Ethan miraba por vigésima vez las pruebas de su infiel esposa, todo había sido un maldit0 plan orquestado por la z0rra esa para adueñarse de su dinero y escapar con su amante, y su enojo más grande era en contra de sí mismo, porque no lo vio venir, como un idiota cayó de iluso creyendo en estupideces como el amor. Cada vez que recordaba lo sucedido la furia se agitaba en su interior como las peligrosas olas del mar en plena tormenta. Se arrepentía un millón de veces de haber tomado como cierta cada una de las falsas palabras que salían de la boca de esa desgraciada mujer, no podía llamarla de otra forma.
Le mostró la mejor versión de Ethan Beckham, una que nunca le revelaba a nadie, solo a ella porque la creyó especial, única, mas ahora le tocaría conocer al implacable, al inmisericorde, al mismo demonio, porque no la dejaría en paz hasta haberla destruido por completo.
Leía una y otra vez el informe, Madelaine tenía una relación con Boris Peterson desde hacía tres años, en la cual ella se dedicó junto con él a taimar a ricos empresarios, para hacerlos invertir en las empresas Lawson, con la diferencia de que ninguno de ellos llegó tan lejos y cayó en la trampa de hacerla su esposa como le sucedió a él.
Cuatro meses antes
«Madelaine Lawson, ataviada con un hermoso vestido blanco cuál princesa, lo miraba con aparente adoración, mientras él se mantenía con una expresión fría y despiadada, sin embargo, eso a ella no la intimidada, pues aprendió a conocer al hombre tras esa fachada, porque mientras a los otros los trataba con indiferencia, con ella era cálida, humano, porque estaba locamente enamorado de ella.
La mujer estaba sumida en sus pensamientos, cuando el sacerdote repitió las palabras.
—¿Madelaine Lawson, acepta por esposo a Ethan Beckham, para amarlo, respetarlo, en la salud y en la enfermedad, en lo prospero y en lo adverso hasta que la muerte los separe?
—Sí, acepto —respondió con firmeza.
—¿Ethan Beckham, aceptas por esposa a Madelaine Lawson, para amarla, respetarla, en la salud y en la enfermedad, en lo prospero y en lo adverso hasta que la muerte los separe?
—Sí, acepto —se escuchó la voz gruesa del hombre.
—Por el poder que me otorga la santa iglesia, los declaro marido y mujer, lo que Dios ha unido no lo separe el hombre —expresó el clérigo—. Puede besar a la novia.
Ethan se giró, dándole un suave beso en los labios a su esposa y de repente su expresión fría se convirtió en una cálida, mientras le sonreía con amor, después de todo esa mujer era su adoración.
Después de eso, la tomó por el brazo con mucho cuidado y la llevó consigo hasta el auto como si fuera el tesoro más valioso.
—Mi amor, ya somos esposos, de ahora en adelante no tienes por qué preocuparte por nada, porque yo siempre te trataré como la princesa que eres, ayudaré a tus padres en todo lo que necesiten, resolveré todas sus preocupaciones sobre su empresa, te prometo que no les faltará nada.
—Gracias, estoy tan feliz de tener un hombre tan maravilloso como tú en mi vida, no sé qué haría sin ti —lo abrazó, aunque no podía simular su sonrisa de satisfacción, mientras él respondía a su caricia de manera cariñosa.
—Vamos al salón de fiesta, nos están esperando allá —señaló el hombre besando su frente y ayudándola a subir con cuidado al auto.
Cuando llegaron a la fiesta luego de saludar a todos los invitados, se sentaron en la mesa asignada a los esposos, en ese momento alguien requirió la atención del hombre y la dejó sola.
—Espérame un momento y estaré contigo —pidió dándole un suave beso en sus labios.
Ella miró a los lados con mucho interés, como si estuviera buscando a alguien hasta que su mirada se detuvo en la persona que buscaba, ambos se observaron con complicidad, él hombre fue el primero en levantarse y salir del salón.
Madelaine miró a los lados, al darse cuenta que nadie estaba poniendo atención a ella, salió de allí, caminó por la caminería hasta llegar a la parte trasera del jardín.
—Mi amor, ¿Viniste? No sabes lo difícil que fue para mí dar este paso —expresó la chica aferrándose a los brazos del hombre.
—¿Cuánto tiempo esperas mantener está farsa? Ya pagó la deuda de tus padres e inyectó el dinero necesario en las empresas, no tienes por qué seguir aquí.
