Oliver pensó que el hombre iba a debatirlo, sin embargo, solo se reflejó tristeza y dolor en su mirada, bajó la cabeza sosteniéndola entre sus manos. —¡Lo sé! No la merezco… quizás nunca la merecí por no saberla entender, por no luchar por ella… porque esta vez, debí pedirle explicaciones… quizás nunca creí en su amor… ahora mírala allí, totalmente ajena a todo lo que la lástima, por mi culpa, por un odio que terminó sobre pasándome y convirtiéndome en un hombre cruel… y seguramente cuando se recupere, a la persona que menos querrá ver es a mí… no importa aceptaré sus deseos… en este momento lo más que deseo es verla sana, sonriendo, feliz, no importa que me odie, que no quiera verme… solo quiero su estabilidad mental… lo daría todo porque ella volviera a ser una mujer sana, sin miedos, y sobre todo que recupere todo lo que le ha sido arrebatado.Ante las palabras del hombre, Oliver no tuvo nada que decir, en un principio pensó que quizás él lo confrontaría, discutiría y se justifica
Ella se quedó viéndolo y segundos después su expresión cambió a una de enojo, y comenzó a mover con la cabeza, un rastro de cordura llegó a su mente.—¡No! ¡Tú no eres Vasil! Me dijiste que Vasil estaba muerto que solo estabas tú Kostantin y juraste hacerme la vida miserable… y aquí estoy ¿Qué más quieres de mi? —sollozó—. ¡Ya no tengo nada! Me lo quitaste todo. Hasta las esperanzas, que era lo único que me mantenía con ganas de vivir ¿Por qué no me dejaste morir? No quiero vivir más —pronunció tapándose los oídos—. No quiero estar consciente, deseo sumergirme en la locura, es un millón de veces mejor a estar así con este dolor que me destroza, me carcome, me destruye. ¡¡¡No quiero!!! Por favor —sollozaba se dejó caer en la cama, mientras escondía su rostro en el colchón.Escucharla hablar así, para el hombre era peor a que le clavaran puñaladas y tenía peores efectos en su interior.—Déjame morir… ya no quiero sufrir más, estoy r-rota y no creo… que nunca más pueda volverme a reparar
Kosta estaba por completo sumido en la rabia y el dolor, una parte de él le decía que la culpa no fue solamente de Simón y Cándida, sino suya por desconfiando, por dejarse llenar de odio y alimentar su sed de venganza, solo él era culpable por hacerle daño a la mujer que más se sacrificó, a quien lo dio por todo, la que más lo amó y lo esperó.El nudo en su garganta le impedía tragar, en ese momento detestaba a todos, sobre todo a sí mismo, la rabia bulló en su interior como una poderosa fuerza queriendo ser liberada, esta se agitó como un peligroso volcán. —Por favor… s-suéltame… —pidió la mujer con un tenue tono de voz suplicante, sintiendo que las manos de Kosta, eran unas poderosas garras capaces de romper su cuello en pocos segundos. Y así era, el hombre estaba cegado y poco le prestaba atención que tenía a la mujer a punto del colapso, por la falta de oxígeno en sus pulmones. La gente que los rodeaba estaba preocupada, aunque ninguno se atrevía a cercarse, porque su presencia
El hombre al escucharlos aceptar, dibujó una leve sonrisa.—Entonces vamos —cuando iba saliendo Stavros los detuvo.—Es mejor que yo conduzca, tú no has dormido nada y puede ser peligroso.Cuando caminaron para subirse al auto, Sol corrió y se sentó en el asiento delantero.—Yo no quiero ir sentada al lado de un hombre tan malo como ese —señaló de manera despectiva la jovencita.—¿Y nosotros si podemos hacerlo? ¿Por qué tenemos que aguantarlo? —interrogó Esteban molesto.—Porque a pesar de que es un señor muy mala gente, nos está dando el aventón para ver a la señora Bonita y cómo vamos en su auto, no nos queda más que tolerarlo y aceptar ir junto a él —respondió Andy encogiéndose de hombros.—Si ninguno quiere viajar a mi lado… pueden irse los tres en el asiento trasero y yo me voy de copiloto, respondió el hombre, la pequeña Sol, no esperó una segunda petición y bajó para sentarse con sus hermanos.Stavros vio el rostro de tristeza de Kosta, más no dijo nada.Llegaron a la casa, los
