Desde que Elizabeth salió del internado e ingresó a la universidad la relación con su padre comenzó a deteriorarse, le advirtió muchas veces que asociarse con su tía, la hermana mayor de su progenitor, no era buena idea, porque ella siempre fue muy frívola, se había casado varias veces y cada vez lo hacía con hombres mucho más jóvenes que ella, que solo se aprovechaban de sus contactos para entrar al mundo de la música o del modelaje.
Su última jugada fue dejar a su padre en la ruina, su pareja la manipuló de tal manera que cumplió todos sus caprichos, abusó de la confianza de su hermano y desvió todo el capital de la familia a unas cuentas imposible de rastrear.
Elizabeth, en ese entonces, vivía con una compañera cuyo hermano le había ofrecido un cargo en su empresa londinense, tuvo que rechazarlo y regresar a Italia para cumplir con ese absurdo acuerdo en el cual terminó casada con Emiliano Riva.
Un momento después de firmar el acta matrimonial su padre tenía a su disposición todo el dinero necesario para recuperar su estatus, bajo el compromiso de que su hermana no tendría ninguna participación en sus negocios futuros. Igual la tía desapareció junto con el dinero y no se ha sabido de ella en el último año.
Imaginó a Emiliano diferente, por las entrevistas empresariales pensó que era un caballero principesco que le trataría amablemente, pero la decepcionó mucho al no presentarse a la boda y peor fue enterarse de la causa de su ausencia, ya que una rubia se acercó a ella y se encargó de darle todos los detalles de lo que estaba haciendo su esposo mientras se casaba con su asistente.
Es impresionantemente atractivo, pero su orgullo y dignidad, no permitirán que le dé ni siquiera la oportunidad de tratarlo con respeto. Emiliano Riva la despreció públicamente y eso no se lo perdonará nunca, por mucho que le haya emocionado su presencia, ya que sus ojos la hicieron recordar al chico que conoció hace varios años cuando pasó unas vacaciones en una casa de campo que rentó su abuelo justo antes de morir.
Ese chico fue el primer amor y el primer beso de Elizabeth Mancini.
Toc, toc, toc.
–¿Quién es?
–Soy Emiliano.
–¿Qué quieres?
–Hablar contigo.
–Dime.
–No voy a hablarle a una puerta Elizabeth.
–Entonces espérame en el salón, bajaré en un momento.
–¿Me tienes miedo?, ¿por qué no abres y hablamos aquí?
–Me esperas en el salón o no hablamos, decide.
–Te espero en el salón.
Elizabeth aún estaba vestida porque se había quedado viendo por la ventana hacia el cielo oscuro, mientras sus pensamientos fluían. Esperó unos minutos y salió de su habitación. Lo encontró en el salón con un vaso en la mano.
–¿Quieres beber algo? –le ofreció.
–No gracias, ¿de qué quieres que hablemos?
–Eres hermosa Elizabeth, de haberte visto antes no hubiera faltado a la boda y seguramente habría planeado un viaje de luna de miel para consumar nuestro matrimonio, aún estamos a tiempo, ¿a qué lugar te gustaría ir?
–Si serás cínico y descarado, en qué universo paralelo crees que exista la posibilidad de que tú y yo estemos juntos, después de la humillación que me hiciste pasar. Escúchame bien, sé perfectamente porque no te presentaste a la boda y yo seguí adelante porque lo único que me importaba era ayudar a mis padres. Tú continua con tu promiscua vida, porque no tengo ningún interés en relacionarme con un hombre que no se respeta a sí mismo. Cumplido el plazo establecido en el contrato matrimonial, yo misma solicitaré el divorcio, así que ni siquiera de eso tendrás que ocuparte. Tú en tu lugar y yo en el mío.
–Como mi esposa tienes que comportarte, no quiero saber que aceptas alguna invitación en el trabajo.
–Muy equitativa la cosa, tú te acuestas con quien quieras y, ¿soy yo la que tiene que comportarse?, debe ser algún condimento de la comida que te hace desvariar.
