Corrimos sin detenernos hasta que estuvimos lo suficientemente lejos del incendio, el calor y el humo quedando atrás. Nunca solté la mano de Eirik; no quería separarme de él, no después de todo lo que habíamos pasado. Cuando finalmente nos detuvimos, volteé a verlo. Su rostro estaba pálido, más de lo normal. Mi corazón dio un vuelco. Solté su mano con suavidad y lo miré detenidamente, buscando una razón. Entonces lo vi: una enorme herida en su costado, sangrando profusamente. —¿Por qué no me habías dicho que te hirieron? —le reclamé, la furia y la preocupación mezclándose en mi voz, casi sofocándome.—Estoy bien —me contestó, con esa terquedad que me volvía loca. No pude contenerme más. Le di una bofetada, cansada de todo esto, harta de verlo actuar como si su vida no importara. Y ahora, sumarle que parecía querer morir, lo hacía todo más insoportable. —¡Si mueres, todo se irá al carajo! ¿Acaso no lo entiendes? ¡Eso es lo que ella quiere! —le grité, mi voz quebrada, llena de furia
El sonido de cascos y pisadas rompió el silencio pesado que nos envolvía. Eirik y yo nos separamos instintivamente, él empuñando su espada y yo mi daga, listos para cualquier cosa. Un caballo apareció galopando a toda velocidad, y sobre él, Graham. Al verlo, no pude evitar sonreír; en medio de tanto caos, al menos algo bueno estaba ocurriendo.Graham saltó del caballo con una rapidez que no dejaba lugar a dudas sobre su determinación. Sin darnos tiempo a reaccionar, corrió hacia nosotros y, con una fuerza brutal, empujó a Eirik, enviándolo varios metros lejos de mí.—¡Te voy a matar! —gritó, su voz llena de furia mientras se abalanzaba sobre él.—¡Detente! —grité desesperada.Graham se frenó en seco, su pecho agitado, mientras Eirik se levantaba del suelo, con una expresión de absoluto desprecio.Me acerqué a Graham y le apreté el brazo con fuerza, intentando calmarlo.—Él ha vuelto —le dije.Graham me miró con incredulidad, como si lo que acababa de decir no tuviera sentido alguno. P
Eirik nos guió a cada uno de los lugares que conocía. Sabíamos que había más, pero avanzábamos lo más rápido posible, destruyendo cada nido. Cada vez que Graham y los demás incendiaban esas horribles criaturas, no podía evitar que una sensación de pesadumbre me invadiera. Pensaba en las madres a las que les habían arrebatado a sus hijos y en la profunda cicatriz que llevarían por siempre.Cuando llegamos al último sitio, todo era diferente. El ambiente se sentía pesado, como si el aire mismo estuviera cargado de oscuridad. La energía era densa, perturbadora, como una sombra que se aferraba a nuestra piel.—Ella está aquí —le dije a Eirik. Podía sentirla.Él asintió, confirmando lo que ya sospechaba. Había demasiados de esos monstruos en los alrededores, lo que era una clara señal de que Gytha estaba cerca.—Quiero que te quedes aquí. En cuanto hayamos limpiado todo, podrás venir —me dijo Eirik, con un tono firme.No me gustaba cuando me trataba como si fuera inútil, pero apreciaba su
La habitación se volvía cada vez más fría, el aire denso y gélido se clavaba en mi piel, haciendo que todo mi cuerpo temblara. A pesar del frío, no apartaba la vista de Gytha. Su aspecto empeoraba con cada segundo que pasaba, como si estuviera desmoronándose frente a mí, pero aún así, su mirada era desafiante. A mi alrededor, las criaturas que nos rodeaban permanecían inmóviles, como suspendidas en el aire. Todo parecía tan irreal, tan distorsionado.—Yo obtendré lo que quiero, y tú no podrás evitarlo —dijo Gytha, mientras su cuerpo se deshacía lentamente.De pronto, un estruendo sacudió la habitación, haciendo temblar el suelo bajo mis pies. el grito de Eirik atravesó el aire. Desesperado, su voz resonó por todo el lugar, llenándolo con una mezcla de pánico y furia. En un instante, las criaturas que nos rodeaban desaparecieron, como si nunca hubieran estado allí, como si solo hubieran sido una ilusión.La puerta de metal se abrió de golpe, y Eirik entró corriendo, su rostro pálido, s
