–Señor Emiliano, señor por favor, ya es hora de arreglarse para ir a la ceremonia.
–Estoy ocupado Max –respondió agitado porque estaba alternando sus estocadas entre una morena voluptuosa y una rubia platinada que gritaba de placer, tenía a las dos mujeres desnudas frente a él con sus caderas levantadas al aire.
–Pero usted me dijo que le avisara.
–Joder Max, en mi habitación está el traje, póntelo y vas por mí.
Al otro lado de la puerta su fiel servidor contuvo la respiración, él no podía hacer eso, ya estaba casado.
–Yo estoy casado señor.
–No te vas a casar tú, solo vas a representarme, inventa cualquier cosa para excusarme.
–Eso no va a salir bien…
–¿Vas a seguir interrumpiéndome?, haz lo que te digo.
El hombre llamado Max, fue a la habitación de su jefe y tomó el traje de tres piezas, el chaleco haría juego perfectamente con el traje que se le había enviado a Elizabeth.
Emiliano había accedido a casarse porque su padre seguía empecinado en la estúpida tradición de su abuelo de que para tomar el mando del consorcio tenía que estar unido en matrimonio a una mujer de una buena familia, bien educada y con excelente reputación.
Ninguna de las mujeres que él frecuentaba cumplían esas tres condiciones, así que permitió que su padre le buscara una esposa.
***
Un mes atrás…
–Hijo ya concerté una reunión con los padres de Elizabeth, pediremos su mano formalmente y celebraremos su matrimonio lo más pronto posible, una vez te cases y te traspase todo, podré hacer mi tan anhelado viaje a África.
–Yo no puedo acompañarte padre, tengo una cena con la representante de la firma italiana que tanto desea asociarse con nosotros. No puedo perder esa oportunidad.
–¿Pretendes que vaya yo solo a pedir la mano de la chica?
–Por las condiciones de este matrimonio, no creo que eso sea relevante, esa chica que accede a casarse así debe ser una niñata consentida y sin personalidad, te aseguro que no llamará mi atención para nada, así que no tengo ningún interés en conocerla. Encárgate de todo y dime la fecha que acuerden, para hacerle espacio en mi agenda.
–Voy a proponer que nos encargaremos de todo el evento, el traje, la fiesta.
–¿Fiesta?, yo no voy a asistir a una fiesta por un matrimonio que no me satisface padre.
–Tú vas a presentarte ante el juez, vas a sonreír todo el tiempo como el más feliz de los esposos y harás un baile con tu mujer porque no quiero ser objeto de críticas ni chismes.
–Padre, voy a cumplir con tu condición, pero no puedes obligarme a comportarme como un esposo feliz con esa chica.
–Tienes que conocerla antes.
–No quiero.
–Te advierto que trabajará en la sede principal, en algún momento tendrás que hablar con ella.
–Si es de trabajo, hablaré con ella, de resto no quiero tener ningún contacto con una mujer que accede a casarse con alguien sin conocerlo y solo para obtener ganancia monetaria.
–Tienes un mal concepto de ella, conozco a sus padres y son personas muy gentiles.
–Seguro lo hacen para salir de su solterona y amargada hija.
Emiliano terminó esa frase y salió apresuradamente de la casa donde vivía eventualmente con su padre, porque tenía un apartamento que utilizaba frecuentemente para sus encuentros sexuales, eso eran para él porque no establecía relación seria con ninguna mujer.
***
No había sufrido ninguna decepción amorosa, no conocía mujer que se hubiera atrevido a engañarlo, simplemente la que le gustaba la poseía y adiós. Sus amigos lo admiraban, envidiaban y criticaban al mismo tiempo, sin embargo, él solo se reía, burlándose de ellos porque no hacían lo mismo.
A veces su mente vagaba hacia unos doce años atrás, cuando en la casa de campo de su abuelo conoció a una vecina, tenía los ojos color violeta, un raro matiz que la hacía lucir preciosa junto a su cabello tan claro que parecía blanco, fueron las vacaciones más extraordinarias de su vida.
La tarde que Lisa le dijo que se marcharía en pocas horas para continuar sus estudios, sintió que su estómago se oprimía, se besaron torpemente y se juraron que algún día volverían a estar juntos.
Volvió durante tres años más a esa casa, pero ya no la encontró y cuando preguntaba le decían que solo habían sido arrendatarios ocasionales, perdió las esperanzas de verla y se dedicó a olvidarla.
Con el correr de los años se convirtió en el CEO de una corporación internacional fundada por su abuelo, cuyo éxito destacaban constantemente en las revistas empresariales, era frío y despiadado para los negocios.
También se convertía en un volcán de lava ardiente para las mujeres que se cruzaban en su vida. Espontáneamente jamás hubiera pensado en casarse, pero se aseguraría de que el matrimonio durara lo justo para recibir el traspaso por parte de su padre y luego alegaría cualquier excusa para solicitar la separación.
