La pequeña mujer al percatarse de que esta sola toma el móvil. Eda miró la pantalla de su teléfono durante varios minutos antes de decidirse. Sus dedos temblaban mientras marcaba el número de Lucero, su amiga de toda la vida, la única que podía sacarla de aquel dilema. Cuando escuchó su voz al otro lado, un nudo se formó en su garganta.—Lucero… —dijo con voz quebrada.—Eda, ¿estás bien? —La preocupación de su amiga era evidente.—No lo sé. Creo que necesito hablar con alguien. No puedo más.—Estoy en camino. Envíame tu ubicación.Eda colgó y soltó un suspiro largo, como si con él pudiera aliviar parte de la carga que llevaba en el pecho. Miró alrededor de la habitació, Salem estaba alli, un espacio que ahora parecía más frío y vacío que nunca con la ausencia de Christopher.Quince minutos después, se escuchó el sonido de la puerya, Marta le indica a Lucero que podía pasar; Lucero abrió la puerta con decisión y encontró a Eda sentada en el sofá, con los ojos vidriosos y las manos entr
Eda, traga saliva y el hombre se aparta de ella, la mujer se debate entre continiuar o finiquitar los terminos exactos en la que se encuentra su matrimonio. Christopher se acercó a ella nuevamente, sus ojos profundos reflejando una mezcla de deseo y ternura. Sin mediar palabras, se acercaron el uno al otro, y el tiempo pareció detenerse. Cuando sus labios se encontraron, fue como si una chispa encendiera una llama que había estado latente entre ellos durante años, no eran necesarias las palabras, solo que sus labios encuentren el camino al del otro.El beso, al principio suave y tímido, se transformó gradualmente en algo más intenso, lleno de pasión y anhelo. Sus cuerpos se acercaron, como si la gravedad de sus emociones los uniera de forma irremediable. Eda sentía el calor de Christopher, y el mundo exterior se desvanecía en un torbellino de sensaciones indescriptibles. Aquella conexión, profunda y visceral, selló un pacto de amor que promete perdurar más allá del ocaso.— Quiero hac
Eda se gira lentamente podía ver perfectamente el odio en la mirada de Patricia, ella nunca se hubiera imaginado que Patricia podría tener aquella mirada, la mujer avanza unos pasos quedando muy cerca de Eda qué intenta retroceder, pero el lavamanos la detiene ya que choca con la estructura, entonces Eda siente el peligro.— ¿Estás pensando que por estar aquí con él ya ganaste? — Patricia, no estamos en ninguna competencia — Responde Eda, el aire en aquel lugar era pesado. Patricia, impecablemente vestida y con una sonrisa que destilaba veneno, se encontraba ya frente a Eda, quien se mantenía de pie con la mirada fija en el suelo. Quizás ella no está dándose cuenta, pero era una oportunidad que Patricia no estaba dispuesta a desperdiciar.—Eda, querida — Patricia se coloca muy cerca de ella, su tono era casi maternal, pero sus ojos brillaban con una malicia apenas disimulada—. Creo que necesitamos hablar, mujer a mujer nuevamente.Eda alzó la vista lentamente, insegura de lo que vend
El consultorio del doctor estaba perfectamente iluminado, con un leve aroma a menta que tranquilizaba incluso al más ansioso de los pacientes. Estaban cerca de conseguir el alta médica para posteriormente volver a la Villa. Pero Eda apenas podía disfrutar de ese ambiente relajante. La forma en la que Christopher se inclinaba hacia adelante, con un bloc de notas en la mano y una expresión más seria que la de un juez dictando sentencia, la tenía al borde de la risa, nunca se habían imaginado que tendría vida para ver a Christopher de esa manera, ahora la duda de Eda era, si Christopher Davenport ¿Estaba preocupado por ella o por em bebé? — Estás son todas las indicaciones — Expuso él doctor — Su esposa está en buenas condiciones.—Doctor, ¿y si camina demasiado? ¿Es peligroso si sube escaleras? —preguntó Christopher.El médico, un hombre mayor con una paciencia infinita, intentó no sonreír.—Subir escaleras está permitido, siempre y cuando no lo haga de forma excesiva o apresurada, Señ
