El sonido de cascos y pisadas rompió el silencio pesado que nos envolvía. Eirik y yo nos separamos instintivamente, él empuñando su espada y yo mi daga, listos para cualquier cosa. Un caballo apareció galopando a toda velocidad, y sobre él, Graham. Al verlo, no pude evitar sonreír; en medio de tanto caos, al menos algo bueno estaba ocurriendo.Graham saltó del caballo con una rapidez que no dejaba lugar a dudas sobre su determinación. Sin darnos tiempo a reaccionar, corrió hacia nosotros y, con una fuerza brutal, empujó a Eirik, enviándolo varios metros lejos de mí.—¡Te voy a matar! —gritó, su voz llena de furia mientras se abalanzaba sobre él.—¡Detente! —grité desesperada.Graham se frenó en seco, su pecho agitado, mientras Eirik se levantaba del suelo, con una expresión de absoluto desprecio.Me acerqué a Graham y le apreté el brazo con fuerza, intentando calmarlo.—Él ha vuelto —le dije.Graham me miró con incredulidad, como si lo que acababa de decir no tuviera sentido alguno. P
Eirik nos guió a cada uno de los lugares que conocía. Sabíamos que había más, pero avanzábamos lo más rápido posible, destruyendo cada nido. Cada vez que Graham y los demás incendiaban esas horribles criaturas, no podía evitar que una sensación de pesadumbre me invadiera. Pensaba en las madres a las que les habían arrebatado a sus hijos y en la profunda cicatriz que llevarían por siempre.Cuando llegamos al último sitio, todo era diferente. El ambiente se sentía pesado, como si el aire mismo estuviera cargado de oscuridad. La energía era densa, perturbadora, como una sombra que se aferraba a nuestra piel.—Ella está aquí —le dije a Eirik. Podía sentirla.Él asintió, confirmando lo que ya sospechaba. Había demasiados de esos monstruos en los alrededores, lo que era una clara señal de que Gytha estaba cerca.—Quiero que te quedes aquí. En cuanto hayamos limpiado todo, podrás venir —me dijo Eirik, con un tono firme.No me gustaba cuando me trataba como si fuera inútil, pero apreciaba su
La habitación se volvía cada vez más fría, el aire denso y gélido se clavaba en mi piel, haciendo que todo mi cuerpo temblara. A pesar del frío, no apartaba la vista de Gytha. Su aspecto empeoraba con cada segundo que pasaba, como si estuviera desmoronándose frente a mí, pero aún así, su mirada era desafiante. A mi alrededor, las criaturas que nos rodeaban permanecían inmóviles, como suspendidas en el aire. Todo parecía tan irreal, tan distorsionado.—Yo obtendré lo que quiero, y tú no podrás evitarlo —dijo Gytha, mientras su cuerpo se deshacía lentamente.De pronto, un estruendo sacudió la habitación, haciendo temblar el suelo bajo mis pies. el grito de Eirik atravesó el aire. Desesperado, su voz resonó por todo el lugar, llenándolo con una mezcla de pánico y furia. En un instante, las criaturas que nos rodeaban desaparecieron, como si nunca hubieran estado allí, como si solo hubieran sido una ilusión.La puerta de metal se abrió de golpe, y Eirik entró corriendo, su rostro pálido, s
Cabalgamos durante casi un día entero, hasta que finalmente llegamos a una fortaleza. Eirik me ayudó a bajar del caballo, y con pasos temblorosos pero decididos, seguí a Graham hacia el interior del lugar. Dentro de la fortaleza, vi a muchas mujeres y niños, pero lo que realmente capturó mi atención fueron mis dos pequeños, Kieran y Viggo, que estaban jugando felices a lo lejos.Mi corazón latía con tanta intensidad que sentía que podía salirse de mi pecho. Con lágrimas tibias cayendo por mis mejillas, me acerqué a ellos lentamente, cada paso llenándome de una mezcla de alivio y alegría. Finalmente, llegué a donde estaban.—Kieran, Viggo —los llamé con la voz agotada pero llena de emoción.Ambos voltearon a mirarme y, al reconocerme, se levantaron de un salto y corrieron hacia mí. Abrí los brazos y, al sentir sus pequeños cuerpos abrazándome, la felicidad se desbordó. Lloré al tenerlos por fin conmigo, sin miedo a que algo malo les pudiera pasar.Eirik se acercó y, en un gesto de ternu
