Freya se paró frente al espejo y su reflejo mostraba una imagen que destilaba elegancia y sencillez. Llevaba un largo vestido sin la voluminosa falda, pero sus líneas limpias lo hacían destacar de manera excepcional. El vestido tenía un cautivador tono marfil, con un escote en forma de V y mangas con detalles florales. Al dar la vuelta, el vestido reveló su espalda, decorada con encaje chantilly y un delicado patrón floral que seguía la línea de su columna vertebral. Su cabello estaba semi recogido, con una diadema vintage de oro. —Amiga, te ves absolutamente deslumbrante, pero no estás siguiendo la tradición de llevar el vestido blanco de novia con velo. Seguro que dejarás a muchos con la boca abierta —exclamó Isis, quien había sido su amiga desde que ella reencarnó, y juntas habían fortalecido sus fuerzas para este día. —Lo que piensen los demás no importa en absoluto. A partir de hoy, comienza mi venganza contra aquellos que me llevaron a la muerte en mi vida pasada. Mi futuro esp
El trayecto hacia la mansión transcurrió en un incómodo silencio, ambos evitando cruzar miradas. Al llegar Freya observó a Crono de reojo mientras él descendía del carro y rodeaba el vehículo para ayudarla a bajar. Con un gran suspiro, ella liberó el aire contenido en sus pulmones y salió con elegancia. Sin detenerse, ingresó a la mansión donde tendría lugar la ceremonia de nombramiento de Cronos como el líder alfa. Con gracia, ocupó su lugar en la mesa especialmente preparada para el alfa. Sus ojos centelleaban mientras observaba el lugar finamente adornado; su corazón latía al ritmo de los secretos que aguardaba. Minutos después, vio a su esposo entrar con una mirada oscura. Crono, al llegar a su mesa, se sentó al lado de su esposa, pero en ese preciso momento comenzó la ceremonia y él fue llamado al escenario. Freya mantuvo su compostura, sin siquiera mirar en su dirección. Él se levantó y subió al escenario, donde comenzó a hablar con solemnidad acerca de sus deberes con la mana
Al día siguiente, los rayos del sol entraron por la ventana, despertando a Freya. Con un movimiento lento, se inclinó y salió de la cama, dirigiéndose hacia el baño. Aun con la mente ligeramente adormecida, llenó la tina con agua tibia y con cuidado se sumergió en ella, sintiendo cómo la calma del agua envolvía su cuerpo. El tiempo parecía desvanecerse mientras se perdía en sus pensamientos, su mente viajó a los últimos momentos antes de su reencarnación. —Alfa Crono, por favor, te lo ruego, no mates a mi padre, él ha sido un lobo fiel a ti a tu región, ten piedad de nosotros. —Imploró Freya, arrodillada a los pies de Crono. —Levántate, tu padre es un traidor. Después, vere qué haré contigo. Mejor ve a tu habitación a llorar, que es deprimente verte así, —él la trató con desdén. —Después de que tu padre este muerto, veremos si mi alfa tiene compasión de ti, para que no tengas el mismo final que tu padre. A lo mejor, mi amor solo te mantiene encerrada en los calabozos —susurró Palas,
De repente, una serie de golpes inesperados resonaron a través de la puerta de su habitación. Freya, con el corazón galopando con fuerza, sintió cómo el pasado se desvanecía de su mente en un parpadeo. Sin pensarlo dos veces, emergió rápidamente de la tina y, con el agua goteando de su piel, tomó una toalla para envolverse. Con pasos decididos, avanzó hacia el centro de la habitación y con una voz gélida preguntó con dureza. —¿Quién es? —Señora, mi Luna, soy Lucía —anunció con respeto—. El Alfa Crono me ha enviado para buscarla y llevarla al comedor. El mediodía se acerca, y ha notado que no ha salido de su habitación. —Bajaré a comer en un rato —alegó, con su voz firme. Lucía insistió con un tono de urgencia, sabiendo que el Alfa Crono esperaba su presencia. —Señora, el Alfa Crono ha pedido que baje en la próxima media hora. Estoy a la orden para lo que desee. Freya, recordó las conspiraciones que se habían tejido entre los empleados desde la llegada de Palas a la mansión. —Aví
