenerlo era sumamente importante y podía entender el porqué; el contrato era por la construcción de más de diez hoteles alrededor del mundo y por lo que sabía de los hoteles Golden, eran lugares magníficos y sus dueños no escatimaban en gastos a la hora de construirlos.
Si conseguíamos ese negocio, superaríamos por mucho a la familia Andreotti y personalmente, me gustaría ser la causante de que eso sucediera; como había dicho mi padre, ambas familias habían estado enfrentadas durante demasiado tiempo y ya había llegado la hora de que alguno consiguiera la victoria y esos debíamos ser nosotros.
A las diez de la mañana ya me encontraba impaciente por la reunión y al parecer, nuestro invitado especial llegaría tarde, aunque eso no me sorprendía, después de todo, se trataba de un Andreotti y ellos eran lo peor en este mundo.
Nunca había visto el rostro del hijo de Francesco Andreotti y no me interesaba en lo absoluto, pero si conocía algunas cosas sobre él; sabía que había estudiado en escuelas de prestigio y que había asistido a una de las mejores universidades de Italia; por lo que se decía, era un hombre inteligente, pero esa inteligencia se veía empañada por todo lo demás y constantemente tenía que ser salvado por su padre.
La puerta sonó de pronto y la secretaria de mi padre entró a la oficina dándonos aviso de que nuestro invitado había llegado y sin perder un segundo más me coloqué al lado de mi padre y respiré un par de veces para mantener la compostura; el joven al que esperábamos no tardó mucho en entrar a la oficina, pero cuando nuestras miradas se cruzaron, no pude evitar congelarme.
LUCCA ANDREOTTILa luz que traspasaba por las cortinas me obligó a levantarme, aunque no lo hice con muchas ganas y cuando abrí por completo los ojos, caí en cuenta que me encontraba solo, pero al recordar la noche anterior una sonrisa apareció en mi rostro y la imagen de esa chica de ojos verdes volvió a dejarme fascinado.Hace apenas dos días había llegado a Londres y no podía perderme la fiesta del año, eso no era propio de alguien como yo, pero nunca imagine conocer a una chica como la de anoche y eso que yo siempre me adelantaba a todo.Desde el preciso instante en que la vi, quedé embelesado; su cabello rubio sujeto de tal forma que su cuello quedaba completamente a la vista, ese vestido tan corto que se amoldaba perfectamente a su esbelta figura y esos labios que pedían a gritos que la besara.Todo en esa chica había llamado mi atenci&
ALEXANDRA PEMBERTON ¡¿Qué estaba haciendo?!¡Esto no podía estar pasando!No podía besarlo, no a él; pero, aunque mi cerebro me gritaba que me detuviera, mi cuerpo simplemente no parecía reaccionar y por más que sabía que lo que estaba haciendo estaba mal, no podía apartar mis labios de los de él.Mi corazón latía acelerado como si fuera a salirse de mi pecho y no tenía control sobre mis acciones; había cometido un grave error y solo eso me hacía pensar que había perdido la razón; éramos enemigos naturales, lo único que debía existir entre nosotros era odio y desprecio, nada más que eso.Nos apartamos cuando la necesidad de respirar se hizo presente y fue como si la cordura regresara a mí, porque inmediatamente me hice a un lado alejándome lo m&aa
LUCCA ANDREOTTINo tenía idea de porque había hecho eso, pero prefería mantener mi distancia y reconsiderar lo que sabía, así que simplemente la dejé marchar y una vez que se alejó, me apoyé sobre el muro respirando con pesadez.¿Por qué la había besado?Esa pregunta hacía eco en mi cabeza y no le hallaba una respuesta; simplemente lo hice, no existía una razón y eso era sumamente frustrante; estaba cansado de sus insultos, estaba harto de su actitud orgullosa y altanera, así que quise callarla de alguna forma y eso fue lo que hice, aunque ahora lo veía como un grave error.No debí besarla, no debí si quiera acercarme; no podía mantener ese tipo de contacto con ella, no era factible ni correcto y no podía volver a repetirse; pero el detalle era que no entendía ni siquiera porque h
