Blake trataba de liberarse, movía su cabeza de un lado a otra como una posesa, el miedo trataba de paralizarla, mas su mente le decía que no se diera por vencida, la obligaba a luchar porque de lo contrario ese hombre terminaría abusando de ella, las lágrimas quemaban sus ojos amenazando por escapar, su pecho se oprimió, pero no era solo físico era como si algo desde el interior la estuviera presionando con fuerza.
—¡¡Suéltame imb3ecil!! Juro que si no me sueltas agarraré tus mochilas y te las arrancaré… —caía en la desesperación porque sus amenazas eran en vano, Ethan le rompió la blusa, le bajó un poco los pantalones y pasaba sus manos por sus pechos mientras con su boca lograba cubrir uno—. ¡No! ¡Auxilio! ¡Socorro! ¡¡¡Por favor ayúdenme!!!
Gritaba mientras contoneaba su cuerpo tratando de quitárselo de encima, mas todo era en vano porque Ethan estaba enloquecido, cegado de la rabia, al punto de estar por completo sordo a cualquier súplica de la chica, maltrataba su cuerpo, estrujando su piel con las manos, la tocaba sin ninguna delicadeza, dejando las huellas de su maltrato en su piel.
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Entretanto, abajo, las señoras de servicio y los guardaespaldas no podían evitar escuchar los gritos desesperados de la chica, causando ansiedad en ellos.
—¡Anniston! Por favor, ve a ayudarla, solo tú puedes detenerlo, además sabes que el señor Ethan en su sano juicio no sería capaz de violarla, si lo está haciendo ahorita, es producto de la rabia que siente por toda la burla de la cual fue objeto por esa mujer durante todo este tiempo, si logra abusarla, ni siquiera el mismo va a poder perdonárselo.
Todos se quedaron viéndolo como si fuese el salvador, suspiró y aun en contra de su voluntad decidió subir temiendo la reacción de Ethan.
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A Blake le dolían los brazos, sentían que sus fuerzas se agotaban, en una de esas encontró nuevas energías y lo golpeó con potencia en la pelvis, por unos leves segundos logró aturdirlo y corrió hacia la puerta, él se recuperó en fracciones de segundo, por eso no contó con que él la tomara por la cabellera, enredando su mano en sus cabellos, mientras ella gritaba del profundo dolor, sentía que su cuero cabelludo iba a ser arrancado de su piel, mientras se estrellaba contra el pecho del hombre, en ese momento sucedieron tres cosas al mismo tiempo, primero llegó Anniston y gritó el nombre de su jefe.
—¡Ethan! Por favor hombre reacciona ¿Qué estás haciendo? La estás maltratando.
Segundo, el hombre salió de esa bruma enloquecedora, se quedó paralizado al ver la ropa destrozada de la joven en su cuerpo y tercero ella se desmayó en sus brazos.
—¡Que le hice! —gritó mientras su expresión de rabia se convirtió en una de miedo. Empezó a darle palmaditas en el rostro—. Madelaine, por favor, abre los ojos ¡Por Dios! Lo siento mucho. ¡Nena, abre los ojos! —exclamó en tono suplicante—. Bronw, no despierta.
—Llevémosla a un centro médico, al más cercano —propuso el guardaespaldas.
—No puede ser a cualquiera, la información puede filtrarse, llegarán los medios de comunicación, sacarán fotografías, será un escándalo… mejor llevémosla a Medical Center Beckham —. Ordenó, se trataba de una clínica de la cual era el accionista mayoritario, se quitó la chaqueta y se la puso por encima.
La sacó en brazos, las mujeres de servicio que esperaban junto a las escaleras, no pudieron contener unos pequeños gritos, sin embargo, Ethan no se inmutó, escondió su preocupación ante una máscara de completa indiferencia. Mientras iban en el auto llamaron para que estuviera esperando una camilla por una de las puertas laterales del centro de salud, porque no era conveniente entrar por la principal, porque cualquiera podría filtrar la información.
