El frío calaba mis huesos; cada ráfaga helada parecía penetrar más allá de mi piel, dejándome temblando incontrolablemente. Mis manos estaban entumecidas, cada respiración que tomaba era un tormento. Mis pulmones ardían como si estuvieran en llamas. El frío era insoportable, una tortura que no podía comprender ni soportar.—Ayuda —dije a la nada, mi voz apenas un susurro apagado.Sentía cómo la vida se me escapaba. Cada minuto que pasaba bajo esta tortura helada me dejaba más débil, más cerca de un colapso total. Mi mente luchaba por mantenerse enfocada, pero el frío parecía querer arrastrarme hacia una oscuridad absoluta.El sonido chirriante de la puerta me hizo desviar la mirada. Allí estaba Eirik, en el umbral de la puerta, con una expresión preocupada. Extendí la mano hacia él, deseando desesperadamente su ayuda.—Por favor —le supliqué, mi voz apenas audible por el frío y el temblor.Eirik se acercó, quitó mis ataduras con rapidez. Me abrazó, y yo me acurruqué en su pecho, busc
Escandinavia, 400 años en el pasado.Me mordí el labio inferior mientras espiaba al enorme hombre de cabello negro que se bañaba en el lago. Sonreí un poco, sabiendo que si se enteraban de lo que estaba haciendo, sería severamente castigada, aunque, sinceramente, creo que valía completamente la pena. El hombre allí, semi desnudo, se llamaba Viggo. Lo había escuchado de otros hombres que en alguna ocasión lo acompañaron. Él es un Imperials, y por lo que sé, será el próximo líder. Pero lo que realmente me fascinaba era lo hermoso que era. Su espalda era perfecta, y, bueno, sus otras cosas también.Sentí mis mejillas arder al recordar la primera vez que lo vi completamente desnudo. Fue... impresionante. Nunca había visto a un hombre así antes, tan expuesto, tan imponente.—¡¿Qué haces, Thora?! ¡Tenemos que irnos! —La voz de Gytha me sacó de mis pensamientos, haciéndome dar un brinco por el susto. Me di la vuelta rápidamente y golpeé a mi hermana en el hombro, quien me miraba con el ceño
Me gustaba ir con la anciana a comprar algunas hierbas que no podíamos encontrar en el bosque y que sólo en la aldea estaban disponibles. Me encantaba observar a los niños corriendo y divirtiéndose, a las personas hablando animadamente, e incluso me gustaba ver las peleas que surgían de vez en cuando entre ellos. Todo era diferente a lo que conocía, y esa diferencia me hacía feliz, me recordaba que había más allá del bosque.—¡Thora, deja de soñar despierta y ven a ayudarme! —increspó la anciana, con su habitual mal genio.Salté del lugar en el que estaba absorta en mis pensamientos y corrí hacia ella, sosteniendo con fuerza la cesta que estaba a punto de caerse. Un tumulto de personas apareció de repente, empujándose entre sí y haciendo que me apartara de la anciana. Me sentí desorientada y en cuestión de segundos sentí una mano firme apretarse en mi brazo, tirando de mí hacia otro lado. El miedo me invadió al principio, y abrí la boca para gritar, hasta que levanté la vista y vi de
Los días siguientes se sintieron extraños. Gytha seguía obsesionada con aquellas hojas, y aunque trataba de disimularlo, podía notar que algo en ella estaba cambiando. Después del conjuro, me sentía diferente, algo en mi interior había cambiado, pero había aprendido a sobrellevarlo. Gytha, en cambio, parecía cada vez más atrapada por su ambición. —Deberías quemar esas hojas, son peligrosas —le dije, esperando que recapacitara. Ella me miró, y puso los ojos en blanco. —Deberías callarte la boca. Sé lo que quiero, y esto me hará conseguirlo —me respondió con una frialdad que me hizo estremecer. —Mira lo que me hizo a mí, y sé que tú también estás marcada —le dije, tratando de hacerla razonar. Había visto en su piel los mismos símbolos que ahora cubrían mi cuerpo. Ella había conjurado algo en sí misma también. Pero la pregunta que me quemaba por dentro era... ¿para qué? —Cálmate, sé lo que hago —me dijo con desdén, como si todo estuviera bajo control. Pero yo no podía estar calmad
