— Mañana si te parece vamos a organizar la cena con tus padres para decirle que estas esperando un hijo — Al momento en que Eda escucha aquello se sonroja y aquello logra que su esposo sonriera minimamente, después de todo ella ya sería mamá y sigue avergonzada de todo — También puedes ya decirle a Lucero.Al momento en que Eda escucha la mención de Lucero sus ojos se iluminan.— Me imagino que ella querrá ser la madrina.— ¿Lo permitirías? — Pregunta Eda con temor.— Por supuesto ¿Cual sería la razón para que yo no permita aquello? — Gracias Christopher — Entonces el hombre se acerca a ella y acaricia suavemente el rostro de su esposa.— Tú no tienes porque agradecerme nada Eda, eres mi esposa y...Antes de que Christopher continúe hablando Eda lo calla con un beso, más allá de todo la mujer necesitaba sentir la cercanía del hombre, sus labios, su fragancia, sentirse protegida en los brazos de su esposo.Las 23 horas había caído sobre la Villa, trayendo consigo un silencio tranquilo
Cuando el nuevo día había llegado, Christopher ya no se encontraba en la Villa y era de esperarse, así que Eda se había acomodado en la sala posteriormente marca el número de Lucero.— ¿Aló? — Al momento de escuchar la voz de Lucero, Eda había sonreído.— ¿Tienes tiempo para mi? — Fue la pregunta realizada por Eda.— Depende ¿Cuánto vas pagarme?— Con un sobrino — Lucero se quedo en silencio por unos segundos.— ¡No! De esos a mi no me gustan, pero me iré a visitarte — Eda ya no le había dicho nada, pero quedaba claro que Lucero ya estaría en camino, y unos 30 minutos después el vehículo de su amiga ya estaba en los Terrenos de la Villa Davenport. — ¿Tienes comida para ofrecerme? — Deja de ser una glotona Lucero.— Uno ya no puede ser feliz porque algunos están empeñados en apagar el brillo de la otra persona.— No eres Foco, Lucero — Al momento en que Eda dice aquello, Lucero no contuvo la risa.— ¿Hablaste con tu esposo? — Luvero se acomodó en el sofá — ¿Ya aclararon todo? — No he
Horas después el coche avanzaba suavemente por las calles iluminadas de Londres, el reflejo de las luces de los edificios bailando en las ventanas. Eda estaba sentada en el asiento del copiloto, apretando nerviosamente sus manos en su regazo. A pesar de que Christopher conducía con su habitual calma, ella no podía ignorar la sensación de un nudo apretándose en su estómago.—¿Estás muy asustada? —preguntó Christopher, sin apartar la vista de la carretera pero notando la tensión en su esposa.—No lo sé, tal vez sea muy pronto… o quizás deberían enterarse después… —Eda murmuró, su voz un susurro nervioso.Christopher soltó una leve risa, estirando una mano para tomar la de ella. —Eda, ellos son tus padres. No hay nada que temer y te recuerdo que estamos casados.—Fácil para ti decirlo. Tú no creciste con ellos. Mi madre siempre me analiza como si fuera a encontrar un defecto, y mi padre… bueno, ni siquiera sé cómo va a reaccionar. —Eda dejó escapar un largo suspiro, mirando por la ventan
Después de la cena Eda y Christopher volvieron a la Villa.— Te había dicho de que no tenias nada de que temer — Expuso Christopher mientras mantenía una mano en el volante y la otra en el muslo de su esposa — Después de todo a tus padres les hacia falta un nieto para que sus vidas empiecen a tener sentido nuevamente.— Pensé que mamá estaría molesta, puesto que su carácter no es el mejor y...— Ya no pienses en eso, todo esta bien — Las palabras de Christopher y al apretón que le dio fue reconfortante para Eda, unos minutos después el vehículo se adentra en los Terrenos de la Villa. Eda se había dado un baño al igual que Christopher. Ambos se habían acomodado en la cama, la suave luz de la Luna se infiltra por las cortinas de la habitación, Christopher atrajo a su esposa en sus brazos, Eda parecía más cansada aunque aquello era por el embarazo, pero levanto el rostro encontrandose con la intensa mirada ardiente de su esposa.Eda se acercó lentamente, sus ojos buscando los de Christo
