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Capítulo 3. Golpe con golpe

Blake se quedó viendo al hombre de manera desafiante, lo recorrió de pies a cabeza, después de todo era la primera vez que lo veía en su vida «¡Vaya, no está nada mal!», dijo para sí misma y luego dirigió su vista al cincelado rostro del tal Ethan.

—¡No sé quién carajos eres tú! Y aunque en apariencia te veas demasiado bueno, al parecer tu cerebro tiene todas las neuronas atrofiadas y eso en definitiva borra todo buen aspecto y cualquiera buena impresión sobre ti —señaló mirándolo de forma despectiva.

Ante la mirada sorprendida de los guardaespaldas que no podían creer el trato brusco de la mujer hacia su Boss. «¿Sabrá ella con quien se está enfrentando?», pensó Anniston, el hombre de confianza de Ethan, sin dejar de observar con admiración la escena frente a él.

—¿No sabes quién carajo soy? ¡Qué conveniente para ti! ¿Acaso piensas que con eso vas a evitar mi furia? —espetó indignado—. ¡No Madelaine! No podrás de nuevo enredarme en tus mentiras y en tu labia… si estás aquí es para que pagues por todas las atrocidades que cometiste, por tu engaño, por tu e****a, solo voy a dejarte libre cuando me sienta por completo satisfecho.

Mencionó mientras la miraba con absoluto odio, daba la impresión de querer lanzársele encima y destruirla con sus propias manos, sin embargo, ella no se inmutó o estaba muy segura de sí misma y de su poder para persuadir a Ethan o no tenía idea que despertó al mismísimo demonio con todo lo que hizo, porque parecía como si sus palabras le tenían sin cuidado, y como muestra de ello, su semblante era de indiferencia, lo que agitaba más la furia del hombre.

—¡No eres más que una m*****a ramer@! No sé cómo pude dejar engañarme con tu cara de niña buena, cuando a todas luces se te ve lo rastrera y golfa que eres —expuso indignado, tratando de provocar una reacción en ella, porque se estaba comportando tan fría como el ártico.

Blake lo vio con desdén, «¡Qué aburrido este con su cantaleta! Seguro solo está respirando por la herida porque la tal Madelaine le montó los cuernos… por algo debió haber sido, capaz que ni siquiera le funciona bien, eso de allí… ya decía yo, tanto porte de ¡Yo soy un gran macho! Solo debe ocultar algún defecto», expresó su conciencia, quien al parecer no le gustaba para nada el hombre frente a ella, lo que la hizo dibujar en su rostro una expresión mezcla de burla y lástima.

Suspiró con hastío, enseguida varios bostezos salieron de su boca, mientras permanecía con una expresión de indiferencia, como si todo lo que veía le aburría, eso sacó más de sus cabales a Ethan, quien la tomó con fuerza del brazo, ignorando la reacción de su cuerpo ante su contacto y clavándole los dedos con saña en su piel.

Ella miró la mano con sorpresa, porque le causó una especie de corriente, jaló su brazo para tratar de liberarse, mas el agarre del hombre parecían las garras de una fiera aferradas a su presa.

—¡¿Qué te pasa estúpido?! ¡Me estás haciendo daño! ¡Quita tu m4ldita mano de mi brazo! —siseó con furia, sin embargo, él no le hizo caso, la tomó por los hombros y la agitó con rabia como si se tratara de una muñeca de trapo.

—¡¡¡A mí me respetas!!! Tendrás que aprender a respetarme y lo harás por las buenas o por las malas, ¡Pero lo harás! —expresó rechinando los dientes como si quisiera destrozarla con ellos.

—¿Quién me va a enseñar? ¿Tú? —se carcajeó Blake sin la mínima consideración hacia el hombre o su autoridad, ella eso se lo pasa por el trasero.

—No te voy a permitir que me hagas de nuevo objeto de burla… a mí solo me engañan una sola vez, ¡No más!

—¿En serio? No me había dado cuenta —expresó con sarcasmo—. Dado tu empeño de ver las cosas como no lo son. Voy a repetirte una vez más, no tengo ni pvta idea quien es la tal Madelaine, sin embargo, siento una profunda admiración por ella, por haberse atrevido a dejar un hombre con muchos cacareos —. Lo miró con desprecio y agregó, posando unos segundos más su mirada en su pelvis—, y pocos huevos.

 Apenas terminó de decir esas palabras, sintió el impacto de un par de fuertes bofetadas sobre su rostro que la dejaron por varios segundos aturdida, jamás lo esperó, porque a pesar de haber crecido sometida por su familia, nunca recurrieron a la violencia física, no, ellos tenían otras formas más sutiles de someterla, después de todo eran una familia muy particular de California, no en vano se jactaban de ser especiales, solo que a ella siempre  la mantenían en las sombras, como un tesoro buen protegido por temor a que le causaran daño.

Sintió el sabor metálico de la sangre en su boca, mas eso en vez de apaciguar y hacerla retroceder, encendió su carácter combativo, no en vano había pasado toda la vida luchando y enfrentándose a todos dentro de su familia en contra de esas injusticias, era acérrima enemiga del abuso de los fuertes sobre los débiles, y aunque normalmente era tranquila, si la buscaban, la encontraban, sin nadie estar esperándolo, abrió ambas manos, tomó un pequeño impulso, lo abofeteó con fuerza utilizando desde la mano hasta en antebrazo, el rostro del hombre.

—Más te vale… que a mí no me vuelvas a tocar y ten en claro ¡Tú me golpeas y yo te regreso cada golpe con creces!  —.expuso con sus ojos llameantes del enojo, al mismo tiempo que su pecho subía y bajaba de manera acelerada, ante la sorpresa de los guardaespaldas, quienes abrieron la boca de par en par con incredulidad y del propio Ethan.