Cuando llegó hasta la clínica la colocó el mismo en la camilla, mientras uno de los médicos de emergencia corría a atenderla, antes de llevársela Ethan lo sostuvo por el brazo.
—Debes hacer todo lo posible porque se recupere y ponga a enfermeras de confianza, no puede salir de esta clínica información sobre las causas y condiciones de mi esposa, de ocurrir deberán atenerse a las consecuencias ¿Me entiendes?
El médico afirmó solo con la cabeza sin emitir ninguna palabra, porque estaba demasiado desagradado con el propietario de la clínica, porque con solo observar el cuerpo de la chica luego de quitarle la chaqueta, la cual la cubría por encima, se dio cuenta de que fue maltratada, quizás hasta abusada, su blusa y sostén estaban rotos y sus pantalones estaban a medio quitar a la altura de las caderas, con signos de hematomas en su clara piel, no pudo evitar observarlo de manera recriminatoria, lo cual hizo alterar a Ethan.
—Deje de mirarme de esa manera, usted no es nadie para reprochar mis actos, no está calificado para juzgarme, mejor dedíquese a atenderla y hacer que reaccione que para eso se le paga —expresó apretando sus manos a un lado de su cuerpo, con ganas de propinarle un fuerte puñetazo al médico, mientras este lo ignoraba, caminaba detrás de la camilla hasta desaparecer en una de las salas.
—Señor, por favor, no complique las cosas, mejor vamos a esperar información en la sala de espera —mencionó Bronw.
No protestó, sino que caminó hasta el lugar indicado por su hombre de más confianza, primero se sentó, pasaba las manos por sus cabellos desesperado, sin dejar de cuestionarse por su comportamiento. Luego de un cuarto de hora, se levantó, comenzó a caminar de un lado a otro.
«Si sigue de esa manera será capaz de abrir una zanja de un extremo a otro», se dijo mentalmente Anniston, quien no pudo dejar de observar con preocupación a su jefe y la verdad se abrió paso en su interior. «Este hombre a pesar de todo lo que ella le hizo la sigue amando, por eso se siente tan ofendido y esa es la razón por la cual su odio se ha vuelto desmedido. Basta con solo mirar la expresión de su rostro para darse cuenta de esa realidad».
—Señor Beckham, puede sentarse mientras esperamos y…—sus palabras fueron interrumpidas por su malhumorado jefe.
—¡No puede ser! ¿Por qué carajos están tardando tanto? Tenemos casi una hora —dijo mirando hacia su reloj, un rolex GMT Master Ice, llamado hielo, por estar bañado en oro blanco de dieciocho quilates, con decenas de diamantes de treinta quilates incrustados en la esfera y la correa.
—Podemos preguntar… —empezó a decir Bronw, más no terminó de decir sus palabras porque Ethan, caminó hacia la sala por donde mismo vieron llevarse a la chica.
Abrió la puerta y cuando no vio a nadie, ni siquiera al médico, se asustó.
—¡¿Dónde carajos está mi esposa?! ¿Para dónde se la han llevado? Voy a advertirles que si a mi esposa no llega a recuperarse, todos van a quedarse sin empleo y no van a poder conseguir trabajo en ningún lado —espetó sin poder controlar su furia, mas un silencio sepulcral se hizo en la sala.
El personal médico estaba muy asustado, sabían del carácter impetuoso del hombre.
—Espere un minuto, por favor, déjeme preguntarle al doctor Aníbal Kasas, él es quien lleva el caso médico de la señora Beckham, quizás le está haciendo algunos estudios —señaló una de las enfermeras, mientras salía de allí y caminaba hacia el lugar donde sabía el médico había ido, luego de retirarse por la otra puerta de la sala.
Cuando llegó, miró hacia atrás un poco asustada, porque temía que el señor Beckham, la hubiese seguido, respiró aliviada al no ver a nadie, entró a la habitación y encontró a una de sus colegas limpiándola.