–Elizabeth, no me provoques, si oigo algún comentario sobre ti en la oficina, tendrás serios problemas conmigo.
–Tranquilo tigre, no escucharás ningún comentario sobre mí en la oficina, porque seré muy discreta.
–¡Elizabeth!
–Buenas noches y dulces sueños, esposo.
Elizabeth, salió del salón y enseguida entró su suegro con una gran sonrisa en su rostro.
–¿Qué te alegra tanto? –preguntó Emiliano muy serio.
–Te lo dije, tiene mucho carácter, lástima que no te diste la oportunidad de conocerla.
“Aún tengo tiempo” –pensó Emiliano, mientras apuraba el contenido de su vaso. Su instinto lo empujaba a ir hasta su habitación y hacer valer sus derechos como esposo, pero él razonablemente no era así, ya no le provocaba quedarse a dormir, iría por alguna de sus chicas y liberaría tensión.
–Voy a salir.
–No hemos jugado y dijiste que te quedarías a dormir.
–Lo siento padre, otro día.
Desde la ventana de la habitación lo vio irse, seguramente iba a buscar a alguna de las mujeres que tenía a su disposición, sentía cierto resquemor, pero no le daría cabida porque su matrimonio no tenía futuro. Se dedicaría a su trabajo ya que realmente le había agradado mucho el señor Conti y sabía que adquiriría bastante experiencia con él, antes de divorciarse e irse a trabajar con su padre.
***
Al otro día había cierto revuelo en la recepción porque había un visitante en el edificio que, según las recepcionistas, era un perfecto Adonis, solamente superado y por muy poco por el CEO Emiliano Riva. Se encontró con la secretaria de Conti quien la tomó por un brazo emocionada y le dijo:
–Espere señorita Mancini, no me deje sola aquí, acompáñeme a ver al Adonis y subimos a nuestro piso, por favor.
A ella le causó gracia su petición debido a la actitud que le había mostrado el día anterior, sin embargo, sonriendo se dejó convencer, todas las miradas estaban fijas en el pasillo que conducía a los sanitarios, ya que hacia allí se había dirigido el visitante, apenas lo vio aparecer en el pasillo, se desprendió del agarre de la secretaria. Se trataba de Trevor, el hermano de su mejor amiga.
–¡Trevor!, qué sorpresa verte aquí.
–¡Beth!, qué alegría –dijo al mismo tiempo que abría sus brazos para recibirla.
–¿Qué haces en Italia?
–Negocios querida Beth, simples y aburridos negocios. Tengo una cita con Emiliano Riva, ¿lo conoces?
–Sí, es el CEO y está en el piso 25, ¿ya te anunciaste?
–Sí, pero él no ha llegado, me pidieron que esperara aquí.
–No señor, ven a mi oficina, pediré que me avisen cuando el CEO llegué.
–Será un placer esperar contigo cariño.
Lo llevó a su oficina donde conversaron de todo un poco, media hora después fueron interrumpidos por un mal encarado Emiliano quien abrió la puerta sin tocar y dirigiéndose a Trevor, le espetó:
–Buenos días señor Williams, tengo 15 minutos esperándolo en mi oficina.
–Lo siento mucho señor Riva, habían quedado en avisarle a Beth cuando usted llegara.
–¿Quién es Beth?
–Esta pioja que está aquí y que conozco desde que vivíamos juntos en Londres. Fue una agradable sorpresa encontrarla. Cariño voy a la reunión y al terminar vamos a comer, ¿de acuerdo? –Emiliano sentía que la sangre le estaba hirviendo en las venas, ¿cómo le dijo a su esposa?, ¿cariño?
–Nuestra reunión incluye comer juntos señor Williams –aclaró Emiliano muy serio.
–Está bien, al terminar te busco pioja.
–Ya sabes dónde encontrarme Trevor, que te vaya muy bien en la reunión.