Kosta se quedó viéndolos fijamente, mientras los chicos intentaban auxiliarlo, el hombre respiró profundo tratando de recomponer su cuerpo y su mente, a pesar de estar molestos con él, los chicos tenían una expresión de preocupación, sin embargo, no quería hacerlos sentir mal, menos ahora, porque sospechaba que eran sus hijos con Natalia, en ese instante, solo pensaba en la manera de encontrar muestras de sus ADN para hacerles la prueba.—Tranquilos chicos, fue solo un mareo, porque no he comido, todo estará bien, no tienen nada de qué preocuparse. Vayamos a ver a Natalia.Ante sus palabras los jovencitos se quedaron tranquilos, él subió las escaleras y los chicos caminaron detrás, llegaron a la habitación de Natalia y ella tenía la almohada en sus brazos, haciéndole arrumacos.—Mi bebé, hermoso… eres el más lindo de todos, tienes los ojos hermosos como tu padre, cuando él venga, va a cargarte y cantarte una canción, te arrullará hasta dejarte dormido —le hablaba con ternura.De pront
Kosta vio la mirada de molestia de la niña, sus gritos provocaron que sus hermanos salieran.—¿Qué pasa? ¿Por qué gritas? —preguntó Esteban, sin dejar de observar a Kosta de forma sospechosa.—Fue un accidente… me tropecé sin querer. Me estaba preparando para invitarlos a comer a la mesa… aunque creo que ni siquiera lavándose la suciedad de las manos podrán tener las uñas limpias —manifestó dirigiéndose a los chicos, por la expresión en sus rostros sabía que los estaba molestando con su actitud, pero no tenía otra opción, tampoco quería darles falsas expectativas y que al final no resultaran ser sus hijos—. Deben cortarse las uñas.Llamó a una de las señoras para que les buscara un par de cortauñas.—¿Por qué debemos hacer eso? —preguntó Andy, un poco irritado, aunque no estaba tan molesto como se veía su hermano.—Porque están en mi casa y si quieren permanecer aquí, deben acogerse a las reglas que les pongo —pronunció con firmeza, al mismo tiempo que estaba siendo taladrado por la m
Kostantin, leyó los escritos que le presentó Stavros, sabía que Simón no se quedaría tranquilo, el hombre estaba ciego del poder, por amor al dinero era capaz de hacer todo, no tenía límites, miró el rostro de Natalia preocupado, se acercó, le tomó la mano, la apretó con la suya y se sentó a su lado.—Es en serio, Natalia, no quiero que te preocupes por esa situación, concéntrate en mantenerte bien —. Ella lo vio con una expresión entre miedo y esperanza y Kosta, sintió su corazón comprimirse en su pecho.—Ya estoy preparando el escrito, tengo los documentos de tu declaración para el cambio de nombre, todo, no hay forma de que él pueda ganar esta demanda —respondió Stavros y sus palabras, tranquilizaron un poco a Natalia—. También, investigué a la otra enfermera que contrataste, está limpia, tiene buenos antecedentes, ninguna advertencia o denuncia, es quien vendrá a atenderla y está todo listo para sacar a Simón Ferrer de las empresas Ferrer.—Me encargaré yo mismo de sacarlo de las
El rostro del hombre palideció, se aferró a la silla como si estuviera anclándose a un salvavidas.—No puedes entrar de esa manera a mi oficina, debes salir de aquí. Llamaré a seguridad para que te saquen —. Levantó el teléfono para marcarle a seguridad.—Me parece buena idea Simón, así me evitas a mí el trabajo de tener que llamarlos, aunque ya vienen los míos —ante sus palabras el hombre detuvo su mano— ¡Vamos! ¡No te detengas! Hazlo Por cierto, tienes diez minutos para recoger tus cosas, si no lo haces en quince minutos estará entrando la fuerza pública, para que dejes las instalaciones de mi empresa.—Esta no es tu empresa, ¡Es mía! Es producto del esfuerzo de Los Ferrer, el trabajo de toda una vida, ¿Cómo te atreves a despojarnos de lo nuestro? ¿Cómo puedes ser tan insensible? —interrogó molesto mientras su rostro iba tiñendo de carmesí, producto del enojo.—Esta empresa no es producto del trabajo de los Ferrer, sino de la burla y el engaño de tu padre y tú, hacia los demás, sobr