ALEXANDRA PEMBERTON Debía de estar loca para aceptar un plan como este; pero pensándolo bien, tal vez podría utilizar su idea a mi favor y así engañarlo para conseguir justo lo que quería; entre nosotros dos, obviamente yo era más lista y si él quería enfrentarme, le demostraría que tan buena era jugando su juego.Bueno Lucca, ¿Cuáles son tus pasatiempos? – pregunté bebiendo un poco de mi tercer coctel de fresa que específicamente había pedido sin alcoholDisfruto de pasar tiempo al aire libre, aunque también me apasionan las carreras de coches y por supuesto las catas de vino – respondió sonriéndome - ¿Y a ti? – cuestionóMe gustan algunos deportes, como el tenis y el golf, aunque también disfruto mucho de los eventos socialesAsí que
LUCCA ANDREOTTIAlexandra se alejó desapareciendo en el interior del edificio, pero me quedé mirándola mientras se iba y una señal de alerta apareció en mi mente.“La deseaba”Regresé al auto con un nudo en el estómago y sin poder creer lo que había cruzado por mi mente; no podía desearla, no podía ceder ante algo tan estúpido, no podía dejar que un impulso lo arruinara todo.Nada había salido según lo planeado; desde el momento en que la vi llegar, todo se fue al diablo y eso no era lo peor, sino el hecho de que tenía que admitir que había disfrutado de su compañía; durante al menos unas horas todo había parecido más sencillo y hablar con ella incluso había resultado agradable, pero era un error y un error mucho más grande era desearla, porque ese deseo era sum
ALEXANDRA PEMBERTON Durante todo el camino a casa, no pude dejar de sonreír y no logré sacar a Lucca de mi mente, sin ninguna duda había disfrutado de este día y me había divertido como hace mucho no lo hacía, lo cual era sorprendente y aterrador, porque toda la alegría que sentía en parte había sido gracias a quien debería ser mi peor enemigo.¿Lucca tendría razón? ¿No teníamos por qué odiarnos? ¿Podíamos solo ser nosotros?Nunca antes había considerado esa opción o tal vez nunca creí que la tenía; cualquier persona en cuanto oía mi apellido, se comportaba diferente conmigo, nadie me trataba solo como Alexandra, para todos yo era una Pemberton y eso era lo que en verdad les importaba; el único que siempre me había visto como era en verdad, era Noah, aunque p
LUCCA ANDREOTTI Había descansado muy bien lo cual era algo nuevo para mí y extrañamente, me había levantado con muy buen humor y eso se debía nada más y nada menos que a Alexandra, la que, de acuerdo a mi familia, debía ser mi peor enemiga.Si mi padre me viera en este momento, muy seguramente explotaría por lo que estaba haciendo, pero justo ahora eso no me importaba, la realidad era que me gustaba pasar tiempo con Alexa y quería continuar conociéndola.En un primer momento pensé que solo sentía interés gracias a su belleza, porque sin duda, Alexandra era una mujer hermosa, pero después de nuestro paseo, tenía que admitir que ella me intrigaba más allá de todo; Alexa era luz, ella era como esas armonías que puedes escuchar una y otra vez sin cansarte, la energía que desprendía era especial e
ALEXANDRA PEMBERTON Me encontraba con Noah probándonos nuestros trajes para la gala ya que su madre prácticamente nos había arrastrado a ambos sin darnos tiempo para defendernos o escapar, pero agradecía que lo hubiera hecho ya que se me había olvidado por completo que hoy teníamos cita con la modista y si no fuera por Isabella Bogani, no hubiera asistido.En un par de días sería la gala anual que organizaba mi familia junto a los Bogani, pero al contrario de otros años, en esta ocasión me encontraba mucho más nerviosa; había seguido el consejo de Noah y le había pedido a la organizadora que se encargara de añadir a Lucca a la lista de invitados y para este momento ya debía de haber recibido su invitación, aunque no estaba muy segura si asistiría o no y eso me provocaba ansiedad por una razón que era incapaz de co