40. El vacío de la soledad

Su estómago se contrae cuando ya se queda sola, y Angelina tiene que hacerse la pregunta si realmente está equivocada acerca de haberle dicho a Giancarlo.

Ni siquiera sabe lo que le hizo a Gabriel.

Aunque todavía siente los dolores de su cuerpo, es algo increíble que Giancarlo esté haciendo exactamente lo que pidió.

No es que le agrade volver a estar en estas gigantes paredes donde la acechan cada vez que se da la vuelta pero estar en el mismo sitio que un Mancini resulta peor.

De vuelta en la sala para recibir el medicamento que Letizia le ofrece, Genoveva entra con unas de sus empleadas mientras señala lo que tiene que hacer con las cortinas y un par de cosas más acerca del tapiz.

Cuando Angelina se acomoda débilmente en su sitio debido a la constante molestia de su cuerpo, Letizia sale del salón para dejarla a solas.

—Sabes que éste matrimonio tuyo me ha dado jaquecas, y la sola idea de que ese hombre sea tu marido me enfurece porque aunque no te casaste con Gabriel, como habíam
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