ALEXANDRA PEMBERTON
Debía de estar loca para aceptar un plan como este; pero pensándolo bien, tal vez podría utilizar su idea a mi favor y así engañarlo para conseguir justo lo que quería; entre nosotros dos, obviamente yo era más lista y si él quería enfrentarme, le demostraría que tan buena era jugando su juego.
Él con un traje oscuro y elegante, portando un antifaz que oscurecía su mirada, mientras yo resplandecía con un vestido dorado y un antifaz brillante; éramos polos completamente contrarios, pero bien dicen que los opuestos se atraen y eso fue lo que nos sucedió esa noche.
Me obligué a recordar quien era él y repetí en mi mente que lo que había sucedido no era más que un grave error; el único sentimiento que debía de existir entre Lucca y yo, era el odio; no podía haber nada más y debía tratar de olvidar lo que ocurrió esa noche.
No era correcto aceptar, no era una buena idea y la parte razonable de mi cerebro me lo decía claramente, pero entonces… ¿Por qué dudaba?
Estaba a punto de negarme y dejarle claro que nunca iría a tomar un trago con él, pero a penas abrí la boca para hablar, una respuesta muy diferente salió de mis labios
Me alejé sintiéndome sumamente confundida y subí a mi auto con la cabeza hecha un desastre; ¿Por qué rayos había aceptado? ¿Por qué no lo había mandado al diablo? ¿Qué diablos ocurría conmigo?
La noche anterior había calculado todo con cuidado, me había concentrado en lo que tenía que hacer y estaba decidida a no ceder ante Lucca Andreotti por nada del mundo, pero ahora no solo no había conseguido llegar a un acuerdo, sino que prácticamente me estaba metiendo en la boca del lobo y me estaba exponiendo demasiado.
Conduje de vuelta a la oficina y una vez ahí, me centré en el trabajo y mi mente dejó todo pensamiento de lado para poder concentrarse; esa era la mejor solución, prefería trabajar hasta el cansancio que tener tiempo libre y dejar que los problemas me controlaran.
Pasé las siguientes horas revisando algunos documentos que mi padre me había entregado y corrigiendo un par de detalles en los planos de algunos proyectos; estaba tan inmersa en el trabajo que las horas se fueron volando y cuando por fin reaccioné, me di cuenta que ya eran casi las ocho de la noche y tenía un par de mensajes en el celular.
Respondí los mensajes de Noah y después revisé el mensaje de un número desconocido al que no tardé mucho en ponerle un nombre; Lucca me había enviado la dirección de un bar conocido de la ciudad, además de una hora en la que se suponía que debíamos vernos y ya se me había hecho tarde.
Quedaba menos de una hora y realmente necesitaba cambiarme de ropa; así que terminé con lo que estaba haciendo y tomé mis cosas para regresar a casa y arreglarme; conduje lo más rápido posible y llegué a casa en menos de quince minutos.
Me di una ducha rápida y me dispuse a encontrar algo que ponerme; revisé la ropa en mi armario hasta encontrar algo que fuera de mi agrado y una vez lo hallé, me vestí y terminé de arreglarme; me miré en el espejo una última vez y sonreí.
Había elegido un vestido rosa de encaje algo corto y una chaqueta con pedrería que simulaba destellos dorados, además de unos botines negros altos y un pequeño bolso que combinaba; dejé mi cabello rubio suelto sobre mis hombros y guardé mis cosas personales en el bolso antes de salir con dirección al bar donde me vería con Lucca.
No había demasiado tráfico así que no me fue difícil llegar y una vez entre al lugar, recorrí con la mirada el establecimiento encontrando a Lucca en una de las mesas; me acerqué con paso firme hasta Lucca y él al verme, se levantó para recibirme.
Lucca pidió nuestros tragos y por un breve momento nos quedamos en silencio; definitivamente ninguno se atrevía a dar el primer paso y romper el hielo lo cual era verdaderamente absurdo, ya que no podíamos permanecer permanentemente en silencio y esa aura de incomodidad era sumamente frustrante.
Lucca estaba a punto de responderme, pero fue interrumpido por una de las mesera que traía nuestros tragos; recibí mi margarita y noté que la chica se había quedado embelesada por Lucca y ni siquiera parecía notar mi presencia.
Mi idea inicial fue simplemente ignorar la situación y beber mi trago en paz, pero una idea muy diferente cruzó por mi mente e hice lo más impulsivo y estúpido que pudo habérseme ocurrido.
Ella se marchó y sonreí con autosuficiencia hasta que noté la mirada de Lucca sobre mí
Él estaba en lo cierto, me sentía más relajada y cómoda lo que resultaba extraño, pero de cierta forma también era agradable y eso me desconcertaba.
