Capítulo 1. Una trampa Ethan Beckham, sentía la boca seca, su cabeza embotada, tenía la sensación como si estuviese en una burbuja, por más intentos de abrir los ojos estos parecían haber sido pegados con cola. Se giró del otro lado de la cama, y allí se dio cuenta de un cuerpo femenino desnudo debajo de él, la cual tenía el brazo fuertemente aferrado a su cintura, con una de sus manos rodeó su silueta esbozando una leve sonrisa. Por un momento, frunció el ceño al darse cuenta de que no recordaba cómo llegó allí, una pizca de nervios recorrió su cuerpo, sin embargo, de inmediato logró tranquilizarse, la mujer entre sus brazos no podía ser otra que su esposa, pensó, ya tenían dos meses de casados, por eso no hizo ningún esfuerzo para levantarse, sin embargo, un par de minutos después se dio cuenta de su error, al escuchar el duro golpe de la puerta al abrirse y la voz histérica de su mujer. —¡Maldi@ sea Ethan Beckham! ¡¿Cómo pudiste hacerme esto?! A mí que te he amado como a nadie… ¡
Ethan miraba por vigésima vez las pruebas de su infiel esposa, todo había sido un maldit0 plan orquestado por la z0rra esa para adueñarse de su dinero y escapar con su amante, y su enojo más grande era en contra de sí mismo, porque no lo vio venir, como un idiota cayó de iluso creyendo en estupideces como el amor. Cada vez que recordaba lo sucedido la furia se agitaba en su interior como las peligrosas olas del mar en plena tormenta. Se arrepentía un millón de veces de haber tomado como cierta cada una de las falsas palabras que salían de la boca de esa desgraciada mujer, no podía llamarla de otra forma.Le mostró la mejor versión de Ethan Beckham, una que nunca le revelaba a nadie, solo a ella porque la creyó especial, única, mas ahora le tocaría conocer al implacable, al inmisericorde, al mismo demonio, porque no la dejaría en paz hasta haberla destruido por compl
Blake se quedó viendo al hombre de manera desafiante, lo recorrió de pies a cabeza, después de todo era la primera vez que lo veía en su vida «¡Vaya, no está nada mal!», dijo para sí misma y luego dirigió su vista al cincelado rostro del tal Ethan.—¡No sé quién carajos eres tú! Y aunque en apariencia te veas demasiado bueno, al parecer tu cerebro tiene todas las neuronas atrofiadas y eso en definitiva borra todo buen aspecto y cualquiera buena impresión sobre ti —señaló mirándolo de forma despectiva.Ante la mirada sorprendida de los guardaespaldas que no podían creer el trato brusco de la mujer hacia su Boss. «¿Sabrá ella con quien se está enfrentando?», pensó Anniston, el hombre de confianza de Ethan, sin dejar de observar con admiración la escena frente a él.—&iques
Ethan salió de su despacho como alma que lleva el diablo, con unas inmensas ganas de huir, porque no podía quedarse en el mismo sitio donde estaba esa mujer, no quería ni siquiera respirar su mismo aire, no entendía cómo después de haber tenido la capacidad de enloquecerlo de amor e inspirar ternura como nunca antes lo hizo, todo se transformara en ese profundo odio, solo deseaba verla destruida.Llegó a su despacho ubicado en las instalaciones del edificio de Beckham innovation Genius, de mal humor, bueno… un poco más de lo acostumbrado.—¡Cancela todas mis citas de hoy y mañana! Necesito que me consigas una reunión con los congresistas de la Cámara de Representantes por el estado de Nueva York, y otra con el senador Andrew —ordenó con sequedad a su secretariaCómo vio a la mujer continuar parada frente a él, sin ir a cumplir su
Ethan no pudo evitar la corriente de placer recorrerlo al darse cuenta de que el intento de escape de la mujer fue infructuoso.—¡Anda! ¡Muévete! Que solo estoy buscando una excusa para meterte una bala en la cabeza —espetó el hombre sin ocultar el desagrado por la mujer.Sin embargo, ante sus palabras, ella permaneció inmóvil, sintió como el hombre con una mano le quitó el armamento, colocándoselo en la pretina del pantalón, y con la otra seguía apuntándola; luego la revisó exhaustivamente, primero encontró las dos armas en su cintura, se las quitó y las metió en sus propias ropas. Después comenzó a requisarla, pasando su mano desde el nacimiento de los senos, por las costillas hacia su vientre.—O dejas de mover tu m4ldita mano en mi humanidad, o juro que voy a agarrártela y triturártela hasta que no te que
Blake trataba de liberarse, movía su cabeza de un lado a otra como una posesa, el miedo trataba de paralizarla, mas su mente le decía que no se diera por vencida, la obligaba a luchar porque de lo contrario ese hombre terminaría abusando de ella, las lágrimas quemaban sus ojos amenazando por escapar, su pecho se oprimió, pero no era solo físico era como si algo desde el interior la estuviera presionando con fuerza.—¡¡Suéltame imb3ecil!! Juro que si no me sueltas agarraré tus mochilas y te las arrancaré… —caía en la desesperación porque sus amenazas eran en vano, Ethan le rompió la blusa, le bajó un poco los pantalones y pasaba sus manos por sus pechos mientras con su boca lograba cubrir uno—. ¡No! ¡Auxilio! ¡Socorro! ¡¡¡Por favor ayúdenme!!!Gritaba mientras contoneaba su cuerpo tratando de quit&aacu
Blake se quedó sin moverse, rogando para que no se diera cuenta de que estaba despierta, escuchó cada una de sus palabras y le parecieron bastante emotivas, además, haber escuchado a las enfermeras hablar sobre todo lo que le hizo su esposa, causó un poco de sensibilización en ella, por lo menos ya no quería matarlo, siempre y cuando no volviera a atacarla, porque de lo contrario no respondería de sus actos.—Madelaine, debes despertarte y ponerte bien, cuando lo hagas hablaremos… no te obligaré a nada, si quieres permanecer junto a mí lo respetaré, si quieres irte de mi lado también te lo permitiré. ¡No voy a obligarte! —pese a expresar esas palabras, no creía capaz de poder cumplirla, esa mujer provocaba demasiadas sensaciones contradictorias, en un momento quería matarla, otra besarla, al otro momento destruirla y esa fluctuación de emociones no
Ethan salió de la habitación con esa extraña sensación en su pecho, no quería irse y dejarla allí, si por él fuera, se la llevaría consigo. Las palabras de Madelaine, se repetían una y otra vez, como una especie de mantra, en su mente, y eso le hacía surgir múltiples preguntas «¿Por qué se comporta de esa manera? ¿Será que perdió la memoria? ¿Cómo se explica que desde que la encontraron en Los Ángeles, ella siga repitiendo que no es Madelaine, si no otra persona?» Sin embargo, no podía entender por qué razón cuando le preguntaban su supuesto nombre, se negaba a decirlo «¿Y si tuviera razón y no es Madelaine? ¿Por qué se parecerían tanto? ¿Son gemelas o son unas de esas coincidencias con pocas probabilidades en que te consigues con una persona igual a ti?», pens&oacut