—¿El doctor Kasas? Salió un momento, está furioso con el dueño, al punto de querer denunciarlo por agresión a su esposa. Intenté convencerlo, para que se quedara tranquilo, porque no puede meterse con ese hombre, nadie quien provoque a Ethan Beckham, sale bien librado. Para muestra ella misma, seguramente que creyó salir bien parada de todo, cuando le firmó el divorcio y armó todo ese espectáculo burlándose del hombre.
—¿Estás justificando sus agresiones contra una mujer? —interrogó con incredulidad la enfermera más joven.
—No, por supuesto que no, jamás estaría de acuerdo con el maltrato, ese es un hecho que debe ser repudiado por todos, ninguna mujer debe permitir que un hombre la haga objeto de ofensas, ni físicas, ni verbales, así como tampoco la mujer puede hacerlo con el hombre —. La mayor hizo una pequeña pausa para tragar saliva y siguió hablando—. Aunque entiendo su dolor, su boda fue una de las más publicitadas en los medios de comunicación, digna de una princesa, todos fuimos testigos el amor que profesaba ese hombre por ella, parecía un cuento de hadas, él pisaba el suelo por donde ella pisaba ¿Y qué hizo ella a escasos dos meses después? ¿Lo supiste?
—Escuché que un periodista sacó una información llamándolo el más cornudo del país, pero luego no le presté más atención, realmente no sé lo que le hizo.
—Bueno, ella le montó una trampa, porque cuando casaron, elaboraron un contrato y una de las cláusulas contenía que si él le era infiel debía entregarle el 40 % de su fortuna, ella se aprovechó de eso, lo mandó a drogar. Al mismo tiempo que le pagó a una mujer para que se acostara con él, luego llegó con un grupo de periodistas, hizo un escándalo, tomó eso como prueba y pidió el divorcio, el problema es que el hombre no dejó marchar a su supuesta amante, se mandó a hacer una prueba de sangre y el resultado arrojó que lo drogaron, allí amenazó a la mujer y esta dijo la verdad.
—¿Y cómo sabes eso? —preguntó la mujer asombrada.
—Salió en un reportaje en los medios, esa mujer con ese rostro tan angelical, es una arpía, porque también tenía una relación con otro hombre al mismo tiempo de estar casada con Beckham y también era cómplice de todo lo que le hizo —concluyó la enfermera.
Blake, escuchó la conversación con lujos de detalles de las dos mujeres y sintió un poco de lástima por el hombre, sin embargo, nada justificaba lo que intentó hacerle, ella era muy rencorosa y no estaba dispuesta a dejar pasar fácilmente esa humillación.
Enseguida se escuchó un alboroto en la puerta de la habitación, era una discusión entre el doctor Kasas y Beckham.
—¡No puede entrar! —exclamó el médico obstruyendo el paso.
—¡¿Perdón?! ¿Quién me lo va a impedir? ¿Tú? No me hagas reír, yo soy el dueño de esto, hasta de ti porque soy quien paga tu sueldo —expresó el hombre con prepotencia—. Si no te quitas, te quito yo, ¿Quieres seguir ejerciendo la medicina o prefieres abstenerte de seguir haciéndolo? Porque puedo ayudarte a hacer que revoquen tu licencia ¿Te atrae la idea?
Pronunció con sarcasmo, mientras el rostro del doctor Kasas palidecía y terminaba apartándose a un lado para darle paso.
Las dos enfermeras, al verlo, también se echaron a un lado, aunque después Ethan terminó corriéndolas.
—¡Déjenme solo con ella! —exclamó en tono frío, las dos mujeres se miraron a la cara, lo dudaron por unos segundos, más al final decidieron salir.
Ethan se quedó por un momento parado junto a ella, Blake sentía su corazón a punto de salírsele por la boca, se obligó a calmarse, tenía miedo de que aprovechara su aparente inconsciencia y terminara acabando con lo que empezó, podía ahorcarla, poner la almohada en el rostro y asfixiarla, eran múltiples los escenarios que se imaginaba la chica.
