CAPÍTULO 41
—Es lo mejor —aseguró el conde Acreano y todos los presentes se miraron entre sí.

También lo sabían, sabían que lo mejor era quitar del poder a un hombre que estaba utilizando su poder para encontrar a una mujer que ni siquiera era suya, porque la mayoría habían sido invitados a la boda del joven Corono, y esa era, sin duda alguna, su difunta mujer.

Corono también asintió. Aunque pareciera ser que su participación en eso era personal, la verdad era que no podía seguir bajo el yugo de una persona que había perdido la cordura porque, se mirara desde donde se mirara, arrebatarle la esposa a un amigo no era algo que haría una persona cuerda.

—El problema será conseguir armas y ejército —dijo alguien más, pues era claro que la fuerza bélica de la capital del imperio estaba bajo el mando del hombre más poderoso de ese lugar.

—Considero que sería prudente investigar qué personas, de otros reinos, se encuentran inconformes con el desempeño del emperador, sobre todo personas nobles y de la
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