El hombre no podía creer que ella lo hubiese golpeado, era cierto que él lo hizo primero, pero nunca se esperó esa reacción de su parte, esperaba someterla y verla suplicando, mas todo le salió al revés, después de salir de la sorpresa, esta fue sustituida por el enojo, se acercó a ella como un depredador y la tomó por la nuca, enredando sus mechones de cabellos en las manos, sosteniéndola y jalándola con fuerza.

La joven sentía como su cuero cabelludo le ardía ante la presión ejercida por el hombre, sin embargo, no estaba dispuesta ni a llorar, ni a pedir clemencia, Blake Gates nunca suplicaba, y no iba a empezar ahora, a pesar de que sus ojos estaban picándoles por las lágrimas, las contuvo, jamás se doblegaría y mostraría ninguna debilidad, ni menos ante un patán que seguramente hasta se excitaría de ver a la mujer en una posición de debilidad.

—¡¿Acaso te has vuelto loca?! ¿Quieres morirte? —le susurró de manera peligrosa, pegando su boca cerca de su rostro, haciéndole sentir ese aliento mezcla de menta dulce, que le contrajo el estómago de manera extraña.

—Al parecer, quien desea morirte eres tú —le habló en el mismo tono usado por él—. ¡O me sueltas! O juro que te dejaré eunuco ¿Tú verás lo que te conviene?

Ante las palabras de la chica, Ethan de manera inconsciente se llevó una mano a su pen3, apartándose un poco de ella, temiendo que arremetiera en su contra y cumpliera con sus amenazas. Cuando de repente la escuchó empezar a contar.

—Cinco, cuatro…—Ethan frunció el ceño y la interrumpió.

—¿Qué significa eso? ¿Es una amenaza? —interrogó con una expresión de desagrado.

—No es una amenaza, es un hecho y esto es el conteo previo, al llegar a uno deberás cargar con las consecuencias de atacarme, tres… dos…

Antes de terminar de contar Ethan la soltó del cabello,  la tomó del brazo y la llevó casi a rastras por las escaleras, subieron dos pisos más, hasta llegar a un oscuro y húmedo pasillo en el tercer piso, el olor ha guardado era tan intenso que picó en la nariz de la joven haciéndola estornudar.

—¡Eres un bicho horroroso y repugnante! Es que ni siquiera puedo compararte con un noble animal, porque para la clase de ser que eres ni siquiera existe un nombre. Eres un ser infernal… un demonio… una creación abominable —pronunciaba con su cuerpo agitado, casi sin aliento, estaba tan molesta que las palabras no le parecían lo suficientemente ofensivas.

Ethan se mantuvo en silencio, solo arrastrándola por el pasillo, hasta abrir una de las puertas de lo que parecía una alcoba, la tiró dentro sin emitir un solo sonido, para segundos después volverla a cerrar con ella adentro, en un espacio sin ventanas, ni balcones, solo una puerta de entrada, una cama con sábanas blancas y una peinadora sin espejo.

Al ver todo lo que la rodeaba, la mente de Blake se quedó en blanco por un momento, para segundos después reaccionar golpeando la puerta.

—¡Cerdo enfermo! Haz el favor y sácame de aquí desgraciado, juro que cuando te tenga en frente vas a desear ni siquiera haber nacido ¡Rata inmunda! —gritaba Blake a punto de explotar del enojo.

Golpeó varias veces la puerta, sin embargo, se obligó a calmarse, no podía perder sus energías tratando de convencerlo para que le abriera, obviamente, el hombre no era normal, y no estaba dispuesta a dejarla ir, porque de serlo no haría eso. Se recostó de la puerta y colocó sus manos en la cabeza en un gesto de desesperación.

—¡Qué suerte la mía! ¿Cómo pude escapar de Jarold para caer en manos del enajenado mental allí afuera? —se dijo mientras observaba alrededor de la habitación, pensando en una forma de poder salir de allí—. Si hui de mi familia, no será este hombre quien logre coartar mi libertad de nuevo. Piensa Blake, eres inteligente, ¡¡No puedes quedarte aquí!!

*****

Ethan la encerró y se quedó un momento en el pasillo escuchándola golpear la puerta, la rabia que se había agitado unos momentos antes se calmó, se pasó las manos por la cabeza sintiendo un poco de frustración, una parte de él, quería atender a su llamado, pero la otra estaba profundamente enojada, y solo tenía sed de venganza.

Al final, decidió alejarse, no quería que ella terminara conmoviéndolo, debía pagar por su burla. Bajó las escaleras de dos en dos y allí los estaban esperando dos de sus hombres, caminó a su despacho y allí lo siguieron, se sentó en su escritorio pensativo, pues todo le parecía extraño.

—Señor Ethan… ella es muy extraña… ¿Cómo se atrevió a enfrentarlo de esa manera? ¿Acaso es suicida? —dijo Anniston con un poco de desconcierto.

—Aunque físicamente, es igual a Madelaine… está actuando de manera muy diferente a como lo hacía, su comportamiento y su manera de expresarse no son las mismas de antes. Ve y busca a los Lawson, pregúntales si su hija padece alguna enfermedad de trastorno de identidad, si te responde de modo negativo, les preguntas, si cuando nació su hija tuvieron un parto gemelar—ordenó Ethan, sintiéndose un tanto extraño frente a los acontecimientos, porque nada se estaba dando como esperaba.

«Quizás la predicción más segura que podemos hacer sobre el futuro es que nos sorprenderá». George Leonard.

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