9

El pequeño de Nadín se revolvió un poco y luego se acomodó de forma inmediata junto a la niña de la pareja.

—¿Cómo se llama?

—Daniel.

La mujer sonrió un poco mientras le miraba.

—El hijo de Ezequiel.

—¿Lo sabes?

Nadín cerró los ojos. La imagen de Santos acudió a su cabeza. ¿Qué pasaría con él?

—Digamos que Santos es familiar mío —dijo la mujer dando a entender que no quería hablar de más—. Es un lobo extraño, siempre al servicio de Ezequiel, pero, al mismo tiempo, integrado y piadoso con los humanos.

Nadín observó cómo la mujer recogía su pelo en una cola dejando sus orejas a la vista. A una de ellas le faltaba un trozo de lóbulo.

—¿Eres una transformada?

Ella negó con la cabeza.

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