Salieron de la oficina de Elizabeth y antes de cerrar la puerta Emiliano le lanzó espadas con los ojos, pero no pronunció ninguna frase. Elizabeth impávida le sostuvo la mirada, conteniendo la sonrisa que quería salir a flote de sus labios, al notar la reacción de su esposo.
Llegaron a la sala de reuniones y por mucho rato se enfocaron en analizar las propuestas que tenían sobre la mesa, todas eran altamente beneficiosas para ambas empresas, por lo tanto, Emiliano Riva y Trevor Williams estaban a punto de convertirse en socios, solo faltaba un detalle que Emiliano quería aclarar antes de firmar cualquier acuerdo y esperaba ansioso la hora de salir a comer para poner todas las cartas sobre la mesa. –Señor Williams quise que viniéramos a comer solos porque necesito aclarar algunas cosas antes de establecer algún trato con usted. –Siéntase en libertad de preguntar lo que realmente quiere saber señor Riva. –Usted dijo que Elizabeth vivió con usted en Londres, ¿puede decirme en calidad de qué? –Antes de responderle necesito saber en qué se basa su interés. –Elizabeth y yo nos casamos el viernes pasado. –¡¿Qué?!, ¿mi pulga ya es una señora casada? –Todavía estoy esperando la res
Elizabeth se dirigía a su oficina cuando en el pasillo se encontró con Trevor. –¿Qué juego se traen ustedes?, la tensión se siente en el aire –preguntó capcioso su amigo. –Esta mañana me invitó a Londres y lo rechacé, hizo todo esto aquí para envolverme y terminé incluida en su viaje. –¿Esta mañana?, ¿vives con él? –Vivo en su casa, no con él. ¿Cuándo te vas? –Esta tarde, mi novia no me permite más de tres noches fuera de casa. –Ajá, sabía que encontrarías quien te domara, jajaja.En el preciso momento que soltaba la carcajada, Emiliano se paró a su lado y con una ceja alzada pregunto: –¿Qué es tan gracioso señorita Mancini? –Nada que usted pueda entender, es algo entre Trevor y yo.La mirada de Emiliano se oscureció y Trevor evitando quedar en el fuego cruzado, intervino rápidamente para anunciarles: –Señores yo me despido, tengo que tomar un vuelo en pocas horas, fue un placer
Estuvieron un buen rato revisando los montos que Elizabeth había resaltado, él la observaba admirando su profesionalismo y destreza, se encontró deseando atraparla en sus brazos para probar su boca que se le antojaba cada vez que ella mordía el lápiz con gesto preocupado; ella sentía su cercanía y su centro palpitaba por lo que ansiaba terminar lo más pronto posible. Con la ayuda de Emiliano, encontró varios cargos que realmente no tenían explicación, él no los había efectuado y tampoco recordaba haberlos autorizado. Lo más notorio era que ocurrían casi inmediatamente después de él efectuar un gasto y los montos eran muy similares a los suyos. –¿Cómo puede haber movimientos de esa cuenta que desconozca?, es exclusiva para usted, debería sea capaz de explicarlos, –inquirió Elizabeth –Un momento, no se te ocurra insinuar que yo mismo me estoy desfalcando. –Aparte de usted, ¿quién más tiene acceso a esos códigos? –Nadie más, ni siquiera
Apenas Emiliano salió del ascensor en el piso de presidencia, fue abordado por Sofía: –Tengo que hablar contigo. Él la miró extrañado y con un gesto le pidió que lo siguiera. Al entrar a la oficina, ella estalló furiosa: –¿Por qué tienes un viaje a Londres y yo no estoy incluida? –preguntó en voz alta. –Ante todo, baja la voz, es un viaje estrictamente de trabajo, no tendré tiempo para distracciones. –¿Estás seguro? –inquirió con ironía–, no intentes engañarme, te vas a llevar a la nueva de Finanzas. –Porque Conti dice que ella hizo el enlace con la oficina de Londres y yo no quiero perder tiempo, así que ella va conmigo y en una semana tengo lista y activa mi asociación con los ingleses. –Mas vale que te comportes cariño, no voy a tolerar que te enredes con la nueva –expresó en tono amenazante. –Sofía, Sofía, a veces pienso que se te olvida tu posición, tú no estás en condiciones de exigirme ab