En su despacho, Crono se hallaba sentado en su sillón en una profunda confusión, revisando unos documentos. Entre susurros, dejó escapar su intranquilidad. —¿Qué ha sucedido con Freya? No puedo comprender su drástico cambio de actitud en un año. Debería mantenerse obediente y evitar cualquier conflicto en esta mansión —murmuró con una expresión de inquietud. Apartó los papeles a un lado y se recostó en su silla, exhalando un suspiro cargado de pesar—. Eris tendría que haber mantenido a Freya bajo control, asegurándose de que no divulgara mi relación con ella con su padre. En este momento, no puedo permitirme perder el apoyo de Agamenón. Estoy recopilando pruebas que demostrarán que fue él el traidor, quien causó la muerte de mi amada Lea. Crono no creía en las parejas destinadas. Hace tres años, se había enamorado profundamente de Lea, una loba de personalidad dulce, tierna y sumamente complaciente. En ese entonces, su anhelo era desafiar cualquier destino y unir su vida a la de Lea,
—Los Orcos, nuevamente, atacaron a la manada Drunes, dejando un rastro de destrucción a su paso. Aunque conseguimos ahuyentarlos en este último enfrentamiento, la amenaza persiste y se acerca cada día más a nuestra manada. —La preocupación resonaba en el tono de voz de Batían al otro lado del teléfono; era evidente que había perdido a varios de sus valientes hombres en la defensa de otra manada en peligro. Crono mantenía la mirada tensa mientras atendía la llamada telefónica de su Gamma. Escuchaba en silencio, consciente de la gravedad de la situación. El antiguo líder alfa perdió la vida enfrentándose a esas criaturas y sin dejar descendientes, Crono se había convertido en uno de los principales candidatos para ocupar el liderazgo. Ahora, debía descubrir qué desencadenó la aparición de estas criaturas en las tierras de lobos, específicamente en las tierras altas del norte de Escocia. —Mañana estaré en las tierras de los Kelpies. Mantengo la esperanza de llegar a un acuerdo con el lí
Crono se hallaba inmerso en unos documentos cuando, de repente, golpes en la puerta interrumpieron su concentración. Alzó la cabeza con interés y, con gesto sereno, indicó. —Pase. Eris ingresó con un rostro afligido: mejilla hinchada, ojos enrojecidos y lágrimas que surcaban su rostro. Con una voz entrecortada, dejó escapar. —Mi alfa, después del almuerzo, la Luna me atacó, me insultó y humilló frente a los sirvientes. Esa mujer no es como usted me la había descrito. Ahora, ante los demás, soy simplemente su amante, ella dejó claro en el comedor, delante de todos, que me daba permiso para calentar su cama, porque ella no será su mate, ni le corresponderá como su esposa. Crono frunció el ceño, irritado por la situación. Era evidente que debía abordar este problema con su mate. Sin rodeos, le dijo a Eris. —Deja de llorar; no es para tanto. Ahora soy un hombre casado, y debes mantener la distancia. —Llevó una mano a su cabeza, como si intentara aliviar la creciente tensión. Era evide
Crono ingresó a su habitación, sintiendo su hombría palpitar. Con una mezcla de ansiedad y enojo rezongó. —Es una osada que se atreve a cuestionar todo lo que le digo. ¡Por poco me deja sin descendencia! —La frustración lo invadió por la mate que le tocó, una que desafiaba constantemente sus ordenes. Exasperado, buscó refugio en la ducha, esperando que el agua fría pudiera calmar las llamas de su rabia. A la mañana siguiente, cuando el sol aún no había iluminado completamente el cielo, Crono conducía a toda velocidad por las extensas montañas que rodeaban sus tierras, en dirección al misterioso reino de los Kelpies. Freya despertó temprano, sintiendo la necesidad de quedarse en su habitación. Decidió llamar a uno de los sirvientes, solicitándole que le llevaran el desayuno a su habitación. Además, tomó la iniciativa de invitar a su suegra para compartir el almuerzo. Freya sentía que el tiempo transcurría con lentitud. Sus ojos se dirigían constantemente hacia la ventana, y de repen