Sin embargo, se quedó sorprendida, cuando sintió la leve caricia del hombre en su rostro, luego escuchó el ruido de una silla al moverse y después su voz en tono suave, casi como un murmullo, logrando estremecer su cuerpo.
—Lo siento Madelaine… perdí el control, el enojo me cegó… por un momento no supe de mí, jamás sería capaz de hacerte el amor sin tu consentimiento… —. Se quedó viendo su rostro y como la creía dormida, agregó—. He tratado de dejarte de lado, de hecho, mientras no te vi pensé que lo había logrado, sin embargo, cuando te volví a ver, despertaste sentimientos contradictorios en mí. Me es difícil seguir sin ti, no dejo de pensarte Madelaine, te has inoculado en mi sangre, en mi sistema, no he podido olvidarte... incluso hasta podría darnos otra oportunidad, si tú cambias, podríamos hacer borrón y cuenta nueva y volver a empezar.
«La vida es breve; el arte, largo; la ocasión, fugaz; la experiencia, engañosa; el juicio, difícil». Hipócrates.
Blake se quedó sin moverse, rogando para que no se diera cuenta de que estaba despierta, escuchó cada una de sus palabras y le parecieron bastante emotivas, además, haber escuchado a las enfermeras hablar sobre todo lo que le hizo su esposa, causó un poco de sensibilización en ella, por lo menos ya no quería matarlo, siempre y cuando no volviera a atacarla, porque de lo contrario no respondería de sus actos.—Madelaine, debes despertarte y ponerte bien, cuando lo hagas hablaremos… no te obligaré a nada, si quieres permanecer junto a mí lo respetaré, si quieres irte de mi lado también te lo permitiré. ¡No voy a obligarte! —pese a expresar esas palabras, no creía capaz de poder cumplirla, esa mujer provocaba demasiadas sensaciones contradictorias, en un momento quería matarla, otra besarla, al otro momento destruirla y esa fluctuación de emociones no
Ethan salió de la habitación con esa extraña sensación en su pecho, no quería irse y dejarla allí, si por él fuera, se la llevaría consigo. Las palabras de Madelaine, se repetían una y otra vez, como una especie de mantra, en su mente, y eso le hacía surgir múltiples preguntas «¿Por qué se comporta de esa manera? ¿Será que perdió la memoria? ¿Cómo se explica que desde que la encontraron en Los Ángeles, ella siga repitiendo que no es Madelaine, si no otra persona?» Sin embargo, no podía entender por qué razón cuando le preguntaban su supuesto nombre, se negaba a decirlo «¿Y si tuviera razón y no es Madelaine? ¿Por qué se parecerían tanto? ¿Son gemelas o son unas de esas coincidencias con pocas probabilidades en que te consigues con una persona igual a ti?», pens&oacut
El senador Andrew Jarold, se despidió de Ethan y salió a una de las otras salas ubicadas en el mismo piso, se pasó la mano por la cabeza en un gesto de preocupación, no podía dejar de pensar en su hija.—¿Será que he sido muy duro con Blake? Pero es que no podía ser de otra manera, existen demasiados peligros, solo estoy tratando de protegerla. ¿Podrá ser Schimer capaz de controlarla? Es un hombre muy estricto ¿Será que ella sería capaz de amoldarse a él? Y si no lo hace, ¿Será Schimer capaz de golpearla? —expuso en voz alta, mientras pensaba, cuál sería la decisión correcta.Apenas entró a la sala, vio al senador Marlon Schimer, sentado con una expresión fría, era un hombre de aproximadamente cuarenta años, muy inteligente, bastante dominante y su principal ventaja es que contaba con el mayor reconocim