—Aún no termino con Ethan, ese hombre tiene demasiado dinero, y después de este tiempo… no pienso escapar sin nada, debo irme con una buena cantidad de su dinero, para no tener que buscar a nadie más, ya estoy cansada de seguir buscando hombres ricos para salir de apuros económicos, esta vez quiero mi golpe de suerte —señaló la chica convenciendo al hombre de la conveniencia de su plan.
— ¿Qué piensas hacer?
—Una de las cláusulas del contrato patrimonial establece, que si Beckham me es infiel me quedaré con el 40% de su fortuna y con toda la ayuda dada a mis padres, además de que deberá firmarme de manera inmediata el divorcio. Como ves, solo necesito encontrar las pruebas de su infidelidad y esa cantidad de dinero estará en nuestras manos.
— ¿Y si, en cambio, él te descubre a ti siendo infiel? —preguntó el hombre con curiosidad.
—Se queda con la empresa de mi padre, le retira la ayuda y se divorcia de inmediato de mí.
—Tengo un plan, hay una mujer muy hermosa la cual podemos utilizar para seducirlo, pero no creo que hoy podamos hacerlo, ni en los próximos días que estarán de luna de miel —habló el hombre con una mueca—. El mejor momento será unos meses después, mientras tanto puedes sacarle todos los regalos que quieras, después de todo eso aumentará nuestro patrimonio».
Actualmente
El celular de Ethan repicó, ni siquiera miró el identificador de llamadas, sabía muy bien de quien se trataba.
—Dime, ¿La encontraste? ¿Estaba con el desgraciado Boris Peterson? ¡Infelices se burlaron de mí! Me hicieron quedar como un cornudo frente al mundo entero—espetó tirando todo lo que estaba en la mesa de su escritorio, no podía contener su enojo por más intento de mantener sus emociones bajo control.
—No estaba con él, andaba sola, vestía diferente, la encontramos en el centro de la ciudad de Los Ángeles, estaba como desorientada, miraba a todos lados como si estuviera viendo la ciudad por primera vez y trató de convencernos de que no era Madelaine Lawson y que no sabía quién era Ethan Beckham —respondió el hombre de confianza de Ethan.
—No se podía esperar menos de esa mujer, es una mitómana, ella buscará la manera de hacer lo que sea para librarse de mí… aunque no lo logrará —. Agregó con una sonrisa—, se irá de mi lado cuando yo sienta que me ha pagado lo suficiente.
—Tráela a mi casa, apenas aterrice el avión, me avisas, para irme y esperarla allá, ella vendrá a su infierno y yo seré su demonio personal —pronunció sin ocultar el veneno que guardaba en su corazón.
*****
Blake, sentía que le dolía todo por los intentos que hizo por liberarse de esas bestias, la amarraron y no pudo hacer nada para defenderse, después de todo eran más altos y grandes que ella. Al principio quedó desconcertada, pensó que se trataba de una simple confusión e intentó explicarles para salir de esa situación, no obstante, no fue escuchada, ni siquiera intentaron escucharla.
«—Disculpen, hay una confusión yo no me llamo Madelaine y tampoco conozco a ningún Ethan Beckham, tienen a la persona equivocada —declaró con una sonrisa tratando de ser amable, sin embargo, ellos malinterpretaron su actitud.
—¿Te burlas de nosotros? ¿Acaso crees que somos fáciles de engañar? —la joven los miraba sin comprender.
—Miren me van a perdonar, no tengo porque burlarme de ustedes porque no los conozco, ahora con permiso —intentó alejarse, pero no había dado el primer paso cuando la sostuvieron con fuerza por las dos manos.
—¡Ni se te ocurra! Será en vano porque no podrás ir a ningún lado, no nos obligues a usar la fuerza contigo y lastimarte… estamos autorizados por el señor Ethan a retenerte sea como sea, a llevarte junto a él viva o muerta ¿Entiendes lo que eso significa? —expresó el hombre mirándola con severidad.
—¡Está equivocado! No soy esa persona, ¿Por qué le cuesta entender? Tampoco se quien carajos es ese Ethan —espetó desesperada, pues no se escapó de casa de su familia, para venir a caer en manos de otros locos que ni siquiera sabía quiénes eran.
—¡Ya deja de fingir! Por supuesto que eres tú —sacó su celular y le mostró la foto de una mujer que se veía exactamente como ella, era su mismo color de cabello, la forma y color de sus ojos, sus rasgos, todo, eran como dos gotas de agua.
