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Los rayos del sol me despertaron, aunque apenas había dormido tras todo lo que ocurrió. Respiré profundamente y me senté, sintiendo un dolor punzante en la espalda por haber pasado la noche en el frío y duro suelo. Apenas había logrado acomodarme cuando la puerta se abrió, y Eirik entró con un plato de frutas. Le dediqué una pequeña sonrisa mientras lo veía acercarse. Se agachó y dejó el plato a mi lado. Tomé una uva y me la llevé a la boca, disfrutando del jugo dulce que explotaba en mi paladar.

—¿Gytha sabe que me traes fruta? —le pregunté, aún masticando.

—No, así que agradece —respondió con tono frío.

Me incliné hacia él y lo besé en los labios. Al observarlo más de cerca, noté las profundas ojeras que marcaban su rostro.

—¿Qué pasó? ¿No has dormido bien? —le pregunté, preocupada.

Eirik se puso de pie rápidamente y comenzó a caminar hacia la puerta, evitando mi mirada.

—Come, más tarde vendrán por ti —dijo, intentando mantener su distancia.

Me levanté de golpe, pero el mareo me go
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