Dado su carácter rebelde y obstinado, nuevamente estuvo pensando en el tema de trabajar por unas horas, para matar el aburrimiento y las largas horas en las que no pasaba su marido en la casa. Por lo menos, mientras él estaba, practicaba el deporte de llevarle la contraria en todo, hasta que generalmente lo hacía salir de sus casillas. Cuando no tenía temas opuestos, le preguntaba la hora y la diferencia de cinco minutos entre la suya y la de él, lo tomaba como excusa para iniciar la discusión.
Al llamar al número de la tarjeta, esta vez no la atendió la mujer a quien había conocido esa noche, sino alguien que se identificó como la socia y de nombre, Fidelina María. Consuelo aún no lo sabía, pero había sido la novia que había traicionado tiempo atrás a su esposo y que se había fugado con el policía de la DEA, quien secretamente le calentaba el oído. Fidelina poseía una astucia extraordinaria y había tramado la manera de llegar hasta ella, de una manera sagaz y tangencial, par
Calógero, invitó a su amigo de infancia, Salvatore Miliani, con quien había compartido las aulas del Colegio Salesiano de la ciudad y quien ahora era un brillante abogado egresado de la prestigiosa universidad Externado de Colombia, lugar de donde egresaban la mayoría de magistrados de la república.Además, con un postgrado en finanzas en Harvard, donde se había graduado «Summa cum laude» es decir, con todos los honores y a quien tenía como candidato para que fuese el “Consiglieri” de la familia, llegado el momento. Una de sus especialidades consistía en ser un experto en esconder grandes sumas de dinero.Los recuerdos de Calógero Di Vicenzo, referentes a su amigo, se remontan a los primeros años escolares en la primaria, pero a veces se confundían con los sueños y se empantanan con el paso del tiempo, en los surcos intrincados de la memoria.Pero Calógero estaba casi seguro, que esta historia empezó desde esos años y a veces salían a la superf
El lugar que escogió Calógero Di Vicenzo para la charla fue una zona supuestamente neutral, pero él conocía perfectamente al dueño y su seguridad estaba garantizada.Fidelina María, con unos movimientos felinos, enfundada en unas zapatillas de tacón aguja de la firma de Prada, atravesó la puerta de vidrio de la entrada y caminó por el centro del pasillo. Apareció luciendo un modelo de Karl Lagerfeld que le quedaba estupendo y que resaltaba sus formas de la mejor manera. El genial diseñador alemán, de alguna manera, sobresalía las que se necesitaban y atenuaba las que no.Debía admitir, además, que su entrenador personal realmente estaba haciendo un buen trabajo y que uno que otro retoque con un prestigioso cirujano plástico en Buenos Aires, el doctor Amésquita, amigo de Calógero de infancia, hizo el resto.Pidió un frapp&e
Fidelina María, era consciente de su sensual belleza y trabajaba en ella hasta caer agotada por el cansancio. Siempre bajo la mirada atenta de su entrenador personal y complementada, además, por la fina y exótica ropa íntima de seda, tipo hilo dental, firmada por «Victoria’s Secret», de la cual compraba tres gruesas, para jamás repetir la misma prenda en todo el transcurso del año.El aroma original de «Chanel No. 5» traído desde París y otra serie de detalles complementarios, como el uso de la jalea real pura, aplicada en un sitio personal específico, tal como le había recomendado su bruja particular, quien, a pesar de vivir en una oculta cabaña en el Páramo de la Culata, en el pie de monte andino, la asistía en cualquier lugar del mundo donde se encontrase.La asesoraba en varios temas, especialmente y sobre todo los concernientes