Fui castigada por lo que había hecho. Gytha había contado todo a la anciana, y esta me dio la golpiza de mi vida. Me sentía traicionada, dolida por dentro; ella también quería estar con él, pero no dijo nada de eso, solo me acusó a mí, y eso me partía el corazón en mil pedazos.Tumbada en la pequeña cama de paja, con el cuerpo aún dolorido, miré a la nada. Sabía que si me quedaba aquí, posiblemente me obligarían a deshacerme de mi bebé, y yo jamás permitiría tal cosa, bajo ningún concepto. Escuché pasos acercándose, así que me volteé. Era Gytha, que me miraba con una sonrisa de satisfacción fría y cruel.—Tú no eres nadie, Thora —me dijo con desprecio—. No puedes pasar sobre mí, pero me alegra que él te haya marcado. Ahora su destino está entrelazado, y si alguien matarte, él también morirá.Esas palabras desgarraron mi corazón. Sentí un terror profundo e indescriptible.—¿De qué hablas? —le pregunté con la voz temblorosa mientras me sentaba con dificultad en la cama, tratando de comp
Abrí los ojos lentamente. Todo estaba oscuro. Intenté moverme, pero las gruesas cadenas me lo impidieron. Sentí algo frío y apretado en mi cuello. Llevé la mano hacia él y me di cuenta de que tenía un grillete.—Te has despertado —dijo la voz de Gytha.Odiaba su voz, despreciaba cada parte de su ser.—Eres una perra desquiciada —le respondí, con veneno en cada palabra—. Sé lo que hiciste. Todo lo que pasó fue por tu culpa, por tu ambición. Pero me alegra que nada te haya salido como querías. Esta vez no será diferente.El saber toda la verdad solo alimentaba mi furia. Ella no merecía estar en este mundo. Y pronto la desterraría de aquí, y también del mundo de los muertos.—Esta vez es diferente —dijo Gytha, con un tono de burla que me revolvió el estómago—. Mira lo lejos que he llegado... e imagina lo lejos que llegaré.Miré de un lado a otro, buscándola, pero la habitación estaba sumida en una oscuridad absoluta.—Eirik te matará. Igual que a Viggo. No podrás manipularlo —le aseguré,
Me arrodillé en el suelo, cerré los ojos y traté de calmar mi mente. Me concentré lo más que pude, forzando cada fibra de mi ser a buscar esa conexión, hasta que sentí el aire frío recorrer todo mi cuerpo como un latigazo helado. Abrí los ojos lentamente y sonreí con satisfacción; estaba en aquel lugar oscuro, donde las sombras parecían alargarse por siempre. A lo lejos, distinguía la tenue luz de un fuego agonizante. Me levanté de inmediato y caminé rápidamente hacia él. El fuego estaba casi extinguido, reflejando mi propia energía debilitada.—No sé a quién invocar, pero si existe una deidad mucho más fuerte que Malekar, que se presente ahora— pedí, con la voz temblorosa de devoción y desesperación.Tragué en seco, sintiendo la impotencia recorrerme como veneno, un fuego abrasador alimentado por la rabia que hervía en mis venas. La frustración era tan intensa que deseaba con cada fibra de mi ser matar y beber sangre, saciar esa sed oscura que me consumía.—Me llamabas— dijo una voz
Los rayos del sol me despertaron, aunque apenas había dormido tras todo lo que ocurrió. Respiré profundamente y me senté, sintiendo un dolor punzante en la espalda por haber pasado la noche en el frío y duro suelo. Apenas había logrado acomodarme cuando la puerta se abrió, y Eirik entró con un plato de frutas. Le dediqué una pequeña sonrisa mientras lo veía acercarse. Se agachó y dejó el plato a mi lado. Tomé una uva y me la llevé a la boca, disfrutando del jugo dulce que explotaba en mi paladar.—¿Gytha sabe que me traes fruta? —le pregunté, aún masticando.—No, así que agradece —respondió con tono frío.Me incliné hacia él y lo besé en los labios. Al observarlo más de cerca, noté las profundas ojeras que marcaban su rostro.—¿Qué pasó? ¿No has dormido bien? —le pregunté, preocupada.Eirik se puso de pie rápidamente y comenzó a caminar hacia la puerta, evitando mi mirada.—Come, más tarde vendrán por ti —dijo, intentando mantener su distancia.Me levanté de golpe, pero el mareo me go