El tiempo se pasó muy rápido y con cada trago que bebíamos, ambos íbamos soltándonos aún más; no podía evitar reír ante las ocurrencias de Lucca y él se veía en la misma situación; era tan extraño poder conversar sin querer matarnos en el proceso, pero se sentía bien.
Lucca pagó la cuenta y salimos del bar con tranquilidad, pero antes de que pudiera dirigirme a mi auto, él bloqueo mi camino
En cuanto subimos, llamé al empleado de confianza de mi padre para que viniera por el auto y le di la dirección al chófer de Lucca para que pudiera llevarme a casa.
Era consciente que no debía bajar la guardia, pero por alguna extraña razón, no estaba pensando con claridad y mis acciones lo reflejaban; estas horas con Lucca me había sentido más tranquila y relajada, lo cual era preocupante, porque no debía de sentirme así y mucho menos con un Andreotti.
El trayecto hasta mi casa lo pasamos en silencio, pero no era un silencio incómodo o abrumador; en realidad, era un silencio reconfortante y tranquilo; cuando llegamos, Lucca me abrió la puerta y me ayudo a bajar del auto, pero antes de que pudiera marcharme, me detuvo.
Me alejé y entré al edificio sin dejar de sonreír, pero en cuanto estuve sola en el ascensor, la razón regresó a mí y moví la cabeza tratando de despejar mis pensamientos que parecían encontrarse realmente revueltos.
Estaba enloqueciendo y ya no me cabía ninguna duda, se suponía que iría con Lucca para averiguar qué era lo que planeaban él y su familia, se suponía que lo manipularía para conseguir lo que necesitaba, pero no lo había hecho y en lugar de eso, me había permitido bajar mis escudos.
No podía olvidar quien era Lucca, no podía olvidar lo que tenía que hacer y lo más importante, no podía olvidar que yo era una Pemberton y que mi familia estaba primero que todo, incluso que mi misma.
Los sentimientos eran algo inútil, las emociones solo eran una pérdida de tiempo y no estaban permitidas en mi vida; en mi mundo uno debía ser fuerte y frío si quería sobrevivir, así que relajarme o sentirme feliz y cómoda, no era una opción.
Debía de mantenerme alerta, debía mantener mis escudos arriba y no podía dejar que nada ni nadie me hiciera bajar la guardia, lo que había sucedido no era bueno en lo absoluto; así que tenía que dejar esa locura de lado y concentrarme en lo verdaderamente importante.
No podía decepcionar a mi padre, no podía cometer un error tan grave como llevarme bien con un Andreotti, simplemente no podía cometer una locura como esa; pero se había sentido tan bien, había sido tan agradable reír con él y hablar como lo habíamos hecho, se había sentido bien olvidar por un segundo que yo era una Pemberton y olvidar el peso sobre mis hombros, se había sentido bien olvidar la presión de mi apellido y aunque solo fue por un momento, había sido maravilloso; pero no podía volver a suceder.
No podía mostrar debilidad, no podía ser vulnerable o él se aprovecharía de eso, no me cabía duda de que así sería, después de todo, era un Andreotti y al igual que yo, siempre pondría los deseos de su familia por encima de todo.
Había sido lindo olvidar por un segundo quienes éramos, pero la realidad era algo que no podíamos cambiar; nuestros apellidos siempre importarían, nuestras familias siempre se odiarían y aunque fingiéramos por unos días que solo éramos Lucca y Alexandra, eso no borraría que yo era una Pemberton y él un Andreotti.
LUCCA ANDREOTTIAlexandra se alejó desapareciendo en el interior del edificio, pero me quedé mirándola mientras se iba y una señal de alerta apareció en mi mente.“La deseaba”Regresé al auto con un nudo en el estómago y sin poder creer lo que había cruzado por mi mente; no podía desearla, no podía ceder ante algo tan estúpido, no podía dejar que un impulso lo arruinara todo.Nada había salido según lo planeado; desde el momento en que la vi llegar, todo se fue al diablo y eso no era lo peor, sino el hecho de que tenía que admitir que había disfrutado de su compañía; durante al menos unas horas todo había parecido más sencillo y hablar con ella incluso había resultado agradable, pero era un error y un error mucho más grande era desearla, porque ese deseo era sum
ALEXANDRA PEMBERTON Durante todo el camino a casa, no pude dejar de sonreír y no logré sacar a Lucca de mi mente, sin ninguna duda había disfrutado de este día y me había divertido como hace mucho no lo hacía, lo cual era sorprendente y aterrador, porque toda la alegría que sentía en parte había sido gracias a quien debería ser mi peor enemigo.¿Lucca tendría razón? ¿No teníamos por qué odiarnos? ¿Podíamos solo ser nosotros?Nunca antes había considerado esa opción o tal vez nunca creí que la tenía; cualquier persona en cuanto oía mi apellido, se comportaba diferente conmigo, nadie me trataba solo como Alexandra, para todos yo era una Pemberton y eso era lo que en verdad les importaba; el único que siempre me había visto como era en verdad, era Noah, aunque p