Cabalgamos durante casi un día entero, hasta que finalmente llegamos a una fortaleza. Eirik me ayudó a bajar del caballo, y con pasos temblorosos pero decididos, seguí a Graham hacia el interior del lugar. Dentro de la fortaleza, vi a muchas mujeres y niños, pero lo que realmente capturó mi atención fueron mis dos pequeños, Kieran y Viggo, que estaban jugando felices a lo lejos.Mi corazón latía con tanta intensidad que sentía que podía salirse de mi pecho. Con lágrimas tibias cayendo por mis mejillas, me acerqué a ellos lentamente, cada paso llenándome de una mezcla de alivio y alegría. Finalmente, llegué a donde estaban.—Kieran, Viggo —los llamé con la voz agotada pero llena de emoción.Ambos voltearon a mirarme y, al reconocerme, se levantaron de un salto y corrieron hacia mí. Abrí los brazos y, al sentir sus pequeños cuerpos abrazándome, la felicidad se desbordó. Lloré al tenerlos por fin conmigo, sin miedo a que algo malo les pudiera pasar.Eirik se acercó y, en un gesto de tern
Mire a mi madrastra que llegaba al tribunal donde me darían una sentencia. Había sido detenida por la policía por conducir en estado de ebriedad y, no contenta con eso, le di un puñetazo a uno de los oficiales. Fue bastante malo lo que hice, pero siendo sincera no me arrepiento.— Pudiste morir, ¿acaso estás loca? — me regañó ella.Aparté la mirada, consciente de la gravedad de lo que había hecho, pero me daba igual. Ya no tenía a nadie. Mi padre había muerto hace un mes y mi madre el día en que nací. Así que, nada me importaba.— Tiana, por favor, sé que puedes tener una buena vida, solo debes dejar que te ayude — me dijo ella con voz suave.— Déjame en paz, es mi vida y tú solo estorbas en ella — le respondí, con frialdad.Pero en realidad la quería; ella había sido como una madre para mí, o al menos lo había intentado durante años. Tenía un lugar especial en mi corazón.El juez dictó la sentencia. Por no tener antecedentes, me sentenció a ochenta horas de servicio comunitario. ana,
Me tiraron al rústico suelo de piedra, como si yo fuese una bolsa de basura. Me levanté de inmediato y miré a los hombres allí presentes; todos eran tan desagradables. Vestidos con pieles de animales. ¿Donde m****a estaba? Yo no deseo estar aquí.— ¡La bruja quiere embrujarme! — gritó uno de ellos.Yo puse los ojos en blanco. Y me di media vuelta para no verle, pero alguien volvió a poner su espada en mi cuello. ¿Acaso estaban locos? Y si iban a matarme, que lo hagan de una buena vez.—Te mueves y te corto el cuello — me dijo uno de ellos.La puerta del salón se abrió y entró un enorme lobo color blanco. El tipo que me estaba apuntando con la espada se apartó de inmediato.— ¡Pero qué haces! Has algo con esa cosa, o nos va a matar — le grité al vikingo estúpido.El lobo, frente a mí, empezó a hacer movimientos raros, hasta que un hombre quedó a la vista. Yo miré a mi alrededor, tal vez, estaba alucinando, definitivamente estaba en coma por la caída y mi cerebro estaba construyendo una
Estaba boca abajo, amarrada a un tronco, esperando el inminente momento en el cual me prendieran fuego y morir de la peor manera.—¡Bruja! —dijo una de las mujeres que estaban acomodando los troncos y la paja para que el fuego fuera más vivaz.—Te voy a convertir en un cerdo y luego te comeré —le dije.La mujer empezó a gritar y muchas personas se acercaron.—¡Ha dicho que me convertirá en cerdo! —gritó.Yo puse los ojos en blanco. Era tan estúpido que ellos creyeran que yo fuese una bruja. ¿Una bruja? ¿Es jodidamente en serio? Toda esta gente está loca.—¡Quémenla o nos convertirá en cerdos a todos! —gritó alguien más.Yo empecé a llorar; nunca pensé que moriría tan rápido en mi otra vida y de una manera tan horrible. El tipo rubio y peligroso se acercó a mí.—Ahora no pareces tan valiente —dijo con una voz gruesa y rasposa.Yo lo miré. El bastardo venía con una antorcha prendida. Tragué en seco y miré a otro lado, pero fue peor; las miradas de esas personas eran más aterradoras que