Dada la extensa red con que contaba Calógero, incluso, algunos elementos que había logrado infiltrar en la banda rival, en pocas horas fue dado con el sitio donde se encontraba Fidelina María. Una vez traída a su presencia, esta le gritó que el día que estuvo con ella, en esa noche loca, la había embrazado.Preso de la furia, le manifestó su deseo de hacerla desaparecer, pero se abstuvo de hacerlo de inmediato, ante la nueva situación que había planteado su exnovia, si bien era uno de los seres más traicioneros que había conocido en la vida, pero ¿Y si esta vez decía la verdad? La envió a un sitio y decidió que ya llegaría el momento de eliminar esa molestia para siempre.Una vez resuelto el molesto caso de la exnovia, Calógero decidió que era hora de tratar de arreglar la situación con su esposa, pero su amigo Salvatore le dijo qu
Calógero recibió el informe falso de paternidad y Fidelina María envió una copia del mismo, a la esposa y rival, tramando una nueva estrategia para separar la pareja. Estaba convencida de que, a pesar de que él no la amaba, ella podía, con el tiempo, lograr, con su experiencia en las artes íntimas, lograr de nuevo el cariño de su exnovio, como un día lo había tenido.Hizo llegar el falso informe a Consuelo con clara intención de sembrar la discordia en la pareja. Ella se esmeraría en lograrlo.Aún conservaba una hermosa figura; se habían realizado algunos retoques estéticos con los mejores galenos, encabezados por el mejor y más reconocido de la región, el prestigioso cirujano plástico, doctor Salomón Amézquita, y con todo lo que sabía y había aprendido en las artes amatorias, en sus reuniones tutoriales con la Negra
Fidelina María Quinterini, se dispuso a lanzar una especie de “Batalla final”. El amigo y consejero de Calógero, Salvatore Miliani, fue a advertirle del peligro en ciernes. Las fuerzas que había logrado reunir su exnovia a su alrededor, podían ocasionar un conflicto de grandes proporciones.Era evidente que su familia corría gran peligro, fue la advertencia de su amigo que terminó de convencerlo y le recomendó ubicarse en un sitio más seguro por el momento. A él no se le ocurrió otra cosa, que llevarle a su esposa todos los documentos firmados referentes al divorcio y una importante suma de dinero, para que desapareciera de ese lugar.Estando ya solo, considerando que su esposa e hijo estaban a salvo, Calógero organizó a sus hombres dispuestos a usar todas sus tácticas, armamento y gran número de soldados, para acabar con sus enemigos. Una situación ines
Calógero y su familia, se decidieron en comprar, además, el periódico más importante de la ciudad y de la costa norte del país, “El Emisario”. Todos consideraron que quizás eso podía ser una buena noticia. Nombraron como director del periódico, a un aventajado periodista que vino especialmente de España para dichos fines y que apodaban en su círculo de amigos íntimos, “El Catalán”.Para completar la posesión sobre los medios de comunicación, primero adquirieron una emisora de radio, pero más adelante llegarían a convertirse en toda una red de más de cien, que conformaban una cadena a nivel nacional. El logo y énfasis en sus dos colores; no había dudas de que había adquirido presencia y una importancia radical.Realmente era impresionante su crecimiento. Su técnica de lavado de activos era sup
Con el anciano cura Reinaldi, en poco tiempo, habían consolidado una buena amistad y compartían el buen gusto por el arte y la literatura. Él le había elaborado una lista con los títulos y autores para seguir cimentando una buena formación en esa área. Cada determinado tiempo, el anciano sacerdote le daba en préstamo las obras de los clásicos universales pertenecientes a la bien dotada biblioteca de la parroquia.Se preocupaba por anexarle algunas fichas donde le planteaba algunos puntos de vista, para ser considerados en las conversaciones que tendrían a futuro en las tardes dominicales, bebiendo una recién hecha, taza de café Juan Valdés, empaque que era enviado cada tres meses por un antiguo amigo desde la ciudad de Medellín, Colombia. Este era el jefe de un poderoso clan de esa ciudad.Conversaban sobre los diferentes puntos de vista de los autores recién leídos por ella. Los debates adquirían unas conclusiones épicas. Esta formación había llegado a ser de