— Señor Davenport, su abuela ha llegado — Una de las mucamas intervino aquella conversación y la pregunta de Christopher no obtendrá aún contestación.— Ya bajamos — Responde el hombre mientras Eda se dispone a bajar, por detrás de ella Christopher aunque Eda no le presto atención.La llegada de la abuela Margaret fue tan intempestiva como siempre, precedida por el sonido de su bastón golpeando suavemente el suelo y su voz cálida saludando con entusiasmo:—¡Christopher, querida Eda! ¿Es que ya no se recibe a la abuela con una buena taza de té?Eda apenas había abierto la boca para responder cuando Christopher, con una sonrisa que delataba algo más que simple alegría, se acercó a la abuela. En sus manos llevaba una pequeña caja de terciopelo blanco, con un lazo rojo perfectamente atado en el centro, Eda observa aquello con el ceño fruncido.—Abuela, tengo algo para ti. —Christopher habló con un tono calmado, pero en sus ojos brillaba una chispa de emoción contenida.Margaret, siempre c
— Mañana si te parece vamos a organizar la cena con tus padres para decirle que estas esperando un hijo — Al momento en que Eda escucha aquello se sonroja y aquello logra que su esposo sonriera minimamente, después de todo ella ya sería mamá y sigue avergonzada de todo — También puedes ya decirle a Lucero.Al momento en que Eda escucha la mención de Lucero sus ojos se iluminan.— Me imagino que ella querrá ser la madrina.— ¿Lo permitirías? — Pregunta Eda con temor.— Por supuesto ¿Cual sería la razón para que yo no permita aquello? — Gracias Christopher — Entonces el hombre se acerca a ella y acaricia suavemente el rostro de su esposa.— Tú no tienes porque agradecerme nada Eda, eres mi esposa y...Antes de que Christopher continúe hablando Eda lo calla con un beso, más allá de todo la mujer necesitaba sentir la cercanía del hombre, sus labios, su fragancia, sentirse protegida en los brazos de su esposo.Las 23 horas había caído sobre la Villa, trayendo consigo un silencio tranquilo
Cuando el nuevo día había llegado, Christopher ya no se encontraba en la Villa y era de esperarse, así que Eda se había acomodado en la sala posteriormente marca el número de Lucero.— ¿Aló? — Al momento de escuchar la voz de Lucero, Eda había sonreído.— ¿Tienes tiempo para mi? — Fue la pregunta realizada por Eda.— Depende ¿Cuánto vas pagarme?— Con un sobrino — Lucero se quedo en silencio por unos segundos.— ¡No! De esos a mi no me gustan, pero me iré a visitarte — Eda ya no le había dicho nada, pero quedaba claro que Lucero ya estaría en camino, y unos 30 minutos después el vehículo de su amiga ya estaba en los Terrenos de la Villa Davenport. — ¿Tienes comida para ofrecerme? — Deja de ser una glotona Lucero.— Uno ya no puede ser feliz porque algunos están empeñados en apagar el brillo de la otra persona.— No eres Foco, Lucero — Al momento en que Eda dice aquello, Lucero no contuvo la risa.— ¿Hablaste con tu esposo? — Luvero se acomodó en el sofá — ¿Ya aclararon todo? — No he
Horas después el coche avanzaba suavemente por las calles iluminadas de Londres, el reflejo de las luces de los edificios bailando en las ventanas. Eda estaba sentada en el asiento del copiloto, apretando nerviosamente sus manos en su regazo. A pesar de que Christopher conducía con su habitual calma, ella no podía ignorar la sensación de un nudo apretándose en su estómago.—¿Estás muy asustada? —preguntó Christopher, sin apartar la vista de la carretera pero notando la tensión en su esposa.—No lo sé, tal vez sea muy pronto… o quizás deberían enterarse después… —Eda murmuró, su voz un susurro nervioso.Christopher soltó una leve risa, estirando una mano para tomar la de ella. —Eda, ellos son tus padres. No hay nada que temer y te recuerdo que estamos casados.—Fácil para ti decirlo. Tú no creciste con ellos. Mi madre siempre me analiza como si fuera a encontrar un defecto, y mi padre… bueno, ni siquiera sé cómo va a reaccionar. —Eda dejó escapar un largo suspiro, mirando por la ventan