36. El mundo bajo sus pies siendo el tormento

Carlo está lo bastante disgustado por la clase de órden que le está dejando bastante en claro Giancarlo Mancini, y aunque quiere responderle con el mismo tono que él consideró altanero, una segunda voz se oye entre ellos y Angelina, pese a estar demasiado dolorida, no puede evitar sentir un gran alivio.

—¡Angelina!

Es Genoveva quien aparece en el cuarto con desesperación. Al ver a su hija, se abalanza hacia ella sin importarle que haya pasado ciento de años desde que vio a Carlo. Su razón primordial es Angelina y su hija abre los brazos para recibirla.

Siente la desesperación en el llamado de Genoveva y en su fuerte abrazo, demostrando que sigue siendo su madre a pesar de todo.

En las facciones de Genoveva corre la preocupación y pregunta una y mil veces cómo está, qué es lo que siente tocando su rostro.

—Estoy bien, mamá…

—Por Dios —Genoveva vuelve a abrazarla—, vine corriendo desde el momento en que Giancarlo me avisó. Hija mía, oh, hija —Genoveva acurruca su rostro en sus dos manos
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