LUCCA ANDREOTTI Había descansado muy bien lo cual era algo nuevo para mí y extrañamente, me había levantado con muy buen humor y eso se debía nada más y nada menos que a Alexandra, la que, de acuerdo a mi familia, debía ser mi peor enemiga.Si mi padre me viera en este momento, muy seguramente explotaría por lo que estaba haciendo, pero justo ahora eso no me importaba, la realidad era que me gustaba pasar tiempo con Alexa y quería continuar conociéndola.En un primer momento pensé que solo sentía interés gracias a su belleza, porque sin duda, Alexandra era una mujer hermosa, pero después de nuestro paseo, tenía que admitir que ella me intrigaba más allá de todo; Alexa era luz, ella era como esas armonías que puedes escuchar una y otra vez sin cansarte, la energía que desprendía era especial e
ALEXANDRA PEMBERTON Me encontraba con Noah probándonos nuestros trajes para la gala ya que su madre prácticamente nos había arrastrado a ambos sin darnos tiempo para defendernos o escapar, pero agradecía que lo hubiera hecho ya que se me había olvidado por completo que hoy teníamos cita con la modista y si no fuera por Isabella Bogani, no hubiera asistido.En un par de días sería la gala anual que organizaba mi familia junto a los Bogani, pero al contrario de otros años, en esta ocasión me encontraba mucho más nerviosa; había seguido el consejo de Noah y le había pedido a la organizadora que se encargara de añadir a Lucca a la lista de invitados y para este momento ya debía de haber recibido su invitación, aunque no estaba muy segura si asistiría o no y eso me provocaba ansiedad por una razón que era incapaz de co
ALEXANDRA PEMBERTON Después de comer con los Bogani, Noah me llevó a casa y la verdad lo último en lo que quería pensar era en el trabajo, así que mi plan era entrar y tomar un largo baño que consiguiera relajarme y me ayudara a despejar mi mente.Llegó un presente para usted señorita – dijo una de las mucamas en cuanto me vioAsentí y me aproximé a la mesa donde se encontraba un gran arreglo floral bastante elegante; tomé la tarjeta que se encontraba en medio de las flores y me sorprendí al notar quien había enviado el regalo.“Conocerla fue espléndido, espero acepte mi invitación a cenar mañana”
LUCCA ANDREOTTILos últimos dos días habían sido un caos; mi padre no dejaba de insistirme sobre el asunto de los Pemberton y no me dejaba tranquilo sobre todo lo relacionado al contrato de los hoteles Golden; pero era aún peor su insistencia para que fuera tras Alexandra y la sacara de en medio de la forma en que él había ordenado; pero durante estos días, no había hecho nada de lo que mi padre me había pedido, porque simple y sencillamente, no quería hacerlo.No era correcto y de eso no tenía ninguna duda, por ello era incapaz de seguir su orden y estaba seguro que cuando él se diera cuenta de mi posición, arremetería contra mí hasta que consiguiera su objetivo, así que lo único que podía hacer era resignarme y soportar todo lo que me diría.Mi padre no era una mala persona, pero cuando se trataba d
ALEXANDRA PEMBERTON En cuanto hablé con la mesera y me indicó la dirección del bar, salí corriendo sin importarme si mi padre me escuchaba o alguien del personal me veía salir; no me importó nada y simplemente tomé las llaves del auto y me dirigí al bar a buscar a Lucca.Cuando lo escuché por el celular, se oía triste y demasiado ebrio; le costaba mucho hablar y arrastraba las palabras, pero lo peor no era eso, sino que parecía perdido sin saber que hacer o a dónde ir y eso era lo que más me preocupaba.Él no conocía esta ciudad, no conocía a nadie más que a mí y si algo le ocurría… No, no podía pensar en eso, lo único que necesitaba ahora era darme prisa y llegar cuanto antes a ese bar.Conduje lo más rápido que pude y en cuanto llegué, estacion&eacut
LUCCA ANDREOTTIMi cabeza me estaba matando y me costaba abrir los ojos; no recordaba nada además de que había bebido como si no existiera un mañana y eso sí que me estaba pasando factura; me obligué a abrir los ojos por completo y la imagen frente a mí, me desconcertó aún más; justo a mi lado, se encontraba una mujer que dormía pacíficamente y no era cualquier mujer, era Alexandra.¿Qué rayos había sucedido anoche?Recorrí la habitación con la mirada en un intento por recordar cómo es que habíamos terminado aquí, pero prácticamente mi mente estaba en blanco y eso era frustrante; no lograba recordar nada después de los tragos que había bebido en ese bar y justo ahora me arrepentía mucho de haberlo hecho.Regresé la mirada a Alexa y sonreí; ella se ve&ia