Elizabeth y Conti regresaron a la oficina al terminar su almuerzo, pocos minutos después ella se dirigió a la oficina de su esposo portando los documentos que él le había solicitado para revisar.Llegó al piso de presidencia y fue interceptada por Sofía… –¿Adónde crees que vas? –El señor Riva me pidió estos documentos para revisarlos. –Dámelos, yo se los llevaré. –No, yo los revisaré con él. –Óyeme bien recién llegada, Emiliano y yo somos pareja, llevamos más de dos años juntos, así que retírate sin daños, el hecho de que vayas con él en este viaje no significa nada, es solo estrategia para sus negocios porque cree que eres inteligente y lo ayudarás en Londres. Así que una vez que regresen presentarás tu carta de renuncia o te haré la vida tan miserable que desearás no haber venido nunca a esta empresa. –¿Terminaste ya tu aburrido monólogo?, como dije tengo unos documentos que debo revisar con el señor Riva –expre
Emiliano cerró la llamada con su asistente después de esa orden y se giró para encontrarse con la mirada de su padre. –¿Qué? –¿Mandaste a investigar a Elizabeth?, ¿te alteró saber que salió de viaje? –Padre, no te metas. –¿Qué te pasa con ella? –No lo sé bien, me desafía, me ignora, me provoca, me vuelve loco. –Jajaja, estás pagando por no haberte presentado a la boda. –No fue tan malo, igual terminó casada y logró cobrar hasta el último centavo del acuerdo, además sigue disfrutando porque tiene una buena cantidad a su disposición. –Sigue diciéndote eso, ¿no se te ocurrió pensar que aparte de su obligación con su padre, podría haber tenido la intención de llevarse bien contigo? –¿Quieres decir que esperaba un verdadero matrimonio? –Tal vez, debes admitir que es preciosa e inteligente, cualquier hombre con cerebro trataría de conquistarla, tú la tenías fácil
Elizabeth no sentía la confianza necesaria para contarle a sus nuevas amigas la verdad de su vida, así que optó por una explicación más dramática. –Es mi ex, aun no asimila que no quiero nada más con él. –¿Dejaste al hombre más bello del mundo?, amiga a un hombre así, se le perdona todo –exclamó una de las chicas. –No es hombre de una sola mujer y yo soy muy egoísta, no podía aceptar que debía compartirlo. –Yo lo comparto, te juro que lo comparto, con tal de estar con él un ratico –dijo riendo otra. –Pues adelante, no creo que se niegue. –No amiga, los hombres así sean ex de las amigas, son sagrados –aseveró la tercera de las chicas.Los hombres de antes, volvieron a acercarse y las chicas se pararon a bailar con ellos, pero Elizabeth declinó la invitación porque la aparición de Emiliano alteró su buen humor, el rubio se sentó a su lado. –¿Tienes problemas en tu matrimonio? –No sé si el tér
Al terminar la comida, Emiliano pagó la cuenta y le ofreció una copa en el bar de la playa. –No gracias, iré a mi habitación a prepararme para regresar. –¿Quieres volver conmigo?, traje auto. –Le agradezco, pero el taxi que me trajo vendrá a buscarme. –Sigues huyendo de mí. –En absoluto, solo no quiero pasar con usted más tiempo del necesario, ya compartimos una comida fuera de la casa y créame eso ya es bastante para lo que me había propuesto. –¿Tanto me odias? –Se equivoca señor Riva, si lo odiara tendría algún sentimiento por usted y eso es algo que no me permitiré. Continuemos nuestras vidas sin molestarnos y así el año pasará rápido. Elizabeth emprendió camino, alejándose de él, quien quedó con una extraña sensación al repetir en su mente lo que ella, tan categóricamente dijo: “…si lo odiara tendría algún sentimiento por usted y eso es algo que no me permitiré…” *** Emiliano fue a su habi