Semanas después.Graham y Eirik se encargaron de aquellos soldados que seguían a Gytha. No los mataron, pero sí los forzaron a confinarse en una pequeña región de Inglaterra, donde estarán bajo estricta vigilancia. Cada uno de sus movimientos será observado, sin posibilidad alguna de escapar. Los hombres que los vigilaban era exelentes soldados, asi que seria muy difícil que alguno de ellos pudiese escapar, y si alguien lo intentaba, todos serian masacrados.Las mujeres y niños que habían sido raptados por orden de Gytha y que aun no habían sido convertidas en esas cosas, fueron finalmente liberados. Poco a poco, el caos que ella había sembrado comenzaba a extinguirse, como brasas que se apagan lentamente. Sin embargo, Eirik aún se culpaba por lo sucedido, y quizás jamás deje de hacerlo. Tendrá que aprender a vivir con esa pesada carga sobre sus hombros.Eirik y algunos de los soldados ya estaban empacando sus pertenencias para emprender el regreso. Aquellos que permanecerían en este
El momento de partir había llegado. Los niños y yo nos despedimos de todos, dejando atrás todo aquello que nos hizo daño, pero que al mismo tiempo nos volvió más fuertes.Ya en el barco, observé el lugar por última vez. No sentía ningún apego por estas tierras, ya que habían sido testigo de demasiadas muertes, sangre y horrores.—¿En qué piensas? —preguntó Eirik detrás de mí, su voz suave pero curiosa.Me di la vuelta lentamente y lo miré a los ojos.—En que no extrañaré este lugar para nada —le respondí con una ligera sonrisa.Eirik se acercó a mí, tomó mi cintura con firmeza y me atrajo hacia él. Su calor siempre me reconfortaba, incluso en los momentos más difíciles.—No puedo decir lo mismo — susurró con un tono serio —. No te lo había dicho, pero cada año debo volver y reunirme con los otros líderes. Tenemos que asegurarnos de que nada malo vuelva a suceder.Mis ojos se entrecerraron por un momento. Odiaba la idea de que él regresara a este lugar maldito, pero sabía que este era
Me levanté con la sensación de que hoy era el día. Mi corazón latía con fuerza, me sentía tan emocionada por al fin conocer a mi hija. Este momento lo había imaginado muchas noches. Miré a Eirik, que dormía plácidamente a mi lado, y lo estrujé un poco para que se despertara, mientras una suave sonrisa aparecía en mi rostro. Él se levantó de un salto de la cama, todavía medio adormilado, pero alerta.—¿Qué pasó? —me preguntó, alerta.—Va a nacer —le dije con una sonrisa que no podía esconder. Me sentía maravillada por lo que pasaría el día de hoy.Eirik asintió con la cabeza. Se veía desorientado, y sabía que aún no había procesado del todo lo que le había dicho. Poco a poco, sus ojos se fueron abriendo para después mirarme con preocupación.—¿Ya? —preguntó.Asentí con la cabeza mientras sonreía.—Llévame al lago más cercano —le pedí, mientras acariciaba mi vientre, sintiendo los pequeños movimientos de nuestra hija. Sabía que sería un lugar especial para recibirla.Eirik no lo dudó. S
Los niños amaron a la pequeña Helene desde el primer momento. Ella era perfecta, una bebé enorme y saludable. Kieran y Viggo estaban de pie junto a su cuna, observándola con fascinación y asombro. Los ojos de ambos brillaban con curiosidad.Viggo, que siempre tenía una expresión tranquila y serena, volteó a verme y me sonrió. Él se parecía tanto a su padre, pero sus ojos transmitían una paz que solo él tenía. Era un niño muy dulce.—¿Puedo cargarla? —me preguntó con su voz suave, casi como si temiera perturbar el sueño de su hermana.Antes de que pudiera responder, Kieran corrió hacia mí, moviendo la cabeza con fuerza.—Madre, no, ella aún está muy pequeña —dijo, con una preocupación que me hizo sonreír. A pesar de su corta edad, Kieran ya mostraba un instinto protector.Me acerqué a la cuna, recogí a la pequeña Helene con delicadeza y me senté en la cama con ella en brazos, invitando a los dos a acercarse. Ambos se aproximaron lentamente, con ojos llenos de expectativa.—Ustedes tiene