—¡Esto es imposible! —exclamó en shock, haciéndose mil preguntas en la cabeza «¿Cómo esa mujer se parece tanto a mi?», se preguntó. Por un momento no pudo pronunciar palabra, estaba tan impresionada que quedó buscando respuestas, mas ninguna tenía ni pies ni cabeza.
Después de eso la tiraron atrás en una furgoneta no sin antes atarle las manos, intentó golpearlos, tirarles patadas, mas de nada le sirvió, todo fue en vano.
—¡Suéltenme! ¡Auxilio! ¡Socorro! —empezó a gritar y el hombre le colocó una mordaza para evitar sus gritos, mientras ella se desesperaba con solo pensar que podía ser asesinada».
La montaron en un avión privado y la tiraron como un costal de papa, no podía evitar los latidos acelerados de su corazón, la mantuvieron amarrada y amordazada durante todo el trayecto, sin siquiera dejarla ir al baño. La bajaron, luego la subieron a una Hummer con los vidrios totalmente tintados y sin siquiera hicieron ningún intento de liberarla.
Llegaron a una mansión impresionante, aunque no era la primera que veía una con tantos lujos, pese a ello, no pudo observarla detalladamente porque la empujaron hasta entrar a una sala, donde la estaba esperando un hombre muy apuesto, media más de un metro noventa de altura, era todo musculo, cabello castaño, ojos verdes que la veía con una expresión de absoluto odio.
—¡Bienvenida a tu infierno, esposa mía! —exclamó con una sonrisa siniestra que la hizo estremecer de pies a cabeza.
«Acostumbramos a cometer nuestras peores debilidades y flaquezas a causa de la gente que más despreciamos» Charles Dickens.
Blake se quedó viendo al hombre de manera desafiante, lo recorrió de pies a cabeza, después de todo era la primera vez que lo veía en su vida «¡Vaya, no está nada mal!», dijo para sí misma y luego dirigió su vista al cincelado rostro del tal Ethan.—¡No sé quién carajos eres tú! Y aunque en apariencia te veas demasiado bueno, al parecer tu cerebro tiene todas las neuronas atrofiadas y eso en definitiva borra todo buen aspecto y cualquiera buena impresión sobre ti —señaló mirándolo de forma despectiva.Ante la mirada sorprendida de los guardaespaldas que no podían creer el trato brusco de la mujer hacia su Boss. «¿Sabrá ella con quien se está enfrentando?», pensó Anniston, el hombre de confianza de Ethan, sin dejar de observar con admiración la escena frente a él.—&iques
Ethan salió de su despacho como alma que lleva el diablo, con unas inmensas ganas de huir, porque no podía quedarse en el mismo sitio donde estaba esa mujer, no quería ni siquiera respirar su mismo aire, no entendía cómo después de haber tenido la capacidad de enloquecerlo de amor e inspirar ternura como nunca antes lo hizo, todo se transformara en ese profundo odio, solo deseaba verla destruida.Llegó a su despacho ubicado en las instalaciones del edificio de Beckham innovation Genius, de mal humor, bueno… un poco más de lo acostumbrado.—¡Cancela todas mis citas de hoy y mañana! Necesito que me consigas una reunión con los congresistas de la Cámara de Representantes por el estado de Nueva York, y otra con el senador Andrew —ordenó con sequedad a su secretariaCómo vio a la mujer continuar parada frente a él, sin ir a cumplir su
Ethan no pudo evitar la corriente de placer recorrerlo al darse cuenta de que el intento de escape de la mujer fue infructuoso.—¡Anda! ¡Muévete! Que solo estoy buscando una excusa para meterte una bala en la cabeza —espetó el hombre sin ocultar el desagrado por la mujer.Sin embargo, ante sus palabras, ella permaneció inmóvil, sintió como el hombre con una mano le quitó el armamento, colocándoselo en la pretina del pantalón, y con la otra seguía apuntándola; luego la revisó exhaustivamente, primero encontró las dos armas en su cintura, se las quitó y las metió en sus propias ropas. Después comenzó a requisarla, pasando su mano desde el nacimiento de los senos, por las costillas hacia su vientre.—O dejas de mover tu m4ldita mano en mi humanidad, o juro que voy a agarrártela y triturártela hasta que no te que
