Los rayos del sol me despertaron, aunque apenas había dormido tras todo lo que ocurrió. Respiré profundamente y me senté, sintiendo un dolor punzante en la espalda por haber pasado la noche en el frío y duro suelo. Apenas había logrado acomodarme cuando la puerta se abrió, y Eirik entró con un plato de frutas. Le dediqué una pequeña sonrisa mientras lo veía acercarse. Se agachó y dejó el plato a mi lado. Tomé una uva y me la llevé a la boca, disfrutando del jugo dulce que explotaba en mi paladar.—¿Gytha sabe que me traes fruta? —le pregunté, aún masticando.—No, así que agradece —respondió con tono frío.Me incliné hacia él y lo besé en los labios. Al observarlo más de cerca, noté las profundas ojeras que marcaban su rostro.—¿Qué pasó? ¿No has dormido bien? —le pregunté, preocupada.Eirik se puso de pie rápidamente y comenzó a caminar hacia la puerta, evitando mi mirada.—Come, más tarde vendrán por ti —dijo, intentando mantener su distancia.Me levanté de golpe, pero el mareo me go
Cuando salí de la habitación, el caos era evidente. Un par de hombres corrieron hacia mí, listos para atacarme. Sin embargo, con un simple gesto, los detuve en seco. Se quedaron inmóviles, sus ojos abiertos en una expresión de asombro y miedo. Me acerqué a ellos, observándolos con determinación.—Ahora me protegerán— les ordené con firmeza, mi voz cargada de autoridad.Sus ojos se volvieron de un color negro intenso, reflejando mi poder. Ambos hombres asintieron con la cabeza, sumisos a mi voluntad.—Busquen a Gytha y díganle que ahora es su turno— les dije con una voz que no admitía objeciones.Los liberé de mi control y ellos corrieron en dirección opuesta, moviéndose con prisa. Ahora, solo me quedaba encontrar a Eirik. Mi mente estaba llena de ansias y preocupaciones, rogando que estuviera bien, que no le hubieran hecho daño. No podría soportar llegar demasiado tarde.Escuché pasos apresurados detrás de mí y me di la vuelta rápidamente. Un par de esos grotescos seres se acercaban a
Eirik tomó su espada y despues me lanzó un pedazo de tela. yo lomire mal de inmediato.—Ponte algo, no puedes andar por ahí desnuda —me dijo.Me envolví lo mejor que pude con la tela y me acerqué a él, mirando en sus ojos lo cansado que estaba, ya nos estaba pasando factura todo lo que pasamos. La vida después de esto no será fácil, pero sé que podremos superarlo.—Te extrañé —le dije con sinceridad.Eirik me miró, pero su rostro no mostró más que una sombra de nostalgia antes de volver a concentrarse en lo que teníamos que hacer.—Tenemos que irnos. Debemos encontrarla antes de que se escape —me recordó con una expresion de seriedad.Asentí con la cabeza. Gytha no podía escapar esta vez. Esto sería su fin, y ambos lo sabíamos. Con un último vistazo a su rostro, me preparé mentalmente para lo que estaba por venir.Salimos de la habitación, solo para encontrarnos con la sorpresa de que había más de esas cosas esperándonos. ¿Cuántos había creado Gytha? El pasillo estaba abarrotado de el
Corrimos sin detenernos hasta que estuvimos lo suficientemente lejos del incendio, el calor y el humo quedando atrás. Nunca solté la mano de Eirik; no quería separarme de él, no después de todo lo que habíamos pasado. Cuando finalmente nos detuvimos, volteé a verlo. Su rostro estaba pálido, más de lo normal. Mi corazón dio un vuelco. Solté su mano con suavidad y lo miré detenidamente, buscando una razón. Entonces lo vi: una enorme herida en su costado, sangrando profusamente. —¿Por qué no me habías dicho que te hirieron? —le reclamé, la furia y la preocupación mezclándose en mi voz, casi sofocándome.—Estoy bien —me contestó, con esa terquedad que me volvía loca. No pude contenerme más. Le di una bofetada, cansada de todo esto, harta de verlo actuar como si su vida no importara. Y ahora, sumarle que parecía querer morir, lo hacía todo más insoportable. —¡Si mueres, todo se irá al carajo! ¿Acaso no lo entiendes? ¡Eso es lo que ella quiere! —le grité, mi voz quebrada, llena de furia