***
En la actualidad…
Terminó con las mujeres y se arregló para asistir al brindis por su boda, salió al patio trasero de la mansión familiar donde se había acondicionado el espacio para la celebración. Buscó a su padre y este indignado le dijo:
–¿Cómo se te ocurrió enviar a tu asistente a suplirte para la boda?
–Estaba ocupado padre.
–Estabas cogiendo con las dos mujeres que vi salir por la puerta de servicio, no tienes vergüenza, no respetas la casa familiar, tú tienes tu puto apartamento donde puedes meter a quien sea que te consigas en la calle, pero en esta casa no, eres imposible.
–Era mi despedida de soltero papá.
–¿Minutos antes de casarte?, yo no encontraba qué decirles a los padres de Elizabeth y ella no es tonta, disimuló muy bien y la ceremonia se celebró, ahora estás casado Emiliano y debes comportarte.
–¿Dónde está mi esposa?
–Me preguntó por su habitación y se retiró, diciendo que se sentía mal.
–¿No quiere celebrar el matrimonio?, pues yo tampoco. Nos vemos padre.
–Emiliano por favor, ven aquí, iré a buscar a Elizabeth.
–No te molestes, regreso más tarde o mañana, me veré con unos amigos.
–Recuerda que ahora eres un hombre casado, no me obligues a llamar a la prensa.
–Deja de amenazarme padre, ordenaste que me casara y ya lo hice, tal vez no de la forma que tú querías exactamente, pero lo hice. Seré discreto, no tendrás queja alguna y esa chica obtendrá la generosa recompensa que buscaba por firmar el acta matrimonial.
–Deberías darte el tiempo de conocerla.
–No voy a perder mi tiempo con una interesada, amargada y solitaria.
Elizabeth ahogó un sollozo, le avisaron que su esposo había llegado y se armó de valor para conocerlo, iba llegando al jardín cuando escuchó a su suegro decir que llamaría a la prensa, la respuesta de Emiliano la congeló. Retrocedió sobre sus pasos y se encerró en la habitación que le habían asignado y que afortunadamente era para ella sola.
La boda se celebró el viernes y durante todo el fin de semana, los recién casados no tuvieron contacto alguno, sobre todo porque Emiliano no volvió a aparecer en la casa donde estaba alojada su esposa.Él continuó su vida como la ha llevado hasta el presente entre amigos y mujeres cuando no estaba en su oficina y ella tomó la determinación de ignorarlo por completo, incluso en la empresa donde comenzaría a trabajar a partir del lunes.Se levantó muy temprano y se preparó calmadamente, seleccionó muy bien los trajes que usaría durante la semana, por lo que su arreglo personal resultó impecable, era una mujer muy hermosa y lo sabía. Bajó a la cocina por una taza de café y se encontró a su suegro desayunando. –Buenos días señor Riva. –Buenos días Elizabeth, ¿ya lista para tu primer día de trabajo? –Así es, muchas gracias por esta oportunidad laboral, la aprecio mucho. –Gracias a ti por aceptar, leí sobre tus logros académicos y sé que serás
Elizabeth estaba completando los formularios de ingreso a la empresa cuando fue notificada de que el CEO Emiliano Riva solicitaba su presencia en su oficina, asintió y terminó calmadamente de cumplir con los requisitos de nuevos empleados.Al terminar se dirigió al último piso del edificio donde se encontraban las instalaciones de Presidencia, llegó y fue recibida por la cara de muy pocos amigos de la recepcionista del piso. –¿Qué desea? –Buenos días, he sido notificada de que el señor Riva quiere verme. –¿Quién le notificó? –No sé su nombre, alguien llamó a Recursos Humanos. –Voy a verificar –marcó un número, habló algo que Elizabeth no entendió y enseguida apareció otra chica, alta y vestida para matar, quien vio a Elizabeth de pies a cabeza, antes de decir: –¿Tú buscas al señor Riva? –Sí. –¿Para qué? –Pregúntele a él, fue quien pidió verme. –Espera aquí.Se dio me
Desde que Elizabeth salió del internado e ingresó a la universidad la relación con su padre comenzó a deteriorarse, le advirtió muchas veces que asociarse con su tía, la hermana mayor de su progenitor, no era buena idea, porque ella siempre fue muy frívola, se había casado varias veces y cada vez lo hacía con hombres mucho más jóvenes que ella, que solo se aprovechaban de sus contactos para entrar al mundo de la música o del modelaje.Su última jugada fue dejar a su padre en la ruina, su pareja la manipuló de tal manera que cumplió todos sus caprichos, abusó de la confianza de su hermano y desvió todo el capital de la familia a unas cuentas imposible de rastrear.Elizabeth, en ese entonces, vivía con una compañera cuyo hermano le había ofrecido un cargo en su empresa londinense, tuvo que rechazarlo y regresar a Italia para cumplir con ese absurdo acuerdo en el cual terminó casada con Emiliano Riva.Un momento después de firmar el acta matrimonial su padre tenía a su disposición todo e