Blake trataba de liberarse, movía su cabeza de un lado a otra como una posesa, el miedo trataba de paralizarla, mas su mente le decía que no se diera por vencida, la obligaba a luchar porque de lo contrario ese hombre terminaría abusando de ella, las lágrimas quemaban sus ojos amenazando por escapar, su pecho se oprimió, pero no era solo físico era como si algo desde el interior la estuviera presionando con fuerza.—¡¡Suéltame imb3ecil!! Juro que si no me sueltas agarraré tus mochilas y te las arrancaré… —caía en la desesperación porque sus amenazas eran en vano, Ethan le rompió la blusa, le bajó un poco los pantalones y pasaba sus manos por sus pechos mientras con su boca lograba cubrir uno—. ¡No! ¡Auxilio! ¡Socorro! ¡¡¡Por favor ayúdenme!!!Gritaba mientras contoneaba su cuerpo tratando de quit&aacu
Blake se quedó sin moverse, rogando para que no se diera cuenta de que estaba despierta, escuchó cada una de sus palabras y le parecieron bastante emotivas, además, haber escuchado a las enfermeras hablar sobre todo lo que le hizo su esposa, causó un poco de sensibilización en ella, por lo menos ya no quería matarlo, siempre y cuando no volviera a atacarla, porque de lo contrario no respondería de sus actos.—Madelaine, debes despertarte y ponerte bien, cuando lo hagas hablaremos… no te obligaré a nada, si quieres permanecer junto a mí lo respetaré, si quieres irte de mi lado también te lo permitiré. ¡No voy a obligarte! —pese a expresar esas palabras, no creía capaz de poder cumplirla, esa mujer provocaba demasiadas sensaciones contradictorias, en un momento quería matarla, otra besarla, al otro momento destruirla y esa fluctuación de emociones no
Ethan salió de la habitación con esa extraña sensación en su pecho, no quería irse y dejarla allí, si por él fuera, se la llevaría consigo. Las palabras de Madelaine, se repetían una y otra vez, como una especie de mantra, en su mente, y eso le hacía surgir múltiples preguntas «¿Por qué se comporta de esa manera? ¿Será que perdió la memoria? ¿Cómo se explica que desde que la encontraron en Los Ángeles, ella siga repitiendo que no es Madelaine, si no otra persona?» Sin embargo, no podía entender por qué razón cuando le preguntaban su supuesto nombre, se negaba a decirlo «¿Y si tuviera razón y no es Madelaine? ¿Por qué se parecerían tanto? ¿Son gemelas o son unas de esas coincidencias con pocas probabilidades en que te consigues con una persona igual a ti?», pens&oacut
El senador Andrew Jarold, se despidió de Ethan y salió a una de las otras salas ubicadas en el mismo piso, se pasó la mano por la cabeza en un gesto de preocupación, no podía dejar de pensar en su hija.—¿Será que he sido muy duro con Blake? Pero es que no podía ser de otra manera, existen demasiados peligros, solo estoy tratando de protegerla. ¿Podrá ser Schimer capaz de controlarla? Es un hombre muy estricto ¿Será que ella sería capaz de amoldarse a él? Y si no lo hace, ¿Será Schimer capaz de golpearla? —expuso en voz alta, mientras pensaba, cuál sería la decisión correcta.Apenas entró a la sala, vio al senador Marlon Schimer, sentado con una expresión fría, era un hombre de aproximadamente cuarenta años, muy inteligente, bastante dominante y su principal ventaja es que contaba con el mayor reconocim
Eso no podía estarle pasando, su papá la había dado en matrimonio «¿Acaso ese viejo tonto, me ofreció a cambio del apoyo en pleno del partido Republicano?»Blake no podía creerlo, se sentía como si un gigante la hubiese agarrado y aplastado con su pie, como si ella fuera una asquerosa e insignificante cucaracha.«¿Me entregó? ¿Mi papá me entregó a ese hombre?» No podía creerlo su padre a pesar de ser estricto, siempre le demostró que la amaba, era un poco retrógrada, sin embargo, era cariñoso, protector, jamás lo hubiese creído capaz de venderla.Caminó sosteniéndose de la pared, sintió arcadas que todo le daba vuelta, al mismo tiempo las lágrimas rodaban por sus mejillas. Ingresó de nuevo al baño, entró en uno de los cubículos y empezó a llorar.—¿Por qué papá? ¿Por qué me estás haciendo esto? ¿Acaso no te importo? ¿Tan poco soy para ti?Ella siempre era fuerte, dura, no se dejaba intimidar por nadie, incluso cuando la ofendían, muchas veces se hacía la que no le dol