Eso no podía estarle pasando, su papá la había dado en matrimonio «¿Acaso ese viejo tonto, me ofreció a cambio del apoyo en pleno del partido Republicano?»Blake no podía creerlo, se sentía como si un gigante la hubiese agarrado y aplastado con su pie, como si ella fuera una asquerosa e insignificante cucaracha.«¿Me entregó? ¿Mi papá me entregó a ese hombre?» No podía creerlo su padre a pesar de ser estricto, siempre le demostró que la amaba, era un poco retrógrada, sin embargo, era cariñoso, protector, jamás lo hubiese creído capaz de venderla.Caminó sosteniéndose de la pared, sintió arcadas que todo le daba vuelta, al mismo tiempo las lágrimas rodaban por sus mejillas. Ingresó de nuevo al baño, entró en uno de los cubículos y empezó a llorar.—¿Por qué papá? ¿Por qué me estás haciendo esto? ¿Acaso no te importo? ¿Tan poco soy para ti?Ella siempre era fuerte, dura, no se dejaba intimidar por nadie, incluso cuando la ofendían, muchas veces se hacía la que no le dol
Blake iba en silencio, recostando su cabeza del asiento, se sentía un poco nerviosa haciéndose muchas preguntas.«¿Cómo va a ser la reacción de los guardaespaldas cuando me vean llegar?» Se dijo tratando de calmar su ansiedad.El taxi se paró frente al hospital, ella pagó el importe y caminó hacia el interior de la clínica, nadie le prestó atención, por lo cual sus pasos eran firmes y seguros, cuando llegó al pasillo donde estaba su habitación, los hombres se quedaron viéndola sorprendidos.—Señora Madelaine, ¿Regresó? ¿Dónde estaba? ¿Por qué se fue? La hemos estado buscando por todas partes. El señor Anniston y su esposo están bastante molestos —mencionaban los hombres a su paso, no obstante, ella hizo caso omiso de sus palabras y entró a la habitación, sin responderles.<
Madelaine veía a Boris buscar como loco por toda la habitación, abría el closet sacando y tirando todos los cajones en el suelo, carteras, revisaba debajo del colchón, no dejaba un solo espacio de la pequeña habitación sin buscar.—¡¡¿Dónde tienes el dinero?!! M4ldita sea dime ¡¡¿Qué lo hiciste?!! Si no me dices dónde está voy a golpearte hasta hacerte confesar —vociferó de manera peligrosa.Madelaine respiró profundo, vio al hombre encolerizado y la terrible realidad la arropó, «No está conmigo porque me ama, si no por todo el dinero que puedo conseguirle».—¡Dime! ¿Dónde tienes más dinero?—No tengo, ¡Ya no tengo! —gritó cansada.Fue en ese momento que sintió como la carne de su rostro fue impactada por los puños de
La mujer se acercó a Ethan y se paró frente a él entrecerrando los ojos, como si estuviera reconociendo a algún conocido.—Tengo la impresión de haberlo visto antes ¿Lo conozco? —preguntó la mujer utilizando un tono muy sensual.Ethan la miró, recorriéndola de pies a cabeza, con una expresión indescifrable, aunque siempre se había caracterizado por ser frío y arrogante en el trato, no era así en la cama, allí era un hombre extremadamente ardiente. Antes de casarse con Madelaine, tenía cualquier cantidad de amantes aunque solo ocasionales, sin embargo, luego de casarse le fue fiel a su matrimonio, hasta que la misma desgraciada de su mujer, lo drogó acostándolo con otra. Él se levantó del asiento, se acercó a su oído y le susurró.—No, no te conozco.Volvió a recorrerla
Madelaine vio al hombre y no pudo evitar sentir un sudor frío recorrerla de pies a cabeza, emanaba un aura de poder, entrecerró los ojos por un momento, porque le parecía haberlo visto antes, luego de unos segundos lo recordó «Claro, es el senador Marlon Schimer uno de los hombres más poderosos del país, seguro si tiene poder también debe tener dinero, porque estos dos siempre van de la mano», se dijo, esbozando una leve sonrisa, metió su mechón de cabello por la oreja y extendió la mano para saludarlo, olvidando por un momento que la estaban confundiendo con otra persona… quizás después de todo eso no sería malo, sino el milagro que esperaba.—Senador Schimer, es un gusto conocerlo en persona… se ve más guapo de lo que se nota en la televisión —el hombre vio su mano extendida y la ignoró.—Señorita Jarold, e