Llegaron a la sala de reuniones y por mucho rato se enfocaron en analizar las propuestas que tenían sobre la mesa, todas eran altamente beneficiosas para ambas empresas, por lo tanto, Emiliano Riva y Trevor Williams estaban a punto de convertirse en socios, solo faltaba un detalle que Emiliano quería aclarar antes de firmar cualquier acuerdo y esperaba ansioso la hora de salir a comer para poner todas las cartas sobre la mesa. –Señor Williams quise que viniéramos a comer solos porque necesito aclarar algunas cosas antes de establecer algún trato con usted. –Siéntase en libertad de preguntar lo que realmente quiere saber señor Riva. –Usted dijo que Elizabeth vivió con usted en Londres, ¿puede decirme en calidad de qué? –Antes de responderle necesito saber en qué se basa su interés. –Elizabeth y yo nos casamos el viernes pasado. –¡¿Qué?!, ¿mi pulga ya es una señora casada? –Todavía estoy esperando la res
Elizabeth se dirigía a su oficina cuando en el pasillo se encontró con Trevor. –¿Qué juego se traen ustedes?, la tensión se siente en el aire –preguntó capcioso su amigo. –Esta mañana me invitó a Londres y lo rechacé, hizo todo esto aquí para envolverme y terminé incluida en su viaje. –¿Esta mañana?, ¿vives con él? –Vivo en su casa, no con él. ¿Cuándo te vas? –Esta tarde, mi novia no me permite más de tres noches fuera de casa. –Ajá, sabía que encontrarías quien te domara, jajaja.En el preciso momento que soltaba la carcajada, Emiliano se paró a su lado y con una ceja alzada pregunto: –¿Qué es tan gracioso señorita Mancini? –Nada que usted pueda entender, es algo entre Trevor y yo.La mirada de Emiliano se oscureció y Trevor evitando quedar en el fuego cruzado, intervino rápidamente para anunciarles: –Señores yo me despido, tengo que tomar un vuelo en pocas horas, fue un placer
Estuvieron un buen rato revisando los montos que Elizabeth había resaltado, él la observaba admirando su profesionalismo y destreza, se encontró deseando atraparla en sus brazos para probar su boca que se le antojaba cada vez que ella mordía el lápiz con gesto preocupado; ella sentía su cercanía y su centro palpitaba por lo que ansiaba terminar lo más pronto posible. Con la ayuda de Emiliano, encontró varios cargos que realmente no tenían explicación, él no los había efectuado y tampoco recordaba haberlos autorizado. Lo más notorio era que ocurrían casi inmediatamente después de él efectuar un gasto y los montos eran muy similares a los suyos. –¿Cómo puede haber movimientos de esa cuenta que desconozca?, es exclusiva para usted, debería sea capaz de explicarlos, –inquirió Elizabeth –Un momento, no se te ocurra insinuar que yo mismo me estoy desfalcando. –Aparte de usted, ¿quién más tiene acceso a esos códigos? –Nadie más, ni siquiera
Apenas Emiliano salió del ascensor en el piso de presidencia, fue abordado por Sofía: –Tengo que hablar contigo. Él la miró extrañado y con un gesto le pidió que lo siguiera. Al entrar a la oficina, ella estalló furiosa: –¿Por qué tienes un viaje a Londres y yo no estoy incluida? –preguntó en voz alta. –Ante todo, baja la voz, es un viaje estrictamente de trabajo, no tendré tiempo para distracciones. –¿Estás seguro? –inquirió con ironía–, no intentes engañarme, te vas a llevar a la nueva de Finanzas. –Porque Conti dice que ella hizo el enlace con la oficina de Londres y yo no quiero perder tiempo, así que ella va conmigo y en una semana tengo lista y activa mi asociación con los ingleses. –Mas vale que te comportes cariño, no voy a tolerar que te enredes con la nueva –expresó en tono amenazante. –Sofía, Sofía, a veces pienso que se te olvida tu posición, tú no estás en condiciones de exigirme ab
Elizabeth y Conti regresaron a la oficina al terminar su almuerzo, pocos minutos después ella se dirigió a la oficina de su esposo portando los documentos que él le había solicitado para revisar.Llegó al piso de presidencia y fue interceptada por Sofía… –¿Adónde crees que vas? –El señor Riva me pidió estos documentos para revisarlos. –Dámelos, yo se los llevaré. –No, yo los revisaré con él. –Óyeme bien recién llegada, Emiliano y yo somos pareja, llevamos más de dos años juntos, así que retírate sin daños, el hecho de que vayas con él en este viaje no significa nada, es solo estrategia para sus negocios porque cree que eres inteligente y lo ayudarás en Londres. Así que una vez que regresen presentarás tu carta de renuncia o te haré la vida tan miserable que desearás no haber venido nunca a esta empresa. –¿Terminaste ya tu aburrido monólogo?, como dije tengo unos documentos que debo revisar con el señor Riva –expre