CAPÍTULO 31

—¿Eres feliz? —preguntó un hombre de casi sesenta años, de cabello gris claro y de piel muy clara.

Por esa pregunta, Samia sintió una intrigante sensación de deja vú que le tiró en el desasosiego en cuestión de segundos.

—Lo soy —aseguró la joven, que tenía en la cabeza la clara sensación de que esa pregunta se la había hecho su tío ya, a pesar de que no era capaz de recordarlo haciéndola—. Al inicio fue difícil, porque me tocó aceptar que era un estorbó para mi hermano y mi reino, pero ahora, que he pasado por tanto, no solo soy feliz, estoy orgullosa de mí y de todo lo que he logrado gracias a Corono.

—¿Lo amas? —preguntó Saulo Dunant, tomando la mano de su amada sobrina antes de entregarle su nueva identidad y su nuevo nombre: su hija Mía Dunant.

—Como nunca he amado en la vida —aseguró la azabache, sonriendo plenamente feliz—. Él me hace sentir segura, me impulsa a hacer cosas nuevas y me apoya siempre que algo surge. Estoy completamente segura de que no podría ser feliz al lado d
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