El sonido de cascos y pisadas rompió el silencio pesado que nos envolvía. Eirik y yo nos separamos instintivamente, él empuñando su espada y yo mi daga, listos para cualquier cosa. Un caballo apareció galopando a toda velocidad, y sobre él, Graham. Al verlo, no pude evitar sonreír; en medio de tanto caos, al menos algo bueno estaba ocurriendo.Graham saltó del caballo con una rapidez que no dejaba lugar a dudas sobre su determinación. Sin darnos tiempo a reaccionar, corrió hacia nosotros y, con una fuerza brutal, empujó a Eirik, enviándolo varios metros lejos de mí.—¡Te voy a matar! —gritó, su voz llena de furia mientras se abalanzaba sobre él.—¡Detente! —grité desesperada.Graham se frenó en seco, su pecho agitado, mientras Eirik se levantaba del suelo, con una expresión de absoluto desprecio.Me acerqué a Graham y le apreté el brazo con fuerza, intentando calmarlo.—Él ha vuelto —le dije.Graham me miró con incredulidad, como si lo que acababa de decir no tuviera sentido alguno. P
Eirik nos guió a cada uno de los lugares que conocía. Sabíamos que había más, pero avanzábamos lo más rápido posible, destruyendo cada nido. Cada vez que Graham y los demás incendiaban esas horribles criaturas, no podía evitar que una sensación de pesadumbre me invadiera. Pensaba en las madres a las que les habían arrebatado a sus hijos y en la profunda cicatriz que llevarían por siempre.Cuando llegamos al último sitio, todo era diferente. El ambiente se sentía pesado, como si el aire mismo estuviera cargado de oscuridad. La energía era densa, perturbadora, como una sombra que se aferraba a nuestra piel.—Ella está aquí —le dije a Eirik. Podía sentirla.Él asintió, confirmando lo que ya sospechaba. Había demasiados de esos monstruos en los alrededores, lo que era una clara señal de que Gytha estaba cerca.—Quiero que te quedes aquí. En cuanto hayamos limpiado todo, podrás venir —me dijo Eirik, con un tono firme.No me gustaba cuando me trataba como si fuera inútil, pero apreciaba su
La habitación se volvía cada vez más fría, el aire denso y gélido se clavaba en mi piel, haciendo que todo mi cuerpo temblara. A pesar del frío, no apartaba la vista de Gytha. Su aspecto empeoraba con cada segundo que pasaba, como si estuviera desmoronándose frente a mí, pero aún así, su mirada era desafiante. A mi alrededor, las criaturas que nos rodeaban permanecían inmóviles, como suspendidas en el aire. Todo parecía tan irreal, tan distorsionado.—Yo obtendré lo que quiero, y tú no podrás evitarlo —dijo Gytha, mientras su cuerpo se deshacía lentamente.De pronto, un estruendo sacudió la habitación, haciendo temblar el suelo bajo mis pies. el grito de Eirik atravesó el aire. Desesperado, su voz resonó por todo el lugar, llenándolo con una mezcla de pánico y furia. En un instante, las criaturas que nos rodeaban desaparecieron, como si nunca hubieran estado allí, como si solo hubieran sido una ilusión.La puerta de metal se abrió de golpe, y Eirik entró corriendo, su rostro pálido, s
Cabalgamos durante casi un día entero, hasta que finalmente llegamos a una fortaleza. Eirik me ayudó a bajar del caballo, y con pasos temblorosos pero decididos, seguí a Graham hacia el interior del lugar. Dentro de la fortaleza, vi a muchas mujeres y niños, pero lo que realmente capturó mi atención fueron mis dos pequeños, Kieran y Viggo, que estaban jugando felices a lo lejos.Mi corazón latía con tanta intensidad que sentía que podía salirse de mi pecho. Con lágrimas tibias cayendo por mis mejillas, me acerqué a ellos lentamente, cada paso llenándome de una mezcla de alivio y alegría. Finalmente, llegué a donde estaban.—Kieran, Viggo —los llamé con la voz agotada pero llena de emoción.Ambos voltearon a mirarme y, al reconocerme, se levantaron de un salto y corrieron hacia mí. Abrí los brazos y, al sentir sus pequeños cuerpos abrazándome, la felicidad se desbordó. Lloré al tenerlos por fin conmigo, sin miedo a que algo malo les pudiera pasar.Eirik se acercó y, en un gesto de ternu