El sol comenzaba a declinar en el horizonte cuando el pequeño bote en el que viajaban Christopher y Eda finalmente divisó la isla. Era un paraíso oculto entre el azul del océano, una joya cubierta de frondosa vegetación que parecía flotar entre las olas. El aire olía a sal y a flores desconocidas, y las gaviotas planeaban en el cielo con sus graznidos, como si anunciaran la llegada de los dos viajeros.Eda, sentada junto a Christopher, llevaba una mano sobre su pequeño vientre, mientras la otra se apoyaba en el brazo de su esposo. A pesar de que su mirada reflejaba cansancio por el largo viaje, en sus ojos brillaba una emoción contenida, un destello de confianza que encontraba solo en la presencia de Christopher.— ¿Estás bien? — preguntó él, rompiendo el suave murmullo del agua que rodeaba el bote. Su voz era baja y cálida, una mezcla de preocupación y ternura era palpable en la voz del hombre.Eda asintió con una sonrisa leve, aunque su respiración era un poco más pesada de lo habit
La luna colgaba alta en el cielo, iluminando con su pálida luz la extensión infinita del océano. El murmullo constante de las olas rompiendo en la orilla se mezclaba con la suave brisa marina que acariciaba las mejillas de Eda, mientras caminaba descalza junto a Christopher. Su mano estaba firmemente entrelazada con la de él, como si no existiera otra cosa en el mundo más que ese momento.—¿Estás cansada? —preguntó Christopher, deteniéndose para mirarla a los ojos con una mezcla de ternura y preocupación. Sus ojos azules reflejaban la luz de la luna, volviéndolos aún más intensos.Eda negó con la cabeza, esbozando una sonrisa tranquila. —No, estoy bien. Solo… me siento tan feliz aquí contigo, como si todo estuviera en equilibrio — Ella fue sincera como si hablar de sus sentimientos fuera tan fácil sin ninguna duda entre ellos.Christopher le devolvió la sonrisa, inclinándose para besar su frente. —Me alegra oírlo. Pero no olvides que quiero cuidarte siempre. A ti… y a nuestro pequeño.
— Espero que estén pasando muy bien — Expuso el socio de Christopher llegando junto a ellos.— Por supuesto — Ambos hombres se estrechan la mano.— Estoy teniendo algunas reuniones importantes de negocios, cuando termine disfrutaremos de esta maravilla.— Claro — Fue la respuesta de Christopher mientras Eda solo se mantenía en silencio. Minutos después continuaron con su recorrido y Christopher tenía algo en mente.Era una mañana soleada en la isla, la brisa fresca del mar se colaba por las calles mientras Eda y Christopher paseaban por el pequeño mercado local. Hasta que llegaron a una zona muy especial y llamativa por los coloridos puestos llenos de telas y artículos de bebé, sonriendo ante las pequeñas ropitas y juguetes que encontraban. Eda se agachaba a mirar con cuidado cada cosa, tocando las suaves telas de los bodies y evaluando los colores. No quería que nada faltara, pero a la vez sentía una extraña paz al saber que, aunque había mucho que hacer, todo sería perfecto.Eda s
Después de aquel viaje en la playa, Christopher tuvo que realizar un viaje al País donde tiene la Planta de la Fábrica de automóviles en Escocia, 3 meses allí, Eda ya estaba por cumplir las 16 semanas de embarazo, aquel viaje lejos de todos en donde nada más eran ellos dos esperando y cuidando semana a semana del bebé que estaba en el vientre de ella se ha convertido en la rutina más hermosa para ambos, habían fortalecido su relación y Eda fue dejando sus inseguridades atrás, aquella mañana había un poco de lluvia, el vehículo de Christopher se detuvo por delante del Sanatorio, Christopher ayuda a Eda a bajar posteriormente avanzan hasta llegar a la sala indicada.Entonces varios minutis después el sonido rítmico y profundo de los latidos resonó en la habitación como una sinfonía perfecta, llenando el silencio con una melodía que jamás había escuchado antes, pero que, de algún modo, reconocía como suya. Christopher Davenport, el hombre que el mundo conocía como implacable y frío, sint